EL DESTINO EN LA CARRETERA

 


CAPITULO 13

 

Hacía frío pero el día era precioso, el cielo estaba limpio de nubes y lucía en su más bella tonalidad azul, el sol calentaba de forma tibia y brillaba espléndido aún, si bien ya empezaba a descender. El campo se veía hermoso desde la ventana del salón y quizá fue todo ello lo que animó a Julia a ponerse su parca encima del grueso jersey granate de cuello alto y el pantalón gris de chándal que se compró en el mercadillo y que, pese a tener ya mas ropa entre la que elegir, se había convertido en su mas apreciada adquisición para estar por allí. Se calzó las altas botas de goma de Millán que con los calcetines de gruesa lana no le quedaban tan grandes y salió a dar un paseo. El suelo estaba húmedo aún y la tierra algo pegajosa, pero con las botas llevaba los pies calientes e iba cómoda.

Pensó en ir el dirección a la casa de Isabel, pero sin apenas darse cuenta sus pasos la llevaron en la dirección contraria y su mente fue enredándose en si misma. Se preguntó qué iba a hacer con su vida, era ya momento de afrontarlo. ¿Importaría mucho si se olvidaba de la Psicología y optaba por otro tipo de ocupación? Era cierto que cuando comenzó sus estudios lo hizo ilusionada, pero con una vocación templada que en el pasar del tiempo se había enfriado bastante más. Mientras trabajaba en el gabinete sicológico de Madrid se dio cuenta de que era una carrera con mucho futuro, con la que podía ganarse muy bien la vida, pero ¿merecía la pena dedicarse a ello? De pronto le parecía demasiado prosaico para satisfacer sus aspiraciones…

La tierra tembló bajo sus pies y sus oídos se llenaron con el sonido sordo de los cascos de un caballo galopando en la tierra blanda y la hierba. Apenas se giró y al instante reconoció a Argenta y su jinete, quien frenó a la preciosa yegua a cierta distancia de donde ella estaba para acercarse al paso.

-¿Qué haces por aquí?

Al entender de Julia aquella era una pregunta que se contestaba sola, aún así no dudó en encogerse de hombros y replicar.

-Tu padre se ha acostado a dormir la siesta, he terminado de recoger la cocina, hace una tarde bonita y me apetecía pasear un poco. Suma todo eso y ya tienes tu respuesta.

El asintió sonriendo abiertamente. Parecía que estaba más simpático que durante la comida, donde apenas había gruñido algún comentario cuando su padre alabó la mejora de ella en lo que a guisar se refería. Las enseñanzas de Matías no estaban cayendo en saco roto; de seguir así, acabaría por descubrir que le gustaba cocinar y era posible que hasta disfrutara haciéndolo.

-Creía que irías donde mi prima.

Ella se encogió de hombros. Tenía la cara alzada para poder verle. Era como mirar a un centauro. La postura impecable que mantenía a lomos de Argenta unida a las armoniosas hechuras de la yegua formaban una estampa impresionante.

-¿Dónde vas tú?- Preguntó ella mirando hacia el maletín que solía llevar atado  la silla de montar cuando iba a caballo.

-A hacerle la cura a Margarita y echarle un vistazo al ternero. ¿Quieres venir?

Le miró desconfiada. ¿Quien era aquel hombre? Tanta amabilidad por parte de él la confundía.

-¿Tengo que ir en las ancas de Argenta?

-O aquí delante, como quieras…pero subir tienes que subir…

Sin esperar respuesta de ella desmontó y la sujetó por la cintura para ayudarla a subir.

-Apoya el pie izquierdo en el estribo y sube. No te asustes, yo te sujeto…

No estaba asustada, estaba nerviosa, sobretodo cuando él subió detrás de ella y tomó las riendas apresándola entre sus brazos.

-No vayas tan estirada, inclínate hacia mi.- Ella obedeció.- ¿Estás cómoda?

¡Más que en el sofá de su casa! Así podría ir a caballo hasta el fin del mundo.

-¿No será demasiado para Argenta?

-En absoluto, podría con los dos incluso al galope, aunque iremos despacio para no forzarla. No tenemos prisa, ¿o tu si?

