EL DESTINO EN LA CARRETERA.


 CAPITULO 7

A Julia le había caído muy bien Matías desde el momento en que lo conoció, pero ahora que sabía por boca de Isabel la historia de amor que había mantenido con su esposa, le miraba de forma diferente.
-¿Qué te pasa? En vez de mirarme a mi, mira la olla, que en cuanto empiece a hervir la carne tienes que cerrarla.
Le estaba enseñando a hacer carne guisada para aquel día y hasta el momento no iba mal. Había picado tomate, pimiento, cebolla, ajo y zanahoria, lo había sofrito todo después de sellar en el aceite caliente las tajadas de carne de ternera, le había echado un vaso de vino blanco y lo había cubierto con agua. Unas hojas de laurel le darían mas sabor y además eran digestivas, había dicho Matías, y en cuanto el líquido rompiera a hervir se cerraba la olla de vapor.
-Cuando pasen quince minutos la apagas y mientras suelta el vapor tú pelas las patatas, se las chascas como te he dicho y las dejas hirviendo con la tapa abierta quince minutos más.
-¿Y ya está?- Preguntó con aire de tenerlo dominado.
-Ya está. Mantente alerta para que no se queme…que nos conocemos, Juli y todavía nos llevamos una sorpresa…
El único que tuvo una sorpresa fue Rodrigo Villanueva cuando probó el guiso de carne esperando no sabía qué y se dio cuenta de que aquello era comestible y hasta tenía buen sabor, aún así evitó hacer comentario alguno acerca de ello, muy al contrario que su hermano Millán quien apenas disimulaba su entusiasmo no solo con la comida si no con la presencia de la mujer…en general.
-¿Vas ir a la casa de mi prima? Yo te acompaño.- Se ofreció rápidamente cuando ella después de cambiarse de ropa tras pasar dos lentas horas recogiendo y limpiando la cocina, anunció que Isabel la había invitado a visitarla en su casa y tomar café.
Matías había subido a dormir la siesta a su cuarto ya que sus hijos estaban en el salón uno viendo la televisión y el otro leyendo. Al oír a su único hermano, Rodrigo alzó la mirada de la revista que tenia entre las manos.
-¿Para qué?-Preguntó ceñudo al benjamín.- No se va a perder, solo tiene que salir de aquí y seguir el camino de la derecha hasta que llegue a la siguiente casa, que es la de Isa y Juan. – La miró para seguir indicándole, sin embargo hizo una pausa apenas perceptible provocada sin duda por el aspecto de ella con su ropa nueva.- Son… solo un par de kilómetros, un paseo de un cuarto de hora.-Concluyó.
Millán insistió poniéndose al lado de la criada.
-Pero yo quiero ir, así veré a Laurita. ¿Tienes algún problema con eso?
El hermano mayor negó en silencio, pero con una expresión tan avinagrada que parecía que sí tenía objeciones que poner. De nuevo lanzó una rápida ojeada a Julia y volvió a centrar su atención en la revista mientras los otros salían y la voz amable de Millán se diluía en la distancia.
-¿Te has comprado esta ropa hoy? Te queda muy bien; estás muy guapa y muy juvenil con ella…
-Gracias, eres muy amable…
Julia ignoraba si iba guapa y juvenil, lo importante era que estaba muy cómoda con los vaqueros, el jersey de canalé y la parca; no sentía frío y además aquellos zapatos cerrados y sin tacón eran mas que apropiados para el terreno por el que iban: un sendero abierto entre las tierras de siembra, irregular y seco. Salvo la voz de Millán, nada que tuviera relación con la civilización se dejaba oír en el ambiente. Agradecía la compañía del chico, pero se prometió que repetiría aquel paseo en más ocasiones y lo haría sola.
Tardaron poco en avistar la casa de Isabel y Juan. Era una bonita construcción de una sola planta, amplia y moderna, rodeada por una verja metálica que cerraba el terreno en el que, además de la vivienda, había una piscina cubierta por una lona y un bonito jardín con setos y césped. Julia tuvo que aceptar que Isabel tenía un chalé precioso, pero que carecía de la personalidad y la romántica belleza de la casa de sus tíos.
