ALGUIEN COMO TÚ

 

      SI DE AMOR YA NO SE MUERE..

                             XVII

 

            No quería cerrar los ojos. Por las noches cuando se acostaba mantenía la mirada en dirección al techo como si pudiera traspasar la oscuridad que la envolvía. Después daba vueltas y mas vueltas buscando una postura con la absurda idea de olvidarse de la expresión desalentada de Marcos en el parking del hotel. Le había hecho daño. Era lo que más le dolía, ser la causante de aquella tristeza, de aquella desilusión que opacaba los brillantes ojos marrón oscuro, del color de las castañas. En un instante, aquel hombre fuerte y seguro, poderoso, se tornó ante sus ojos en el niño de doce años, delgaducho y frágil que le ofrecía golosinas robadas para lograr su perdón, solo que en esta ocasión era ella quien le había herido. Entonces, sin poder evitarlo, lágrimas gordas y calientes comenzaban a manar de sus ojos y le quemaban la cara. Se cubría la cabeza con la almohada para que sus amigas no oyeran sus gemidos, el ahogo en el que se perdía su calma.

            ¡Tenía que dormir! Pero cerrar los ojos era peor que mantenerlos abiertos, porque entonces veía sus cuerpos enmarañados uno en el otro y desnudos sobre la cama, explorándose, conociéndose…Sentía que le picaban las yemas de los dedos deseando volver a acariciar su rostro, las palmas de las manos añorando el tacto de su pecho, de sus hombros satinados, de su espalda, de sus piernas…de todo él. Una vez, solo una vez… El dolor de su deseo era casi físico. ¡Ojalá no hubiera contestado nunca a aquella llamada! ¡Ojalá no se hubiera vestido aprisa mientras le decía una absurda excusa que ya ni recordaba!¡Ojalá él no la hubiera seguido!...

           Demasiados ¡Ojalás! Y mientras tanto un calor asfixiante subía desde su vientre hasta su rostro haciendo que las lágrimas entraran en ebullición y quemaran más. Incapaz de soportar aquella visión, abría los ojos y vuelta a empezar, hasta que  ya de madrugada, agotada y rota, el sueño la rendía. Al menos podía levantarse algo más tarde, ya que no tenía que llegar puntual a su trabajo en la recepción del periódico. Ante la sorpresa de Queta, se había despedido y ya era una desempleada más con su breve currículo entregado en el SEPE. A su familia le había extrañado aquella decisión tan radical, pero ella explicó que mientras trabajaba en la recepción perdía tiempo que podía usar en buscar un trabajo de calidad en un periódico o una agencia de publicidad o en cualquiera de las muchas salidas que le ofrecía su titulación. Ellos lo aceptaron, porque siempre tuvieron en buena estima la voluntad de Paula para salir adelante.

            Con referencia a ella, no había nada de lo que preocuparse. Hacía su vida con normalidad, sonreía, charlaba con sus amigas, se ocupaba de sus tareas cuando le tocaba. Todo estaba bien. Pero sus amigas sabían que no era así. La conocían demasiado como para dejarse engañar. Mapi y Julia no sabían que hacer, sobretodo porque cuando mostraron su preocupación, Magalen les dijo con una sonrisa extraña:

            -Dejadlo estar. Yo creo que ya habéis hecho demasiado.

            Y no era que las regañara; a fin de cuentas ellas tan solo habían velado por la seguridad de su amiga, aunque hubieran tenido un par de encontronazos…Bueno, lo importante era que habían salido bien de ellos. Aún así, ella no entendía cómo había podido pasar.

            -Porque Paula se lo negaba, Magalen.- Le dijo Julia con su tono más profesional, y no por parecer una Marisabidilla, si no por pleno convencimiento.- Tengo muy claro que el hecho de que no creyera las explicaciones de él, era porque le había puesto el letrero de mentiroso en cuanto le vio; y se lo puso porque le gustó nada más verlo. Le comparó con Guillermo en todo momento y se defendía así de sus sentimientos reales. Su ex novio le había hecho daño y este también se lo iba a hacer, así que cuanto peor pensara de él más a salvo se encontraba. Y créeme que ella no se daba cuenta, o al menos no al principio.      

            Un mecanismo de defensa. Como esconderse detrás del mostrador, como engañarse con la idea de que iba a hacer un buen reportaje sobre una banda de estafadores y a conseguir un buen trabajo de reportera.