Julia sonrió con los labios cerrados. Seguía siendo demasiado simpático para lo que era su costumbre; algo había ocurrido desde la comida hasta aquel momento. No quiso pensarlo demasiado, lo importante era disfrutar del instante. Le parecía estar viviendo la escena idílica de una película romántica, solo faltaba la música de violines de fondo. En vez de eso el aire les llevó algunos mugidos mezclados con otros sonidos procedentes de una granja.

 -¿Es aquí?- Era casi una pregunta retórica. Bastaba ver los establos, las gallinas, los gallos, un par de cochinos…todos suelto por los alrededores de una casa con gruesos muros encalados, de una sola planta y con ventanas algo pequeñas para lo que era habitual actualmente. Por si todo ello fuera poco, la huerta y los frutales estaban un poco más allá. Podría decirse que tenía una distribución parecida a la casa de los Villanueva, pero bastante más sencilla, menos impresionante.

Al momento salieron a recibirles tres perros, dos galgos rubios y un pastor alemán de capa negro y fuego. Tras ellos un hombre chaparro y regordete, con el rostro sonrosado y la sonrisa franca, cubierta la cabeza con una gorra de paño  marrón y vestido con un mono azul de trabajo sobre la ropa de calle. Sus botas de goma estaban llenas de barro hasta tal punto que era difícil distinguir bien el color. Se detuvo a unos metros de distancia y llamó a los perros, que obedecieron de inmediato volviendo junto a él.

Rodrigo detuvo a Argenta de forma calmosa, se apeó y sin mediar palabra rodeó la cintura de Julia y la bajó sosteniéndola en sus brazos contra su pecho.

-¡Creo que podría acostumbrarme a esto!- Comentó en un tono susurrante que solo ella podía oír.

Ella se movió incómoda y él acabó por depositarla en el suelo, sobre sus pies, mientras  el casero se acercaba a saludarles cruzando algunas palabras amables para ambos. Estrechó la mano de Ramón cuando fueron presentados por el veterinario, pero apenas si podía prestar atención preguntándose una vez más qué estaba pasando con Rodrigo ya que aquella actitud era cuando menos sospechosa.

Preguntó por el estado de la feliz mamá y el neonato mientras les seguía hacia el establo. El granjero contestó que estaban bien a la vez que soltaba una perorata sobre las cualidades del veterinario que se había ocupado de Margarita desde la inseminación al parto.

-Así que eres tú quien la dejó preñada… - Le lanzó una mirada que chorreaba burla.

-Es una de mis muchas capacidades. También le he puesto nombre; es algo torpe así que en honor a ti se llama Julio.

Ella se estiró sin saber cómo tomarse aquello. Por lo pronto se ruborizó no sabía si de vergüenza o de rabia contenida.

-¡No le hagas caso! Como ha dado tanto trabajo le ha llamado Curro,- intervino Ramón riendo abiertamente,- ya sabes que cuando quiere es un bromista…

Primera noticia al respecto. El dueño de la granja y ella hablaban de personas distintas. El Rodrigo Villanueva que ella conocía no se correspondía con el que conocía el granjero.

Por fin pudo conocer a Margarita y a Curro. La vaca retinta tenía rasurada la parte posterior de su costado y lucía una cicatriz muy fresca aún y suturada  con bastantes puntos. Estaba de pie, amorosa cerca de su ternero.

-¿Por qué está tumbado el ternero?¿Le pasa algo?¿No se ponen en pie poco después de nacer? – Se arrodillo en la paja para acariciar a Curro.

-Es prematuro,- contestó Rodrigo atento a ponerse unos guantes para desinfectar con yodo la herida de la vaca,- debido a eso sus pezuñas están demasiado blandas y no puede pararse sobre ellas, pero apenas salió se agarró bien al calostro de la madre, así que está muy sano; en unos días las pezuñas se endurecerán y no habrá diferencia con cualquier otro ternero.  

