EL DESTINO EN LA CARRETERA

                


 
A  MODO DE PRÓLOGO

 

Un Citroën C4 Picasso de color granate estaba detenido al borde de la carretera comarcal 4050. Su conductora se hallaba fuera del vehículo, apoyada en la portezuela, mirando desolada a su alrededor. El silencio tan solo era roto por el canto vespertino de algunas aves y el sonido del viento que siseaba entre los árboles haciendo caer sus hojas.

No se veía un alma por allí y pronto anochecería.

-¿Cómo he llegado hasta aquí?

Se había perdido. Eso era evidente. Ella iba hacia un pueblo de Málaga y se encontraba en algún lugar remoto de Castilla la Mancha; podría haber encontrado la autovía de nuevo si el puñetero Cirilo Latas no hubiera decidido detenerse en aquel punto con un ”hasta aquí hemos llegado”. Había sido demasiado para un coche acostumbrado a moverse en los atascos de Madrid, viajar hasta León y un día después convertirse en el cómplice propicio para la huida de ella.

-Paula, Paula…dijiste que Marcos había dejado el motor como la maquinaria de un reloj suizo.- Recordó el comentario que había hecho su amiga al respecto de su novio y el vehículo.- ¡Vaya un ingeniero de los c…!

¡Un coche!¡Se acercaba un coche! Posiblemente era su única oportunidad de conseguir ayuda en aquel paraje inhóspito. Empezó a gesticular con los brazos y a vocear pese a estar segura de que eran bien visibles; ella, con su chaleco fosforescente y Cirilo con los intermitentes de emergencia activados.

Y la vio. El conductor la vio del mismo modo que ella le vio seguir adelante sin detenerse. Ni siquiera aminoró la velocidad el muy capullo. Lanzó una maldición. Volvía a estar sola y la noche se estaba cerrando sobre ella. Le llegó un leve crujido desde las hierbas y su corazón se aceleró enloquecido al tiempo que su respiración se detenía. ¿Qué sería?...¿Un ratón?¿Un zorro?¿Algo más grande y salvaje? “Tranquilidad “ se aconsejó mientras abría lentamente la portezuela del coche y se metía en él apresurándose después a cerrar con el seguro.

-Eres una mujer adulta, capaz… Puedes afrontar cualquier situación que se presente y si hay que pasar aquí la noche, ¡pues se pasa y ya está!

Miró hacia el frente, a la carretera estrecha y el paisaje que la oscuridad matizaba con distintas tonalidades grises. El cielo estaba despejado y la luna saldría llena. Una vez más se preguntó en qué momento se había perdido. No aquella tarde. No físicamente. Se sentía perdida y lo de menos era donde estaba sino dónde debería estar.

Tendría que estar cenando en el hotel Silken Luis de León, con ciento ochenta y tres invitados a ciento cuarenta euros el cubierto, al lado de Rober con quien debía haberse casado a las  cinco de la tarde. Una hora muy taurina. Irónicamente apropiada.

¡Todo había sucedido por culpa de sus amigas!...No, eso no era correcto. Todo había sucedido “gracias” a sus amigas.

Llegaron desde Madrid la mañana del día anterior para asistir a aquella boda tan largamente esperada por todas. Fue maravilloso volver a abrazarlas y tenerlas a su lado. Solo hacía un par de meses que no se veían y además habían hablado por teléfono a diario, con lo que el contacto se había mantenido casi sin cambios, pero a pesar de todo las había echado mucho de menos. Magalen, Paula, Mapi y ella, Julia, se habían convertido en una familia durante el tiempo que estuvieron conviviendo en un piso de alquiler en Madrid. Magalen y Paula estaban acompañadas por sus respectivas parejas, César y Marcos. Mapi iba por libre. Pasaron el día en ambiente festivo con otros invitados, disfrutando de la “despedida de solteros” en común para Roberto y ella. Estaban en la víspera de día de la boda y todo era bueno… hasta el momento en que se fijó en la forma en que César miraba a su mujer mientras ella le hablaba. Era muy normal, tan cotidiano entre unos esposos que no debería llamar la atención de nadie, ella misma les había visto hablar así montones de veces, pero aquella tarde se dio cuenta de algo que hasta entonces le había pasado desapercibido. Después se fijó en Paula y en Marcos. El no le quitaba los ojos de encima y aprovechaba cualquier ocasión para hacerle alguna caricia o darle un suave beso en la mejilla; ella, sonreía sin parar como si no pudiera evitarlo.

