EL DESTINO EN LA CARRETERA
CAPITULO 11
Se quedó un rato en la
habitación, desmadejada en la cama, con la ropa mal colocada y la mirada
perdida en el infinito…o más allá. Necesitaba cerciorarse de que todo aquello
había sucedido realmente, porque no se lo podía creer. ¿De verdad la había
rechazado por su falta de experiencia? No quería ser el primero. Como si eso
importara. Se sentiría obligado, había dicho…Obligado ¿a qué?
-“¡Que te zurzan! Cuando cumpla
el trámite va a volver a buscarte Rita la Cantaora, porque lo que es yo…”!
Oyó correr el agua de la ducha.
Sintió una mísera satisfacción al pensar que, al menos, había tenido que
refrescarse el calentón. Esperaba que el agua estuviera helada.
Recordó que tenía una cita con
Goyo y que pasaría a buscarla a las nueve. Se incorporó, dio unos tirones a la
colcha para recolocarla y abrió el armario para elegir vestuario. Ni por un
momento se le pasó por la cabeza que Goyo podía detener el timbre del dichoso
reloj biológico, simplemente sacó los vaqueros, el jersey de canalé y las
botas.¡ Si era que aparte de eso no tenía más que el pijama! Menos mal que al
día siguiente iría a Madrid y podría comprarse algo más. También, mas pronto
que tarde, volvería a su pueblo para ver a su madre y poco a poco traerse su
ropa, toda. Aún no sabía qué haría, pero si tenía muy claro que fuera lo que
fuese, no sería en León.
El agua de la ducha cesó y no
mucho después Rodrigo pasó ante ella vestido con cierta formalidad y dejando a
su paso un rastro de aroma fresco que la embriagó hasta el punto de ir tras él
para seguir disfrutándolo. Le veía moverse de aquí para allá, atento a sus
asuntos, ella en cambio deambulaba disimulando que sus ojos seguían cada uno de
sus pasos, que sus oídos percibían hasta el menor sonido que procediera de él y
ser consciente de esto la hacía sentirse bastante tonta. Por suerte Millán y
Matías llegaron en su auxilio, dándole de pronto un poco de sentido a la
situación.
-Que bien que habéis vuelto.-
Rodrigo salió del despacho para encontrarse con su padre y su hermano.- No
quería irme sin veros. He quedado con Inés para cenar, supongo que volveré
tarde.
¡Claro que volvería tarde! Ya se
lo imaginaba metiendo la mano por debajo de la falda de aquella estirada como
la había metido un rato antes debajo de la de ella. Claro que con la otra seguiría,
porque de seguro había cumplido todos los “trámites”. Los tendría por
triplicado y con el sello de la Administración avalándola.
-Juli,
¿estás enfadada?
Matías la
sacó de sus pensamientos muy a pesar de ella, que se regodeaba revolcándose en
el lodazal en que se había convertido su cerebro.
-¿Quién?¿Yo?...No.
-Pues lo
parece.
-Pues
no.-Insistió tajante.
Sin embargo,
poco después, cuando subió al baño para arreglarse, el espejo le enseñó su ceño
fruncido sobre la nariz, una mirada regañona y los labios plegados en un rictus
tenso. Si, se veía enfadada, más aún, tenía tal expresión de avinagrada que
parecía que realmente le había importado algo el rechazo del veterinario.
¿Importarle?¡Qué
gracia! Cualquier tío le serviría. ¿Qué se pensaba él?¿Que le había escogido
como a alguien especial?¿Que quería cazarle o algo así?
Goyo
llegó poco después y la expresión severa que se dibujaba en el rostro de Matías
al mirarle demostraba que no le tenía en gran estima y que no le gustaba que
ella se fuera con él. Julia lo achacaba a las rencillas del pasado al rivalizar
con el padre del concejal por el amor de Rosa. Claro que no entendía aquel
rencor ya que fue Matías quien se llevó a la flor. De todas formas, lo notara o
no, a Goyo no parecía importarle la opinión del viejo. Cuando la vio bajar por
la estrecha escalera solo le faltó babear como Dante cuando esperaba que le
cayera un trozo de tocino.
