Una inocente conspiración
Eran casi las dos de la tarde cuando Julia salió del
edificio de la Facultad de Psicología junto a un grupo de compañeros y
compañeras.
-¡Julia…!¡Julia…aquí…!
Miró a su
alrededor y no tardó en descubrir a Mapi dando saltos y agitando la mano para
hacerse ver por su amiga, quien se apresuró a ir hacia ella.
-¿Qué haces
aquí?- Sonrió agradada por la sorpresa.-¿No tenías clase de Declamación?
-Me la he
fumado.
-“Fumas”
demasiado últimamente. ¿Es que ya no te lo tomas en serio?
-Claro que si,
es solo que se me ha ocurrido invitaros a comer, como Magalen estaba ayer tan
depre…he pensado que podemos animarla un poco hoy, que lo estará más si va a
dejar a dejar el equipo de ya sabes quien. ¿Tienes algo que hacer?
-Pensaba comer
con algunos compañeros, pero espera aquí; voy a decirles que no voy.
Juntas se fueron
después a buscar a Paula, que no dudó en plantar a su novio en el césped de la
Facultad para unirse a sus amigas en dirección a la Facultad de Ciencias. Fue
Mapi la que llamó con los nudillos a la puerta del laboratorio antes de abrir
una hendidura en la puerta por la que asomó tímidamente la cara. Vio que
Magalen estaba sola y a punto de irse.
-Hola…venimos
las tres para invitarte a comer…
-Pasad. Estoy sola.-Las invitó.
-¿No tendrás
problemas si nos descubren aquí?- Preguntó Paula mirando a su alrededor con
interés periodístico.
-¿Quién os va a
descubrir? Lorenzo y Matías se han ido ya y el profesor se fue esta mañana y no
ha vuelto, ni creo que vuelva porque dentro de un rato empieza su clase…
-¿Le has dicho que
te vas?
-Si…Paula no
toques eso, por favor; el mas leve movimiento puede dar al traste siete meses
de pruebas e investigación.-Advirtió a su amiga.
-¿Qué
es?-Preguntó Paula alzando las manos como si la hubieran apuntado con una
pistola.
Magalen se acercó al complicado entramado de
pipetas y tubos de ensayo en los que se maceraba un líquido azul.
-Esperamos que
sea la panacea más rápida para descubrir el dopaje .
-¿Qué?
-Es una
sustancia a base de distintos alcaloides que en contacto con los distintos humores
biológicos detectará casi de inmediato la presencia de diferentes sustancias
dopantes sobretodo en deportistas.
-No parece algo
muy importante, ¿no?
- Mapi, el mundo
ha avanzado con pequeños pasos, pero dando muchos pequeños pasos llegamos
lejos. Avanzar es el objetivo de todo, también de la ciencia.- Suspiró y
comenzó a quitarse la bata.
-No nos has
dicho como le ha sentado al profesor que te vayas…
- Se ha enfadado
un poco. Bueno, en realidad se ha puesto furioso y…
Se interrumpió
sobresaltada ante la impetuosa entrada en el laboratorio de Marisa, la
secretaria de los catedráticos.
-Estas aquí
todavía, Magdalena,-dijo muy apurada,-¿sabes donde puede estar la documentación
del profesor Guzmán?- Preguntó haciendo caso omiso de la presencias de las
otras.
-No sé…-Miró a
su alrededor,- estará en su chaqueta.- Se acercó a la prenda que pendía del
perchero y rebuscó en los bolsillos.- Aquí está. ¿Pasa algo?- Se atrevió a
preguntar ante el nerviosismo que mostraba la otra.
-Mira…no sé.
Bueno, si, pasar pasa…pero no sé qué. El abogado del profesor ha llamado
pidiendo que le lleven la documentación a los Juzgados de Plaza Castilla.
-¡Mari…¿por
qué?!¿Le ha pasado algo al profesor?
