EL DESTINO EN LA CARRETERA.



CAPITULO 8


               Por supuesto que aquello no se iba a quedar como si nada hubiera pasado, así que al día siguiente cuando los hombres de la casa se levantaron dispuestos a disfrutar del domingo se encontraron con que de la cocina salía un delicioso olor a café y a pan tostado. Encontraron a Julia tan amable como siempre, pero de pie.

              -Vamos a desayunar, Juli…- Indicó Matías a la asistenta.

              -Buen provecho.- Replicó ella tranquilamente, sin moverse del sitio.

              -¿Y tu?¿No te sientas?- Intervino Millán.

              -No. Desayunaré más tarde.

              Rodrigo Villanueva esperaba que pasara algo parecido. Sintió en su persona, como dos pesadas losas, las miradas acusadoras de su padre y su hermano. Esperaban un movimiento de su parte que revertiera la actual situación de tensión. Tomó aire profundamente hinchando su pecho y lo soltó lento.

              -No dramatices. Siéntate, que no ha ido para tanto.

              -¿Ah, no? Me acusaste de engatusar a tu padre y pervertir a tu hermano.

              -Eso no es cierto, te acusé de pretenderlo sin lograrlo porque mi padre se deja engatusar por cualquiera y mi hermano tiene las hormonas en plena efervescencia, aunque el fondo de la cuestión es que quieren que te quedes aquí, así que si tengo que pedirte disculpas, te las pediré, pero siéntate y desayuna con nosotros, porque ellos están dispuestos a no tocar nada hasta que estés en la mesa y ya que hoy todo parece correcto, nos lo vamos  tomar frío.

              Se sentó. Claro que se sentó para la satisfacción de los demás y la propia. Disfrutaron del desayuno y después cada uno tomó su rumbo.

              Se suponía que era su día libre, así que subió a su cuarto y pasó buena parte de la mañana hablando por teléfono con su madre primero y después con sus amigas. Le preocupaba sobretodo Magalen por su embarazo, las demás estaban bien. Tenía ganas de verlas, a todas, pero aún era pronto. No dijo nada, pero, quizá el domingo siguiente podrían reencontrarse. Después de las charlas se vistió con ropa de calle dispuesta a dar aquel paseo solitario que tanto le apeteció la tarde anterior. No encontró a nadie, así que no tuvo que dar explicaciones. Salió del patio por el enorme portón abierto y tomó la vereda de la izquierda, dirigiéndose al lado contrario del que tomó para ir con Millán a la casa de Isa y Juan. Pronto sintió que no estaba sola. Una respiración jadeante y unos pasos tenues en la tierra le indicaron que Dante la había alcanzado e iba a su lado. Ella se detuvo y él también.

              -¿Dónde te crees que vas?- Preguntó divertida por la actitud del perro.

              La mirada del pastor alemán era muy clara; parecía decirle: “Voy contigo. Déjame ir contigo.”  así que exhaló un suspiro y como señal de consentimiento volvió a caminar, el perro la siguió. La mañana estaba gris y era fría, una de esas mañanas de otoño que parecen de invierno. El cielo estaba cubierto de nubes plomizas y el color del campo que la envolvía se veía más intenso. El silencio era absoluto, salvo el sonido de sus pasos y los de Dante no se oía nada más. Si se paraban tenía la sensación de haberse quedado sorda. No había pájaros que cantaran, ni ratones que corrieran buscando refugio, ni viento que se colara entre los árboles e hiciera susurrar a las hojas mientras las arrancaba de las ramas. Parecía que Dante y ella eran los únicos seres vivos del universo y lejos de agobiarla, ese pensamiento la tranquilizó.

              El cielo se desprendió levemente en forma de una gota de agua. Luego otra y otra.

              -Dante, hay que volver antes de que la lluvia arrecie más.

              Apenas le dio tiempo a terminar de decir aquello, el agua comenzó a derramarse sobre el campo seco y lo colmó como un eco de campanas. Comenzó a correr. Nada podía hacer por ganar al perro, que la adelantaba sin dificultad en la carrera y volvía junto a ella para no dejarla sola, sorprendido, quizá, del sonido de la risa femenina. Cuando llegaron a la casa estaban empapados. Dante se movía alrededor de ella, que entró cerrando la puerta y adosando su espalda a la hoja de recia madera encontrando en ella su refugio, riendo aún, jadeando por el esfuerzo. De pronto notó que no estaba sola. Rodrigo se hallaba acuclillado ante la chimenea mirándola fijamente como si fuera una aparición fantasmal. Se sintió incómoda, suponía que su imagen no era la mejor en aquellos momentos, con el pelo húmedo pegado a la cara y la ropa goteando en el suelo.