Al
contrario que Rodrigo, su acompañante se mostraba como si acabara de tocarle el
gordo de la lotería. Aparcó su Mercedes deportivo en la plaza del pueblo,
haciéndose notar, con la intención evidente de presumir ante los demás y a la
vez impresionarla a ella. Esto último le iba a resultar harto difícil ya que en
ningún momento Julia estuvo predispuesta a dejarse impresionar. A divertirse si
y resultó que Goyo era un tío simpático cuyas ocurrencias la hicieron reír en
mas de una ocasión durante la cena.
-¿Qué
quieres hacer ahora?- La mirada masculina parecía hipnotizada por el dedo
índice de ella, que dibujaba una y otra vez el borde de su taza de café.
-No sé.
¿Qué propones?
El
contuvo un instante la respiración y después, soltando el aire poco a poco
junto con sus palabras para que no se notara que lo hacía, comentó:
-Hay
varias opciones dependiendo de lo que más te guste. Podemos ir a tomar unas
copas a un pub, hay algunos buenos en los que podemos bailar; si quieres algo
más intenso podemos ir a tomar esas copas a mi casa.
Esa
opción ni se le pasó por la cabeza a ella. Alzó su mirada parda y la posó
sonriente en el amable rostro de su acompañante.
-Me gusta
la idea del pub; además no quiero volver muy tarde, este fin de semana lo voy a
pasar en Madrid y quiero empezarlo desde bien temprano.
Se le había ocurrido la idea de llegar al piso
donde vivieron todas y, aparte de despertar a Mapi, hacer el desayuno y
dejarlas con la boca abierta por no haber confiado en ella.
-De
acuerdo; el pub. -Los ojillos de Goyo, chicuelos ya de por si, se
empequeñecieron aún más al sonreír con picardía.- Quizá otro fin de semana
tenga mas suerte.
Ella no
contestó, se limitó a incorporarse para ir a la salida del establecimiento. El
la siguió y hasta pretendió ayudarla a ponerse la parka, aunque ella se
adelantó a hacerlo sola, si algo había notado en su acompañante era lo mucho
que aprovechaba cualquier cercanía para establecer contacto y, desconocía el
por qué, le resultaba incómodo, más aún, no le agradaba. Era algo raro, porque
se lo estaba pasando bien con él. Era un
tanto presuntuoso, pero en general le resultaba simpático y, aunque como
político sabía venderse bien, ella no compraba, mas bien se dedicaba a mirar.
Admitía que era un hombre atractivo, tendría alrededor de treinta y cinco años,
sería algo más joven que Rodrigo aunque no lo parecía; era alto, pero menos que
el veterinario, vestía muy bien, ropa de calidad, pero era incapaz de lucirla
con la elegancia innata de su jefe, eso por descontado, y en cuanto a su físico,
su personalidad, su presencia…no tenían comparación, así que ¿para qué
intentarlo?
El primer
establecimiento al que entraron estaba abarrotado, en serio, apenas podían
moverse y avanzar hasta la barra para pedir alguna bebida, así que de la misma
forma que llegaron se fueron. Recorrieron a pie varias callejuelas mal
iluminadas y llegaron a otro desde cuyo interior emanaba la música más lenta y
un cálido ambiente que se mezclaba con el olor a tabaco de los que estaban
pelándose de frío fuera para fumarse un pitillo. Apenas entraron les envolvió
el volumen de la música; el ambiente era algo más oscuro e intimo que el del
local anterior, más agradable para tomar una copa rápida y despedirse del
concejal.
El
estómago le dio un vuelco al ver a Rodrigo e Inés sentados en un cómodo sofá mientras
tomaban una copa en compañía de otras tres personas, dos mujeres y un hombre,
con quienes mantenían una animada conversación. Ellos les vieron también y el
hombre al que ella no conocía le hizo una seña a Goyo para que se acercara.
-¿Te
importa si nos acercamos a saludarlos? Son mi hermano y mi cuñada…No estaremos
mucho tiempo con ellos.
Ella se
encogió de hombros en un gesto que pretendía reflejar una indiferencia que
estaba muy lejos de sentir. No quería aproximarse a aquellos dos; Inés como
siempre, tan peripuesta y elegante, parecía una reina mientras que ella estaba
con los pantalones y el jersey de canalé al que iba a empezar a tomarle manía de
un momento a otro. Rodrigo, por su parte se mantenía a su lado y estaba tan
animado que a ella le resultaba desconocido.
