ALGUIEN COMO TÚ




 LO QUE VIÓ FELIPE III

 

                    XIV

 

            Mapi adosó su espalda al pilar de un arco de la Plaza Mayor y exhaló un hondo suspiro. Estaba sudando. Sacó de su bolso en bandolera el teléfono móvil y marcó un nombre en la pantalla. Oyó paciente los tonos hasta que poco después le llegó la voz de Julia.

            -Hola,- Saludó.- Estamos en la Plaza Mayor.

            -¿Cómo ha ido la mañana?

-No te lo vas a creer, Julia: Después de dejar a Paula en el periódico, él ha vuelto a casa, a la nuestra, ha estado tocando el timbre del portero y como nadie ha contestado, porque tú ya te habías ido al trabajo y yo le estoy siguiendo a él en esa mierda de coche que me has obligado a alquilar, ha ido hacia Cirilo, ha mirado a su alrededor disimulando y Adivina…

-Mapi, no estoy en condiciones ahora de ponerme a adivinar.- Replicó impaciente Julia.

-¡Ha forzado la cerradura y lo ha estado revisando de arriba abajo! Mira que iba hecho un pincel, pues ha abierto el capó y ha toqueteado algo en el motor, luego ha abierto el maletero…

-¿Qué estaba buscando?

 -¡A lo mejor lo quiere robar para usarlo en un delito o algo así! He oído que muchos de los coches que se sustraen se utilizan para cometer delitos.

-¡Robar coches es un delito en si, pero robar a Cirilo es una estupidez! Ni siquiera funciona.

-Ya lo sé, pero le hacen una pequeña reparación para que funcione y les sirva y así no dejan rastro suyo.-Insistió lanzando una ojeada a la pareja que charlaba animadamente. Todo era normal.

-Eso es muy raro Mapi.

-Raro es que se haya asegurado de que ella no está ni nosotras tampoco para saltarle la cerradura.

-¡Mapi, no exageres! La cerradura de Cirilo es de primero de robos. Acuérdate del mes pesado, que Paula se fue y tu te habías dejado una carpeta dentro y abrimos la puerta metiendo la punta de la llave de casa y girando.

-¡Pero nosotras no teníamos mala intención!- Exclamó obligándose a mantener un tono bajo de voz para no llamar la atención, aunque entre los turistas y las obras en un establecimiento cercano había tanto ruido que dudaba que su amiga y el otro la oyeran.

-¿Y él si? No lo sabemos.-Dijo Julia.-Bueno, ahora estoy saliendo del Gabinete, cojo el primer metro y nos vemos. ¿Donde estás exactamente?

-En la Plaza Mayor, al lado de una tienda que está en obras, cerca de la Casa de la Panadería.-Se ubicó.-No tardes mucho, seguir a este tío es agotador, no para quieto un instante además, con el tráfico de Madrid y yo que no acostumbro a conducir y el coche que es una cáscara de nuez… estoy muy estresada…

-Un seiscientos de los nuevos está muy bien para perderte en Madrid y es manejable. Un Ferrari rojo siguiéndole a donde quiera que va acabaría por llamar la atención, ¿no crees?

-¡Pero era muy bonito y para seguirle es más rápido que este!

-Para ir a quince o veinte por hora y a medio embrague, sirve cualquiera. Podríamos ir en bicicleta, si no fuera porque es cansado…

De repente Mapi soltó un grito.

-¡¿Qué pasa?!...¡Mapi, por favor…¿qué está pasando?!- Julia se alarmó.-¡Mapi!

-Julia,-volvió susurrar,- ¡hay un tío sentado cerca de ellos y te juro que le he visto esta mañana cuando Marcos llevó a Paula al trabajo y que estaba cuando ha ido a buscarla!...

-¡¿Qué dices?!¿Es una broma?¡No me asustes!...

-¡No quiero asustarte, no más de lo que estoy yo, pero te juro que es el mismo tío…!

Mapi volvió a chillar haciendo que de nuevo se erizara el vello de la psicóloga y parando su corazón.