Ella oía con atención mientras le veía trabajar y no supo por qué se sintió invadida de un orgullo absurdo e incomprensible por él. Era la primera vez que estaba presente mientras él desarrollaba su profesión…bueno, menos aquella tarde con el infortunado Picolito, en la que si bien hizo un diagnostico acertado, el “tratamiento” dejó mucho que desear a gusto de ella.

Terminó de atender a Margarita y se acercó al ternero, arrodillándose junto a ella para reconocerle. Le hablaba con tono amistoso mientras sus manos enguantadas le metían los dedos por el hocico volviendo a repasar los orificios nasales y sacando los restos de porquería que pudieran aun quedar, las orejas, el pelaje.

-Mamá te ha hecho un buen trabajo, ¿eh? Te ha dejado bien limpio…Sigue comiendo bien, ¿verdad?- Le preguntó a Ramón.

-Como un león…Y hablando de comer. Ángela no se habrá enterado de que estás… estáis aquí, - se rectificó,- Voy a decirle que prepare café, ha hecho un bizcocho esta mañana a sabiendas de que ibas a venir. ¡Está para chuparse los dedos! Bueno, ya lo sabes tú…- Miró a Julia y aclaró:- Rodrigo es el fan número uno de la cocina de mi hija.

¡Su hija!¿Ángela era la hija de Ramón?¿por qué había imaginado ella que era su esposa?

-Así que eres el fan número uno de la cocina de Ángela…- Repitió las palabras del casero cuando este se hubo ido a avisar a su hija.

-Teniendo en cuenta donde tienes puesto el listón, es fácil para cualquiera superarlo.

A Julia se le puso de pie la sangre; parecía que él lo había dicho en broma, pero ella se sintió ofendida pese a saber que era cierto.

-Sigue así y el día menos pensado te doy la alegría de tu vida.

Rodrigo la miró de reojo, intuyendo el malestar de ella.

-Solo faltaba que después de haberte servido de conejillos de indias hasta que has mejorado tus habilidades culinarias y hogareñas regresaras con los Martínez del Campo… si es que lograses encontrar el zulo en el que se han escondido huyendo de ti.

¡Vaya, al parecer si que era graciosillo! Lástima que ella hubiera perdido el sentido del humor y en vez de reírse quisiera darle una patada en la boca. Poco después entró Ángela en el establo para saludarles y a Julia le quedó bastante claro que la hija de Ramón también era fan de él o, al menos eso le pareció a juzgar por la mirada fría con la cual la recorrió de arriba abajo en cuanto Rodrigo las presentó.

-Si, la vi en el pub el viernes, estaba con Goyo Barrientos. -Explicó la joven sin intentar siquiera forzar una sonrisa que mostrara su bienvenida a la finca.- He hecho bizcocho, venid a merendar a la casa.

Si la hubiera invitado a abrir la boca para sacarle dos muelas sin anestesia le hubiera apetecido lo mismo que la merienda.

-Te lo agradezco, pero yo creo que mejor vuelvo paseando a pie para…

-Espera, ¿qué prisa tienes?-La interrumpió su jefe.- Me lavo las manos, tomamos el café con un trozo de bizcocho y nos vamos por donde hemos venido…

Ella insistió en irse, él en que se quedara. Tuvo que darse por vencida, porque tampoco le parecía bien hacerse de rogar para comer un trozo de dulce y subir un peldaño más en la escala de la humillación, porque estaba riquísimo, esponjoso, suave, con el punto justo de azúcar…No le costó halagar a la cocinera.

-¿Tú como lo haces?

Temía aquella pregunta. La esperaba de un momento a otro teniendo en cuenta la expresión algo agresiva en el rostro de la otra. Se pasó la lengua para humedecerse los labios y sonrió abiertamente.

-Yo me fijo mucho…-Asintió con convencimiento.- Después elijo uno, lo señalo, la de la pastelería me lo empaqueta y se lo pago.

-¿Lo compras?

No supo qué le molestó más, si el tonito incrédulo o la expresión burlona de la cara de la otra.

-¿Es que esa chica no ha avanzado en la escala evolutiva lo suficiente como para admitir que una mujer puede triunfar en la vida sin saber hacer bizcochos? ¡Por favor!

