ALGUIEN COMO TÚ
LA PRUEBA DE FUEGO
XV
-Pasa…¿Qué
haces ahí parada?
Paula
miraba ante si paralizada por la sorpresa. Aquello no era una suite, ni tampoco
era una suite de lujo. Estaban en un apartamento enorme en el último piso de uno
de los mejores hoteles de Madrid, si no el mejor, y solo se le ocurría
preguntarse como podía pagar aquel hombre todo aquello. Una de dos, o era
multimillonario, pero de los súper multimillonarios o era un estafador de clase
extra, pero de la súper extra.
-¿Cómo
puedes pagar todo esto?- El agobio que se había apoderado de ella no le permitía
ser más cuidadosa o menos directa con su pregunta.
La
estancia en la que estaban parecía sacada de una película hollywoodense tipo El
lobo de Wall Street.Un salón en el que cabía perfectamente la vivienda que
compartía con sus compañeras o el piso de sus padres. Tenía una cocina de
concepto abierto y sobretodo, más allá una terraza inmensa con piscina de
entrenamiento…
El
sonrió con indiferencia.
-En
realidad no lo pago.
-Ya.
Te lo ceden porque crees el mayor accionista de la cadena…pero en realidad no
lo eres…
Marcos
se acercó a ella con aire seductor. Seguía sonriendo. Ella no.
-Así
es, no lo soy. ¿Importa mucho?- Le abarcó las manos por la cintura y la acercó
a su cuerpo.
Paula
no reaccionó a su acercamiento. Estaba concentrada en sus pensamientos. Que si
importaba, decía él. ¡Claro que importaba! Ella no tenía nada pero sería incapaz
de masticar un trozo de pan que no fuera suyo sin permiso del dueño y mucho
menos se aprovecharía de él o lo robaría…o…o… Llegó hasta ella el aroma de él, sutil,
calando sus sentidos como lluvia fina de primavera, evaporando su capacidad de
razonar; cerró los ojos como si con ello quisiera mantenerse inmune a todas las
sensaciones que le provocaba la presión de su cuerpo contra el de él, el roce
de sus manos por el cuello y la barbilla, el paseo de sus labios suaves y
calientes como las arenas del desierto. Su resistencia fue nula. Quizá en algún
recóndito lugar de su cerebro se alzó una fina voz de alarma, una mínima
advertencia, pero fue ensordecida por un deseo tan intenso como aterrador. Se
apartó de los labios de ella apenas unos centímetros para verla entregada a él.
En el rostro masculino se reflejaba la pasión salpimentada por el brillo
ilusionado de sus ojos. Ella solo hundió sus dedos en la recia cabellera
castaña y le atrajo de nuevo para volver a sentir su besos. Ambos cuerpos
irradiaban fiebre en su fricción, no podían estar más pegados, pero si más
unidos. Lo sabían los dos. Por eso aceptaron el paso siguiente con el que
iniciaron un camino de brasas, más tortuoso y a la vez excitante. Una vez más ella
se dejó llevar y acabaron tumbados en un lugar cómodo y fresco que lejos de
atemperar sus cuerpos, asumió el calor de los de ellos.
Las
manos de él desabrocharon seguras uno a uno cada botón de su blusa, yendo su
boca tan cerca de sus dedos que casi parecía que lo hiciera con los labios.
Aquellos mismos labios que por momentos la torturaban cerrándose en sus pezones
endurecidos por el deseo y por momentos eran torturados en un juego pérfido en
el que ella les negaba su boca mientras sus finas y blancas manos se aferraban rígidas
a su espalda o apartaban a tirones toda prenda que se interpusiera entre ellos.
El dijo algo, ella soltó una carcajada gutural y cristalina que se perdió en el
inmenso dormitorio mientras él se “vestía” para la ocasión. Ella dejó escapar algo
parecido a un quejido y se mordió el labio inferior cuando su puro instinto la
obligó a separar las piernas y permitirle el acceso libre a su interior, donde él
quedó preso, envuelto en la sedosa calidez femenina, acompañándola en cada uno
de su trémulos movimientos hasta que hizo erupción todo el ansia que había en
ellos y que fue a desembocar en un mar de sosiego.