-¡¿Qué?!

-¡Le acaba de dar un pico!

-¡¿Les va a poner a cavar?!- Gritó Julia.

-¡No, boba!…- Contestó la otra con toda la emoción del mundo.-Marcos le ha dado a Paula otro beso como el de esta mañana al despedirse. ¡Qué mono…!- Dijo la rubia encantada de la escena que volvía a contemplar.-¡ Julia, el espía les está haciendo fotos…!¡Ya no hay duda de que les sigue!¡Te lo he dicho!¡Te he dicho que le he visto esta mañana y…!

Al otro lado de las ondas:

-¡¡¡¡Taxxxiiiii…!!!! ¿Es que no hay un taxi?¡Taxxxiiii!

-¡No corras! Mientras sigan sentados y charlando el tío no va a hacer nada. Aquí hay mucho público. Además acaban de llevarles unos bocadillos de calamares y unas cervezas…Yo creo que hoy va a pagar ella; ya es hora, porque siempre paga él y se va a creer con derecho a algo y eso no, guapo, ¡eso no!- Mapi charlaba mientras Julia daba gracias al cielo por no estar junto a ella en ese momento porque de haber estado allí la que correría peligro sería la actriz.- Te da tiempo a llegar. Yo estoy vigilando y no voy a permitir que a ella le pase nada durante mi guardia.-Dijo con aire un tanto histriónico.- Cuando vengas ya veremos qué hacemos con el espía…

Había que mantener la calma. La sangre fría era necesaria en ocasiones como aquella. Mapi intentaba recordar si había visto en más ocasiones al tío de pelo rubio, casi blanco, que estaba sentado en una mesa a unos metros de Paula. Llevaba unos vaqueros desgastados, una camiseta negra con el logo del grupo Kiss y una chamarra de cuero con tachuelas. Nada anormal en principio, pero para el ojo crítico de Mapi era imposible que el tipo pasara desapercibido con aquel atuendo viéndolo, como lo había visto ya tres veces en aquel mismo día, vestido de vaqueros… y con zapatos negros muy brillantes.

Continuó sin quitarles ojo a unos ni al otro, esperando a Julia. Llevaban varios días alternándose en la tarea de seguir a Paula cuando salía con Marcos. No querían intervenir por temor a estar equivocadas, ya que ni su amiga periodista ni ellas tenían pruebas concluyentes en contra de él y sin embargo a favor…A favor tenían muchas. La más importante era que a Paula le gustaba cada día más, porque le mencionaba cada día menos. Era como si no quisiera que ellas cuestionasen todas las dudas que ella misma planteó desde el primer día.

-¡Ya estoy aquí!¿Todo bien?

Julia llegó acalorada y ansiosa al lado de Mapi.

-Si, todo igual…- Se quedó callada al ver a Julia con una barra de madera.-¿Qué es eso?

-El mango de una azada. Me he parado en una ferretería y he comprado esto y bridas por si tenemos que inmovilizar al espía.-Contestó con la mayor naturalidad mientras barría la plaza con sus ojos de color avellana.-¿Quién es?... Ah a ellos ya les veo…Están muy juntitos…¡Ay, Mapi, no duermo por las noches rogando que sea un tío honrado! Paula no está para otro desengaño.

Cada una a su tema. Mapi seguía mirando el palo.

-¿Por qué has comprado esto?

-¡Porque en la ferretería no tenían llaves inglesas del tamaño de la de Mariano, que es lo que realmente he entrado a comprar! ¿Me dices ya quien es el espía?

A unos quince metros de ellas, Paula sonreía coqueta ante la atenta mirada de Marcos.

-¿Me permites?

-¿Qué?

-Tienes algo aquí…- señaló la comisura de los labios.

Ella rio abiertamente.

-Ya no cuela…

-Pero es cierto.- Cogió una servilleta de papel y le limpió algo del labio inferior.