El la oía, percibía el deje irónico en su voz y el tono casi musical que dejaba al final de cada comentario. Veía la forma de su cabeza, la cuadratura de sus hombros, la rectitúd de su espalda y la forma breve de su cintura antes de ancharse en la curva de las caderas; sentía, en aquella proximidad, cada roce accidental de sus cuerpos y apretaba los dientes en una recia lucha para resistirse al propio deseo de dejar de resistirse y abandonarse al aroma de su pelo que le llevaba la brisa creada por el avance del firme paso de Argenta. Todos sus sentidos se agudizaban con la cercanía de ella y parecían confabularse en contra de él, sin embargo en aquellos momentos era cuando respiraba el oxígeno más puro.

Al llegar al patio y ayudarla a desmontar, un contacto fortuito entre ambos provocó un calambre que le recorrió de pies a cabeza; por la expresión azorada de ella tampoco debió pasarle desapercibido, sin embargo ambos fingieron ignorarlo y se separaron, yendo él a la cuadra con la yegua.

Vivían en la misma casa y se gustaban; aquello no estaba bien, sobretodo por parte de él, que se hallaba en un plano superior en todos los sentidos. El más mínimo desliz y podía parecer que se aprovechaba de la situación de ella. No sería así. Cierto que en la noche, cuando el sueño se negaba a acudir, fantaseaba con acabar lo que ambos comenzaron la tarde del viernes anterior. Volvía a sentir en las yemas de sus dedos el tacto sedoso de la piel de ella, clavaba de nuevo su mirada en los jugosos labios rosados antes de apoderarse de ellos para degustar su sabrosa calidez; desabrochaba los botones de la bata y acariciaba sus pechos a manos llenas, pellizcaba los pezones pequeños, duros, antes de que su lengua jugara con ellos. Sentía las formas seductoras de aquel cuerpo bajo su peso y la desesperación por hundirse en la cavidad ardiente que se abría entre los muslos se hacía insoportable. El almíbar fluido que creaba el deseo de ella le facilitaba el acceso por el angosto pasaje, hasta el final. La mezcla de sus respiraciones y sus jadeos sonaba como una sinfonía salvaje a sus oídos que iba “in crescendo” desde el “allegro ma non troppo” hasta el “molto vivace “ que precedía al final y la calma…

Si su padre intuyera una mínima parte de aquella fantasía le arrancaría la cabeza. A Matías le gustaba Julia, tanto que le había dicho que de estar en su lugar no la dejaría escapar. Aquella insinuación no podía ser mas directa ni más clara, pero él no necesitaba una esposa. No quería “una mujer”, no en el sentido restrictivo de la idea. Tenía más que suficiente con su trabajo.

A propósito de trabajo…

-Mañana después de comer subiré a la reserva .- Le comunicó a su padre durante la cena.- Solo serán dos o tres horas, iré en el todoterreno. Quiero echarle un vistazo al zorro y …

-¿Puedo ir contigo?- La voz de la asistenta sonó esperanzada.

-Pues…

Aquella pequeña duda suscitó una mayor insistencia.

-Os oigo hablar a diario de la reserva, me gustaría verla…

-Vamos hijo, llévala, ¿qué te cuesta?

-No estaré mucho tiempo, no quiero entretenerme…

-Yo no te voy a molestar para nada ni voy a entretenerte, de verdad.

Rodrigo ignoraba como podía negarse sin dar a entender que estar a solas con ella en el monte, por mucho frío que hiciera, era una situación que prefería eludir.

                -Es que precisamente mañana no va a haber nadie más allí arriba, por eso subo yo…Además, han anunciado buen tiempo para el domingo y haremos una excursión; va a venir hasta Millán y otros voluntarios, Elo, la hermana de Juan, Inés…Valentín, seguramente Ángela…

                “Estupendo,- pensó Julia,- todo el club de fans”  

-Puedes venir entonces. Es un paseo muy bonito.

-Ah…gracias. Iré si no os importa.

-¿Por qué les va a importar?- Gruñó el padre del veterinario.- Aunque no sé por qué no puedes llevarla mañana también. ¿Qué tiene de malo? Podrá hacerse una idea de como es y así no estará en desventaja con los demás el día de la excursión.