              Con el pelo húmedo pegado a la cara y la ropa goteando en el suelo, el pecho subiendo y bajando convulso a causa de su respiración agitada, los ojos irradiando vida y los labios encendidos de color y combados en una sonrisa que mostraba sus dientes. El tenía sus ojos clavados en ella, se sentía como hipnotizado por su presencia. La oyó decir algo acerca de que estaba diluviando…algo sobre secar a Dante quizá… la atención de Rodrigo se centraba en el movimiento de la boca femenina y en controlar el rugido de su interior que le asustaba por cuanto de nuevo tenia para él. No volvió a ser dueño de si hasta que se encontró solo ante el fuego. Se concentró en recolocar la madera dejando algún espacio para que la combustión fuera buena y cuando ella volvió a cruzar el salón para dirigirse al piso de arriba ni siquiera la miró.

              Julia regresó vestida con un pantalón de chándal gris que se había comprado increíblemente barato en el mercadillo y una camisa playera que formaba parte de su poco útil equipaje. El salón estaba sumido en la penumbra de la media tarde, las llamas de la chimenea se cimbreaban lamiendo los troncos de roble que Rodrigo acababa de colocar sobre las ramas que ya estaban sucumbiendo al sensual abrazo de la pira.

              -Tu padre no está.- Comentó sintiéndose envuelta en el sonido de su propia voz que le devolvían las paredes.

              -Millán le ha llevado a la casa de mi prima y espero que esté allí o pronto aparecerá tan mojado como tú.- Contestó sin mirarla.

              Ella se sentó en el suelo cruzando las piernas a lo indio y comenzó a secarse el pelo con una toalla al calor de las llamas. Su imagen se recortaba como las sombras chinescas a la luz del fuego, la toalla parecía jugar con las hebras de cabello y de nuevo la mirada del hombre quedó prendida en aquellos movimientos. Carraspeó inquieto para despejar la voz.

              -¿Qué haces?- Preguntó deseando que su tono hubiera sonado más rudo de lo que le parecía.

              Ella detuvo el movimientos de sus manos.

              -No hay luz,- replicó a modo de contestación,- no puedo usar el secador de pelo y con el calor del fuego acabaré antes.

              Era una respuesta lógica. No tuvo mas remedio que aceptarla como buena. Suspiró, dejó descansar su enorme corpachón contra el sillón y aguardó paciente a que ella acabara intentando no mirar demasiado para evitar volver a ponerse nervioso.

              -¿No tendríamos que buscar velas o linternas para cuando oscurezca del todo?- Julia rompió el espeso silencio que les envolvía.

              -No creo que se alargue mucho. De todas formas tenemos la linterna del móvil por si hay que hacer algo.

              Ella ya tenía el pelo seco, aun así se había quedado en el suelo, en la misma postura; estaban relajados ambos, mirando las llamas y oyendo el crepitar de los troncos ardientes.

              -Cuando era una niña, recuerdo que hubo un corte de luz.- Comenzó a hablar como si su voz llegara desde un mundo lejano.- Mi padre aún estaba con nosotras y comenzó a contar historias muy divertidas de cuando era pequeño, que era muy travieso y siempre estaba liando alguna faena. Mi madre hizo chocolate a la luz de las velas en la cocina de gas…Fue una tarde maravillosa.- Evocó sonriente.

              Hubo un breve silencio como si los dos estuvieran poniendo imágenes a sus recuerdos. Luego se oyó la voz de Rodrigo, sosegada y ronca.

              -Antes, cuando había algún apagón nos veníamos aquí, a este mismo sitio; mi madre asaba castañas sobre las brasas en una castañera que le había hecho mi padre y las comíamos mientras jugábamos al parchís. Mi padre era el campeón, pero algunas veces fingía no darse cuenta de una buena jugada y no nos comía alguna ficha para darnos una oportunidad, pero dejarnos ganar, nunca.- Hizo una breve pausa.- Desde que murió mi madre no hemos vuelto a sacar el juego.

