EL DESTINO EN LA CARRETERA.


CAPITULO 12

 

Pensó que se sentiría más triste al despedirse de sus amigas, pero no fue así. Mientras el fantástico Maserati Quatroporte de Marcos avanzaba por la carretera ella se sentía muy tranquila, incluso hasta un puntito ansiosa por llegar. De esto último no se dio cuenta ella, si no el prometido de Paula.

-Estás inquieta.- Le dijo sin perder de vista la vía y al coche precedente.

-¿Yo?

-Si, tu.

-Pues no.-Denegó …y a continuación:- ¿Te he dado las gracias por traerme? Muchas gracias. Con el equipaje y los paquetes hubiera sido bastante incómodo venir en transporte público porque…

Siguió hablando. Marcos ocultó una sonrisa maliciosa. Le había dado las gracias al menos tres veces desde que salieron de Madrid. Y luego decía que estaba tranquila.

-No tienes que darme las gracias,- repitió él también,- a fin de cuentas ya somos casi parientes, eso es más que amigos.

-Hasta que no os caséis, no.

El famoso multimillonario americano del Grupo Bradfor continuó sonriendo. Aquella respuesta también se la había dado. El estaba más que dispuesto a casarse, no necesitaba esperar, sabía que Paula era la mujer de su vida y casado o emparejado no cambiaría nada. Pero si, él quería casarse. Era Paula la más reticente, aunque esperaba poder convencerla para celebrar una boda en primavera.

Salieron de la carretera principal y continuaron por una de menor calidad unos kilómetros hasta apartarse a lo que era poco más que un carril encharcado por la lluvia que había caído durante el día. Al final se apartaron hacia una casona enorme y fuerte, muy hermosa, en cuyo patio empedrado detuvo el coche, al lado de otro.

-Están Isa y Juan aquí con la niña.- Anunció Julia como si Marcos supiera a quienes se refería.

Como si les hubiera llamado o, mas posiblemente, como si hubieran oído detenerse el potente motor del Maserati, de la casa salieron al patio varias personas que recibieron a la leonesa como si el día y medio que había pasado fuera les hubieran parecido años.

-Vete a la cuadra a decirles a papá y a Rodrigo que ha venido ya Juli.- Le dijo la mujer a una niña que corrió por el patio hasta meterse a un edificio cercano.

Julia hizo las presentaciones oportunas entre Marcos, Matías e Isabel. Esta última intentaba disimular sus nervios ante la presencia del hispano/norteamericano a quien sin duda había reconocido. Sin embargo su tío estrechó la mano del millonario con el mismo calor que lo haría con cualquiera, si sabía quien era o no, no se reflejó en absoluto en su comportamiento ya que enseguida le invitó a entrar en la casa.

-¿Desde cuando os conocéis?- Preguntó Isabel todavía impresionada ante el guapo, elegante y rico visitante.

-No hace mucho, unos meses,- contestó Julia sonriente.

-Cierto, pero han sido unos meses muy intensos.-Marcos sonrió encantador a Isabel y a esta le temblaron las canillas ante el intenso color marrón de sus brillantes ojos.

-Es un buen amigo mío.

El la cogió por el brazo y le susurró divertido:

-Creía que habíamos decidido que soy más que un buen amigo…

-Te he dicho que sin anillo y boda de por medio, no.-Le respondió ella en el mismo volumen y tono.

Se lanzaron miradas jocosas; de  pronto se dieron cuenta de que, aunque era imposible que Isabel les hubiera oído, no ocurrió lo mismo con los dos hombres que estaban detenidos tras ellos, llevando de la mano a la niña. Uno de ellos era delgado y de menor estatura que el otro, tenía el pelo ralo, más aún, escaso, pese a ser poco mayor que él mismo. El otro era mas corpulento, más alto y fuerte, tenía la cabeza coronada con abundante pelo negro y un rostro de facciones marcadas con unas cejas pobladas bajo las cuales centelleaban dos ojos negros de mirada aún más oscura que le recorrió de pies a cabeza enfriándole como si aún siguieran en el patio en vez de en aquel salón caldeado por el fuego que ardía con altas llamas en la chimenea. Julia, sin percatarse aquella mirada, hizo las presentaciones..

-Juan es el marido de Isabel y padre de Laura,- sonrió ,- y Rodrigo es el hijo de Matías. Falta Millán, pero supongo que estará en el pueblo aprovechando las últimas horas del domingo. Os presento a…

-Algo más que un buen amigo…- Se adelantó Rodrigo y tendió su brazo ofreciéndole su mano para estrecharla con energía y una sonrisa mentirosa que no iba acorde con sus ojos.

