ALGUIEN COMO TÚ




                       LA TRACA                                                         

                              IV

            -¿Qué hacemos?

            Paula se sorprendió; no esperaba encontrarle tan cerca. Cuanto más le miraba más le sorprendía que Marquitos Salinas se hubiera convertido en un hombre tan masculino, irradiaba virilidad, seguridad en si mismo.

            -¿Sobre qué?

            -La gente se está sentando a cenar. Sigo siendo tu novio y me siento a tu lado o aclaras la verdad y me voy a otra parte.

            No tenía que pensar mucho para decidirse.

            -Escojo la opción A por ahora.- Dijo con tranquilidad dejándose acompañar hasta las largas mesas preparadas para la comida.

            -Hay que decir que la organización se lo ha trabajado mucho.-Comentó él separando caballerosamente una silla para que ella la ocupara.

            Paula se quedó en pie, mirándolo con la desconfianza opacando su hermosos ojos.

            -Venga ya. Te digo lo mismo que entonces, no lo hice a posta. Ni siquiera miré cuando te caíste…

            -¡Paula Merino!- Oyó que la llamaban a su espalda. Cerró los ojos. ¡Justo el que faltaba!  Luis Sánchez.-¿De qué color llevas las bragas, Paulita?- Y sin transición se dirigió a Salinas.-Marquitos, a ver si te luces hoy también…

            Para el caso, patata. Marcos no le prestó la menor atención y ella lo soportó como pudo el tiempo que estuvo allí, sin dejar que se sentara.

            -¿Así que has conseguido todo lo que querías?-Seguía con ella.- Alicia me ha dicho que trabajas en el periódico “El sur de Europa”, que está entre los grandes.

            -Si así es. Trabajo allí.

            -¿Y te has independizado de la casa de tus padres?- Ella contestó volviendo a asentir.- Lo has logrado, chica; me alegro por ti. Te pusiste una meta y no te has apartado de ella la vista…

            -En realidad sigo con la mirada fija en la meta.

            -Ah, eso está muy bien, es necesario tener ambiciones para crecer como personas.-De nuevo se volvió a Marcos Salinas-¿Y tú, Marcos, a qué te dedicas?

            Paula atendió con curiosidad mal disimulada a la respuesta para Luis.

            -Ya sabes… a esto y a lo otro, según sale. Un poco de todo, aquí y allá…Los negocios me van bien.

            La mirada de Paula se tornó desconfiada otra vez. Nunca había oído una respuesta más ambigua que aquella. Pero Luis la aceptó bien. Siempre había pensado que le faltaban dos patatas para el kilo.

            -Tenemos que juntarnos algún día para que me des algunos consejos; Yo tengo una constructora y va como un tiro, por eso me gustaría oír nuevas ideas para invertir, diversificar el negocio y crecer.

            -Estupendo, pues te llamo algún día… de estos.

            - Dame tu teléfono y te llamo yo.

            -Pues…- se palpó los bolsillos,- en este momento me pillas sin una tarjeta encima. He venido a comer y no esperaba hablar de negocios. Pero yo te llamaré, tranquilo…- Afirmó aceptando la tarjeta que le daba el otro.

            Por fin pudieron ocupar sus sillas ante la mesa bien surtida con platos de embutidos ibéricos, canapés y diferentes aperitivos más.

            -¿Te sirvo vino?- Se ofreció él. Ella negó. Ya había tomado una copa y era suficiente.

            Su mente estaba ocupada en otros asuntos. Durante un momento, al saber que su ”supuesto” acompañante era Marcos Salinas, su compañero canijo de sexto curso, dudó de que fuera un acompañante de señoras de un servicio de Gigolós, pero ante la respuesta tan extraña que le dio a Luís Sánchez, volvía a dudar. Era algo raro que no afirmara con rotundidad a qué negocios se dedicaba.

            “Eres periodista, chica, entérate”…

            -No he entendido muy bien a qué te dedicas.- Le sonrió con encanto intentando que no se notara su asombro al verle comer los aperitivos de forma voraz.

             - Tengo una empresa de inversiones… pero también dirijo algunos negocios más.

            -¿Dónde está la sede? Quizá la conozca.

            -Precisamente he venido a eso, ya es hora de montar una sede aquí…- Se dio cuenta de cómo le miraba ella viéndole comer de aquella manera, como si estuviera hambriento.-Perdona, es que hace un rato que he bajado del avión de Dubái y ya sabes que los musulmanes no comen este tipo de cosas; además, cuando estoy en Nueva York, en Norteamérica, en general, es muy difícil conseguir productos españoles, las leyes son muy estrictas en lo que se refiere a la entrada de alimentos, así que echo mucho de menos los embutidos…bueno todo lo de mi país. Sin embargo ya estamos trabajando en crear una empresa de importación para meter productos alimenticios de aquí.

            -¿Qué mas tienes?¿ Hoteles?

            -Algunos.-Afirmó tragando para no hablar con la boca llena.

            -Ya…¿Industria?

            -Sobretodo energéticas. Ye te digo, un poco de todo. ¿A qué viene tanta pregunta? -Por fin dejó en paz el jamón y se giró levemente para mirarla.-¿Pretendes casarte con un millonario? Porque te digo desde ya que no estoy en el mercado.