Todo
quedó en silencio. Se miraron, agotados como soldados que regresan tras la más
fiera batalla. La comisura de los labios femeninos se curvó hacia arriba en una
dulce sonrisa. El solo pudo pensar en que su boca quería volver a besarlos, en
que sus dedos deseaban seguir paseando por la aterciopelada superficie de su
blanca piel, dibujando cada uno de sus relieves hasta aprenderlos de memoria.
Veinte
pisos más abajo, en el parking del hotel, Mapi y Julia jadeaban y se sonreían agotadas
pero satisfecha con su logro. El tío que perseguía a Paula y a Marcos estaba ya
dentro del seiscientos de alquiler, en el asiento del copiloto, cegado con un
pañuelo de cuello e inmovilizado con las bridas que con tan buen tino compró
Julia junto con el mango de la azada en la ferretería. Había llegado siguiendo
el coche del espía más que el que conducía Marcos acompañado de Paula. En
cuanto ellos se apearon y se perdieron por la puerta que conducía a los ascensores,
el hombre salió tras ellos y ellas tras él. Fue Mapi, mas ducha en aquel tipo
de artes, quien se armó con el mango y avanzando sigilosa, le arreó un mangazo
al tío dejándole si no grogui, si lo suficiente aturdido para que se dejara
poner el pañuelo en los ojos y las bridas en las muñecas sin demasiada
resistencia. Fue más difícil que se dejara conducir al coche, pero con tres
bastonazos más en la corva de las rodillas consiguieron bastante colaboración
por su parte, aunque no su silencio.
-¿Quiénes
sois?¿Qué queréis?...¡Vais a pagar esto muy caro!...¡Soltadme ya u os juro que
lo vais a lamentar!
Julia
y Mapi se miraron preocupadas. Con un simple gesto de su mano, Julia logró que
Mapi se apartara del seiscientos.
-¿Tú
crees que estamos haciendo bien?- Susurró preocupada.- Mira que me estoy
jugando la carrera, que si este tío nos denuncia…
-¿Por
qué nos va a denunciar?
-¿Porque
le hemos agredido y maniatado?
La
rubia negó.
-En
primer lugar a este le gusta la policía menos que a nosotras y en segundo lugar
no nos ha llegado a ver, por lo que es imposible. Además, ¿cómo le íbamos a
reducir si no era al estilo “Mariano”? Tranquila, estos mafiosos solo entienden
ese idioma. Tú déjame a mi… que yo me he visto casi todos las temporadas de Los
Soprano y El Padrino uno.
-Vale, pero cambia la voz que no te
reconozca.
-Eso ya estaba pensado, nena.
Se hicieron una señal de acuerdo y
volvieron al coche. Mapi ocupó el asiento del conductor y Julia el de atrás.
-Si dices una palabra más sin ser
preguntado, te amordazaremos.- La voz de Mapi sonó ronca, aunque no lo
suficiente como la de Marlon Brando, pero podía valer.
-¡Iros a la mierda! Ya me estáis
soltando o…
-¡Hazle callar!- Ordenó la ronca voz
de Mapi a Julia.
La otra abrió los ojos como hogazas
de pan.
-¿Le mato?-Preguntó impostando
también su voz. Suponía que Mapi quería asustarlo.
-¡No! Amordázale, métele un pañuelo
en la boca.
-Sabes que no uso pañuelo, uso clínex.
-Pues métele un par de clínex.
-¡No
me quedan! Con la alergia al polen me paso el día moqueando y he gastado el
paquete esta mañana…- Julia se cubrió la boca con la mano al ver la mirada
furiosa de la actriz. Acababa de dar pistas sobre ella y aunque no reconociera
su voz, el tipo podía buscar a una mujer alérgica al polen…
-¡Qué
bien me lo voy a pasar aplastándoos debajo de mis pies!
Ni
Mapi ni Julia querían seguir oyéndole porque se incrementaba su miedo
notablemente. Tenían que conseguir callarle como fuera. De pronto Julia recordó
algo y sacó del bolsillo de su chaqueta un buen puñado de celulosa.
-¡Tengo
estos! Están usados, pero valen…
Mapi
arrugó el morro con asco.
-¿Todavía los tienes en el bolsillo?¿Por
qué no los tiras después de usarlos?
-Es celulosa, los guardo para tirarlos
en el contenedor de reciclaje…¿Se los meto a la boca o no?
-Con tal de que se calle…
Y allí estaba el tío apretando los
labios como un infante ante una cucharada de puré verde, mientras Mapi
intentaba abrirle la boca para que Julia le metiera los clínex usados.