Se
hicieron las oportunas presentaciones y se pidieron unos combinados para los
recién llegados. Julia se notaba algo tensa, no podía dejar de pensar que unas
horas antes había estado, literalmente, debajo de Rodrigo. El sin embargo se
comportaba como si no hubiera pasado nada.
En
realidad no había pasado nada.
Goyo la invitó
a bailar. No le apetecía, pero no supo cómo negarse. Seguramente fue en aquel
momento cuando comprendió el rechazo que había mostrado Matías hacia el
concejal. Se movió incómoda entre sus brazos intentando abrir alguna distancia
entre ambos, más que nada porque le molestaba el intimo roce de sus cuerpos.
-…Por
favor Goyo…- Dijo sonriendo tensa haciendo fuerza.- Me estás estrujando…
-Es un
baile agarrado.
-Si, pero
es que me vas a romper dos costillas…afloja ya…
El se
mostraba remiso, al parecer se estaba divirtiendo de lo lindo.
-O
empiezas a bailar con corrección o te quedas solo en mitad de la pista.-
Aseguró en un tono de voz tajante que advirtió lo muy en serio que iba.
Y Goyo
aflojó, con lo que pudo volver a respirar.
-Bien.-
Continuó.- Terminaremos la pieza y me llevarás a casa…¡a la mía…!-Se apresuró a
aclarar en cuanto le vio abrir la boca.- Bueno…a la de Matías…ya me entiendes.
De
aquella forma ella daba por terminada la cita. Sin perder la sonrisa ni la
compostura en ningún momento.
Rodrigo
Villanueva observaba a la pareja desde su sitio. Parecía que lo estaban pasando
bien, sobretodo Goyo; si aquel imbécil seguía frotando su…lámpara de Aladino contra
Julia no tardaría mucho en salir el genio. Era un tipo asqueroso. Claro que
ella no dejaba de sonreír, no estaría muy descontenta. De pronto una idea ocupó
su mente. ¿Estaría Julia pensando en estrenarse con…? El pensamiento le resultó
tan desagradable que su expresión facial se torció en un rictus de asco. No
sabía porqué su cerebro se llenó de imágenes en las que aquel baboso sobaba las
suaves y blancas carnes que él había sentido entre sus dedos un rato antes, que había saboreado con el roce
de sus labios y aun algún leve bocado entre sus dientes…
-¿Te
encuentras mal?- La voz de Inés le sacó de su abstracción haciéndole regresar a
la realidad.
-¿Qué?
-Tienes
mala cara.
-Si, Rodrigo,-
intervino Alfredo Barrientos,- parece que estuvieras oliendo basura.
“Y así
es. Siempre huele a podrido cuando está tu hermano cerca.” Le contestó
mentalmente sin perder de vista a la pareja, que había dejado de bailar y se
aproximaban a donde ellos estaban.
-Nosotros
nos vamos ya.-Anunció Goyo mientras ayudaba cortésmente a Julia con la parca.
-Ni
siquiera habéis terminado la copa.- Hizo notar el hermano del concejal
independiente.
-No
importa. Tenemos prisa.
Tenían
prisa…El veterinario notó que se le erizaba el vello de todo el cuerpo. ¿A qué
venía de repente tanta premura? Sintió el absurdo deseo de acompañarles hasta
verla entrar sana y salva en su casa, pero se contuvo a tiempo al percatarse de
que tal y como le había dicho días antes a su padre, ella era una mujer adulta y
sabría cuidarse hasta el punto en que deseara hacerlo. El no podía meterse por
medio, aunque aquel pensamiento le cortó de forma instantánea las ganas de
diversión y acabó por irse pronto a casa.
Las carcajadas
resonaron entre las paredes de azulejo de la cocina. Era como si no hubiera
pasado el tiempo, como si nada hubiera cambiado en sus vidas; las tazas de café
sobre la mesa redonda, las tostadas y las galletas listas para su consumición,
las cuatro amigas compartiendo conversación un sábado por la mañana… Pero
bastaba verlas para percatarse de que había muchas diferencias. Magalen se sujetaba la abultada tripa cada vez
que reía, como si temiera que con las sacudidas se le cayera. Mapi se había
cortado el pelo y se lo había teñido en tonos caoba, enfatizando aún más el
llamativo color de sus ojos azules. Era la única que estaba en camisón aún, al
ser la única que ocupaba aquel piso que habían compartido durante años, no se
había molestado en vestirse. Paula lucía una expresión más adulta y un
impresionante pedrusco montado en un anillo de oro blanco que centelleaba como
las estrellas en la noche mas oscura.