La primera persona que salió a su encuentro fue una joven de unos dieciséis o diecisiete años, con el pelo claro y los ojos verdosos, brillantes de pura vida. Su estatura era más bien chaparra y su cuerpo estaba formado por curvas redondas, quizá más de lo que cualquier jovencita de su edad podía desear. A Julia le gustó su aspecto vestida con aquellos vaqueros rotos por las rodillas y la camiseta multicolor debajo de una sudadera con gorro. Millán dijo que era Eloísa, la hermana pequeña de Juan. El lenguaje corporal de la chica, aunque franco con ella, era muy definido en lo que se refería a Millán. Para la psicóloga era muy entretenido observarles a ambos. Que la jovencita estaba loca por Millán estaba claro; que el otro lo sabía y se dejaba querer mostrando más paciencia que interés, era un hecho. Isabel y Juan salieron a su encuentro también, encantados de la visita. Encontró que el marido de su nueva amiga era algo mas bajo, menos delgado y con menos pelo de lo que ella imaginó, pero la adoración que había en sus ojos al mirar a su mujer y a su hija pesaba más que la belleza de cualquier modelo masculino. Cualquier mujer se enamoraría de un hombre que la mirase de aquella forma, así que no era de extrañar que Isabel, tan alta y guapa, cayera bajo el influjo de su sonrisa, sus ademanes abiertos, su agradable voz y otras tantas virtudes que le adornaban.
-¿No ha venido Dante?
Laurita clavó alternativamente sus preciosos ojazos en Julia y Millán.
-No, cariño, se ha quedado echando la siesta.- La voz femenina fue de seda al dirigirse a la pequeña.
-¿No ha querido venir?
-Es que no se ha enterado de que veníamos; seguro que, de haberlo sabido, hubiera sido el primero en llegar aquí.
Mientras atendían a la charla de la niña, Isabel preparaba el café que acompañaría al espectacular bizcocho casero que lucía en el centro de la mesa de la salita en la que estaban. Su cuñada Eloísa la ayudaba poniendo los servicios de tazas y servilletas.
-El bizcocho tiene una pinta muy buena.- Afirmó Julia sin quitarle los ojos de encima.
-Te enseñaré a hacerlo.- Se ofreció Isabel.- Es muy sencillo. A mi tío le encanta… y a estos también.- Señaló a Millán aludiendo también a Rodrigo.- Luego si no te importa te llevas otro que he hecho, aunque quien los hacía bien era mi tía Rosa.
Hubo un corto silencio que poco después rompió Eloísa.
-¿Cuánto quieres, Millán?- Preguntó apoyando el filo del cuchillo en el dulce.
-Deja, ya lo corto yo.- El universitario tomó otro cuchillo y, declinando sin el menor azoro la cortesía de la muchacha, se sirvió una rebanada.
Nadie pareció percatarse de aquel feo gesto, por lo que Julia supuso que debía ser habitual.
-¿Me cortas un trozo a mi, por favor?-Pidió.
La chica asintió sonriendo y le cortó un buen pedazo.
 Fue una tarde muy agradable. Cuando regresaron con el bizcocho ya había anochecido, aunque aún era pronto. Encontraron a Rodrigo en el salón, viendo una película de espías o algo así. No debía estar gustándole mucho a juzgar por la expresión agria de su rostro y aquella especie de gruñido con el que respondió al cordial saludo de ellos.
 -Isa nos ha dado un bizcocho de los suyos para que nos lo comamos.-Le dijo Millán intentando mejorarle el humor.
 -¿Si? Fíjate que yo creía que te lo ha dado para que lo tiremos.
 Los dos recién llegados cruzaron una mirada de advertencia y cada uno se fue hacia un lado. Millán subió a su cuarto y Julia fue a llevar el dulce a la cocina. Echó de menos a Matías, por lo que volvió al salón para preguntar por él.
 -¿No está tu padre?
 -Estará en la huerta o en los corrales con los bichos.
 Ella fue a buscarle; lo encontró en el huerto, atareado en revisar las pocas plantas que había y agachándose de ciento en viento a quitar alguna mala hierba.
 -¿Ya habéis vuelto?-Sonrió con agrado al verla.-¿Qué tal ha ido la visita?