-¡¡Abre la boca!!- Ordenó. El otro
negaba desesperado con la cabeza y sin separar los dientes.- ¿Te vas a estar
callado?- El otro asintió repetidamente.-Bien, a la primera palabra que sueltes
a destiempo, te calzamos los clínex moqueados, que lo sepas.
El otro volvió a asentir. Ellas se
miraron; estaban sudando. Era evidente que ninguna de las dos servía para
delinquir. Otro leve gesto y volvieron a bajarse del vehículo.
-Vale,- Julia se dirigió nerviosa a
Mapi,-¿ahora qué hacemos?
-Llamarles y decirles que ese tío
les estaba persiguiendo y que ya… Marcos se encargue y haga lo que quiera con él.
Entre ellos se entenderán.
-Vale, pero llama tú, me tiemblan
las manos tanto que no es que no consiga marcar, es que no puedo ni sujetar el
teléfono.
La llamada fue rápida y de forma
concisa y clara Mapi puso a Paula en antecedentes acerca del hombre que les
seguía y les había hecho fotos y a quien ellas tenían amordazado en el garaje
del hotel. Le pidieron que se lo dijera a Marcos para que viera lo que quería
hacer con él. Que tenía pinta de rockero trasnochado.
Esperaron a que bajaran. Entró un
vehículo en el parking y disimularon fingiendo que iban a subir a un coche y
cuando dos hombres con apariencia de ejecutivos se perdieron en dirección a los
ascensores, volvieron junto a la puerta a seguir esperando. Paula no tardó
mucho en llegar, pero estaba sola. Ellas quisieron preguntar por Marcos, pero
la reacción de su amiga fue más rápida.
-¡¿Qué es eso de un tío que nos sigue
haciéndonos fotos y que lo tenéis amordazado?!¡¿Es que habéis perdido la
cabeza?!- Espetó molesta y temblando de puros nervios.
-¡Es que os estaba siguiendo! Nosotras
le hemos visto en la Plaza Mayor…
-¡¿Vosotras qué hacíais allí?!...¿Por
qué es la segunda vez que nos encontramos?
Mapi y Julia fingieron no haberla oído.
-¿No quieres verle?¿Por qué no ha
bajado tu amigo?
Paula se desesperó.
-¿Estáis locas?¡No le he dicho
nada!¿Y si resulta que el tío es un policía que le está investigando y le detiene?...¿Cómo
se os ocurre traerle aquí para que le encuentre?¿Donde está?- Le señalaron el
coche.-¿Y ese seiscientos? ¡No lo habréis robado, porque ya os veo capaces de
todo!
Otro coche apareció por la entrada pero
ellas ya estaban junto al suyo, así que no tuvieron que disimular nada.
-No, lo hemos alquilado.
-¿Para qué?- Preguntó sin entender
nada. Abrió la puerta.-¡Tú!- Le dijo al de la camiseta de Kiss.-¿Quién eres y
por qué nos has estado siguiendo y haciendo fotos?
El espía seguía apretando los labios
uno contra el otro con fuerza.
-¡Contesta, tío!- Le ordenó Mapi
malhumorada.
Paula la miró sorprendida. ¿Por qué hablaba
como Vito Corleone?... En fin… No tenía tiempo para eso en aquel momento.
-¿Eres
policía?¿Periodista?¿Detective?- Le acosaba a preguntas.-¿Quién eres?¿A qué te
dedicas?
El otro no contestaba. Se mantenía
quieto.
Paula se incorporó.
-Tenéis que llevároslo de aquí.
-¡¿Cómo?!
-¡Pues igual que lo habéis traído,
guapas!... Dejadle…no sé…en el polígono viejo, donde estuvimos el otro día…
-Que no le hemos traído, que os ha
seguido él solo…
-¿Igual que nosotros os hemos
seguido a vosotras?- Oyeron tras ellas la dura voz de Magalen.
Se quedaron petrificadas al
reconocer aquella voz y ver a la pareja que se acercaba con no muy buena actitud
hacia ellas. Estaban preparadas para un secuestro, pero no para enfrentarse a
Mami y al Profesor.
UFF que interesante, verás la bronca que las cae, buen trabajo, espero la continuación
ResponderEliminar😘😘🥰👍👍
Eliminar