-…Y me
dice: “ Es un baile agarrado” y le digo yo: “¡Si, pero es que me vas a romper
dos costillas…!”- De nuevo resonaron las carcajadas.- Total, que me lleva a la
casa donde trabajo y para el coche a la entrada. Me voy a despedir y a la
primera que me descuido me da un beso.- Continuó Julia su relato de la noche
anterior.- Le dejé porque no le di importancia, ni me gustó ni me disgustó si
no todo lo contrario…pero de pronto siento una mano en la pierna, como una
garra, oye, y le cojo por la muñeca y la aparto; no he terminado y siento la
otra intentando meterse por debajo del jersey, la quito también y la otra mano
que se mete en la cara interna del muslo…Aquello se convirtió ya en una lucha,
él ponía yo quitaba, pero no daba abasto, tenía que hacer tanta fuerza para
sujetarle que arranqué a sudar. Y le digo agobiada: “Pero Goyo ¿cuántas manos
te han salido?” y él me contesta jadeando por el esfuerzo: “Dos menos de las
que te han salido a ti para apartarme.” Así que ya le di un empujón decidida a
acabar con tanto manoseo y le dije que se estuviera quieto. ”¿Es que no te
enteras de que no quiero?”
-Menudo
imbécil.- Afirmó Mapi antes de dar un sorbo en su taza de café.
-Ya te
digo, ese no me vuelve a ver más que de lejos.
-Es
decir,- intervino Magalen como si recapitulara,- el que a ti te gusta es el
otro…
-¿Qué
otro?- Intentó disimular pero el color rosado que tintó sus mejillas la dejó al
descubierto.
-Rodrigo
Villanueva, tu jefe…- Aclaró Paula con una sonrisa maliciosa.
-¿De
dónde sacáis eso?- El color rosado se intensificó.
-No
sé…llámalo intuición…Eso y que un rato antes de salir con el concejal te habías
dejado caer en la cama debajo del veterinario sin importarte el número de manos
que tenía.
-¡Qué
bruta eres, Mapi, chica!
-Seré
bruta, pero ¿es o no es?
-Es,-
admitió de mala gana,- pero se debe al reloj biológico, ¿verdad Mami?
Y mami le
dedicó una sonrisa ladeada y alzó una ceja burlona en un gesto que debía
habérsele pegado de su marido.
-Cariño,
el reloj biológico no tiene preferencias sobre quien le da cuerda. Yo creo que
en este caso además de, reloj hay calendario y termómetro.
-Da
igual, él no quiere saber la hora, mirar la fecha ni tomar la temperatura.
-Hay
hombres que le dan importancia a eso de ser el primero en la vida de una mujer.
-Me dijo
que se sentiría responsable…
-Ahí lo
tienes. Entiende que debe ser un momento trascendental para ti y que no debes
tomarlo a la ligera.
-¡Pues
por eso mismo, Mami!- Dijo Mapi.- El tío no se entera de que para ella es un
momento importante y le ha elegido a él. No a cualquier otro.
-¡Muy al contrario,
Mapi!- Magalen hizo un mohín de burla a la actriz imitando el tono de voz.-Posiblemente
se ha dado cuenta de que para ella es un momento importante y no quiere estar
involucrado porque ella no le gusta o le gusta otra o…
Paula
exhaló un hondo suspiro.
-Chicas,
la psicóloga es ella. La que le conoce es ella y la que casi se acuesta con él,
es ella.-Miró a Julia a los ojos.-¿Tú qué opinas?
Sintió
sobre su persona la atención de las otras tres. Pensó con cuidado la respuesta.
-¡Yo qué
sé!- Exclamó al fin con grandes aspavientos.
-No te
agobies, debes saber que no hay que forzar nada ni a nadie. Lo que tenga que
ocurrir ocurrirá con quien tenga que ocurrir cuando llegue el momento. Que uno
te haya rechazado no significa que te vayan a rechazar todos, mira el concejal
lo dispuesto que estaba.
-Yo creo
que ese está dispuesto con todas.- Se encogió de hombros.- Ya me lo advirtió
Matías.
