ALGUIEN COMO TÚ

 


EN SITUACIÓN

Madrid   

 Trece años después…(aproximadamente)


            Julia sostenía con ambas manos su taza de café negro y tomaba pequeños sorbos mientras esperaba la respuesta de su amiga. Encima de la mesa estaban los restos del exiguo desayuno y  un sobre rasgado que contenía la invitación para el homenaje que le iban a hacer a Margarita Sanjuán con motivo de su jubilación.

             -Entonces,¿qué? - Insistió-¿Vas a ir o no?

            -No lo sé.- Paula Merino encogió los hombros - Le tengo mucho cariño a Margari, fue la tutora de mi clase mientras estuvimos en el instituto, pero volver a ver a todos esos petardos y petardas… Además lo van a celebrar en el gimnasio del instituto, como si fuera una película de adolescentes americanos ñoños…

            -Debes hacer lo que te apetezca. Si no quieres ir siempre puedes mandar una contribución al regalo para ella y pasar de lo demás.- Le aconsejó Mapi con su habitual desparpajo.

            Eran tres. Compartían piso desde hacía años y más que compañeras eran amigas; más aún: eran hermanas, puesto que in loco parentis contaban con la misma “Mami”. Aunque hacía algo más de año y medio que Magalen se había casado y ya no vivía allí, en ningún momento se había roto o enfriado la relación entre ellas, hablaban por teléfono todos los días y se juntaban por lo menos una vez a la semana. Conservaban su esencia a pesar de que se habían producido algunos cambios en sus vidas. Mapi continuaba con los estudios de arte dramático e iba haciendo sus pinitos en el mundo de la interpretación, con lo que ganaba no le llegaba ni para una merienda, pero estaba contenta, de todas formas tenía a su padre que seguía siendo el puntal de su economía. Cualquier otra, con sus casi veinticuatro años, buscaría con desesperación la independencia monetaria y dejar de ser una carga para su familia, pero ella carecía de esos escrúpulos absurdos y, en cambio, tenía gustos muy caros de los que disfrutar sin preocupaciones. Además, si de algo estaba segura era de que no era una carga para su padre. Su máxima era que el dinero estaba para gastarlo y la cumplía a rajatabla.

            Paula estaba dentro de ese grupo anteriormente mencionado. Había acabado el curso anterior la carrera de periodismo y ya trabajaba en uno de los periódicos de más tirada del país; aunque su sueldo distaba mucho de permitirle lujos, sí le llegaba para cubrir sus gastos. Hacía cuatro meses que había roto su relación con Guillermo…Bueno… lo dejaron de mutuo acuerdo… En fin, si era sincera…él la plantó porque decía que aquello no iba a ninguna parte y se aburría. ¡Imbécil!...¡Ella también se aburría mortalmente y nunca se quejó! Desde entonces no había vuelto a salir con nadie; no como él, que se pavoneaba por el periódico con la estúpida redactora del dominical femenino, cuyo trabajo consistía en escribir diciéndole a las mujeres qué ponerse, como maquillarse o qué hacer, como si las mujeres no tuvieran criterio propio para hacer lo que les diera la gana, aunque no estuvieran a la moda. Guille, aparte de llevar a su nueva novia colgada del cuello como una medalla de la virgen de Atocha, trabajaba  en todas las secciones y en ninguna en particular, lo mismo acompañaba a uno de los cronistas de deportes que se encargaba de las necrológicas… Bien pensado, le importaba un cagarro a qué se dedicaba su ex.

            Julia seguía siendo la eterna estudiante. Ya se había licenciado en Psicología, pero ella y Roberto habían retrasado su boda un año más porque la hipoteca de la casa de dos plantas no se pagaba sola y no era cuestión de desaprovechar el trabajo que le habían ofrecido en el gabinete psicológico donde hizo las prácticas, un trabajo  que, todo sea dicho, además de un buen sueldo para aportar al pago de la casa, le  proporcionaba conocimientos y experiencia profesional para cuando abriera su propia consulta.

            -Supongo que iré,- aceptó Paula sin demasiado entusiasmo.- Ella se merece este esfuerzo por mi parte, pero ya se me revienta el presupuesto de este mes. No es solo el regalo, es la comida y las copas de después…

            -Si tú apenas bebes.

