ALGUIEN COMO TÚ
LA TRACA
-¿Qué hacemos?
Paula se sorprendió; no esperaba
encontrarle tan cerca. Cuanto más le miraba más le sorprendía que Marquitos
Salinas se hubiera convertido en un hombre tan masculino, irradiaba virilidad,
seguridad en si mismo.
-¿Sobre qué?
-La gente se está sentando a cenar.
Sigo siendo tu novio y me siento a tu lado o aclaras la verdad y me voy a otra
parte.
No tenía que pensar mucho para
decidirse.
-Escojo la opción A por ahora.- Dijo
con tranquilidad dejándose acompañar hasta las largas mesas preparadas para la
comida.
-Hay que decir que la organización
se lo ha trabajado mucho.-Comentó él separando caballerosamente una silla para
que ella la ocupara.
Paula se quedó en pie, mirándolo con
la desconfianza opacando su hermosos ojos.
-Venga
ya. Te digo lo mismo que entonces, no lo hice a posta. Ni siquiera miré cuando
te caíste…
-¡Paula Merino!- Oyó que la llamaban
a su espalda. Cerró los ojos. ¡Justo el que faltaba! Luis Sánchez.-¿De qué color llevas las bragas,
Paulita?- Y sin transición se dirigió a Salinas.-Marquitos, a ver si te luces
hoy también…
Para el caso, patata. Marcos no le
prestó la menor atención y ella lo soportó como pudo el tiempo que estuvo allí,
sin dejar que se sentara.
-¿Así que has conseguido todo lo que
querías?-Seguía con ella.- Alicia me ha dicho que trabajas en el periódico “El
sur de Europa”, que está entre los grandes.
-Si así es. Trabajo allí.
-¿Y te has independizado de la casa
de tus padres?- Ella contestó volviendo a asentir.- Lo has logrado, chica; me
alegro por ti. Te pusiste una meta y no te has apartado de ella la vista…
-En realidad sigo con la mirada fija
en la meta.
-Ah, eso está muy bien, es necesario
tener ambiciones para crecer como personas.-De nuevo se volvió a Marcos
Salinas-¿Y tú, Marcos, a qué te dedicas?
Paula atendió con curiosidad mal
disimulada a la respuesta para Luis.
-Ya sabes… a esto y a lo otro, según
sale. Un poco de todo, aquí y allá…Los negocios me van bien.
La mirada de Paula se tornó
desconfiada otra vez. Nunca había oído una respuesta más ambigua que aquella.
Pero Luis la aceptó bien. Siempre había pensado que le faltaban dos patatas para
el kilo.
-Tenemos que juntarnos algún día
para que me des algunos consejos; Yo tengo una constructora y va como un tiro,
por eso me gustaría oír nuevas ideas para invertir, diversificar el negocio y
crecer.
-Estupendo, pues te llamo algún día…
de estos.
- Dame tu teléfono y te llamo yo.
-Pues…- se palpó los bolsillos,- en
este momento me pillas sin una tarjeta encima. He venido a comer y no esperaba
hablar de negocios. Pero yo te llamaré, tranquilo…- Afirmó aceptando la tarjeta
que le daba el otro.
Por fin pudieron ocupar sus sillas
ante la mesa bien surtida con platos de embutidos ibéricos, canapés y
diferentes aperitivos más.
-¿Te sirvo vino?- Se ofreció él.
Ella negó. Ya había tomado una copa y era suficiente.
Su mente estaba ocupada en otros
asuntos. Durante un momento, al saber que su ”supuesto” acompañante era Marcos
Salinas, su compañero canijo de sexto curso, dudó de que fuera un acompañante
de señoras de un servicio de Gigolós, pero ante la respuesta tan extraña que le
dio a Luís Sánchez, volvía a dudar. Era algo raro que no afirmara con
rotundidad a qué negocios se dedicaba.
“Eres periodista, chica, entérate”…
-No he entendido muy bien a qué te
dedicas.- Le sonrió con encanto intentando que no se notara su asombro al verle
comer los aperitivos de forma voraz.
- Tengo una empresa de inversiones… pero
también dirijo algunos negocios más.
-¿Dónde está la sede? Quizá la
conozca.
-Precisamente he venido a eso, ya es
hora de montar una sede aquí…- Se dio cuenta de cómo le miraba ella viéndole
comer de aquella manera, como si estuviera hambriento.-Perdona, es que hace un
rato que he bajado del avión de Dubái y ya sabes que los musulmanes no comen este
tipo de cosas; además, cuando estoy en Nueva York, en Norteamérica, en general,
es muy difícil conseguir productos españoles, las leyes son muy estrictas en lo
que se refiere a la entrada de alimentos, así que echo mucho de menos los
embutidos…bueno todo lo de mi país. Sin embargo ya estamos trabajando en crear
una empresa de importación para meter productos alimenticios de aquí.
-¿Qué mas tienes?¿ Hoteles?
-Algunos.-Afirmó tragando para no
hablar con la boca llena.
-Ya…¿Industria?
-Sobretodo energéticas. Ye te digo, un
poco de todo. ¿A qué viene tanta pregunta? -Por fin dejó en paz el jamón y se
giró levemente para mirarla.-¿Pretendes casarte con un millonario? Porque te
digo desde ya que no estoy en el mercado.