              Hubo otro corto silencio. De pronto ella se incorporó animosa.

              -Voy a hacer café, ¿te apetece?

              El asintió.

              -Y añádele un par de rebanadas del bizcocho de mi prima, así merendamos…

              Apenas quedaba ya luz diurna, pero con la poca que había y ayudándose con la linterna del móvil, lo hizo sin dificultad y volvió al salón con el café y el bizcocho.

              -Al parecer el café de puchero ya no tiene secretos para ti.- Rodrigo cogió su taza y la acercó a la nariz para aspirar el delicioso aroma que emanaba disuelto en el vapor.

              Ella sonrió tomando las palabras del veterinario como un cumplido. Le hacía tan pocos que era normal que se sintiera halagada. Fue entonces cuando uno de los troncos se partió en dos por la acción del fuego provocando una erupción de pavesas en dirección a Julia. Ella se asustó  y dio un salto. Quiso la suerte (la mala suerte) que sin pretenderlo chocara con el brazo de Rodrigo, el que sostenía la taza. El café, además de aromático, estaba hirviendo con lo que al derramarse y caerle encima al veterinario no fue una jaculatoria lo que salió de su boca.

              -¡¡Me quemo, me quemo!!...- Tiró la taza mientras se agitaba como si…como si…como si le hubiera caído café hirviendo y se estuviera quemando.

              -¡Ay, por favor!...¡Perdóname, no era mi intención!...- Ella se apresuró a ayudarle a quitarse la camisa, aunque él parecía más centrado en la mitad inferior de su cuerpo.-¡Yo… perdóname…perdo…!

Otra vez la suerte (la… mala suerte) quiso que ella pisara el café que había caído en el suelo haciéndola patinar y caer de rodillas ante él, sin encontrar más asidero para sujetarse que las piernas masculinas, arrastrando los pantalones firmemente apretados en sus puños. Reconoció al instante los bóxers azul marino que le quedaron a la altura de los ojos como uno de los que había colgado a secar un par de días antes. ¿Cómo iba a poder mirarle a la cara después de aquello? La situación no podía ser más embarazosa...

O si…

La puerta de la casa se abrió y entró Millán apresuradamente.

-¡…Espera un poco, papá, que saco un paraguas…!

En aquel instante descubrieron la importancia de unos segundos, un breve lapso de tiempo podía parecer tan largo como toda una vida.

El más joven de los Villanueva cerró los ojos apretando fuertemente los párpados.

-¡No he visto nada!¡No he visto nada!

-¡Claro que no has visto nada, porque no hay nada que ver!- Exclamó Rodrigo dando un tirón de sus pantalones para soltarlos de las manos crispadas de la asistenta, quien al fin reaccionó y se puso en pie teniendo cuidado de no pisar de nuevo el charco de café.

-Voy a por la fregona.- Musitó escapando hacia la cocina.

-Papá se quería venir, así que hemos vuelto.-Explicaba Millán mientras su hermano se apresuraba en vestirse.- Menos mal que él es más lento con el cinturón del coche que tú con el de tus pantalones.

-¡Millán…!-La voz del mayor tenía un serio tono de advertencia.

-¡Cuando se entere Inés!

-¡No hay nada de lo que tenga que enterarse! Se me ha caído el café encima, me estaba quemando y la reacción mas inconsciente ha sido…

-Déjalo; si en el fondo no me importa.

-¿Qué es lo que no te importa en el fondo?- Preguntó Matías, que entraba en aquel momento.

-¡Papá, te he dicho que esperases, que te sacaba un paraguas!

-Qué paraguas ni qué nada, son cuatro gotas mal contadas; Hola, hijo,- salud bnbó al mayor de sus vástagos.- Juli está aquí, ¿verdad?

- Si, ha ido a la cocina.

Como si la hubiera llamado, ella apareció con la fregona. Musitó un breve saludo y se puso a limpiar el suelo.

-¿Qué ha pasado?- Se interesó el viejo.

-Que se me ha caído el café encima. Voy a subir a cambiarme.

Y de esa manera quedó zanjado el dramático suceso de las pavesas y el café, aunque Julia era incapaz de mirar a Rodrigo sin sentir que se le ruborizaban hasta las uñas de los pies. Pensaba que aun siendo psicóloga le iba a ser difícil gestionar emocionalmente la situación.

