Una inocente conspiración
CAPITULO 4
-César, cariño, de verdad me pareces mucho más apasionante tú que tu trabajo.- Natalia Ríos, bellísima y sonriente, puso delicadamente su mano sobre la de su acompañante.
César Guzmán
hizo un mohín apenas perceptible al oír aquel apelativo con el que la modelo
solía dirigirse a él. No le gustaba que le llamara “cariño”. Aquella palabra
sugería una intimidad que en realidad no tenían y, aunque la tuvieran… tampoco
le gustaría.
-No sé qué
encuentras de apasionante en mi.- Replicó sonriendo levemente.- Soy un hombre de
vida y gustos sencillos, apacible; soy muy normal.
Estaban en el
restaurante del hotel Ritz. Allí todo era elegante y selecto, por eso gustaba
tanto a las exquisitas exigencias de la modelo. En la amplia estancia sonaba
música clásica que daba un agradable ambiente de serenidad, la intensidad de la
luz era moderada, la decoración ostentosa y los empleados solícitos. Bastaba
mirar a su alrededor para percibir que era un sitio caro, pero con clase.
-¿Normal? Nada
de eso, eres encantador.
-¡Uf!...Encantador
me suena a aburrido.
-Ni mucho
menos.- Coqueteó ella encandilándole con sus gatunos ojos verdes.- Me gusta
como eres, por eso salgo contigo.
El amplió su
sonrisa y tomó un trago de su dry Martini. Después abrió la carta y la ojeó.
-¿Pedimos ya?
-Si; por favor
pide tú por mi, ¿quieres? Estoy segura que elegirás bien.- Arrugó la nariz en
un gesto mimoso y suspiró de forma placentera mientras miraba con satisfacción
a su alrededor.
De pronto
parpadeó sorprendida.
-¡Santo cielo!-
Exclamó.- Cariño…
-¿Umm?- El no
levantó su mirada de la carta.
-¿No es esa tu ayudante? La señorita…como se llame…
César miró con
el ceño fruncido a Natalia; ella le hizo una indicación muda y él miró en
aquella dirección. Se quedó perplejo al ver que Magdalena Peña cruzaba el salón
tras el encopetado encargado que la condujo a una mesa con un cartel en el que
ponía: “Reservado”.
-Si… es
ella.-Musitó desconcertado.
-Pues está
desconocida, ¿eh? Todo el mundo la mira.
Como no la iban a
mirar, ¡si iba casi desnuda! Parecía que se había enrollado una toalla rosa y
se había puesto encima un salto de cama corto y de encaje negro.
-¿Has visto su
vestido?
-Con bastante
dificultad, porque es diminuto.- Comentó frunciendo el ceño hasta que sus
oscuras cejas casi se unieron por encima de su nariz.
- ¡Es un
Versacce Vintage! Cuesta más de doce mil euros.- Natalia miraba asombrada a la
otra mujer.- Esa firma es carísima y ese diseño también.- ¡Y lleva puestos unos
Manolos!
-¿Qué es eso?
-Unos zapatos de
Manolo Blahnik. Esos stiletto estarán alrededor de los mil Euros.- Natalia hizo
un esfuerzo para volver sus ojos hacia el bioquímico.-¿Cómo puede gastar ese
dineral en un vestido y unos zapatos alguien que trabaja de ayudante en un
laboratorio?
-No puede; serán
imitaciones o algo de eso..
-Querido, estoy
en el mundo de la moda y reconozco un Versacce y unos Manolos en cuanto los
veo. Esos son auténticos. El vestido es una maravilla.
-Es un horror;
tanto dinero para ir a medio vestir.- Gruñó él.
- Parece que te
molesta verla aquí.
-¡Por supuesto
que me molesta! Hace poco mas de una hora me ha plantado diciendo que iba a la
biblioteca a tomar notas.
-Pues lo único
que ha tomado es el pelo; el tuyo, cariño.
Precisamente eso
era lo que mas le molestaba a él. ¿Se sentía como un tonto! Había hecho un
hueco en su agenda para ayudarla en aquel experimento y ella le había mentido
para largarse del laboratorio a toda prisa. Si no quería ir ¿por qué no lo dijo
claramente? Estaba indignado ante tal falta de consideración por parte de la
señorita Peña, jamás lo hubiera esperado de ella. ¡Ahora entendía la súbita
urgencia por ir a la biblioteca!
Natalia
continuaba especulando sobre cómo aquella mujer podía lucir aquel Outfit (a
saber lo que sería eso, el bolso, quizá…) sin que él le prestara demasiada
atención, sin embargo su acompañante dijo algo que si le llamó la atención.
-¿Has dicho
italiana?
-Si, he dicho
que esa marca es italiana y cara. ¿No sabes que Versacce es una marca italiana?
-No, ¿por qué
tendría que saberlo?- Preguntó disgustado.
-Cariño, porque
es algo relacionado con mi trabajo.