Julia ignoraba si aquel momento fue cuando se perdió o fue en el que se encontró. Sucediera lo uno o lo otro, en esa tesitura de dudas, había una sola certeza: ¡No podía hacerlo!

Aquella noche no intentó dormir. Ni siquiera se acostó. Paseó de un lado a otro de su habitación, se sentó al borde de la cama apuñando entre sus dedos la suave colcha color nude balanceándose inquieta adelante y atrás como si tomara impulso para volver a ponerse en pie, para volver a pasear como una pantera enjaulada, obcecada su mente en mantenerla presa de la angustia que la atenazaba y cuya solución dependía de una acción drástica..

 Faltaba poco para amanecer cuando salió sigilosa de su casa vestida con un simple pantalón vaquero y una camiseta de algodón con lunares azules. Era lo único que había dejado allí. El resto de su ropa estaba en el equipaje preparado para la luna de miel en Cancún o en el armario de su nueva casa, aquella que con tanto esfuerzo y esmero habían preparado Rober y ella para su vida en común. Una vivienda unifamiliar de dos plantas en una barriada que aún tenía el aspecto de pueblo que antaño tuvo toda Navatejera, antes de crecer hasta el punto de unirse con la capital y convertirse casi en un barrio más de la urbe.

   Sintió que el corazón se le encogió al mandar aquel mensaje de móvil a su prometido, citándole en la casa. Sabía que iba a hacer mucho daño, pero no había otro camino a seguir que fuera menos doloroso, de haberlo lo tomaría.

Roberto tampoco debía haberse acostado, porque cuando llegó a la casa él ya estaba allí. Era evidente que había estado de celebración con los amigos, estaba despeinado, con los faldones de la camisa fuera del pantalón y la cara de susto que debió provocarle aquel intempestivo mensaje de su casi esposa.

-¿Qué pasa?- Preguntó nada más abrirle la puerta.- Se supone que no debemos vernos hasta la boda, ¿no dicen que da mala suerte?

En aquel caso, sí. Le sonrió con una mueca tensa antes de ir hacia el novísimo salón sin estrenar adónde él la siguió impaciente. Le miró de frente. ¡Cielos, qué guapo era! Siempre lo había sido. Todas sus compañeras de colegio la envidiaron cuando él mostró su preferencia por ella. Fue como si le hubiera tocado en una rifa el premio gordo que todas deseaban. Desde entonces habían sido pareja y nadie que les conociera dudó de que tendrían un futuro en común.           

-Yo…- Empezó.

La detuvo la ansiosa mirada de él, sin embargo tragó saliva, cogió aire y se animó a continuar.

-Rober…yo…no puedo… no…puedo.- Ahí se acabó el ánimo.

Las pupilas azules recorrieron inquietas el rostro de ella.

-¿No puedes?- Inquirió como si esperara algo más.

- No.

-¿Qué es lo que no puedes?

Entonces ella se desató por completo. Comenzó a pasear por el salón hablando de forma atropellada.

-Sé que no te lo mereces, que hemos estado toda la vida esperando que llegara este momento, que todos esperan que nos casemos y que todo lo teníamos tan claro que ni siquiera nos hemos planteado un destino diferente…

-¡Espera, espera!- El la interceptó en uno de sus paseos.- ¿De qué estás hablando?

 Ella siguió a lo suyo.

-Te estoy haciendo mucho daño, pero es preferible que suframos ahora antes de cometer un error que tendremos que pagar siempre. Te juro que no lo hago con mala fe, es que lo tenía todo tan claro que nunca me lo he planteado.- Le miró poniendo el alma en los ojos.- Yo podría ser tu mejor amiga, tu apoyo, tu consejera, pero…no puedo ser tu mujer.- Concluyó.

Se hizo el silencio en la casa y duró el tiempo que necesitó él para digerir todo lo que ella le acababa de soltar. Julia le miraba ansiosa, respirando de forma agitada como si temiera que le quitaran el aire de la estancia.

-Tú…¿no quieres que nos casemos?

Le miró con el temor de quien lleva una pieza del más fino cristal sabiendo que se puede romper de un momento a otro.

-No.- Musitó sincera.