            -Ya, pero va incluido en el precio, beba o no, lo pago.- Aclaró.-Pero, de verdad, lo que más cuesta arriba se me hace es encontrarme con la tropa y tener que oír lo bien que les va y no tener nada interesante que contarles…Bueno si, tendré que explicar por qué el novio que tenía desde el instituto va acompañado de la otra…, porque seguro que van…Yo pensaba que a estas alturas mi vida iba a ser muy diferente a lo que es.

            Julia frunció el ceño, molesta por la actitud de su amiga.

            -¿Es que no te gusta?

            -Sabes que si, Julia, no saques de contexto la conversación; pero admito que me voy a sentir un tanto incómoda. Yo siempre he tenido las ideas muy claras y nadie puede echarme en cara que no lucho por mis sueños, pero no sé…cada vez que casi los toco, se convierten en mierda.

            -¡Tía, que acabamos de desayunar y estamos con el café aún!

            -¡Qué fina eres!- Le reprochó a la rubia.- A ver si te crees que cuando sales del baño huele a los limones salvajes del Caribe…y para colmo rocías perfume, que en vez de disimular el olor base, se mezcla con él y crea una especie de gas que nos pone los ojos en blanco, que mira que ya llevamos juntas años, ¡pues no hay quien se acostumbre…!

            -¿Qué quieres? Soy Humana.- Mapi le restó importancia a aquellas afirmaciones.

-Pues precisamente “eso” es  lo   que me hace pensar que quizá no lo seas. 

Acabó dejándose llevar por la risa y las otras la acompañaron

Un instante después entraba a la cocina Magalen, quien se mostró gratamente sorprendida ante la escena que encontró.

            -¡Qué gusto da veros tan contentas de buena mañana!- Las chicas se sobresaltaron al verla, no la habían oído llegar.-¿De qué estáis hablando qué os hace tanta gracia?

            Como respuesta las otras volvieron a reír con más ganas. No era un tema para ahondar más en él. Mejor dejarlo.

            Al igual que la de ellas, Magdalena Peña también había cambiado mucho. Ya no era la misma mujer que aspiraba a doctorarse en Ciencias Bioquímicas. Se había casado con su amado profesor, César Guzmán, a finales de agosto celebrarían su segundo aniversario matrimonial. Se había doctorado; seguía trabajando en el laboratorio de la Facultad con su marido, en ocasiones le suplía dando clases y también le salían algunos “bolos”, como llamaba Mapi a las conferencias que daba acerca de su tesis en otras universidades. Ahora cuidaba su aspecto, su vestuario, para mantener una imagen adecuada a su trabajo. Pero el cambio más importante estaba por llegar. Estaba embarazada de nueve semanas, algo que a César y a ella les hacia inmensamente felices, aunque hacía pocos meses que habían decidido ir a buscar un bebé y les había sorprendido lo pronto que lo habían encontrado.

            Mapi se sentó frente a la silla que ella ocupó y la miró con un brillo de maliciosa diversión.

            -Oye…¿qué pasó anoche?- Preguntó apoyando los codos sobre la mesa redonda para acortar la distancia que las separaba.

            -¿Anoche?- Se extrañó la futura mamá.-No sé…¿qué pasó?- Preguntó a su vez sin saber a qué se refería la rubia.

            Esta cruzó la mirada con las otras dos y las tres se centraron en ella con igual expresión.

            -Mapi dice que anoche estrenaste el camisón blanco que te regalamos en tu cumpleaños.- Aclaró Julia con picardía.

            Magalen intentó disimular su desconcierto pasando un mechón de cabello castaño detrás de su oreja para dejarlo sujeto.

            -¡Qué absurda pregunta!¿A qué viene eso?

            Julia abrió más su sonrisa hasta enseñar la blanca hilera de sus dientes superiores y sin apartar aquella mirada parda de ella, dijo:

            -Mapi, procede.

