ALGUIEN COMO TÚ
Tuvo suerte. Al llegar a la zona de los
ascensores una pareja salía de uno de ellos, por lo que pudo entrar justo antes
de que se cerraran las puertas. Marcos no llegó a tiempo. Ella suspiró
agradecida. No estaba enfadada con él, ni siquiera molesta, es más, en otras
circunstancias se hubiera reído de las bromas sobre el cambio de roles. Pero en
aquel momento no. Necesitaba estar sola. Necesitaba pensar, analizar qué le
estaba ocurriendo.
Volvió a casa en el metro. Abrió la
puerta del piso con sigilo para no romper el silencio reinante. Suponía que
Julia estaría acostada y que Mapi aún no habría vuelto; sin embargo se
sorprendió al ver que la habitación de la psicóloga estaba vacía. Era raro que
Julia estuviera fuera de casa a aquellas horas, sin embargo eso le vino bien a
ella. Se puso la enorme camisola que usaba para dormir y se dejó caer en la
cama. Cerró los ojos y al instante su mente se llenó con la imagen de Marcos y
las mil y una sensaciones que la arrastraban cuando estaba con él. Recordaba
haber sentido algo parecido hacía tiempo, cuando comenzaba a salir con Guille, luego,
poco a poco se fue disolviendo. Pero ahora…se sentía fuertemente atraída por Salinas
y se comportaba como una descerebrada. ¡Apenas sabía nada de él! ¡Ni siquiera
tenía su numero de teléfono! Cuando eran unos críos no se fijó en él hasta el
fatídico suceso de la silla y tan solo hacía unos días que le había vuelto a
ver.
¡Era de locos!
Al día siguiente y sin haber dormido
apenas, Paula se despidió de sus amigas al irse a trabajar. Durante el desayuno
les había relatado de forma muy somera como fue la cena de la noche anterior;
por supuesto omitió algunos detalles importantes que prefería guardarse por el
momento, ya que le eran tan difíciles de digerir como aquellas tostadas
quemadas y frías que había preparado Paula.
Cogió del perchero su chaqueta azul y
bajó las escaleras mientras se la ponía. Al pasar frente al espejo del portal
se echó un vistazo rápido y ni siquiera evaluó lo que veía. Se había recogido
el pelo en una coleta, había perdido poco tiempo en maquillarse con lo que el
resultado era discreto y se había vestido con un pantalón vaquero gris claro y una
camiseta amarilla de Benetton. Por último y para su comodidad calzaba unas
deportivas blancas y colgaba en bandolera una bolsa de patchword que le había
hecho su madre en sus clase de manualidades y que a ella le encantaba por dos
razones, la primera ya se ha mencionado, se la había hecho su madre, y la
segunda era que todo lo que quisiera llevar le cabía allí. Estaba segura de que
si algún día quería secuestrar un elefante del zoo, tan solo tendría que
empujar un poco y entraría.
Le vio en cuanto salió del portal.
Estaba apoyado en Cirilo con los brazos cruzados sobre el pecho en actitud de
espera. Iba vestido de sport, con un pantalón tipo chino de color arena, una
camisa de cuadros en tonalidades que iban desde el ocre al marrón pasando por
el beis y una americana marrón chocolate. A la vez sencillo y elegante, sin
corbata con el cuello de la camisa abierto. Paula notó el agradable cosquilleo
que ya se le iba haciendo habitual sentir cada vez que le veía, sin embargo no
quiso admitirlo ante él, mucho menos ante sí misma, y arrugó el entrecejo.
-¿Qué haces aquí?- Le preguntó acremente
sin dejar de caminar.
El aguardó a que llegara a su altura y comenzó
a andar a su lado.
-Esperarte… Por cierto, buenos días.
-¿Por qué?
-Porque está el sol fuera, la
temperatura es agradable y es un día bonito.
Le hubiera gustado contestar con una
sonrisa, pero no lo hizo.
-Que por qué me estás esperando.
-Para llevarte al trabajo, ya que el
señor latas no funciona y, de paso, echarle un vistazo a ver si puedo hacer
algo por él.
-¿Es que sabes algo de motores de coche?
-Una vez visto uno, es como si se
hubieran visto todos.-Dijo caminando a su lado.-Y si tu has tenido el cuidado
de ir recogiendo las piezas que se le han ido cayendo…Espera,- la detuvo,-
tengo el coche aquí…
Ella dudó si quería o no quería que él
la acompañara al trabajo. Bueno, querer si quería pero no sabía si era conveniente
o no, aunque le bastó pensar en los tres cambios de línea que tenía que hacer hasta
llegar al centro y eso fue decisivo. Aceptó. Cinco minutos después estaban
metidos en el intenso tráfico madrileño.
-¿Sigues enfadada?- El le lanzaba
rápidas miradas que se alternaban con la atención a la vía.- Anoche me dejaste
preocupado, no pude encontrarte y eso que te busqué. Supuse que habías subido
aun taxi.
-No sigo enfadada porque no me enfadé, al
menos no contigo. Volví en el metro y como no soy tu responsabilidad no tenías
porqué estar preocupado.
-Cuando voy a buscar a una mujer a su casa,
por lo general suelo volver a llevarla sana y salva.