            Paula quedó un poco traspuesta por la sonrisa sardónica de él. Tenía una sonrisa abierta que mostraba unos dientes blancos y perfectos y producía pequeñas arrugas alrededor de sus ojos marrón oscuro como la piel de las castañas.

            “Entonces,- pensó- este no es un acompañante pagado por Mapi y Julia. Y si este no es, ¿dónde está el otro? También puede ser que este me esté engañando, de hecho, no le doy mucha credibilidad.”

            Sus respuestas seguían siendo ambiguas, no daba nombres, ni especificaba nada. Más parecía que estaba representado un papel, aunque convincente. Estaba segura. Salinas ocultaba algo.

            -Háblame de ti ahora.

            -No hay mucho que decir.-“ Y menos a ti” Desconfiaba, había algo en él que la hacía dudar y no estaba dispuesta a darle datos sobre ella.

            Empezaron a servir el primer plato, merluza rellena. Paula no tuvo que esforzarse en desviar la conversación para no hablar de si misma, ya lo distrajo bastante el plato, que comió educadamente, como lo anterior, pero con muchas ganas. El segundo plato fue cordero y, al parecer ya se había hartado, porque no le dedicó tanto interés. Fue durante los postres cuando algunos comensales se levantaban  y hacían discursos que elogiaban a la profesora que intentaba disimular algunas lágrimas emocionadas. Por fin llegó una hermosa tarta de nata con almendras y chocolate y ahí se cambiaron las tornas, Paula era tremendamente golosa y se comió su porción de forma voraz, solo le faltó lamer el plato.

            -¿Quieres la mía?-Marcos le acercó su plato con la porción entera.

            -¿Tú no quieres?-El negó.-No sé… es exquisita, pero tardo mucho en digerir las almendras…- Dudó. A la porra, se comería la tarta y se bebería aquella copa de crema de wiski que le había servido el camarero sin preguntar siquiera si la quería.

            Con aquello dio por concluida la cena y animada se movió por el gimnasio yendo a charlar con unos y con otros. Marcos la acompañaba haciendo el papel de novio. Estaba claro que volverían a pasar años antes de que se volvieran a encontrar, así que hacer valer una pequeña mentirijilla, no era nada. Pronto comenzó a ser la música protagonista y como todos estaban por pasarlo bien comenzaron a bailar canciones alegres de la época de su bachillerato.

            Paula comenzó a sentir calor y se acercó a la barra. Allí estaban Guille y su medalla, con una pequeña bolsa de papel en la mano.

            -Es la tarta,- explicó Vitoti,- sigo una dieta en la que no puedo comer hidratos después de las cinco de la tarde, así que me la comeré mañana en el desayuno. Ella asintió con una media sonrisa que pretendía ocultar lo poco que le importaban la bolsa, la tarta y los hidratos de aquella cursi.

            El camarero se acercó y ella pidió un agua tónica.

            -¿No quieres un cubata?- Preguntó Marcos llegando junto a ellos tres.

            -Ella bebe muy poco.- Dijo Guillermo, como si quisiera demostrarle al nuevo novio lo mucho que la conocía.

          Naturalmente el nuevo novio demostró la más absoluta indiferencia ante aquella afirmación; tan solo comentó al verla beber la tónica:

            -No deberías beber tónica después de haber tomado crema de wiski. La nata del licor fermenta con las burbujas.

            Paula se echó a reír. Fue algo extraño porque no quería hacerlo.

            -¿También tienes industrias licoreras entre tus muchos negocios?

            Tenía su cabeza muy clara, su pensamiento era nítido, lo suficiente para darse cuenta de que algo le estaba pasando. Su voz era tan inestable como todo su cuerpo. Se sentía mal…Se sentía muy mal… Su mente estaba tan clara que se dio cuenta de que estaba borracha. Pero ¿porqué? Si no había bebido apenas…sin embargo empeoraba por instantes. El estómago le iba a reventar hasta el punto de que le subió una arcada. Se llevó la mano a la boca buscando el camino al cuarto de baño. Una nueva arcada. Imposible, no le daría tiempo a llegar. Con decisión arrebató la bolsa con la tarta de Vitoti y metió la cara en ella en el justo momento en que su cuerpo volvía a convulsionar y ascendía la tercera arcada, soltando la carga en la bolsita que Vitoti miraba con espanto pensando sin duda en su tarta de desayuno. Fuera la imagen de su tarta, tan celosamente guardada, o el efecto contagio, el caso es que la novia de Guille también comenzó a vomitar dejando el suelo regado de un surtido bastante completo del menú, pero sin hidratos, eso si.

            -Me encuentro muy mal…- Acertó a gemir Paula con los ojos brillosos y la frente cubierta de sudor frío.

            -Tranquila, vamos al baño a refrescarte un poco…te mejorará.- La voz de Marcos resonaba serena en las pareces de su cerebro. Se dejó llevar, aunque antes le quiso devolver la bolsa a su dueña, quien solo con verla arrojó otra variada muestra de comida ante los rostros de asombro y repugnancia de los concurrentes.

 

             

 

 

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