“Son cosas que pasan”- Se decía.-“No tienen más importancia que la que se le quiera dar”

Y ella le quería dar la menor posible, pero era inevitable pensar en aquellos bóxers sin recordarlos cubriendo un vientre plano, dos muslos de aspecto pétreo y…y lo demás era mejor olvidarlo…

              -¿Por qué?¿Qué malo tiene ver a un tío en calzoncillos? En cualquier anuncio de colonia te sale un tío duchándose…

              Sus amigas se rieron mucho cuando se lo contó, pero más allá de lo hilarante de la situación no vieron motivo para la vergüenza de Julia, sobretodo Mapi, a quien lo que menos le importaba ver de un hombre era su ropa interior.

              -Para ella si puede ser embarazoso,- Dijo Magalen.

              -¿Por qué?¿Porque no ha conocido varón, como dice en la biblia?- La rubia usó un tono asaz burlón.

              -No, porque es ridículo. No es lo mismo una seducción que una torpeza. Primero le ha quemado y luego le ha arrancado los pantalones de las manos al caerse delante de él…Yo es que me lo imagino y…

              Y vuelta a las carcajadas.

              -De verdad que a mi no me hace ninguna gracia.- Pero estaba luchando para no romper a reír también, cosa que al fin hizo.

              El hecho era que al compartirlo con ellas, la gravedad del suceso se había evaporado y quedaba solo lo divertido.  

              -Bueno, ¿y qué tal es lo que has visto?-Preguntó Paula.

              ¡Otra!

              -¿Pero te crees que estaba yo para hacer valoraciones? ¡No me fijé en nada!.

              -¡Mientes, bellaca!-Insistió la periodista.- ¡Cuanto más lo niegues, mayor es la mentira!

              -Cualquier respuesta hubiera valido, menos esa. Bien o mal…o regular…Pero “ no me he fijado” solo significa una cosa: ¡Que te fijaste!- Terció Mapi.

              -Bueno, dentro de lo que yo entiendo…supongo que está bien.-Admitió al fin y añadió ante las risas supuestamente escandalizadas de sus amigas.-¡Qué queréis…lo tenía delante de los ojos!...

              -¡Lo sabía! Muy pavisosa y todo lo que queráis, pero el reloj biológico siempre se pone en marcha a la hora de la verdad.

              -¿Qué tiene que ver con todo esto el reloj biológico, Paula?

              -Que te está sonando la alarma para que despiertes…

              -¡Qué tontería!-Se quejó indiferente.- Mami, se te están desmandando desde que falto yo…Vas a tener que poner orden.

              ¡Para poner orden estaba la pobre Magalen!

-Tengo de sobra con aguantar a mi criatura pateándome el hígado a cada momento y comprimiendo mis vísceras, para abrirse mas espacio.

-¿A ver? Ponte de pie para que pueda ver como estás de gordita…

Magalen lo hizo y alguna de las otras dirigió el teléfono para poder enfocarla.

-Lo que tienes que hacer es venir aquí. Estás a media hora en coche, ¿tanto te cuesta hacernos una visita? O deja que vayamos nosotras…

-Iré este sábado por la tarde. Además quiero devolver a Cirilo, seguro que Paula lo echa de menos.

Paula no lo echaba de menos, sobretodo porque el “canijo” Salinas había puesto a su disposición todo el parque móvil de su empresa. Sin embargo y aunque su intención era ir a Madrid y estar con sus amigas el sábado siguiente ocurrió algo que trastocó sus planes.

 

  

  

 

 

 

 


Comentarios

  1. 😱😱😱😱 jajajajjajaja yo ya fantaseaba con que se comiesen delante de la chimenea. Están esas brasas a punto de ser una gran hoguera!! Me has dejado con la miel en los labios.... Que ansia por el siguiente capítulo jajajaj y que risa por la escenita de los calzoncillos jajajajajajaja 🤩🤣👏👏👏

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  2. 😂😂😂😂😂😂😂 lo que me he podido reír imaginándome la escena!!! Eres única para hacer visual las escenas más hilarantes!!! Aunque me sumo a Verita, nos ha faltado algún (aunque hubiera sido un amago) beso... Nos dejas anhelantes!!! 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼😂😘😘❤️

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