            -“Si el trabajo era lo que la movía, explíqueme, señor Salinas, porqué no ha escrito nada ni ha revelado la exclusiva acerca de la compra del Grupo Tablada, que usted le autorizó a rebelar a sabiendas, usted se lo dijo, que era una noticia mucho más importante que la del presunto estafador?”

            Sus zapatos de medio tacón con suela de goma para evitar resbalones, cruzaron el hall de entrada del hotel Carlton para ir hacia la recepción. Se había preparado bien su discurso. Tenía que convencerle de que Paula estaba sufriendo por él. De que Paula le quería. No tenía nada con qué probarlo más que su palabra y el hecho de conocer a sus amiga y saber que no era como él sospechaba. Solamente tenía que hablarle desde el corazón.

            Recordó con un suspiro aquellos días en los que iba al Luxury para buscar al conde Martini. Entonces era para alejar al conde de Mapi, ahora iba a repetir la misma situación pero al contrario. No es que quisiera hacer de Celestina, pero si aquel hombre era inteligente se daría otra oportunidad con Paula.

            -Buenas tardes- respondió al saludo solícito del recepcionista.- Mi nombre es Magdalena Peña y quisiera que avisara al señor Marcos Salinas de que quiero hablar con él.

            El hombre escrupulosamente vestido con su uniforme azul y su corbata roja tecleó en el ordenador y negó.

            -Lo siento, señora Peña, el señor Salinas no está aquí…

            -¿Quizá esté como Bradfor?¿Marcus Bradfor?

            -El señor Bradfor volvió a Estados unidos hace tres semanas.

            -Ya…- Había cosas que no cambiaban nunca, eso de no encontrar en el hotel a la persona que buscaba era un clásico.- Muchas gracias.

            La invadió el desaliento. Por supuesto no se lo diría a Paula y esperaba que Julia les marcara algunas pautas para comenzar a actuar en el sentido de que su amiga dejara atrás aquella desgraciada historia.

            -¡Qué cuajo tienes, Magalen, tía! Luego dices de nosotras, que si nos hemos metido, cuando en esta ocasión no nos hemos metido en nada.

            -Entonces se fue aquel día o al día siguiente.- Suspiró Julia.- El también está afectado.

            -Lo siento por él, pero quien me duele a mi es Paula.- Defendió Magalen dolida.     

            -¡Anda que como el profesor se entere de lo que has hecho…!

            -César lo sabe, Mapi, se lo dije antes de ir, no para pedir su consentimiento, si no porque no le oculto nada, no tengo nada que ocultarle a mi marido. Aunque es cierto que estuvo de acuerdo. No ha servido para nada, pero me ha apoyado.- Se encogió de hombros con tristeza.- Tenemos que volcarnos con ella, distraerla, no sé…

            -Se nos va a echar encima la boda de Julia. Podríamos pasar un tiempo mirando ya los vestidos y los complementos y todo eso…

            -Si, eso la entretendrá bastante, pero por otro lado ahora no trabaja y podemos causarle un daño alternativo que es recordarle su situación laboral y económica…

            -Pero eso no importa, yo…

            -No, tu no. Sabes que ella no lo admitiría, ni siquiera le pide ayuda a sus padres; se mueve en metro y bus porque no ha conseguido arreglar a Cirilo Latas, y ha rechazado una vez más nuestro ofrecimiento de un préstamo.

            -Es cierto,- asintió Magalen,- pero podemos comprárnoslo nosotras y que ella nos acompañe para dar su opinión…Eso la animará. Además, es cierto que con todo esto te tenemos abandonada a ti, cariño.

            -No os preocupéis por mi, la que importa ahora es Paula. Yo ya tendré mi protagonismo el día de la boda… No quiero más…-Sonrió guiñando un ojo.-¿Hace un café?

            -Yo lo preparo.- Se ofreció Magalen.

            -O yo.-Dijo Mapi.-Tu siéntate, guapa.

            -¡Por favor! ¡Que no le echo veneno al café!

            -Claro que no Julia, - dijo Magalen conciliadora,- pero sabe como si se lo echaras y solo puedo tomar dos descafeinados al día, entiéndeme.

            Si pensaban que así la ofendían estaban equivocadas. Se libraba de cocinar y de otras muchas tareas por su falta de aptitud para ellas, pero no le importaba. Cuando se casara tendría una persona que se ocupase de la casa, porque ella solo se centraría en su consultorio y su trabajo.

            Estuvieron tomando café y esperando el regreso de Paula. Cuando llegó lo hizo con aquella sonrisa forzada, como si se la hubieran dibujado a rotulador y se esforzara en mantenerla.