-Ya te he dicho
que no lo sé. Ha llamado su abogado y me ha dicho que suspenda la clase de don
César y que le haga llegar de inmediato su documentación, porque la necesitan
para no se qué papeleo referente a una denuncia por agresión. ¿No sé más!
Las tres amigas
volvieron sus miradas hacia Magalen que estaba muy pálida y apretaba con tanta
fuerza la cartera del profesor que la secretaria no podía arrancársela de entre
las manos.
-¿Le han
agredido?¿Está mal?...¡Dios mío que no sea nada por favor!...-Exclamó.- No te
preocupes Marisa, yo le llevaré la cartera
-Estupendo, así
yo aviso a los alumnos de la suspensión de la clase…¡Gracias cielo!
Magalen se
olvidó de sus amigas, de la bata y de todo lo que no fuera la cartera del
profesor.
-Espera, no
puedes conducir en ese estado…-Mapi corrió tras ella y las otras dos la
siguieron. Intentaban detenerla, pero no tenían forma de alcanzarla.-¡Vamos
contigo!
Magalen casi no las oía, su mente era un
barullo de malos presentimientos en los que veía al profesor leso por una
paliza. Quizá quisieron robarle y al no llevar la cartera le habían atacado…
Sus amigas llegaron
junto al coche de ella y Mapi le quitó la llave para conducir ella.
-Tranquila,
Magalen; es un hombre joven, es fuerte, es deportista…Que le hayan dado unos
cuantos golpes no es para temer que le hayan herido seriamente; además de ser
así no estaría en los juzgados si no en un hospital y en vez de poner él la
denuncia la pondría solo su abogado… - Le decía Paula a la nuca de Magalen.
Mapi conducía lo
más aprisa que el tráfico permitía. Notaba a su lado los temblores de su amiga,
pero al mirarla de tanto en tanto le daba la sensación de que Magalen ni veía
ni oía …
Llegaron las
cuatro a los juzgados y pidieron información sobre César Guzmán al funcionario
que estaba en información. Este marcó un número en el teléfono interno, habló
con alguien y después de colgar le indicó una sala donde debían esperar.
Había varias
personas en la sala; un hombre golpeado y maltrecho a quien consolaba amorosa
una mujerona que debía ser su esposa, un chico de veintitantos años y pelo
castaño claro, que paseaba impaciente por la sala y otro caballero de aspecto
elegante que estaba sentado y armado de paciencia, a lo que parecía.
Todos volvieron sus miradas hacia ellas cuando
las vieron llegar, pero salvo el correspondiente saludo, nadie dijo nada más. Poco
después llegó el abogado del profesor. Magalen no le conocía pero él se
presentó a todas a sabiendas de que entre aquellas cuatro mujeres estaba la
persona que le había llevado la documentación.
-Yo…Aquí está.-
Se acercó Magalen dándole la cartera con manos temblorosas.-¿Puedo verle? ¿Está
aquí?
El abogado, un
hombre de mediana edad y prominente
estómago, sonrió bonachón.
-No hay nada de
lo que preocuparse, señorita. En cuanto arreglemos el papeleo y paguemos la
fianza que ha impuesto el juez podrá irse a casa.
Magalen parpadeó
extrañada.
-¿Le han
agredido y encima le han puesto una fianza?...¡¿Pero en qué clase de país
estamos?!
-No le han
agredido,-informó el letrado en voz baja que solo ella pudo oír,- él ha sido el
agresor.- Y miró hacia el hombre lesionado que estaba unos metros más allá con
su esposa.
-¿Qué?
El abogado
volvió a sonreír sintiendo toda la simpatía del mundo por Magalen.
-Venga conmigo,
cuanto más tiempo estemos aquí mas tiempo pasará retenido…
Magalen se
humedeció los labios resecos y volvió con sus amigas.
-Voy con el
abogado; esperad aquí.
-¿Qué vais a
hacer?¿Está bien?