Porque había decidido que lo mejor era evitar estar a solas con ella; todavía podía oír a su madre decir ”quien quita la ocasión, quita el peligro”. Visto lo visto, cuando la ocasión se había presentado estando con Julia, el peligro fue inminente y la próxima vez, seguramente, inevitable.

Sin embargo al día siguiente después de comer, cuando ya tenia cargado en el todoterreno todo lo que necesitaba, entró al salón donde su padre y ella estaban viendo las noticias en la televisión y se oyó decir:

-Si quieres venir conmigo, ponte unas botas y abrígate bien con ropa cómoda.

¿Qué si quería ir? Se incorporó de un salto y dijo “¡si!” mientras corría escaleras arriba hacia su cuarto, de donde bajaba bien pertrechada pocos minutos después para subir al vehículo en el que ya la esperaba Rodrigo mientras de fondo se oía la voz de Matías haciéndole todo tipo de recomendaciones.

-…Y sobretodo haz caso a todo lo que te diga Rodrigo, que él conoce muy bien la zona y sabe lo que hay que hacer…

Ella asentía enérgicamente a todo sin dejar de sonreír enseñando los dientes mientras el veterinario iniciaba la marcha.

-No imaginaba que te gustara tanto la naturaleza.

-Es cierto que Navatejera no está en mitad de los Montes de León, pero un pueblo es un pueblo…aunque está prácticamente unido a la capital. Sin embargo desde que estoy aquí he estado leyendo sobre Cabañeros, las sierras de San Pedro y Villuercas…

Se calló al ver la sonrisa irónica que torció la boca de él.

-Esas son zonas protegidas, muy diferentes a la nuestra. Si piensas que vas a encontrarte paisajes idílicos y de alto interés turístico te vas a llevar un chasco.

El carril por el que avanzaban se hacía más tortuoso por momentos, se había formado con el paso de los vehículos que durante años se habían abierto paso entre las matas de sotobosque, jaras, romero, tomillo y lavanda, que con las pasadas lluvias se dejaban ver verdes y jugosas  al amparo del relieve de crestas y surcos, de pedrizas calvas, casi desprovistas de vegetación.

-La belleza está en los ojos del que mira.- Comentó Julia casi para si misma, contemplando absorta la hermosa orogenia formada a través de milenios y milenios de erosión continua provocada por el frío y el calor extremos.

Mas adelante el carril se volvió más abrupto y el interior de Land Rover se había convertido en algo parecido a una batidora. Rodrigo no aminoró la velocidad, conocía muy bien aquel terreno y sabía lo que esperar, pero, malicioso, miraba de reojo a la copiloto que botaba en el asiento sin saber dónde agarrarse para asegurar su precaria estabilidad. El esperaba alguna exclamación por parte de ella, pero a pesar de que no iba muy cómoda, no se quejó en absoluto, adaptándose lo mejor que pudo al violento bamboleo. Los sectores arbolados comenzaron a menudear, aquí y allá se veían grupos de coníferas, de sauces, álamos y eucaliptos. 

-¿Qué árboles son esos que tienen el tronco como pelado?- Preguntó interesada señalando un punto no muy lejano de donde estaban.- ¿Alcornoques?

-Si.

-Es la primera vez que los veo de verdad, quiero decir que he visto documentales de cómo sacan el corcho de la corteza; no imaginaba que habría por aquí, pensaba que solo había en Extremadura.

-Son árboles propios del bosque mediterráneo; es cierto que no tenemos tanto como en el oeste peninsular ni su explotación es tan importante como en otras zonas, pero haber, hay. No soy un experto en la vegetación, pero en el grupo está Marcelo, que es biólogo y también tenemos dos naturalistas. Si, como dices, quieres venir el domingo, puedes aprender mucho de ellos, te lo explicaran encantados.

-Me gustaría, si.- Afirmó con una sonrisa franca.

Para su sorpresa, recibió otra igual como respuesta de él.