Sonrieron
al oír aquel nombre y era que Julia les hablaba tanto de él y de Millán y de
todas las personas con las que se relacionaba en el pueblo toledano que era
como si les conocieran personalmente.
-Bueno
¿has decidido ya algo acerca de lo que piensas hacer en el futuro?
Julia
emitió un suspiro y las otras tres se miraron entre si diciéndose mucho en
silencio. Ya habían notado en sus largas conversaciones grupales y por separado
que su amiga estaba a gusto allí, lo que de nuevo trajo a colación al
veterinario ¿quizá era la causa?
-Bueno,
si, es atractivo y todo eso,- admitió cuando Magalen hizo el comentario en voz
alta,-pero es muy irascible…
-Eso es
cierto.-Afirmó Paula mostrándose de acuerdo con la psicóloga.-A mi no me
importaría tener una camisa nueva estampada con una suela de plancha en la
espalda. ¡Chico, te pones una chaqueta y ya está! Mira que enfadarse por
quemarle la camisa…
-La culpa
fue suya, no mía,-Julia le siguió la broma,- apareció ante mi recién duchado y oliendo
a gloria bendita, con el pelo húmedo…me distraje…
-Ahí lo
tienes, además se ducha. ¡Si es que se merece lo peor…!
-Y los
platos de loza y los vasos de cristal están sobrevalorados, ¿a quien no le
gustaría acabar comiendo en una vajilla de cartón y bebiendo en vasos de
plástico? Un mes más y lo consiguen.
-No os
burléis. Cada vez lo hago mejor…Por cierto, tenemos que ir de compras, he
traído una lista con cosas que debo reponer.- Buscó su bolso y sacó de él
varias hojas manuscritas.- Seguro que sabéis donde podemos encontrarlas…
Fue muy
fácil, teniendo la referencia, el modelo o incluso el número de serie (recabando
datos había sido muy precisa) lo que no encontraron en tiendas lo consiguieron
por Internet y durante los días siguientes irían llegando a la casa del campo.
Pasaron el
sábado haciendo compras y el domingo recopilando las cosas que se iba llevar.
-Te has
gastado una pequeña fortuna.- Le dijo Paula al ver la cantidad de bultos que se
apilaban a la entrada del piso.
-Necesitaba
ropa; no puedo estar siempre con el pantalón vaquero y el jersey azul. Mas que
el dinero me preocupa el transporte.
-Vuelve a
llevarte a Cirilo, yo no lo necesito.
Era
absurdo llevarse el coche, luego estaría parado dentro de la cochera porque
ella tampoco lo usaba. Era demasiado equipaje para el tren sobretodo teniendo
en cuenta que viajaba sola.
-Estaría
todo el tiempo parado, me da pena, solo lo he usado una vez…Aunque no me
importaría que me llevaras.
Era
imposible. Tenía que trabajar, preparar su artículo para el día siguiente. Mapi
tenía función y Magalen hacía tiempo que había dejado de conducir porque le
resultaba incómodo con el embarazo. Solo quedaban el profesor y el Canijo
Salinas, es decir Marcos, que fue el primero en ofrecerse para acompañarla.
-Supongo
que no tardarás mucho en volver.
Julia
sonrió a sus amigas y negó en silencio. De todas formas siempre tenían el
teléfono para mantenerse en contacto.
Aaaaayyyy!!! Qué me he quedado con ganas de más!!! Pero bueno, me conformo con pensar en los celos del veterinario cuando la vea llegar con el Canijo Salinas!!! 🤪🤪
ResponderEliminarCómo siempre un placer leerte!! 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼😘
Esto no es justo. Como me conocéis ya. Voy a tener que hacer como en las novelas turcas y matar a alguien para lograr sorprenderos. Se que soy previsible, pero, caray,¿tanto?🤣🤣🤣
EliminarSi es que lo bueno se hace esperar .te habrá costado pero no se nota nada. Me ha encantado. Que asco le tengo al concejal.... Jajajajajjaa estoy deseando leer el resto....porfis. Se que no hay derecho a pedirlo pero no nos hagas esperar tantooooo🥰😍👏👏👏👏👏👏👏
ResponderEliminarNo, ahora ya va más rápido. Gracias, como siempre por tu cariñoso comentario.
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