- ¿Sabes tú algo
del efecto de los alcaloides en la temperatura de los mamíferos?
-No…
-¡Pues eso está
relacionado con el mío!
-Oye, ¿qué bicho
te ha picado? ¡No iras a montar una escenita porque esa mosquita muerta te ha
tomado el pelo miserablemente…!
- No te creas,
me dan ganas de acercarme y pedirle explicaciones. Me gustaría ver qué cara
pone al verme.
-¡Ni se te
ocurra!- Exclamó Natalia.
Volvieron a
mirar hacia aquella mesa sobre la cual un camarero depositaba una elegante copa
de vino blanco que su ocupante le agradecía con una sonrisa.
-¿A quien estará
esperando?- Se preguntó Natalia con auténtica curiosidad morbosa.
Por un instante
una respuesta se abrió camino en el cerebro de él, sin embargo la desechó.
Recordó la tensa escena que habían mantenido las amigas de ella. La que se
llamaba Julia había dicho que La señorita Peña había huido precipitadamente tras
recibir la llamada de un tipo italiano con quien iba a encontrarse…un tal…conde
Martini, (miró su copa) que al parecer había vuelto. Las otras lo negaban y él
no había hecho caso alguno porque en lo poco o lo mucho que conocía a su
ayudante, sabía que aquel no era su estilo. Seguramente las otras amigas le
habían gastado una broma a Julia y ella, crédula, lo había comentado ante él.
-No tengo la
menor idea.- Respondió a Natalia.- No acostumbro a meterme en la vida privada
de nadie y menos aún de mis asistentes.
- Pues deberías hacerlo.- Le reprochó la
modelo, quien, a continuación, alzó la mano levemente llamando la atención del
encargado del restaurante, que se acercó solícito al requerimiento.-Disculpe,
creemos conocer a aquella señorita; dígame: ¿es la señorita Peña?
César lanzó una
mirada de indignación a su acompañante por el atrevimiento que demostraba, sin
embargo esta varió al oír la contestación del empleado.
-Ignoro su
nombre, señorita, pero puedo decirle que es la secretaria del Ilustrísimo Señor
Conde Martini.
-Gracias.- Sonrió
la modelo con encanto.
César se había
quedado sin sangre. ¡Así que era cierto que había un conde italiano detrás de
todo aquello!
-¿Qué te parece?-
Ironizó Natalia.- Al parecer tu ayudante está pluriempleada. Y, por lo que se
ve, su colaboración con ese…conde es bastante más lucrativa .- Volvió su mirada
hacia la tra mujer.- Ya sabemos a quien espera: A su otro “jefe”.- Masculló
maliciosa.- ¿Qué tendrá esa para haber encandilado a un conde italiano? Con lo
irresistibles que son los italianos…
César se mantenía
obstinadamente callado. Lanzaba miradas fulminantes a Natalia, pero ésta,
concentrada en observar a la otra, no se aba ni cuanta.
-…Seguro que es
el conde quien le ha regalado ese vestido. ¡Qué buen gusto!...Y la verdad es
que está impresionante con él.
- Pero bueno, ¿hemos
venido a cenar o no?- Estalló al fin sin poder contenerse.- ¿Estamos en esta
mesa o en aquella?
Natalia sonrió
algo desconcertada.
-Perdona,
cariño, pero como ella es tu ayudante y está tan distinta de como la vemos
habitualmente…Pero ya está olvidada.- Concluyó.- ¿No terminas tu Martini antes
de cenar?
-¡Qué se joda el
Martini! ¡Vamos a cenar de una vez!- Bramó.
Natalia se
desconcertó con aquel temperamento de César, desconocido para ella. Entendía
que su acompañante estuviera furioso con el desplante y las mentiras de la
señorita Peña, pero ¿por qué lo pagaba con ella? ¡Y que cara se le había puesto…!
Estaban cenando exquisiteces y tal parecía que estuviera tomando sopa de
vinagre.
De vez en
cuando, sin que la modelo se diera cuenta, él lanzaba furtivas miradas hacia la
mesa que ocupaba su ayudante. Parecía tensa y no apartaba la vista de la
entrada del local, como si esperase que llegara alguien de un momento a otro;
de tanto en tanto tomaba un trago de su copa de vino blanco sin dejar de mirar
hacia la puerta. De haber apartado su mirada un instante le hubiera visto a él.
-Parece que el conde
no vendrá.- Comentó inesperadamente Natalia al ver que el encargado se acercaba
a la otra llevando una bandeja plateada que contenía un sobre.- Ahí lo tienes,
eso es el karma. Ella te ha plantado por el conde y el conde la ha plantado a
ella. Esa es tu revancha.
-Dejemos clara
una cosa, Natalia, ella no me ha plantado a mi, ha plantado su experimento, su
trabajo, y te aseguro que va a tener que darme una buena explicación si quiere
que en futuro le supervise algo, aunque solo sea la desinfección de una pipeta.-
Dijo con dureza.