-No lo sé. No sé
que está pasando, pero dice el abogado que él es el agresor.
-¿El profesor?-
Se asombraron las otras.
Magalen asintió
al tiempo que se apresuraba a seguir al abogado.
Las tres amigas
se miraron incrédulas.
-¡El profesor!-
Repitieron incrédulas.
El chico de pelo
castaño se acercó a ellas.
-¿Es profesor?-
Preguntó con aire divertido.-¿De qué? ¿De Kárate?
Paula se volvió
altiva hacia el joven y dijo orgullosa:
-Es Catedrático
y Doctor de Ciencias Bioquímicas en la Universidad Complutense.
-¡Caramba!- Se
asombró el chico.- ¡Pues nadie lo hubiera creído viéndole sacudir de esa manera
al señor Mantilla.!
Julia adoptó la
misma actitud de Paula.
-Oiga, seguramente
no estamos hablando de la misma persona…, así que, por favor…
-Claro que
hablamos del mismo. Ese que se ha ido con la amiga de ustedes es el abogado. No
hace mucho he estado declarando ante el Juez de guardia.
-¿Usted?
-He sido testigo…
y ese señor del traje también.- Señaló al caballero.- Yo trabajo en el hotel Luxury,
que es donde han ocurrido los hechos. Soy ascensorista.
Ellas se miraron
entre si, sorprendidas.
-¿Qué hacía el
profesor en el hotel Luxury?
El ascensorista se
encogió de hombros; miró al lesionado y a la mujerona y tras asegurase de que
no le oían comentó divertido:
-Lo que hacía no
lo sé, pero el viaje no lo ha hecho en vano.
-¿Qué…ha pasado?
– Ellas le rodearon.
-Pues ese hombre,
el agresor, ha llegado alrededor de las nueve y media esta mañana. Entró en el
ascensor y me dijo que le llevara a la planta de la suite Imperial.
-¡La suite
Imperial!- Exclamó Mapi sin respiración.
-Si. Yo apenas
le vi me dije que aquel hombre iba a causar problemas. Me preguntó como se
decían unas palabras en italiano; yo, poco sé, pero bueno, me defiendo, como
todos en el hotel. Salió del ascensor y al primero que se cruzó por el pasillo,
que era ese señor,-volvió a señalar al caballero del traje,-le soltó el saludo
que acababa de aprender, pero el caballero no tenía ni idea de lo que le dijo,
así que el otro siguió su camino hasta la suite Imperial. El iba exaltado, la
verdad, mas quemado que la moto de un hippy, ¡Buf…cómo iba! En fin, que llamó a
la puerta de la suite Imperial y le abrió el señor Mantilla, que es el
encargado del cuerpo de limpieza del hotel y estaba allí comprobando que las
camareras habían hecho bien su trabajo y habían dejado la suite lista para
volver a ser ocupada. Osea, que estaba pasando el dedo,-aclaró de modo más
coloquial.- Su profesor de ustedes, apenas le vio le soltó el ”buongiorno,
finalmente ci incontriamo” Y el señor Mantilla, creyendo que el otro era
italiano le contestó algo en el mismo idioma. ¡No sé qué querría decirle, pero no
le dio tiempo a terminarlo fuera lo que fuese! Al exaltado parece ser que le
sentó mal la respuesta porque se adelantó un paso hacia él ¡y le dio el paquete
de navidad!
-¿El paquete de
navidad?
-Si señorita.
¡Le dio cuatro tortas ”imperiales”!, Así, de principio, sin enmendarse y todas
en el mismo carrillo. Miren que yo esperaba algo parecido porque la cara del
tío lo venía avisando, ¡pues ni por esas! Cuando quise echar mano, el señor
Mantilla ya se había comido el turrón. Y el otro, que le tenía cogido por la
pechera, va y le dice al señor Mantilla que se vaya a Italia, pero solo. El
señor Mantilla, aterrorizado, va y se atreve a decirle que lo deje, que tiene
mujer e hijos y el otro le dice que ya lo sabe; osea que estaba enterado, ¿eh?