            Mapi sacó su teléfono de ultima generación, tocó algunas teclas y leyó:

            -“¡Muchas gracias!¡Que Dios os bendiga!”- Alzó su centelleante mirada y la clavó en la que tenía enfrente.- Sólo el camisón que te regalamos podría conseguir que un científico ateo hasta la médula mandara este mensaje anoche a las once menos cuarto, o si te resulta más preciso, las veintitrés cuarenta y cuatro.

Podía disimular todo lo que quisiera, pero el color rojo que tiñó sus mejillas no tenía forma de ocultarlo. ¿Así que eso fue lo que hizo César con el teléfono cuando

ella salió del baño la noche anterior?¿Mandar un mensaje de agradecimiento y bendiciones? Ya, ya cruzaría unas palabras con él sobre su exceso de entusiasmo y su elocuencia cuando se encontraran más tarde.

            -No es de vuestra incumbencia.- Atajó.

            -Eso es un rotundo si.- Dijo Julia.- Siempre he dicho que el profesor no es un friki de la ciencia mas que en el laboratorio.

            “Bueno, no siempre…” se dijo Magalen desviando la mirada al recordar algunas ocasiones que…sobretodo aquella vez que casi les pillaron los becarios en la oficina de él…Salvo el susto y las prisas finales para vestirse, fue glorioso.

            -Dejad ya las tonterías. Gracias guapa,- le sonrió a Paula cuando le puso una taza de café con leche,- ¿qué novedades hay desde la última vez que hablamos?

            -¿Desde ayer por la tarde? Nada.

            -¿Has pensado si vas o no al homenaje de tu profesora?- Preguntó interesada a Paula.

            -Si, iré.- Asintió con desgana.

            -Me alegro. Siempre has hablado muy bien de tu profesora Marga, de hecho, creo que es la única a las que has mencionado. Siempre has dicho que en tu época preuniversitaria te alentó mucho. Además, ya es hora que salgas a divertirte un poco, desde que rompisteis Guillermo y tú pareces una presa.

            -El ha pasado página y tú deberías hacerlo también.-Intervino Julia.

            -No se trata de eso…

            -Dice que no quiere oír los triunfos de sus compañeros de clase porque ella no tiene nada interesante que contar.

            -¡Ni ellos tampoco, Paula!- Magalen la miró con aquella expresión maternal que junto con otras características suyas, le habían hecho ganarse el cariñoso apelativo que usaban con ella…

            -Pero Mami…-Ese.

            -Sois muy jóvenes todos, no habéis tenido tiempo material para triunfar.

            -Luis Sánchez tiene una empresa de construcción y era el más bobo de la clase, siempre estaba haciendo tonterías…-Dijo con aire mimoso.- Os apuesto a Cirilo que lo primero que hará cuando me vea será preguntarme si llevo las bragas de color rosa. Siempre me preguntaba eso desde que el idiota del canijo me empujó la silla y caí enseñando las bragas.

            -¡Aceptamos la apuesta!- Exclamó Mapi.- Si ganas, Cirilo Latas sigue siendo tuyo y si pierdes, te lo quedas. Buena cosa va a apostar. ¡Lo mejor que tiene esa batidora es el nombre…!

            -Pues bien que te subiste a él el jueves pasado cuando llegabas tarde al centro y me pediste que te llevara.

            -Y te lo agradezco mucho, ya lo sabes, pero llegué con el hígado descolgado.

            -¡Seguro que encontraste a alguien que te lo volviera a colgar!- Replicó molesta la dueña del vehículo.- Ya sé que le tengo que cambiar la amortiguación…

            -Se la podrías cambiar si la tuviera, le tienes que poner una.- Dijo Julia.

            - Magalen, no se te ocurra subir al Cirilo, o echarás a la niña por la boca.

            -¡Qué exageradas! Además, qué empeño con que es una niña, Mapi, si estoy de nueve semanas, la que sabe su sexo es ella…La criaturita, hablo en femenino por eso. Puedo hablar en masculino refiriéndome al feto. No sonrías tanto.

            Pero daba igual, Mapi insistía en que sería una niña y ella iba a ser su tía favorita. Las otras no estaban tan de acuerdo. Magalen suspiró. Como siempre acabarían discutiendo entre ellas sobre quien iba a ser la mejor tía para la niña, porque en eso no tenían dudas, sería una niña.

 

            













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