-Pues considera que no formo parte de la
generalidad ya que volví sana y salva sin tu compañía.- Precisamente era con él
cuando más en peligro se sentía ella.- No sé con qué tipo de mujer sueles salir
cuando estás en Estados Unidos, pero aquí no necesitamos esa clase de atención.
-No es cuestión de protección, dejando
aparte el Movimiento de Liberación de la Mujer o de Igualdad de sexos, me
parece un gesto de educación, ¿o tampoco necesitáis educación?
Ella giró el rostro y fingió mirar por
la ventanilla. Ahí la había pillado.
-¡Está bien! Te pido disculpas.-Dijo de
pronto volviendo a centrar su atención en él.-¿Es lo quieres? Lo siento, me
sentí abrumada por las circunstancias y necesitaba estar sola.
-¿Porque me besaste?¿Qué tiene de malo?
Yo llevaba toda la noche deseando hacerlo…De no haberlo hecho tú lo hubiera
hecho yo.- Sonrió malicioso al mirarla.- Así que no somos tan feministas como presumimos,
¿eh?
-Tú sigue y te plantaré en medio de un
favor.- Le advirtió.
El
sonrió divertido. Ella también aunque lo disimuló.
Poco después el vehículo se detenía ante
el periódico.
-Vendré a recogerte cuando salgas. Me
han hablado de un sitio estupendo para comer. ¡No, no…!- la interrumpió al ver
que ella iba a decir algo, seguramente negarse a su sugerencia.-No acepto
negativas, vamos a experimentar juntos.
-Pero es que no puedo. Tengo que…
-¡¿Qué tienes ahí?!- Volvió a
interrumpirle fijando su mirada en ella.
-¿Dónde?...¿Qué…qué tengo?
-Espera, espera… aquí, en la boca - Se
aproximó a ella mirándola con interés y cogiéndole de la barbilla. Ella se
quedó muy quieta para dejarle hacer. Se oyó un suave pero veloz chasquido en el
interior del habitáculo.- ¡Ah, es un beso!
Paula parpadeó sorprendida. No esperaba
que él la besara.
-Vaya truco más malo…- Dijo riendo
mientras se apeaba del coche.
-Pero efectivo.- Le guiñó un ojo con picardía.
A ella le encantó el gesto.- Hasta luego.
-Hasta luego.- Replicó sin esconder su
brillante sonrisa.
Una vez que él arrancó y estuvo fuera de
su radio de acción Paula se dio cuenta de que había contestado “hasta luego”,
había vuelto a quedar con él para comer y experimentar.
-¡”Es que no aprendes, chica, te la ha
dado con queso.”!
No, se la había dado con beso. Un pico, ¡solo
un pico y se le había ido el sentido común a Andorra! Tendría que hacérselo
mirar porque lo que le estaba pasando con aquel hombre no era ni medio normal desde
el momento en que le volvió a ver en el gimnasio del instituto.
La mañana pasó tediosa y lenta, muy
lenta. Paula deseaba que llegara el fin de su jornada para salir y encontrarse
de nuevo con Marcos. Vio pasar a Ernesto Tablada y contestó con una sonrisa y
un leve movimiento de cabeza al saludo del Presidente del Grupo. El recuerdo de
Marcos no se le había despegado de la cabeza ni una vez, sin embargo el hecho
de ver a Tablada le dio una luz más oscura a su pensamiento trayéndole algo que
parecía haber olvidado, su investigación, sus dudas hacia la honradez de Marcos,
incluso de Luis.
“¡No, no, Paula, estás confundida! Seguro
que entendiste mal. Las palabras se pueden tergiversar sin querer; se puede
entender lo que no es. Seguramente has tomado por B lo que sencillamente es A.”
Queta le había dicho muchas veces que
como buena Sagitario su mente volaba en el mundo de la imaginación con
demasiada facilidad, que a ella le iba más lo subjetivo y que el periodismo
debía ser objetivo, que debía adaptarse a la escritura creativa, que era lo
suyo. Y era cierto. Así que con respecto a Marcos había imaginado demasiadas cosas.
Además, él se prestaba a ello; doble nacionalidad, dos nombres y apellidos
diferentes, no aparecía con ninguno en las redes sociales, en ningún momento le
había visto pagar nada, ni sacar una tarjeta. Solo le vio dar una gruesa
propina al aparcacoches del Carlton… Seguro que todo eso tenía una explicación
muy lógica y muy decente…
-¿Qué te pasa?
-¿Qué?- Volvió a la realidad gracias a
la voz de su compañera.
-De pronto te has puesto muy seria y te
has quedado callada. Por un momento has debido olvidar que viene a buscarte ese
bombón que no sé por qué se ha fijado en ti y no en mi.-Bromeó.- Nena…¿le
puedes dar un achuchón de mi parte? Seguro que todo lo que no se ve lo tiene
tan bien puesto como lo que se ve. ¡Aprovecha, tonta, que mañana será otro día!
Paula consiguió sonreír y apartó de un
manotazo los grises pensamientos. No, estaba equivocada y ya. Además Queta
tenía razón. Mañana sería otro día diferente.
Gracias Loli. 🥰😘
ResponderEliminarMuchas gracias a ti y un beso.
Eliminar