Paula quedó un poco traspuesta por
la sonrisa sardónica de él. Tenía una sonrisa abierta que mostraba unos dientes
blancos y perfectos y producía pequeñas arrugas alrededor de sus ojos marrón
oscuro como la piel de las castañas.
“Entonces,- pensó- este no es un
acompañante pagado por Mapi y Julia. Y si este no es, ¿dónde está el otro? También
puede ser que este me esté engañando, de hecho, no le doy mucha credibilidad.”
Sus respuestas seguían siendo
ambiguas, no daba nombres, ni especificaba nada. Más parecía que estaba
representado un papel, aunque convincente. Estaba segura. Salinas ocultaba
algo.
-Háblame de ti ahora.
-No hay mucho que decir.-“ Y menos a
ti” Desconfiaba, había algo en él que la hacía dudar y no estaba dispuesta a darle
datos sobre ella.
Empezaron a servir el primer plato,
merluza rellena. Paula no tuvo que esforzarse en desviar la conversación para
no hablar de si misma, ya lo distrajo bastante el plato, que comió
educadamente, como lo anterior, pero con muchas ganas. El segundo plato fue cordero
y, al parecer ya se había hartado, porque no le dedicó tanto interés. Fue
durante los postres cuando algunos comensales se levantaban y hacían discursos que elogiaban a la
profesora que intentaba disimular algunas lágrimas emocionadas. Por fin llegó
una hermosa tarta de nata con almendras y chocolate y ahí se cambiaron las
tornas, Paula era tremendamente golosa y se comió su porción de forma voraz,
solo le faltó lamer el plato.
-¿Quieres la mía?-Marcos le acercó
su plato con la porción entera.
-¿Tú no quieres?-El negó.-No sé… es
exquisita, pero tardo mucho en digerir las almendras…- Dudó. A la porra, se
comería la tarta y se bebería aquella copa de crema de wiski que le había
servido el camarero sin preguntar siquiera si la quería.
Con aquello dio por concluida la
cena y animada se movió por el gimnasio yendo a charlar con unos y con otros.
Marcos la acompañaba haciendo el papel de novio. Estaba claro que volverían a
pasar años antes de que se volvieran a encontrar, así que hacer valer una
pequeña mentirijilla, no era nada. Pronto comenzó a ser la música protagonista
y como todos estaban por pasarlo bien comenzaron a bailar canciones alegres de
la época de su bachillerato.
Paula comenzó a sentir calor y se
acercó a la barra. Allí estaban Guille y su medalla, con una pequeña bolsa de
papel en la mano.
-Es la tarta,- explicó Vitoti,- sigo
una dieta en la que no puedo comer hidratos después de las cinco de la tarde,
así que me la comeré mañana en el desayuno. Ella asintió con una media sonrisa que
pretendía ocultar lo poco que le importaban la bolsa, la tarta y los hidratos
de aquella cursi.
El camarero se acercó y ella pidió
un agua tónica.
-¿No quieres un cubata?- Preguntó Marcos
llegando junto a ellos tres.
-Ella bebe muy poco.- Dijo Guillermo,
como si quisiera demostrarle al nuevo novio lo mucho que la conocía.
Naturalmente el nuevo novio demostró
la más absoluta indiferencia ante aquella afirmación; tan solo comentó al verla
beber la tónica:
-No deberías beber tónica después de
haber tomado crema de wiski. La nata del licor fermenta con las burbujas.
Paula se echó a reír. Fue algo
extraño porque no quería hacerlo.
-¿También tienes industrias
licoreras entre tus muchos negocios?
Tenía su cabeza muy clara, su
pensamiento era nítido, lo suficiente para darse cuenta de que algo le estaba pasando.
Su voz era tan inestable como todo su cuerpo. Se sentía mal…Se sentía muy mal…
Su mente estaba tan clara que se dio cuenta de que estaba borracha. Pero ¿porqué?
Si no había bebido apenas…sin embargo empeoraba por instantes. El estómago le
iba a reventar hasta el punto de que le subió una arcada. Se llevó la mano a la
boca buscando el camino al cuarto de baño. Una nueva arcada. Imposible, no le
daría tiempo a llegar. Con decisión arrebató la bolsa con la tarta de Vitoti y
metió la cara en ella en el justo momento en que su cuerpo volvía a
convulsionar y ascendía la tercera arcada, soltando la carga en la bolsita que
Vitoti miraba con espanto pensando sin duda en su tarta de desayuno. Fuera la
imagen de su tarta, tan celosamente guardada, o el efecto contagio, el caso es
que la novia de Guille también comenzó a vomitar dejando el suelo regado de un surtido
bastante completo del menú, pero sin hidratos, eso si.
-Me encuentro muy mal…- Acertó a
gemir Paula con los ojos brillosos y la frente cubierta de sudor frío.
-Tranquila, vamos al baño a
refrescarte un poco…te mejorará.- La voz de Marcos resonaba serena en las
pareces de su cerebro. Se dejó llevar, aunque antes le quiso devolver la bolsa
a su dueña, quien solo con verla arrojó otra variada muestra de comida ante los
rostros de asombro y repugnancia de los concurrentes.
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