EL DESTINO EN LA CARRETERA.
CAPİTULO 5
No quería pensar qué había pasado. No quería creer siquiera
que había pasado algo y por eso prefirió dejar de lado todas las sensaciones
que la invadían cuando Rodrigo estaba cerca, era evidente que se hallaba alterada
por los últimos sucesos en su vida, estaba confusa y tan perdida en sus
emociones como días antes cuando Cirilo la dejó tirada en la carretera.
Necesitaba centrarse en sí misma. ¿Acaso no estaba allí para eso? Podría estar
con su madre o con sus amigas, pero no quería que nada ni nadie la distrajera
de su objetivo.
-¡Y menos aún un veterinario con una camisa de cuadros!
-¿Por qué?- Pregunto Magalen asomando
la cabeza por un lado de la pantalla del móvil.
-¿Tienes algo en contra de los
veterinarios?-Mapi buscó su sitio en la imagen apartando un poco a su amiga
mayor.
-¿O de las camisas de cuadros…?-Inquirió
Paula haciéndose un hueco entre las otras.
Julia hizo un mohín de fastidio.
Así no había forma de hacer una videollamada en condiciones.
-Si os ponéis a la distancia de
siempre, os veo a las tres y no tenéis que estar empujándoos.
Las amigas obedecieron volviendo
a la posición inicial, en la que la imagen las mostraba a las tres a la vez.
-Os lo estáis tomando a broma y
no es divertido. Estoy pensando en irme a otra parte, a mi idea inicial del
pueblo malagueño. No tengo ganas de estar soportando el mal carácter de este
hombre. ¡Siempre está quejándose…!- Se estiró y carraspeó poniendo la voz grave
para imitarle.-“¿De verdad que los Martínez del Campo se han tenido que mudar o
se han fugado?”
Paula rompió a reír con ganas, lo
que le valió un codazo a cada costado. Miró molesta a Mapi y a Magalen.
-…Tiene gracia…- carraspeó
obligándose a ponerse seria como las demás.- Además yo se lo dije el otro día, ¿ella
de asistenta? Le van a pagar un sueldo y en esas cosas no hace nada a derechas…¿o
habéis olvidado ya aquel día que entró en la cocina diciendo: ”¡No me matéis!¡Por
favor, no me matéis!” y cuando fuimos a ver qué pasaba, el agua avanzaba por el
pasillo como un río desde el baño, porque se le había caído el bote de gel en
el bidé y quiso limpiarlo con el rollo de papel higiénico y entre el agua, la
espuma y el papel atoró la tubería?
-Me puse nerviosa y pedí ayuda,
¿qué más queríais que hiciera?- Se lamentó a la defensiva.- El grifo se rompió y
no conseguía cerrar la llave de paso del agua…
-Está visto que el agua, la
espuma y tú no os lleváis bien, a juzgar por lo que nos has contado de la
lavadora, las sábanas y los nosecuántos vasos de detergente. Eso no es para ti,
vuelve aquí, a tu vida, seguramente te volverán a contratar en el gabinete
psicológico y tu ya…
-¡Ni hablar!- Exclamó Mapi
interrumpiendo a Magalen.-¡Tiene que quedarse ahí y enfrentarse a lo que sea
que tenga que enfrentarse! ¿No es lo que nos dice siempre ella?¡Pues que se
aplique el cuento!
-Es verdad, Magalen,- volvió a
intervenir Paula,- cuando se pone con nosotras en modo psicóloga siempre dice
que no hay que huir, que hay que abordar de frente los problemas… Escapaste de
León, ahora quieres volver a irte, ¿es lo que vas a hacer siempre que no te convenga
algo?¿Huir?
Hasta Magalen estuvo de acuerdo
en aquello. Escapar otra vez no era la solución. Pero el problema seguía
existiendo y se llamaba Rodrigo.
-¿Cómo lo haces?
Le había pedido que fuera al
despacho y en cuanto entró y le vio con el ceño fruncido supo que iba a recibir
otra bronca, aunque la voz de él tuviera un tono sosegado.