¡En fin! Le da otra sacudida y le repite que se vaya a Italia, solo, ¡pero no a
cualquier parte de Italia, no! ¿Qué se creen?¡Quería que se fuera a la Toscana
a hacer vermut!...¡Que hay que ver que tienen perejiles los antojitos del tío!...¿Quién
verá al señor Mantilla haciendo vermut en la Toscana?¡Si todavía le hubiera
mandado a hacer galletas a Aguilar de Campoo…!
Las tres chicas
se miraban perplejas.
-¿Quiere decir…-preguntó
Mapi mirando al señor Mantilla,- que el profesor ha puesto así ese hombre?
-No exactamente,
porque ese señor y yo llegamos y logramos separarle; pero al escándalo vinieron
varias kellys y la “vaca”, así llamamos a la gobernanta, porque es asturiana y
está de buen año,- señaló a la mujerona que estaba con el lesionado.- Y cuando
le dijo al exaltado que ella era la mujer del señor Mantilla y quiso defender a
su marido, el agresor le contó que si le había dado su merecido era porque el
tío es un canalla que la está engañando, que está liado con su secretaria y que
se la quiere llevar a un dúplex de Roma.
-¿Y qué hizo la
vaca?
-Pues como buena
asturiana empezó a dar leches a mansalva al marido mientras le llamaba de todo
lo que se le venía a la boca. ¡Yo no podía con ella y eso que intenté sujetarla
para que dejara de sacudir al señor Mantilla! Le ha puesto fino. El, que fue a
la suite Imperial a pasar el dedo por si había polvo; ahora se lo podemos pasar
a él tranquilamente, que no le queda ni una mota.
-Pero ¿cómo es
posible que su mujer creyera lo que estaba oyendo? ¿Es que no conoce a su
marido o…?
-Conocerle si
que le conocerá, pero así, al calor de la pelea se le soltó la mano y hasta que
no se acordó que su marido no tiene secretaria, ni dos duros para llevársela a
ninguna parte, porque lo único que tienen dúplex son las facturas… en fin,
ahora se está haciendo perdonar. A todo esto vinieron los de seguridad y aquí
estamos. El agresor le ha dicho al juez que se había equivocado, pero ¡quiá!
¡Ha acertado en todas! Cuatro bofetadas, cuatro plenos…¡Claro que le gana la gobernanta,
guantazo que le daba, guantazo que lo meneaba del sitio!
-¿Qué ha dicho
el juez?
-Le ha condenado
a pagar una multa de doscientos cuarenta euros. Total: a sesenta euros cada
galleta. Que digo yo que como se enteren las kellys lo mismo hacen una colecta
y en plan generoso al señor Mantilla le caen galletas como para hacerle la
competencia a la Fontaneda, porque la verdad es que el tío las tiene hasta el
moño…
Las tres jóvenes
se miraron en silencio mientras esperaban a que el ascensorista se diera otro
paseo y las dejara solas.
-¿Estáis
pensando lo mismo que yo? -Preguntó Paula sin ocultar su nerviosismo.
- Si, si estás
pensando que somos estudiantes muertas.- Susurró Mapi.
-Eso mismo.- Asintió
la primera haciendo un veloz resumen de la situación.- El profesor ha ido al
hotel buscando al conde. Ahora se lo dice; le dice que quería brear al italiano
para que no se la llevara a Italia, ella le dice que a la que se quiere llevar
es a ti, que ni siquiera le conoce, él le dice que tú le dijiste que el conde
la quería a ella, ella se vuelve contra ti, tu lo cantas todo y con el precio
de saldo que tienen las galletas, las que le hacemos la competencia a la
Fontaneda somos las tres en sociedad…En sociedad anónima porque cuando Magalen
acabe con nosotras no nos va a reconocer ni nuestra familia.