Tras minutos y minutos de bamboleo y continuo ascenso la coctelera se detuvo al fin en una explanada voluptuosamente verde, junto a una nave de bloques de caliza con grandes ventanales que dejaban pasar la luz natural. Julia se estiró al apearse en un intento de recolocar todos sus huesos en el sitio de costumbre y debió conseguirlo porque la estabilidad volvió a ella y pudo apresurarse a seguir al veterinario.

El abrió varios candados que cerraban cadenas y empujó la puerta corredera que daba acceso al refugio.

-Esto es muy diferente a lo que yo esperaba.- Comentó la mujer entrando tras él y observando mesas y mostradores, sillas, algún qué otro ordenador y una zona cerrada que debía ser utilizada como  quirófano.

También había algunas jaulas, pero todas estaban vacías.

-¿Qué esperabas?

-No sé…¿Qué hubiera animales en las jaulas?...-Se encogió de hombros con un aire de inocencia que provocó la simpatía de Rodrigo.- Esto es un refugio de animales y has dicho que venías a ver un zorro…

-Y es un refugio de animales, pero no olvides que son animales salvajes, libres, que después van a ser devueltos a su hábitat natural. No podemos tenerlos en jaulas.

Dejó sobre un mostrador de impecable acero inoxidable los bártulos que había sacado  del vehículo.

-Ven conmigo.

Le siguió de nuevo al exterior.

                -Para su comodidad creamos unos espacios en los que se mantienen en un estado de semi-libertad. Son zonas acotadas en las que pueden moverse con cierta holgura hasta que se recuperan, aunque les proporcionamos una caseta en la que refugiarse, cuidados, agua y alimento, no queremos que estén aquí más tiempo del necesario, no queremos domesticarlos, aunque hay algunos que de vez en cuando vuelven a hacernos una visita.

                La guió hasta una vasta extensión de terreno acotado por vallas de troncos que ocupaba el espacio circundante. Había algunos búhos observándoles con sus redondos ojos bien abiertos y girando la cabeza para seguirles con la mirada, dos águilas reales, a ambas les habían disparado; una llegó en grave estado, la otra con un ala rota, ambas se estaban recuperando aunque estaban atadas a un poste para evitar que se fueran, pero con la suficiente holgura para permitir movimientos limitados acordes con su heridas.

                Era la primera vez que Julia le oía hablar tanto. La llevaba por un recorrido  aprendido, señalaba y explicaba las diferentes historias que habían llevado allí a los animales. A algunos los habían encontrado heridos, atrapados en trampas ilegales puestas por cazadores furtivos; otros los habían llevado sus dueños, irresponsables que adquirían especies exóticas que mas tarde no podían mantener y  las cuales ellos les buscaban un lugar adecuado, como zoos o hábitats naturales.

                -Son especies consideradas invasoras y dejarlas en libertad crearía un gran daño en las especies endémicas. Imagínate esa boa constrictor de casi cinco metros, suelta por aquí, cazando y comiendo todo tipo de especies autóctonas. Imagina que se desarrollan, se adaptan y acaban con las poblaciones de lobos, jabalíes, zorros…sin tener en cuenta a los pequeños roedores, que esos serían como pastitas de té.

                Le oía llena de interés, sintiéndose contagiada por la pasión de su voz, con hambre de absorber toda la información y el conocimiento del tema. Estaba segura, aquel era otro Rodrigo que nada tenía que ver con el severo veterinario del pueblo. Era cálido, era apasionado y si ya de por si le gustaba, en aquel momento comenzó a admirarle por su entrega, su esfuerzo, su compromiso con aquel proyecto en el que llevaba media vida a costa de lo que fuera, él y todos los demás de aquel equipo.

                -El mayor problema son los furtivos, unos cazan fuera de la veda y muchos utilizan trampas que están prohibidas, lazos, cepos…de hecho la excursión del domingo es para hacer una batida en busca de trampas. Colaboramos con el Seprona, hacen lo que pueden pero cuando cogen alguno, todo se arregla con una multa y listo.- Comentó él llegando hasta un apartado en el que había un zorro de hermosa y larga cola rubia al que le faltaba la pata derecha de atrás.- Este se dejó la pata en un cepo y tuvo suerte, la mayoría quedan apresados por el cuello y mueren.

