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Mostrando entradas de septiembre, 2021

El día del fin del mundo.

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  CAPİTULO 14°        La cara de mi prima cuando se lo conté al día siguiente era para verla.       -¿Nada?- Estaba entre incrédula y sorprendida.       -Nada.       -¿No te miró?       -Ni de reojo.       Estábamos en la cocina del restaurante, atentas por si entraba alguno de los empleados que se hallaban limpiando en el comedor y preparando los servicios de mesa. Nosotras, supuestamente, estábamos preparando el menú.            -Es que te he visto tan relajada esta mañana…       -Porque he dormido como un lirón.-Sonreí satisfecha.       Nos quedamos en silencio, momento en el que nos concentramos en ella en picar pan para hacer las migas manchegas y yo en cortar carne para el “tojunto”.       -Entonces tienes que proponerlo tú.-Rompió el silencio demostrando que el pan no era el centro de sus cavilaciones.       -¿Yo?      -Tu quieres tener hijos, ¿no?       -Me gustaría…- En ese momento entró Alicia para cambiar el pulverizador vacío del multiusos desinfec

El día del fin del mundo

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  CAPITULO  13°              Me vinieron bien aquellas dos semanas de plazo para arreglar todo lo que tenía que poner a punto para cuando él volviera. Lo primero era preparar una nueva casa para mi tía y mi prima. Lo segundo y más importante era preparar a mi tía para su nuevo domicilio. Una casa de dos plantas en la calle Cervantes, esquina con la plaza del Ayuntamiento. Una vivienda más que grande para las dos, en pleno centro del pueblo, todos los gastos corrían de mi cuenta, me encargaba de que todos los días le llevaran la comida desde el restaurante, le puse una asistenta, y aumenté la asignación que le daba todos los meses aparte de la pequeña pensión que cobraba. Su respuesta…Bueno, no hubo respuesta, porque dejó de hablarme desde entonces…hasta esta mañana.       Se ha abierto la puerta del dormitorio y ha vuelto a entrar Lola, ahora con la bandeja de la comida. ¿Cómo decirle que no tengo ganas de comer si ni siquiera tengo ganas de hablar?       -¿Qué estás haciendo?-M

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  CAPITULO 12°        No queda otra, Charo. Vas a tener que ir a buscarle.       Miré a Lola y a mi prima con aire grave. ¡Ir a buscarle!¿A dónde? Si no sabía donde estaba.       -¡De eso ni hablar!-Saltó mi tía muy ofendida.-Rosario Marqués no va a ir a buscar a nadie y menos a ese zarrapastroso, no lo permito. Se ha ido, bien ido está y que no vuelva. ¿Para qué lo quieres aquí?       En eso tenía razón mi tía. Toda la razón. Ninguna de las tres contestó nada, pero un rato después, cuando se fue, mi prima, Lola y yo nos metimos en un pequeño salón de la primera planta que solíamos usar cuando el recio frío de la zona anunciaba la cercana llegada del invierno.       -Por supuesto no va a volver si le ofreces lo mismo que antes, Charo…       -Prima, Lola tiene razón. Cuando le dijiste de casaros tú le ofreciste una esposa y querías un marido…       -Y solo le diste limpieza, ropa limpia, cuarto limpio con sábanas limpias…¡ y una vieja venenosa que si no tuviera bastante con amargarnos l

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  CAPITULO 11°       Con aquella procesión fue como empezó mi calvario y, para ser justa, también el de Andrés, aunque en mi ceguera no me diera cuenta de ello. Cada día era igual y cada noche lo mismo. Me iba a trabajar por la mañana dejándole durmiendo la mona en su cuarto, cuando regresaba él ya no estaba y cuando tenía el turno de cierre, a las dos o más de la madrugada, le recogía con la furgoneta en la carretera que salía del pueblo y me lo llevaba a casa; cuando le tocaba a Antonio, él hacía lo mismo. Así era imposible vivir y sin embargo el ser humano se acostumbra a todo y acabamos por convertir aquello en rutina. Andrés estaba bien atendido en sus necesidades. Siempre iba muy limpio, estaba alimentado mas que correctamente y su alojamiento era hasta lujoso. Mi conciencia estaba tranquila. Era él quien me había engañado, durante meses antes de la boda había dejado de beber y cuando me tuvo atada a él volvió a las andadas.       Eso era lo que se decía de nosotros entre la ge

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  CAPITULO 10°              A medida que pasaban las horas me ponía más y más nerviosa pensando en el momento que debía afrontar cuando volviéramos a casa. Miraba de reojo su copa y comprobaba con desánimo que aquel tío que había vivido años y años borracho, aquel día no había pasado de dos copas de vino y una de cava para brindar. Recordé lo que me dijo Pedro Cantero, su colega ya fallecido, que a Andrés no le gustaba beber, que lo que quería era emborracharse. Yo contemplaba con pesar que aquel día no se iba a dar el gusto.       Mi tía, sentada a mi lado, no dejaba de presionarme.       -¡Charo, que ese hoy no bebe! Que hoy está mas sereno y con mejor pulso que un cirujano….       -¡Ay, tía, déjeme tranquila!...       - Si yo te dejo tranquila, el que no te va a dejar es ese…Que no le he visto dar un trago. ¡Arrímale un par de “cubaslibres” para que esté mas suave. Míralo, tan quietito en la parada esperando a montarse en el autobús.- Se reía la muy…pérfida.- ¡Anda que el

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  CAPITULO 9       Faltaba solo una semana para la boda cuando Pepe el Pamplinas entró en la cocina del Restaurante y se vino derecho a mi.       -Charo,- me dijo en voz baja casi al oído,- fuera quieren hablar contigo.       -¿Quién?- Pregunté sin demasiado interés, atenta al guiso de carne con patatas que estaba al fuego.       El volvió a hablar en susurros.       -Eduardo Salinas.       Ahí si logró captar mi atención. Puse a Alicia al cargo del guiso y salí mientras me colocaba una pañoleta de lana sobre los hombros; aunque faltaba poco para la primavera(de hecho la fecha de mi boda era el día que comenzaba)aún corría un aire que bastante frio por la mañana. Vi a Eduardo parado junto al único árbol que había en la parte de atrás del local, cerca de los contenedores de basura. Parecía tener la mirada perdida en el infinito campo manchego que se extendía ante sus ojos. Llevaba las manos metidas en los bolsillos de un pantalón de tweed color beige y una elegante americana de cuadros