Por nada del mundo quería hacerle daño, no quería que sufriera… y, de hecho… él no parecía estar sufriendo; aquel suspiro que disimuló parecía ser de alivio y no de pena. Se sintió desconcertada. No había gritos ni llantos ni crujir de dientes ni tirones de pelos, ni insultos ni reproches…

-Espera… Tu…tú tampoco quieres…-Adivinó ella.

Roberto le hurtó la mirada un instante, conteniendo la respiración, y de pronto la miró avergonzado.

-No.- Confesó al fin.

Siguió un silencio en el que Julia se sintió flotar. ¡Aquella era una noticia maravillosa! El  no la quería, ella no le quería y dado que los dos estaban de acuerdo en sus sentimientos ninguno sufriría pena alguna por la ruptura. Tan solo habría que comunicárselo a los demás y tan amigos. Bueno, su madre se enfadaría y los padres de él también, pero cuando supieran que era lo que ambos querían, lo aceptarían bien. También se sentirían molestos por los chismes que habría a posteriori, pero eso pasaría y quedaría en el olvido antes de que con el tiempo llegara a formar parte del anecdotario popular de la localidad. No entendía aquella mirada recelosa de su exnovio, como si aún le costara creer lo que estaba pasando entre ellos. De pronto una idea se abrió camino en su mente como una Epifanía.

-Hay otra persona. -No preguntó, afirmó.- Quieres a otra.

Posiblemente él hubiera contestado de no haber sido interrumpido por una exclamación de júbilo procedente de las escaleras que subían al primer piso. La psicóloga se quedó paralizada mirando con desconcierto al hombre que tenía frente a ella antes de girarse de forma automática para ver a la mujer a medio vestir que entraba en el salón.

-¿Asun?- Solo pudo pronunciar el nombre de una de sus compañeras de colegio.

Fue como si el cerebro se le convirtiera en un ladrillo y fuera incapaz de pensar o de sentir; fue como si su entendimiento se negara a entender; como si no pudiera sumar dos mas dos y ver con nuevos ojos que el “a medio vestir” de él iba a juego con el “a medio vestir” de Asun…Miró hacia arriba, como si pudiera ver el piso superior donde estaba el dormitorio que a partir de aquella noche hubieran compartido.

-¿Por qué no te has quedado arriba?- Dijo Roberto a su… su… A Asun.

La otra estaba feliz. Solo le hubiera faltado abrazar a Julia y dar saltitos de alegría con ella, como cuando en el recreo escolar jugaban a campo quemado y eliminaban a alguien del equipo contrario.

-¡Pero ha dicho que no te quiere! Que no quiere casarse contigo… Ahora podremos casarnos nosotros…después de tanto tiempo, después de tanto desearlo, Rober.

Julia sintió sobre sí todo el peso del cual, al parecer se había librado la otra.

-Me habéis estado… engañando…- Dijo al fin como no se creyera lo que ella misma estaba diciendo.- Y pese a esto…Si yo no hubiera dicho nada, ¿ibas a casarte conmigo? ¿Estando con otra?

-Julia…

¡Tenia que salir de allí! ¡Tenía que irse inmediatamente o se ahogaría! Sin decir una palabra mas, sin oír las apresuradas excusas o lo que quiera que fuera lo que Roberto estaba diciendo mientras la seguía hasta el armario del recibidor donde aguardaba paciente el equipaje preparado para la luna de miel en Punta Cana.

Salió sola al amanecer del pueblo, tirando de su maleta en dirección a alguna parte donde pudiera encontrar un taxi. Nadie la seguía. ¿Cómo la iban a seguir Rober con la camisa mal abotonada y malmetida en el pantalón y Asun descalza y con solo una falda cubriendo un body de encaje?

Su mente empezó a aclararse poco a poco. ¡En la plaza! Seguro que en la plaza habría algún taxi. No podía ir a su casa. No podía hablar con su madre, pero si con su Mami, así que cuando el taxista metió la pesada maleta en el portaequipajes ella le indicó que la llevara al  hotel Silken. Mientras recorrían las calles aún tempraneras y solitarias escribió un mensaje en su móvil: Nos vemos en el comedor del desayuno.¡ Zafarrancho de combate!

Magalen, Paula y Mapi no tardaron mucho en acudir a la llamada de Julia. Al entrar al comedor y ver una maleta de viaje junto a su amiga, se miraron silenciosas entre si. Las tres se habían alarmado por su mensaje y aunque ella quería darles una explicación rápida y clara, lo cierto era que no le iba a ser fácil hacerlo.