-Y hablando de
familia, Mapi, tu tío es una patata caliente…-Recordó Julia tan angustiada como
Paula.
-¿Y tu
padre?¿que es tu padre, guapa?
-No seas tan susceptible,
no lo digo por ofender. Lo que quiero decir es que si Magalen le ve por aquí se
convierte en el cuarto asociado de la fábrica.
-Hasta ahora he
conseguido mantenerle lejos, ¿no? Y se va el domingo… nos vamos si es que se sigue empeñando en
llevarme con él.
De pronto Paula
abrió los ojos con horror cuando vio que Magalen se acercaba con paso firme y
expresión asesina.
-¡Chicas,
chicas…rezad lo que sepáis que aquí viene hecha una furia!
-¡Ay, cielos,
que cara trae!
Magalen pasó
ante ellas sin detenerse.
-¡¡Vámonos de
aquí!!- Ordenó en un tono que no admitía réplica.
Las otras
obedecieron como corderitos.
-¡Estamos
muertas!...Nos saca de aquí porque no quiere testigos…
Paula se atrevió
a dar una corta carrera y alcanzar a su iracunda amiga.
-¿Qué…qué ha
pasado?
Magalen llevaba
los puños apretados.
-¿Que qué ha
pasado?...¡Pues que encima de que vengo corriendo a sacarle…por que, si, es
cierto que se ha pegado con no sé quién, por no sé qué, no sé dónde; pues eso,
encima que vengo corriendo, me ve y me dice con mala cara que para qué he
venido, que él no me ha llamado y que no es asunto mío lo que él haya hecho… El
abogado se ha puesto de mi parte intentando hacerle ver que yo he acudido muy
pronto para ayudarle y que había dejado
a mis amigas en la sala…Y él va y me dice que por qué no me he traído también
al séptimo de caballería para que se enteren de que está detenido! Y yo ya he
tenido que saltar, porque no podía callarme más y le he dicho que como no se
entera nadie es no haciendo motivos para que lo detengan, que él es un
Catedrático de ciencias y no el chulito del recreo. El se ha puesto rojo como
un tomate, avergonzado, claro, pero me ha dicho de malas formas que él sabe lo
que hace, cosa que yo no sé, ¡porque no sé ni por dónde me da el aire! Y que le
deje en paz. ¡Y yo le he dicho que vale!¡Que bueno!¡Que muy bien! Que le dejo
en paz y que considere esto como una despedida. Y él, sonriendo cínico, me ha
dicho que no tenga tanta prisa en despedirme, que todavía no se ha dicho la
última palabra. ¡Y eso me ha puesto más furiosa, porque es capaz de no dar el
consentimiento para que me vaya al otro equipo y Don Agustín me ha dejado muy
claro que si el profesor Guzmán no quiere, no entro en su equipo!
Mapi y Julia
iban detrás oyendo todo esto. La rubia se acercó a la futura psicóloga para
decirle entre dientes:
-¡Qué potraaaa…!¡Qué
potra tenemos, Julia! Mientras estos sigan hablando cada uno de lo suyo estamos
a salvo. ¡Todavía esquivamos tu bola de nieve! Está claro que ella le habrá
dicho que se va con el Noble, el profesor, y él ha pensado que se va a Italia
con el Conde y por eso ha ido al hotel.
Julia se detuvo
en seco.
-¿Por qué?-
Preguntó ceñuda.
-¿Por qué, que?
-¿Por qué le ha
pegado el profesor al conde Martini?
Mapi miró a
Julia y cogiéndola por los hombros la sacudió.
-¡Despierta,
Julia!- Le dijo.-El profesor no le ha pegado al conde Martini. No puede pegarle
porque el conde Martini no existe, ¿lo recuerdas? El profesor le ha pegado al
pasadedos buscapolvo.