-¿Cómo hago qué?
-Mover el polvo. Esta mañana
había polvo en todas partes menos en mi mesa, que la he limpiado yo, y mira,
ahora hay.
-Yo lo he quitado.
-No, lo has esparcido en una capa
uniforme.
Julia bajó la mirada esperando
que continuara la regañina, pero esta no llegó. En vez de eso le oyó suspirar
profundamente.
-Yo entiendo que en la ciudad
todo es diferente a aquí. Esto es el campo y hay mucho polvo, no basta con
fregar, tienes que barrer antes, no basta con quitar el polvo con un trapo
seco, es mejor una bayeta humedecida para arrastrarlo bien. En todos los
trabajos tenemos que adaptarnos al entorno que nos condiciona. Para mi no es lo
mismo trabajar en una consulta, que en un zoo, una granja o en campo abierto,
cada sitio tiene sus particularidades.
-Entiendo.
-No quiero ser duro contigo, pero
si te quieres quedar aquí tendrás que cambiar algunas cosas.
-¿Algunas cosas?
El asintió y le indicó una silla
frente al escritorio para que tomara asiento mientras apoyaba su trasero en el borde de la mesa,
cruzando los brazos sobre el pecho.
-Uno: Me da igual como hagas las
cosas siempre y cuando el resultado sea eficaz. Dos: No hay horarios, puedes
salir y entrar cuando quieras siempre que las funciones se hagan correctamente,
lo que me lleva de nuevo al punto uno y a tu libertad de dirigir la casa como
creas conveniente. Tres: No le pongas nombre a las gallinas y los pollos, no
son mascotas, y tu no tienes que encargarte de ellos. Eso de “Copete,
Blanquillo, Picolito, etcétera… , sobra…Lo que nos lleva a la comida. Cuatro: Sé que te esfuerzas mucho con esos platos que aprendes
en YouTube y que nos pones en la cena, pero nos mantienen lo justo para subir
la escalera e irnos a la cama. Casi todas las noches me despierto a causa del
mismo ruido: el que hacen mis tripas vacías. Vuelvo al principio; estamos en el
campo, el trabajo es más físico y se quema más que en una oficina, así que la
idea de los macarrones en abundancia es buena y si los dejas cocer un poco más
para que no crujan, mejor. No es tan difícil.
-Tu padre cena lo mismo que tú y
no se queja de pasar hambre y él trabaja en la huerta y atiende a los animales
y…
-…Y tiene medio queso y un
cuchillo escondidos dentro de la mesilla de noche para que no lo huelas y antes
de acostarse se empuja una buena ración sin mirar donde hay agua.
¿Matías?¡Qué farsante!... Se
mostraba encantado con todo lo que cocinaba y ella misma pudo comprobar en
cuanto tuvo ocasión que quedaba poco mas de un cuarto del medio queso que Rodrigo
le acusaba de esconder. Se sentía traicionada y no pudo disimular su malestar
cuando el hombre fue a reunirse con ella en el huerto.
-Es la segunda vez que te
encuentro en este sitio.- Dijo animoso al encontrarla apoyada en el naranjo.- Se
nota que te sientes cómoda aquí.
Así era. Le gustaba la vista del
huerto desde allí, además del olor cítrico del naranjo y los dos limoneros
cercanos y la agradable quietud del atardecer solo quebrada por las voces de
los animales en el corral.
-Si.- Contestó austera.
Los ojos de Matías se achicaron haciendo
más notables las arrugas que los enmarcaban junto a sus cejas canosas.
-¿Estás enfadada?- Preguntó.
-No,- replicó ella al instante,-
más bien molesta por el olor a queso que sale de su mesilla de noche.
El patriarca de los Villanueva no
ocultó su desconcierto inicial.
-Vaya, así que me has descubierto.
-Eso parece. -Le espetó.- Pero lo
peor es que finge que está muy contento con lo que yo hago y luego esconde
queso…
- Pero yo estoy muy contento con
lo que haces y en cuanto a esconder…cualquiera puede esconder algo…¿o de verdad
quieres que crea que has trabajado de asistenta alguna vez?