-No, es…

-¡Mark Bradfor!

Fue Millán quien llegaba en aquel instante y reconoció en décimas de segundo al empresario. Con dos zancadas se colocó junto a ellos sin dejar de mirar al novio de Paula con inusitada admiración.

-Ya sabía yo que ese Maserati no puede ser de un cualquiera.- Comentó entusiasmado mientras le cogía una mano y la estrechaba con las dos suyas.

Durante el tiempo que pasaron tomando un café quedó claro que salvo Matías, Laurita y Dante, todos los demás conocían Mark Bradfor, no así tanto a Marcos Salinas el ingeniero que acababa de abrir un estudio en una céntrica calle del Madrid mas comercial, el hombre que quería convencer a su prometida para casarse en primavera porque estaba locamente enamorado de ella y sabía que era su otra mitad, su complemento. El mismo que ya empezaba a echarla de menos y deseaba abrazarla en aquel pequeño piso en el que convivían.

En el rato que pasó en aquella bonita casa, Marcos se dio cuenta de que eran buena gente; no le extrañaba que Julia se sintiera a gusto allí y hubiera escogido aquel lugar para, quizá, esconderse hasta de si misma, porque, a su entender, eso era lo que la psicóloga estaba haciendo allí, esconderse mientras recuperaba fuerzas y ánimos para volver a encararse con la vida que había dejado estancada, retenida, el día que huyó de su boda. Pero, por lo pronto, parecía que queriendo o sin querer, allí se le estaba creando otra. Si eso era positivo o no, él no podía saberlo.

A la hora de partir todavía se entretuvo un rato enseñándoles el coche a Juan y Millán, Matías anduvo mirando con más curiosidad que interés y en cuanto a Rodrigo no prestó la menor atención, dedicándose a subir el equipaje que había llevado Julia y a llevar a la cocina los paquetes que había comprado, comentando en tono serio que él esperaba un camión de mudanzas.

La despedida fue breve, siendo Julia la última en darle el adiós, como era de esperar.

              -Ya has visto como es esto y conocido a las personas con quienes estoy; puedes decirles que con respecto a mi estén tranquilas.-Sonrió besándole ambas mejillas.- Nos mantendremos en contacto.

              -Si necesitas algo, cualquier cosa…

              -Ya lo sé.-Asintió sonriente.

              El le dio un último abrazo y ella lo correspondió con el mismo afecto.   

Apenas había salido el coche del patio cuando Isabel se abalanzó sobre ella como una loba hambrienta sobre su presa.

-Pero bueno, ¿de qué conoces tú a Mark Bradfor?¿De tu anterior trabajo?¿Qué hay entre vosotros? Porque se nota que existe algún tipo de conexión.- La atacó mientras entraban en la casa.

-¿No lo has oído? Es un buen amigo, aunque él está convencido de que son algo más.

Las dos mujeres volvieron sus rostros para mirar a Rodrigo, que en aquel momento bajaba las escaleras hacia el salón. Al parecer se le había grabado en el cerebro el comentario de Marcos. Para la psicóloga no pasó desapercibido el tono burlón que había en la voz masculina.

-Está claro que no es un tío cualquiera y si debo ser sincera es cierto que es más que un buen amigo. Solo hace unos meses que le conozco pero realmente me cae muy bien.

-Estás hecha toda una “femme fatal”.- De nuevo el sarcasmo.-¿Quién lo iba a imaginar? Yo no, por supuesto.- Pasó junto a ellas para adelantarse y entrar en la cocina donde estaban los demás.

Julia se quedó desconcertada.

-¿A qué viene esto ahora?

-No le hagas caso. Está molesto por lo de Goyo.- Isabel emitió un hondo suspiro.

-¿Qué le ha pasado a Goyo?

 

No obtuvo respuesta porque en aquel momento apareció Laurita y se abrazó a las piernas de su madre pidiéndole llorosa que se fueran a casa.

-Esta pobre está agotada.- Isabel acarició el suave cabello de su hija y la tomó en brazos consolándola.- Le voy a decir a Juan que nos vamos. Ven mañana cuando tengas un rato libre y me cuentas todo de ese bombón de luxe.

Por el momento Julia se quedó con las ganas de saber qué le había pasado a Goyo, porque visto el mal humor de Rodrigo, cualquiera se atrevía…

-Pero ¿porqué has comprado todo esto? Ahora me dices cuanto te ha costado y te lo pago.

-Son cosas que he roto yo, Matías, y el que rompe paga.