-Si, lo sé; pero
él pensaba que era el conde Martini.-Insistió.- Es un científico, tú dijiste
que los científicos piensan, meditan analizan…y no actúan. ¡Este actúa! Y si no
que se lo pregunten al señor Mantilla…-Comentó pensativa.- ¿Por qué?
-¿Qué sé yo?
Tendrá instinto paternal hacia Magalen.
Julia sonrió burlona.
-Dejando a un
lado la psicología, el sentido común nos dice que un hombre que tiene instinto
paternal hacia una mujer, no le come la boca, guapita.
-Bueno… él es su
profesor desde hace muchos años, la conoce…
-A mis
profesores, a todos, les trae sin cuidado que yo, o cualquier otra alumna, nos
fuguemos a Roma con un conde o a Mombasa con un cazador de leones.
-Y a los míos
también, pero… no sé…-La miró dudosa.-¿Qué piensas?
-Pues que
queremos mucho a Magalen, que es nuestra amiga, nuestra “mami”, pero quienes
más la hemos subestimado somos nosotras. ¡Magalen se merece que la quiera un
conde imaginario!¿Por qué no se nos ha ocurrido pensar que puede quererla un
profesor real?
-¡Porque él es
un tonto, no porque ella no se lo merezca!
-Pues a mi me
parece que no es tan tonto.
-¿Tú crees que
él?...-Julia respondió con un asentimiento.- ¡Venga ya…!- Rechazó Mapi.- Ya la
oíste a ella: Es un instrumento de laboratorio para él. ¿Y si la quiere por qué
no le ha dicho nada en todo este tiempo?
- Puede ser que
no lo supiera.
-¡Chorradas!...
-Tengo la
sensación de que, por una vez, voy un paso por delante de vosotras.
-Si claro, como
cuando dijiste que era el profesor quien había llamado al hotel haciéndose
pasar por el conde…
-¿Quién si no?
-No lo sé, a lo
mejor fuiste tu y quieres librarte de sospechas… ¡Y vámonos, que esas se están
impacientado!
Julia torció la
boca en un mohín de fastidio. Mapi no la creía, sin embargo ella pensaba que si
se analizaba cuidadosamente toda la situación, sus sospechas podían resultar
ciertas. ¡No era cuestión de psicología…Era sentido común!
Jajaaajaja jajajjajjaja Loli!!!!! No me he podido reír más.. viva tú!!!! Jajajajajjaja la somanta de leches del profe y de la Asturiana. Jajajjaaj ya lo tiene todo para un buen desayuno el pobre hombre. Que bueno.. que risas y que potra..pero la que he tenido yo de encontrarte.. me haces bien.. mucho bien.. hacia muchísimo que no me reía leyendo....gracias GRACIAS!!!😘😘😘😘
ResponderEliminarMe hace muy feliz haceros reír. Es lo que pretendo con esta novela, así que me quedo más ancha que larga.
EliminarGracias.
Que ocurrencias con tanta expresiones, lo que es cierto, es que el embrollo cada vez es mayor y deseando estoy ver, como este catedrático admite lo que parece no había sentido antes. Gracias Loli 😘😘
ResponderEliminarGracias, me alegra saber que te gusta, que disfrutais un ratito gracias a mi.
EliminarYo también quiero acciones de Fontaneda o de Cuétara, qué me he reído!!!
ResponderEliminarMe encanta saber que estrujarme el cerebro sirve para que paséis un rato divertido.
EliminarYa queda poco...
Qué maravilla!!!! Una historia muy divertida.... justo lo que necesitaba. 🌹
ResponderEliminarLupita Campuzano
Gracias guapa, me alegro muchisimo si he contribuído a sacarte una sonrisa.
EliminarUn abrazo
Me emcantaaaaa 🤣🤣🤣🤣
ResponderEliminarTe dije al principio que se iba a enredar y como ves no te engañé.
EliminarDisfruta de lo que queda.