 -Muy bien. Hemos estado muy a gusto. He conocido a Juan, he visto la casa, he dado un buen paseo con Millán…¡y nos hemos traído un bizcocho que le manda su sobrina!
Ante esto último el hombre no ocultó su entusiasmo y hasta se alegró su ánimo pensando en que aquella noche iba a cenar bizcocho con leche y nada más.
-Así no tienes que hacer cena, porque Millán se irá con sus amigos al pueblo, Rodrigo supongo que también y tu…
-Yo cenaré lo mismo que usted, si no le importa y comparte conmigo…
-¿Tu no vas a salir?¡Es sábado, muchacha, ve a divertirte!
-Créame, Matías, si se trata de hacer lo que más me apetece, creo que veré un rato de televisión y me iré después a leer a la cama.
-Pero ese es el mismo plan que suelo tener yo…
-Estupendo, entonces tenemos una cita. ¿A qué hora quedamos para cenar?
-Cuando estos se vayan, así no nos molestarán- Rio Matías haciéndole reír a ella, quien, con toda naturalidad, se cogió de su brazo para entrar a la cocina.
La risa se congeló en sus labios al ver de nuevo la cara agriada de Rodrigo. ¿Qué le pasaba a aquel hombre?¿No se daba cuenta de lo mucho que aquellas muecas ácidas le restaban belleza a su atractivo rostro? ¡A ver si aquella noche se divertía y volvía más relajado, caray!
-Veo que os lo pasáis muy bien.- Comentó con tono seco, más aún, árido.
Matías o no lo notó o no lo tomó en cuenta.
-Estamos haciendo planes para esta noche, ¿verdad Juli?- Ella no contestó y el padre volvió a dirigirse al hijo.-¿Y tú no vas a salir?
-Dentro de un rato.- Contestó sin dejar de mirarla severo.-¿Puedo saber qué planes está haciendo “Juli”?
-Pues vamos a cenar leche con bizcocho y vamos a ver la tele.-Contestó Matías con tranquilidad.
-¡Qué aburrimiento! Esa no es forma de pasar una noche de sábado. Te lo digo yo, que he pasado muchas así antes de que llegaras tú- Millán entró en aquel instante vestido con un vaquero de buena marca, una sudadera y una chamarra de loneta adornada con llamativas chapas y pegatinas.- Ven conmigo, te encantarán mis amigos. Vamos a cenar una hamburguesa y luego bailaremos en algún pub. Somos una pandilla grande de chicos y chicas.
-Muchas gracias, pero…
-De verdad que te lo vas a pasar bien. Venga, anímate… Además, mañana es tu día libre, si volvemos tarde puedes dormir hasta que te apetezca.
-Aun así…
Rodrigo carraspeó llamando sobre su persona la atención de todos.
-¿Puedes venir un momento?- Se dirigió a ella y a continuación salió esperando que ella le siguiera.
Julia le siguió hasta el despacho. ¿Qué querría? A lo mejor la iba a invitar a salir con su grupo de amigos, cuya edad estaba más en consonancia con ella que la de los amigos de Millán. Le vio cerrar la puerta y esperó paciente a que empezara a hablar. El se apoyó en el borde del escritorio, mirándola severo. Aún no se había cambiado para salir y llevaba una de sus habituales camisas de cuadros y los vaqueros, un atuendo que parecía que era su uniforme de trabajo.
-No sé qué quieres ni qué pretendes,-comenzó,-pero que no se te pase por la cabeza ni un solo momento que tu situación aquí va a cambiar en nada.
Ella parpadeó sin entenderle. Vale, admitía que había estado mas atenta a los vaqueros, la camisa…y a lo que iba dentro, que a sus palabras. Las repasó mentalmente, pero siguió sin entenderle; aun así, aquello no sonaba a una invitación para salir un sábado por la noche.
-¿Cómo?- Sus bonitos ojos se achicaron para centrarse aún más en el hombre.
El tomó aire y decidió ir al grano.
-No pienses que porque le caes bien a mi padre y a mi hermano puedes hacer lo que quieras. No es así. A mi padre le cae bien todo el mundo, le abre los brazos y la casa al primero que llegue. Millán, por su parte, está todavía en esa etapa de la vida en la que sus hormonas deciden por él y se revolucionan ante una escoba con falda.