Bajó la servilleta pero dejó una mirada incendiaria prendida en aquellos labios rojos, gordezuelos y jugosos. A ella no le pasó desapercibida y sintió que su corazón se derretía con aquellos ojos como su postre helado se estaba derritiendo al sol. Una vez más todo y todos desaparecían a su alrededor bajo el influjo embrujado que ejercía él sobre ella. Una vez más estaban solos en el mundo, el resto no existía

Ella parpadeó para volver a la realidad y continuó con su postre, fingiendo que aún tenía gana de comerlo, aunque no era así.

-Bueno…¿Qué hacemos ahora que…hemos comido?

-Vamos a mi habitación del hotel. Podemos ver allí la película que quieras.

-¿Qué pasa con los cines? Hay muchos en Madrid.

El asintió.

-Lo sé, pero un cine es público y no podré darte todos los besos que te daré en cuanto estemos a solas.-Pasó su brazo por el respaldo de la silla que ella ocupaba, acercándose más a ella.- Siempre he pensado que, si no hubiera tenido que irme, hubieras acabado cediendo ante mi insistencia y en vez de ese imbécil, yo habría sido tu novio, aunque no habríamos roto, al contrario, estaríamos a punto de casarnos y formar una familia.

Ella rio divertida.

-Eras el canijo Salinas, no me gustabas.

- Pero sé que hubiera acabado gustándote; estaba seguro, solo tenía que insistir hasta que me dieras una oportunidad, aunque fuera por pesado…y una vez que eso sucediera, ya no mirarías a otro.

La voz masculina irradiaba seguridad. Tanta que ella le creyó y su mente comenzó a inventar historias al momento. Tuvo que esforzarse una vez más en no dejarse llevar por su imaginación.

Abandonaron la mesa echando a andar. El la tomó de la mano. Ella lo aceptó de buen grado.

Unos metros más atrás, un hombre vestido con vaqueros, camiseta de Kiss, cazadora de cuero y zapatos negros muy brillantes caminaba tras ellos mirando a un lado y a otro de la plaza como cualquier turista, haciendo fotos con un móvil.

El falso turista no había notado que, unos metros mas atrás le seguían con decisión dos mujeres jóvenes y muy guapas, una rubia con ojos azules, alta y espectacular; la otra también alta aunque no tanto como su amiga, con el pelo castaño claro y ojos de color avellana, vestida con formalidad, calzada con zapatos de tacón y portando en su mano derecha lo que parecía un largo y grueso palo, que desentonaba con su imagen tanto como los zapatos negros con la de su perseguido.

-Como intente algo con ella le rompo el mango en las costillas.

-Tenemos que andar con mil ojos.- Dijo su amiga.

Pero al parecer los mil ojos miraban hacia adelante, porque de haberlo hecho hacia atrás hubieran visto a la pareja que las seguía de cerca.

Magalen y César habían ido a comer al mesón de la calle Cuchilleros y al salir se encaminaron hacia la cercana Plaza Mayor a dar un agradable paseo.

Fue él quien las vio agazapadas tras el pilar de un arco, con actitud sospechosa y un mango de pala o algo así bien sujeto en la mano. Cualquier otro no hubiera hecho el menor caso, pero tratándose de Mapi y Julia, podría estar pasando cualquier cosa.

-Esas están preparando algo…

Su mujer le miró sin entenderle. En sus preciosos ojos se dibujó una mirada interrogante. El indicó con la mirada hacia un punto y fue cuando ella las vio.

-¿Qué…?- Se interrumpió apenas empezó su pregunta.

-No sé.

-¿Y el palo?

- No quiero ni pensar lo que pueden hacer con él…Pero…nuestro deber como buenos ciudadanos es preguntar y arrastrarlas a casa antes de que la líen.

-Espera…¡se van!

-¡Ni se te ocurra seguir…!

César se encontró de pronto hablando solo, así que se apresuró a ir tras su mujer.

 

 

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

EL DESTINO EN LA CARRETERA

BUSCANDO SU CAMINO.

EL DESTINO EN LA CARRETERA