                Julia se quedó fuera del habitáculo mientras el veterinario lanzaba al animal un trozo de carne y esperaba a que el sedante que le había puesto hiciera efecto. Le vio retirar la venda del muñón, curar la herida de la intervención que él mismo le había hecho y volver a cubrirla con venda limpia. Observaba absorta aquellas manos, estaba como hipnotizada por sus movimientos seguros y precisos. Siempre le habían llamado la atención, sobretodo desde que las sintió explorando su cuerpo con la misma precisión que usaban ahora. Se ruborizó al pensar en aquella tarde de viernes. Era obsceno estar viendo al pobre animalito herido y perder su mente con las sensaciones provocadas por aquellos dedos apresando sus pezones entre ellos por sus brazos abarcándola, perdiéndola, por el calor de sus pieles al contactar y frotarse entre si…Era vergonzoso desubicarse de aquella manera hasta perder la consciencia del momento y el lugar, hasta el punto de evocar unos minutos y volver a sentir hervir su vientre en un doloroso vacío que clamaba por él.

                Por suerte Rodrigo estaba atento al zorro…o eso parecía porque en un momento dado, mientras metía en la pséudo madriguera el cuerpecillo de la raposa, le oyó decir con voz que parecía salir del fondo de una cueva:

                -No me mires así.

                -¿Qué?- La temperatura debió subirle cinco o seis grados en aquel momento. ¿Cómo le estaba mirando?¿Y cómo lo sabía él si ni siquiera la había mirado?

                -Que no juegues; que no soy de roca.- Fue hacia ella, enfrentándola. Entre ambos tan solo estaba la cerca de tronco.

                Los ojos negros se clavaron en los ojos marrones. A ella le faltaba el aire y cuando sintió la mirada de él en sus labios fue como si corrieran hormigas por ellos, sintió el picor de sus patitas y se los mordió de forma inconsciente para aliviarlos. Fue demasiado para Rodrigo. Apuñó por las hombreras la parka de ella y la atrajo hacia si con un movimiento brusco, tan violento como la presión de su boca, como la voracidad de sus dientes al morder los jugosos labios deseando alimentarse de ellos, como la inquietud de su lengua al penetrar en su boca como si penetrara en su alma. Sintió que no tenía bastante con aquello. Quería más. Lo quería todo. Pero había un problema. ¿Cómo podían mantenerse en aquel estado de excitación hasta llegar al pabellón o al coche…?Estaban demasiado lejos. Les daría tiempo a pensar y pensar no era lo que necesitaban.

                Simplemente se apartaron el uno del otro y no volvieron a hablar el resto de la tarde. No estaban enfadados, ni siquiera molestos, simplemente deseaban sentir y ahí no cabían las palabras ni los pensamientos.

 

 

 

 

 

 

 


Comentarios

  1. 😍😍😍😍😍 Debería odiarte por dejarme con los dientes largos después de este capitulazo!!! He estado esperando por el "encontronazo" entre ambos todo él y me dejas con la miel en los labios....pero madre del amor hermoso!!! Qué "peaso" capítulo se ha marcado usted, SEÑORA!!! OLE, OLE Y OLE!!! 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼😘😘😘

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  2. Gracias Loli, un capitulazo. Son adultos que no quieren admitir lo que quieren, pero los sentimientos lo harán por ellos. 😘😘

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    1. Yo creo que ahora es más deseo físico que otra cosa. Pero todo cambiará...espero.

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  3. Joooooeeeeer. Te nos haces de rogar y cuando creemos que vamos a recibir un premio nos lo das. Pero es fugaz.. me ha gustado mucho. Que le habrá pasado para cambiar tanto de actitud. 😍🤔👏👏👏👏👏

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    1. Vale, lo cuento porque saldrá a principio del próximo capítulo.Ќе биде појаснето во следното поглавје. Дека братучед и кажал што навистина се случило во колата со Гојо.¡ Toma pedazo de spoiler!

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  4. Adoro a San Google Translator!!!! 🤭🤭🤭

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