Julia contuvo su indignación ¡La estaba poniendo en su sitio! El pensaba erróneamente que ella tenía a Matías en el bolsillo y a Millán babeando detrás, solo porque eran amables…y …y…¡¿Una escoba con falda?!
-Comprendo.- Asintió disimulando su malestar.-Contigo eso no vale porque tus hormonas no están revolucionadas…
-Mis hormonas están bajo estricto control.-Replicó cortante.- Así que atiende bien a tus tareas y déjate de mariposeos. ¿Está claro?
-Como el cielo de una mañana de verano.- Su orgullo hizo que su espalda se estirase, sus hombros fueran hacia atrás y su barbilla se alzase.-¿Algo más?
-Por ahora no.
-Entonces, con tu permiso, me voy…¿O no debo tutearte?
-No te pases; me has entendido bien.
¡Por supuesto que le había entendido! Le había dicho claramente que no se tomara tantas confianzas, pero ¿por qué? ¿qué tenía de incorrecto su comportamiento?¡Si hasta estaba aprendiendo a limpiar y cocinar para hacer bien el trabajo! Y en cuanto cobrara el primer sueldo pensaba pagar todo lo que estaba rompiendo.
Salió del despacho y subió directa a su habitación pasando por delante de los otros dos moradores de la casa que la miraron silenciosos antes de mirarse entre si, decidiendo de consuno ir a hablar con Rodrigo.
-¿Qué ha pasado?- Preguntó molesto el padre.
-¿Qué le has dicho a Julia?-Inquirió Millán.
Eran aquellas actitudes las que le habían llevado a hacer lo que había hecho, por lo que se congratuló de lo ocurrido.
-Nada importante; la he puesto en su sitio.
-¿En su sitio?¿Es que estaba descolocada?- Matías frunció el ceño hasta casi juntar entre si sus canas cejas.
-Tiene ideas erróneas de su estancia aquí y ¡vosotros sois los culpables!- Les acusó enfadado.- No habría tenido que hablar con ella si tu mantuvieras ciertas distancias…
-¿Yo?- Se enfadó aún más el padre.
-Y tú,- señaló a su hermano,- no deberías ir babeando detrás, pidiéndole que salga con tu pandilla… y acompañándola a todas partes.
-¡Pero si solo hemos ido donde la prima!¿Qué tiene de malo ser amable? Sigue así y se irá.-Millán estaba colérico.- Y te lo advierto, ¡como nos volvamos a quedar sin asistenta tú vas a tener que encargarte de todo porque yo no pienso venir los fines de semana a estar limpiando la casa en vez de ir a divertirme con mis amigos, como he tenido que hacer en los últimos tiempos! Estoy harto; desde que se fue Luci nadie ha querido venir aquí porque es una casa muy grande y está lejos de todas partes, en mitad del campo, y cuando por fin conseguimos una a la que parece que no le importa, no se puede hacer que se sienta bien para que se quede.
Rodrigo guardó silencio. Al parecer había confundido la situación y los motivos del comportamiento de su hermano eran más prácticos que hormonales. Estaba bien saberlo, se sintió más tranquilo.
 -De todas formas, creo que he hecho bien al hablar claramente con Julia.-Dijo dispuesto a zanjar el asunto y subir a prepararse para salir.- No está mal mantener ciertas distancias…
 Matías observó silencioso a su hijo mayor. Le conocía bien y sabía que Rodrigo no era así. ¿A qué se debía realmente aquel deseo de mantener las distancias con Juli?

Comentarios

  1. Uy, uy, uy...que el monstruo de los celos está acechando a Rodrigo...y es que entre ellos saltan las chispas suficientes para alumbrar un campo de fútbol...o varios!!! Y ovarios es lo que no le faltan a Julia....qué ganas de seguir leyendo!!! 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼😍😍❤️

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  2. En serio. En serio. Y así. Así terminas??? Ahora tengo que esperar a saber más. Tengo la acidez de Julia en mi estómago. Jajaj me dan ganas de darle un capón.. jajajja celosoooooon. Me gusta mucho loliiiiiiii.. 🤩🤩🤩🤩🤩

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