El anciano no estaba de acuerdo.

-Si lo has roto tu es porque eres tu la que ha andado con ellas. Si yo no las toco no las puedo romper.

Ella rio mirando cariñosa al buen hombre.

-Digamos que yo me he pasado bastante en ese aspecto. Ahora que ya sé como va esto tendré más cuidado.

 Como todo, era cuestión de práctica.

Cenaron los tres solos. Rodrigo dijo que tenía trabajo y se encerró en su despacho. Más tarde, antes de ir a acostarse, Julia le llevó un sándwich y un café; le encontró estudiando.

-¿Algún problema?- Se atrevió a preguntarle cuando él alzó la mirada de las hojas manuscritas y la posó en la bandeja que ella puso en el escritorio.

-Gracias.-Alzó el rostro para ver el de ella.- Estoy seguro de que Margarita va a parir muy pronto, no puedo retener mas al ternero sin peligro de perderlo, así que tendrá que nacer. La madre es primeriza y estoy seguro de que va a ser un parto distócico.

Ella asintió comprendiendo. Sabía que un parto distócico era aquel que necesitaba de ayuda del médico, o veterinario en aquel caso.

-Estoy estudiando para valorar cual es la mejor forma de intervenir con Margarita. El ternero está mal posicionado teniendo en cuenta que también es desproporcionado a lo normal, debería hacer una cesárea; creo que será menos traumática tanto para la madre como para el ternero que una extracción forzada. Con esta última cabría la posibilidad de que la cría muriera en el postparto…

Cualquier profano podía pensar que el parto estaba condenado a un mal final, sin embargo oyendo la serenidad que transmitía el veterinario Julia daba por sentado que no le preocupaba en absoluto y que cualquier contrariedad que se presentara sabría solucionarla sin dificultad. Se atrevió a mirarle y sonreír con cierto orgullo mientras él comía distraído con las notas y su pensamientos. Llevaba puesta una de sus habituales camisas de gruesa franela a cuadros de color rojo y negro, con el botón del cuello y el siguiente desabrochados, ni uno más, un pantalón de loneta negro y las zapatillas de andar por casa. Un hombre guapo e inteligente o viceversa, ¿qué importaba? El pelo estaba algo despeinado en brillantes ondas

negras y en su fuerte mentón comenzaba a apreciarse la oscuridad de la incipiente barba que de seguro a la mañana siguiente rasuraría antes de la ducha, mirándose sin interés en el espejo, quizá en pijama aún, quizá con solo una toalla envolviendo sus caderas anticipándose a la ducha; con el torso desnudo y recio como su abdomen, fuerte y duro como sus piernas y…

De pronto se dio cuenta. ¿qué estaba pensando? ¡Ni que fuera algo de ella! Ni siquiera eran amigos, porque el tío era un sieso. Dio media vuelta de forma abrupta y se fue molesta consigo misma ante el desconcierto de él que no entendió la brusquedad del gesto femenino.

Efectivamente, la tarde siguiente y tuvo lugar el parto mediante cesárea de Margarita. Mientras esto sucedía, Julia estaba cómodamente sentada en el salón de la casa de Isabel, tomando un café con leche acompañado de un buen trozo de bizcocho con trozos de nueces, pepitas de chocolate y virutas de naranja confitada. Delicioso.

-¿Qué es lo que le ha pasado a Goyo?- Recordó de pronto Julia después de pasarse la lengua por el labio superior para rebañar el resto del sabor del dulce que quedaba allí.

Isabel parpadeó sorprendida.

-¿Qué le ha pasado?

Estaban solas. Laurita había salido al patio en compañía de su tío abuelo sin que a ninguno de los dos les molestara el frío exterior de aquella soleada tarde.

-¡Yo que sé que le ha pasado!...No me quieras volver loca, Isa, tú dijiste ayer que tu primo estaba enfadado por lo de Goyo…

La morena se concentró un momento y de pronto cayó en la cuenta de lo que hablaban.

-No, te dije que Rodrigo estaba molesto por lo de Goyo, porque os enrollasteis en el coche en el patio de la casa y decía que lo mismo que os vio él, podía haberos visto Millán o mi tío y que eso no estaba bien…Y yo opino lo mismo, eso no está bonito, Juli.

-¡¡¿Perdona?!!- Los ya de por si grandes ojos de la invitada se abrieron espantados al oír aquello.- ¿Qué nos enrollamos en…?¿De dónde ha sacado eso?

-Dice que el viernes cuando volvió a casa, el coche de Goyo estaba en el patio y que había bastante actividad en el interior, tanta que hasta los cristales estaban empañados.