            -He ido a dos entrevistas. En una boutique igual me contratan, no es en Zara ni nada de eso, es una boutique del barrio de Salamanca. A la dueña parece que le he caído bien, dice que tengo el perfil.- Comentó como si aquello fuera una gran noticia mientras agradecía con su sonrisa insípida la taza de café que le dio Mapi.- No sería un gran sueldo, pero hay comisión por las ventas…

            -No te voy a engañar, con tu preparación me duele mucho que tengas solo ofertas de ese tipo, pero hoy por hoy es lo habitual.-Dijo Magalen.

            -Hablando de tiendas. Se nos va a echar encima la boda de Julia y no hemos empezado ni a mirar los vestidos.-Dijo Mapi.

            Julia y Magalen le dieron toda la razón y pensaron que sería un buen momento para ir mirando algo. La única que no estaba de acuerdo era Paula.

            -No tendréis vosotras. Yo tengo el vestido de la boda de Magalen, que está impecable y es precioso. No pienso comprarme otro, además que mi economía no está para excesos y tengo que ahorrar para el regalo…-Comentó mientras miraba en el interior de su bolso y sacaba el teléfono que estaba sonando.-¿Diga?- Contestó; como las otras tres seguían hablando cubrió el auricular con la mano.-Chicas, por favor…no oigo nada.

La conversación fue corta, ella asentía o negaba escueta, mirando con cara de póker al frente de azulejos y mordiéndose los labios nerviosa. Sus amigas se miraban entre si, intrigadas. En cuanto terminó la conversación la siguiente pregunta era lógica:

            -¿Quién era?

            -¿Qué pasa?

            Paula se pasó la lengua para humedecerse los labios. Tragó saliva y sin ocultar su confusión, explicó.

            -Era alguien del periódico, quieren que vaya dentro de tres días a cubrir una noticia… que vaya como periodista.

            -¡Paula, eso es genial!

            Su sonrisa, su tranquilidad, su buen humor, todo lo que con tanto esfuerzo fingía se esfumó ante el pánico que la embargó. Comenzó a negar.

            -No puedo hacerlo. No puedo. Seguro que…él ha metido mano…- Jadeaba nerviosa.- Seguro que van a firmar la compra del Grupo Editorial y él quiere que esté allí para hacerme daño, como yo se lo he hecho a él.

            -No pienses eso… Seguro que alguien se ha puesto enfermo o no puede ir ese día y han pensado en ti. ¡Es tu oportunidad de demostrar lo que realmente vales!- La animó Julia.

            -¿Te han dicho que es una exclusiva o algo así?-Preguntó Mapi.

            -No… solo ha dicho que hay que cubrir una noticia…

            -¡Pues está claro que no es esa, por que eso sería un notición…¿no?!

            Las otras asintieron con la intención de disipar los temores de ella. Julia cruzó una mirada con Magalen y asintió. No estaban muy seguras de que aquello fuera lo mejor pero…

            -Paula,- comenzó Magalen,- estás equivocada; no sé qué noticia será pero… me consta que no tiene nada que ver con Marcos Salinas, porque…él se fue a Norteamérica poco después del día…del parking.

            ¡Había vuelto a Norteamérica! El había dicho que se quería quedar en Madrid, que quería abrir una sede de su empresa allí… Una vez más, a su pesar, sus ojos se cuajaron de lágrimas. ¡Qué absurdo! Desde que dejaron de verse, ella iba por la calle mirando a la gente, esperando cruzarse con él y verle, o ver el discreto color gris del llamativo Maserati. Cada vez que volvía a casa pensaba que aquel día no se habían cruzado, pero que quizá al día siguiente u otro…porque aunque Madrid era muy grande, el mundo era un pañuelo…

            -Paula, cariño…- Sus tres amigas la rodearon envolviéndola en ternura.

            -¿Estás segura?-Preguntó a Magalen.-¿De verdad que…no está aquí?- Vio asentir a Magalen, quien se esforzaba por contener sus emociones a pesar de que sus ojos se enrojecían por momentos, amenazando lágrimas.- Bueno,- musitó,- no sé qué esperaba realmente, es… absurdo. Pero… Estados Unidos…Si que necesitaba distanciarse…-Hizo un esfuerzo titánico por volver a sonreír.- ¿Os importa si hoy no… os acompaño a ver vestidos? Me apetece estar sola un rato.

            Las otras asintieron y la dejaron ir a su cuarto. Por el momento no podían hacer más que dejar que lamiera sus heridas.  

             

    

 

 


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