-Roberto y yo no nos vamos a casar.- ¡Hala y lo soltó así, como un disparo!

Hubo un incómodo silencio por parte de sus amigas y múltiples cruces de miradas. Eran las únicas clientas en el comedor, tan solo había un camarero, aparte de ellas, sacando bandejas del office cercano para colocarlas en el mostrador del bufé. Ellas se fueron levantando alternativamente de la mesa para ir a la máquina de café y servirse uno a su gusto. La última fue Magalen que además de su taza le llevó una con café solo a Julia que esperaba con aire paciente la reacción de ellas.

-¿No me dices siempre que no debería tomar café solo?- Comentó la psicóloga.

-Después de lo que acabas de soltar me lo tomaría yo si no fuera por la niña.-Replicó la Bioquímica sentándose con ellas.

-Explícate un poco más, Julia. ¿Qué quieres decir con que Roberto y tú no os vais a casar?- Peguntó Paula con cierta cautela.

¿Qué les decía exactamente? ¿Qué no amaba a Roberto y no quería casarse con él? ¿Les decía que le había descubierto con otra?...Pero eso las llevaría a engaño, pensarían que no quería casarse por la infidelidad y no era cierto…¿Qué les decía para explicar el cúmulo de nudos en los que se habían liado sus ideas en tan solo unas horas?

-Yo… ayer cuando estuvimos en la despedida de solteros…

Las otras esperaron calmadas, dejándola que ordenase las ideas como quisiera, sin meterle prisa o intervenir de forma que desviaran su atención. Ella tenía su mirada fija en Magalen.

-Yo estaba contenta de teneros aquí. Lo estábamos pasando muy bien, estaba muy a gusto y, de pronto, viéndoos, me di cuenta de que no quiero casarme con Roberto … Yo quiero a tu novio.- Miró esperanzada a Paula antes de volver sus ojos de un profundo color castaño hacia  Magalen.- Y después quiero a tu marido.

-¡¿Quieres a Marcos?!- Paula estaba segura de que no había entendido bien a Julia, pero por lo pronto se le había erizado el vello al oírla.

La mayor de todas prefirió no apresurarse, conocía demasiado bien a las chicas para saber que aquello tenía un apéndice aclaratorio.

-No te comprendo, ¿qué quieres decir? Es muy temprano, me acabo de despertar y no tengo la cabeza muy clara, ¿qué significa que quieres a Marcos y a César?

-¿Tiene que ser en ese orden? Porque yo iría antes…-  Mapi, volvió a callarse bajo la mirada ruda de sus amigas.

- Yo creo que lo que importa es que “no quieres” a Roberto. Se supone que hoy es vuestra boda y después de tantos años descubres algo tan crucial en tu vida, ¿así?¿De repente?¿Viéndonos a nosotras con nuestras parejas?

Magalen acabó de pronunciar aquellas palabras y la realidad iluminó su mente. Entendió lo que le estaba pasando a Julia, aunque eso no resultara mas tranquilizador en las circunstancias que estaban.

-Vosotras habéis encontrado a vuestro príncipe azul. Os aman y les amáis.

-¡Olvídalo! No esperes que Roberto aparezca de repente como un apuesto caballero sobre un alazán blanco, dispuesto a salvar a la doncella en apuros, porque si es eso lo que esperas no me extraña que no quieras casarte. No es tan simple.   

- Lo supongo. Y no se trata de eso. Es que lo tengo con Roberto no es suficiente para unir mi vida a él.- Confesó.- Yo creía que si, porque parece que es a lo que ambos estábamos destinados. Éramos unos críos cuando empezamos y hemos seguido dando pasos por el camino que teníamos ante nosotros, sin pensar que no queremos ese camino en realidad.

-Espera un momento…¿No queréis? ¿El siente lo mismo?- Inquirió la embarazada adoptando su habitual papel de “Mami”.

-Pues si. He hablado con él esta madrugada y, entre otras cosas, he descubierto que está liado con una compañera mía del colegio, Asunción Cantos; no sé cuanto tiempo llevan juntos, pero debe ser bastante a juzgar por la intimidad que comparten…en la casa, la habitación y la cama que íbamos a ocupar a partir de hoy. Yo he estado trabajando como una imbécil en Madrid, ahorrando para poner mi casa completa, y resulta que hay muchas cosas que ya están estrenadas.- Farfulló enfadada.