La sangre se le debió detener
toda a la altura de la cara. No supo ni qué decir porque no consiguió
reaccionar ante aquel comentario.
-Tranquila,- continuó el hombre
ante la repentina parálisis de ella,- tú sabrás lo que te mantiene aquí. No
puede ser algo nuestro, porque no tenemos nada importante, además me he
mantenido alerta los primeros días y te he descartado como maleante, así que
debe ser lo otro…
-¿Qué… otro?
Matías se encogió de hombros y
perdió la vista en un punto lejano del horizonte.
-Mi mujer solía decir que todo lo
que pasa es por algo, que todo tiene una razón de ser y que el destino se las
ingenia para remover cielo y tierra si es necesario para que se cumplan sus
designios.
Julia respiró más tranquila al oírle
mientras negaba moviendo la cabeza de un lado a otro.
-El
destino no existe - Sonrió al fin.- Y se lo demostraría de forma empírica si no
tuviera que hacer algo que sirva para cenar… ¿Qué podría ser?
-¿Sabes
hacer una tortilla de patatas?- Sugirió el hombre mientras volvían a la casa.
La respuesta
de ella fue morderse el labio inferior y dedicarle una caída de ojos avergonzada.
-¡Pero,
muchacha, ¿tú donde has estado hasta hoy?!
En el
mundo real; pero al ser hija única su madre la había criado como a una princesa
y mas tarde, sus compañeras de piso preferían hacerlo todo porque no tenían
paciencia con ella y cuando la obligaban a hacer algo, como no ponía interés
siempre le salía mal o, peor, liaba alguna como la lata de garbanzos que
explotó o el bidé que inundó el baño o…
-Puedo
hacer unos canapés que he visto en Internet con huevo cocido y atún… o tortilla
francesa…o huevos revueltos… a no ser que quiera compartir lo que le queda de
queso con su hijo.
Por el
silencio que siguió a su pregunta Julia intuyó que Matías solo compartiría el
queso si veía a Rodrigo intentando robarle la comida al perro. Pero en cambio
si se mostró dispuesto a enseñarle a hacer una tortilla de patatas.
-Me
recuerdas a mi mujer.
Matías sonreía
al verla pelando patatas. Lo hacía como si fuera un gran esfuerzo y eso que se
llevaba media patata con cada trozo de piel.
-¿En qué?- Inquirió ella sin
dejar su “meticulosa” tarea.
-No importa.- Atajó el hombre con
cierta diversión.- Ahora la tienes que cortar en dados o rodajas finas, lo que quieras.
Las rodajas parecía lo más
adecuado a su habilidades por el momento. Su maestro siguió dirigiéndola solo
con la voz, sin intervenir para ayudarla. Así, puso una sartén con aceite al
fuego y echó las patatas que fueron casi cociéndose a fuego medio- bajo mientras
ella batía huevos en una fuente honda.
-Quitaré estos trozos de cascarón
o don tiquismiquis dirá que está crujiente también.
Le resultó relativamente fácil hacer
la cena siguiendo las indicaciones en el momento de ejecutarlas; hasta le dio
la vuelta usando un plato llano. Cuando acabó se sintió tan orgullosa de si
misma y tan satisfecha con su obra que de buena gana hubiera abrazado a Matías.
Un círculo dorado y tan jugoso que Rodrigo degustó sin poner una sola falta,
aunque notablemente sorprendido.
-La has hecho tú.- Le susurró a
su padre cuando ella abandonó la mesa para ir a buscar el frutero.
El patriarca negó tajante:
-Juro que ni he puesto las
patatas en la encimera. No he tocado nada.
-Pues entonces la tortilla de
patata se le da bien…
La tortilla de patata, el arroz
blanco con tomate y huevo frito, el lomo adobado… El día siguiente tampoco
estuvo mal.