Julia miraba boquiabierta a la otra. ¿Actividad?¿Cristales empañados?...Que poco necesitaban algunos para conjeturar y montar la escena…

-Pues si, había mucha actividad, la que necesitaba para librarme del muy imbécil que de pronto se convirtió en un pulpo y comenzó a toquetearme por todas partes y yo a quitarle las manos de todas partes, pero le quitaba una y me ponía la otra, le quitaba la otra y me ponía la una. ¡No daba abasto!...Hasta que ya le di un empujón y le aclaré que no quería nada de eso.

-¡Qué chasco se llevaría, él que se cree irresistible!- Se reía Isabel.- Y mi primo llegó y creyó que os lo estabais montando en un coche y en su patio; estaba muy molesto. Yo creo que es la primera vez que le he oído decir la palabra “inapropiado” al definir tu comportamiento en esas circunstancias. ¡Verás cuando se lo cuente!

-¿Por qué le vas a contar nada?¿Qué derecho tiene a  saber ni a juzgarme?

-Mujer, a fin de cuentas pasó en su casa. Estará más tranquilo cuando sepa que no ocurrió nada inapropiado y que no hubiera estado mal que abriera el coche para darle un pescozón a Goyo por abusón.

-Como ves no necesité que nadie repartiera pescozones. Yo sola me basté.

-¡Ay, no te soporto cuando te pones tan tiesa y tan llena de ti! Me ha quedado claro que no necesitas ayuda para defenderte…¡Y ahora cuéntame de Mark Bradfor! ¿Qué hay entre vosotros?¿Cómo le conociste? Tu le presentaste como amigo, pero él dijo que sois más que amigos… y eso no es moco de pavo…¿Sois o no sois mas que amigos?

-Templa el nervio, parece que se te van a salir los ojos de las órbitas, casi me das miedo…-Rio la interrogada.- Bueno, él está empeñado en que somos más que amigos, que somos casi familia, pero yo le digo que hasta que no se case con Paula no hay nada de eso…

-¿Paula?

-Mi amiga Paula.

-¿Es el novio de una amiga tuya?- Julia asintió en silencio.-¿O sea que no hay nada entre vosotros?- La otra negó.- Ah…Pues vaya suerte ha tenido tu amiga, ¿eh? A eso se le llama un buen…

-En absoluto.-Evitó que terminara.- Si la conocieras no dirías nada parecido.

Sonrió al evocar a Paula y a las otras dos mujeres que el destino o el mejor de los hados puso en su camino.

El parto de Margarita se alargó bastante porque aquella noche se apagaron las luces de la casa de los Villanueva sin que Rodrigo hubiera regresado.

Julia no se dio cuenta de que se había dormido hasta que algo la despertó; al encender la luz vio en la pantalla del teléfono que eran las tres y diez. Se levantó de la cama y salió del dormitorio. Bajo la puerta cerrada del cuarto de baño asomaba una rendija de luz que se agrandó al instante hasta envolverla en su haz cuando se abrió la hoja de madera. Si a ella le quedaba un resto de sueño pegado a los ojos despareció en aquel momento. Todo su cuerpo despertó reaccionando ante el hombre que estaba a escasa distancia, cubierto tan solo con un pantalón de pijama, el pelo húmedo, la piel fresca que emanaba aquel olor que tanto le gustaba, mirándola en la penumbra como si fuera una aparición onírica.

“Ay, señor, ahora mismo daría un salto y te hacía el koala.” Pensó tragando un puño de saliva. Pero dijo:

-¿Has venido ahora?

-Perdona, te he despertado…

-Te prepararé algo para que cenes…

-No es necesario, he cenado con Ramón y Ángela.

Ella supuso que se refería a los amos de Margarita.

La voz de él sonaba tan ronca que le arañaba las paredes de los oídos con su aspereza.

-¿No quieres nada?¿Un vaso de leche caliente o…?-“…Una asistenta a la misma temperatura que la leche.”

-Nada. Vuelve a la cama.

Que volviera a la cama. Pues si que estaba ella para conciliar el sueño. Lo único que deseaba era estar envuelta por aquellos brazos nervudos, tener sus piernas enlazadas con las de él  y acariciar aquel pelo negro descansando sobre su pecho, sintiendo el excitante cosquilleo de sus fuertes manos al juguetear con su piel. Todo fue una simple imagen en su cerebro y sin embargo su cuerpo reflejó el deseo erizando sus pezones hasta hacerlos notables en la tela del pijama. El lo notó, durante unas milésimas de segundo clavó su oscura mirada en aquel punto, aunque ella reaccionó con encomiable rapidez curvando su espalda para ahuecar la prenda.