-Bueno, por lo menos puedes estar tranquila de que no le vas a causar ningún trauma por dejarle el día de la boda.- Dijo Mapi volviendo a tomar la palabra .- Claro que unos cuernos no los lleva bien nadie, pero chica, si te soy sincera yo esperaba algo parecido.

-¿Algo parecido?

-Nunca he comentado nada, pero yo estaba convencida de que Roberto era Gay, esa forma de ser novios no me entraba en la cabeza, ¿qué quieres? Tropecientos años juntos y tú virgen, siempre tan comedido y discreto, eso no es normal en una pareja hoy en día. Así que pensaba que es un cobarde y te utilizaba de tapadera. Me equivocaba en lo de la homosexualidad, pero no en la cobardía. ¡Menudo capullo! Quiere a otra y se iba a casar contigo para no dar el campanazo. Solo falta que hoy, cuando no aparezcas en la ceremonia, se haga la víctima y te culpe de abandonarle.

Ninguna de las otras apostilló nada porque se podía decir más alto, pero no mas claro.  

-Sinceramente eso me da lo mismo. Que haga lo que quiera.

-¿Y tú? ¿Qué vas a hacer tú?

-No lo sé, Mami. Estoy hecha un lío. No sé por donde tirar… Lo único que tengo claro es que no puedo enfrentarme a mi madre. La voy a destrozar con esto. No quiero hacerle daño… y sin embargo…

-Vete.- Dijo Magalen con voz firme.

-¿Qué?

-Que te vayas. Nosotras nos encargamos de tu madre.

-Llévate a Cirilo Latas. Desde que Marcos lo arregló el motor funciona como la maquinaria de un reloj suizo. Iré a por las llaves…

-Pero…

-¿No tenías una amiga en algún pueblo de Málaga? Vete y tranquilamente aclara tus ideas, decide lo que quieres hacer, lo que quieres que sea tu vida. Eso si, mantente en contacto con nosotras y ya te iremos contando.

-Tienes la maleta preparada.-Intervino de nuevo Mapi.-¡ No lo pienses más; coge las llaves de Cirilo y piérdete…!

 Mapi no sabía entonces hasta qué punto iba a hacerle caso ella, a su pesar, claro que…

Aguzó el oído. Hasta ella llegaba el sonido de algo que no podía identificar pero que… Se dio prisa en salir del coche. La oscuridad era casi completa, pero el sonido se hizo nítido hasta que ella lo reconoció.

-¡Hola…!¡Hola!- Gritó saltando y agitando sus brazos en el aire.- ¿Puede ayudarme? ¡Necesito ayuda, por favor!... ¡Por favor…!

Su voz se fue apagando a medida que el caballo y su jinete desaparecían devorados por la oscuridad; el ruido de los cascos al pisar la tierra se disolvió en el silencio igual que su ánimo. Tendría que pasar la noche dentro de Cirilo, sola.

O eso creyó en aquel momento. Hasta que aquel hombre se acercó a ella y al coche.

-¿Se ha perdido?¿Puedo ayudarla?

Casi gritó de puro susto ante la inesperada voz que la increpó. No esperaba que la hubiera oído. La voz masculina le llagaba desde lo alto de la montura que se había detenido a una distancia prudencial, no sabía si para no asustarla a ella o como medida de precaución. Fuera como fuese, era de agradecer que hubiera vuelto por ella.

    

 

Comentarios

  1. Pero que cabrita eres!!! Serás joia!!! Ya me has atrapado!! Tenía muchísimas ganas de saber de mis queridas Julia, Mapi, Paula y Magalen!!!! Y empieza con muy buena pinta!!! 👍👏👏👏👏👏👏

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  2. Encantada de seguir la historia de estas locas y maravillosas amigas 🥰

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  3. Súper... Excelente comienzo zi aqui espero lo que sigue!

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  4. Enganchada de nuevo.... Tiene muy buena pinta esta historia, sigamos jjj ☺️

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  5. Qué ganas tenía de volver a saber de ellas!!!! Ya estoy enganchada y ansiosa por leer más!!! 👏👏👏👏

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    1. Me alegra que pases un buen rato con ellas. Vamos a ver cómo se lo monta Julia.

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