Así pasó la semana y con el
viernes volvió Millán, feliz y encantado de poder reunirse con sus amigos en
vez de ocuparse de las tareas de casa. Tan contento estaba que se movía por
todas partes tras la empleada. Que Julia salía al corral, él detrás, que volvía
a la cocina, Millán la seguía sin dejar de hablar, intentando hacerse el
simpático. Ella sonreía levemente y asentía o negaba con agrado.
-¿Qué vas a hacer esta tarde?
Esta pregunta se la dirigió el
benjamín de los Villanueva a la criada mientras comían los cuatro reunidos
alrededor de la mesa. Aunque Julia aún se sentía algo insegura a la hora de
cocinar, podía decirse que iba saliendo del paso con cierta dignidad. En
aquella ocasión había vuelto a cocer macarrones y siguiendo las indicaciones
del paquete sobre el tiempo y la idea de presentación, le habían quedado muy
buenos. Tanto que seguro que la expresión agria que había en la cara de Rodrigo
se debía a que no podía hacerle ni el menor reproche.
-Dar un paseo por los
alrededores, leer un poco, estar tranquila…
A Millán no le parecía el mejor
de los planes.
-Si quieres puedes venir conmigo
al pueblo.
-No creo que a Julia le
entusiasme pasearse con cinco mocosos por las calles de Puebla.-Intervino el
hermano mayor con tono seco.
-En realidad no me
importaría,-replicó ella sin maldad a Millán- pero voy a ir mañana con tu prima
y con Laurita. Isa me ha dicho que hay
un mercadillo y algunas tiendas y necesito ropa mas adecuada para la estación
que la que he traído en mi equipaje. Además daremos una vuelta por el pueblo y
podré hacer también compras en el mercado. Voy a hacer una lista con lo que
necesito.
Después de recoger y limpiar la
cocina salió a recorrer la parte delantera de la casa. Ya llevaba allí una
semana y comenzaba a sentirse a gusto. Se estaba acostumbrando y volvía a
encontrarse en una zona casi cómoda, si no era todavía de confort. Hablaba con
su madre y con sus amigas prácticamente a diario, cada vez pensaba menos en
Roberto y no le daba miedo su ignorancia acerca de lo que haría después con su
vida. Por ahora estaba allí y estaba a gusto. No se planteaba nada más por el
momento.
Entró en las cuadras donde estaba
Argenta. Su gran alzada, su color grisáceo y las formas de sus patas, su lomo y
su cuello indicaba que era un caballo de muy buena raza, aunque ella no
entendía de aquello. Simplemente podía saber que Argenta era un yegua muy
hermosa. Apenas notó su presencia, el animal se movió nervioso dentro del
aposento.
-¿Qué te pasa loquita? Si yo no
vengo a hacerte nada malo; entre chicas nos tenemos que apoyar y tú y yo somos
por ahora las dos únicas que hay aquí.
Alzó su mano lentamente con la
intención de acariciar las crines del animal. Este se lo permitió y se
tranquilizó frente a ella que seguía hablándole con voz tenue palabras de
cariño que reflejaban el estado de calma que la embargaba.
Fuera se oyó el sonido de un
coche que se detenía en el patio. Julia salió de la cuadra para ver quien
llegaba justo en el momento en el que una mujer esbelta y elegante se apeaba
del vehículo. Vestía un traje de falda y chaqueta de color chocolate y calzaba
unos zapatos de tacón alto. Tenía el pelo corto y rizado con un color
indefinido entre el gris y el rosáceo. Imposible que aquel color fuera natura.
Sus miradas se encontraron a
mitad de camino.
-Hola,- dijo la recién
llegada.-Soy Inés, la amiga de Rodrigo.
Loli!! Ya extrañaba está historia.. ajaa me divierte mucho el tira y afloja. Y estoy deseando seguir leyendo. No lo tomes como un reclamo pero espero tardar menos tiempo en leer la continuación!!! 😍🙏
ResponderEliminarCuánto tiempo esperando!!! Lo he leído en un suspiro... Se vienen escenas de celos...y creo que por ambas partes!!! 😍😍👏🏼👏🏼👏🏼
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