              -Pues buenas noches.- Se apresuró cuanto pudo a entrar en su cuarto y cerrar la puerta apoyándose en ella a la vez que exhalaba un suspiro de alivio.

              ¡Menos mal! Un minuto más y le hubiera abatido de un empujón para tirarse encima y deshonrarle sin el menor pudor. Se derrumbó en la cama como un árbol talado por el pie, pero no se metió bajo las cobijas; ignoraba cual sería la temperatura de aquella noche, pero ella se sentía arder, así que se quedó sobre la colcha hasta que comenzó a tiritar de frío. Era imposible dormir. Su mente divagaba entre la imaginación y la realidad, la corta realidad que había tenido con él. Todo sería distinto si se hubiera quedado calladita en vez de hablar…o si se hubiera dejado llevar con Rober y hubieran hecho lo que había que hacer. Era extraño, pero  con su ex novio nunca, nunca tuvo pensamientos similares a los que le provocaba Rodrigo. Si, le gustaba que la tocara los fines de semana que se veían… sin embargo no tuvieron en cuenta la posibilidad de intimar antes de la boda… Pero en cuanto Rodrigo la miró la tarde que le quemó la camisa…él volvía a estar descubierto de cintura para arriba y… Esa debía ser la debilidad de ella, verle el pecho, los brazos…Bueno…ver un poco más abajo tampoco le importaría y rodar sobre sí mismos atados en un abrazo sin saber donde acababa el cuerpo de uno y empezaba el del otro…Así de unidos…¡Uff! Otra vez tenía calor, volvió a destaparse.

              Así pasó el resto de las horas que le quedaron a tan larga noche. La consecuencia, como era de esperar, fue el enfriamiento que provocó un primer estornudo tras levantarse. Y a ese estornudo siguieron más.

              -Te has resfriado, Juli.- Observó Matías mientras preparaban el desayuno.

              -No sé, también puede ser alergia…

              ¡Alergia! ¡Qué estupidez! Apenas había terminado de decirlo cuando ya sabía que era una tontería.

              Rodrigo Villanueva entró poco después en la cocina. No supo por que ella eludió su mirada. ¡Segunda estupidez del día! Era psicóloga, pero sobretodo, ¡¡era adulta!! No tenía que avergonzarse por una reacción natural de su sexualidad como respuesta a un estímulo exterior. O sea, que si se le marcaron los pitones en la camiseta del pijama y él se dio cuenta pues…

              -¡Salud!- Fue la respuesta de Matías al estornudo…de su hijo.- ¿Tú también te has resfriado?

              -Anoche, cuando volví estaba cayendo una buena helada.- Explicó mirando hacia todas partes menos a las dos personas que estaban con él en la cocina.

              Al sentarse a la mesa, sus ojos se encontraron con los de Julia e inmediatamente ambos apartaron las miradas y se concentraron en sus respectivos desayunos.

              -¿Qué tal fue el parto de Margarita? Resultó como tú esperabas…-Esto último no fue una pregunta, si no una afirmación de Matías.- Es tan bueno, que a veces mas que veterinario parece adivino.-Añadió para Julia.

              Ella no lo dudaba. Sonrió con satisfacción al asentir conforme y ahí si, si se sostuvieron las miradas el uno en el otro y ella hasta le dedicó una caída de ojos que pareció sorprender y molestar a partes iguales a Rodrigo, quien arrugó el ceño y devolvió su atención a Matías. Dante entró en aquel momento y apoyó su cabeza en el regazo de su amo, esperando su trozo de tocino quemado, pero para su decepción solo recibió un premio de consolación mínimo, ya que el tocino estaba en su punto y el veterinario se comió todo el contenido de su plato.

               

 

 

Comentarios

  1. 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼 Me has vuelto a dejar con la miel en los labios, "joía"!!! Pero qué bien lo haces...puedo visualizar cada escena, describes tan bien y de una manera tan natural todas las situaciones, que más que leer, observo lo que pasa!! Bravísima!! 😘😘😘❤️

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  2. Estoy con Raquel!!! Me encanta estar presente mientras veo desarrollarse está historia tan divertida. Tan llena de malentendidos de sensaciones. Me encanta. No sé cómo van a llegar a entenderse estos dos. Pero el toquecito mágico del Canijo Salinas. Ha aportado salsa!!! Rodrigo está que se muerde los codos jajajajajajajjajajajaa 💕🤩😂😂😂😂

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