Mientras tanto,
en la mesa de Magdalena, esta miraba el sobre que acababan de entregarle,
dudando de si debía abrirlo y leer su contenido. Se suponía que iba dirigida a
Mapi, que era quien debía estar allí en vez de ella. ¿La emplazaría a otro
lugar y otro momento o simplemente anunciaba un retraso? ¿La abría? No sabía qué
hacer.
Desde que salió
de casa había estado ensayando lo que le diría al conde: “Señor conde, soy una
amiga íntima de María Pilar (Al parecer el la llamaba por su nombre de pila
completo) y vengo a decirle que no la espere. Ella ni ha venido ni vendrá. No
quiere nada con usted, así que guarde sus atenciones para su esposa y sus hijos.
Olvídese de María Pilar porque no volverá a su lado. Lo que hubo entre ustedes
terminó hace tiempo y ella ya tiene otra vida en la que no hay sitio para usted”.
Llevaba casi una
hora repitiéndose mentalmente aquello con distintos tonos y actitudes, y ahora
aquel dichoso sobre parecía amenazar con desbaratarlo todo. Lo miró una vez más
y con decisión impronta lo rasgó y sacó su contenido.
“Cara mía…” ¡Y
tanto que cara la suya!¡Mas que cara, jeta! De cemento la tenía el tío. Pero
bueno, Magalen sabía que no se refería a su cara, si no que llamaba querida a
Mapi. Tras otro instante de indecisión volvió a la lectura del papel.
“Cara mía: Un
acontecimiento imprevisto me obliga a posponer nuestro encuentro y prolongar mi
desdicha de no estar a tu lado. Estoy convencido de que no será muy larga esta
torturante espera, si bien es mucho el sacrificio que me exige; sin embargo lo
afronto en la seguridad de la recompensa que darán a tanta amargura los dioses.
Esos mismos dioses, bella mía, que han propiciado que vuelva a encontrarte en
este miserable camino que es mi vida sin ti.
¡Pronto, carissima
mía, muy pronto ha de ser! Yo desespero y solo me mantiene con un hálito de
ilusión el saber que es inevitable que volvamos a ser uno, que vuelva a
estremecerme con el calor de tu aliento cuando te acerques a mi lecho y a mi sin
mas vestido que tu delicada piel ebúrnea que envidia hasta la misma Afrodita.
Libaré la miel de tus labios con mis besos, como en el pasado cuando me decías que a mi solo, solo a mi, te
entregabas.
¿Recuerdas como tu cuerpo se fundía con el mío y mis
brazos, cuan sutil enredadera te envolvían y nuestras bocas trepaban con besos de pasión
por nuestros cuerpos hasta oír tu voz en el canto lujurioso de tu total
satisfacción? Tu hacías florecer mi primavera y llorabas de amor. ¡Amore mío!
¡Mia cara bella, torna da me! ¡Vuelve a mi nido de amor!
Te haré saber
cuando será el feliz momento en que consigas que mi corazón vuelva a latir como
entonces. Adio cara, luce della mía vita, signora della mía anima, bella dea
dell amore. Tuo per sempre: Salvatore, Conte Martini”
“Adiós, querida.
Luz de mi vida. Señora de mi alma. Bella diosa del amor. Tuyo para siempre,
Salvatore, conde Martini.” Magalen releyó la despedida traduciéndola con el
escaso italiano aprendido de las óperas. Sentía arder sus mejillas de rubor y
emoción. Aquellos sentimientos que describía habían hecho vibrar hasta la última
fibra de su ser de tal manera que necesitó unos instantes para rehacerse de las
sensaciones que le habían provocado.
¡No podía
enseñarle aquella carta a Mapi! Si había provocado en ella tanta impresión que
hasta había contenido el aliento ¿qué no lograría con su amiga? ¡Volaría a
buscarle! Y no podía ser. ¡No debía ser!...Pese a todo él era un hombre casado
y mucho mayor que ella. Magalen tuvo que esforzarse en recordar esto recordar esto
para mantener su firmeza y no dejarse vencer por aquellas palabras.
Bueno, a fin de
cuentas lo que la carta significaba era que el conde no iba a acudir a su cita
y, siendo así, su presencia en aquel lugar estaba de más. Pidió la nota y ahogó
una exclamación de asombro al ver el excesivo precio de una copa de vino. La
pagó, claro, y se tomó hasta la última gota antes de guardar la carta en el
bolsito negro que su amiga le había prestado, como todo lo demás, incluidos pantys
y zapatos. Se levantó de su asiento y cruzó con elegante dignidad la distancia
que la separaba de la salida sin desviar su mirada de aquella puerta. Notó
que la miraban. Al contrario de lo que
Mapi creía, lejos de sentirse segura con aquella ropa, Magalen se notaba
incómoda. Cierto que ella misma se había sorprendido al verse en el espejo con
aquel modelo de Gianni Versacce, elegantemente ajustado, confeccionado en seda
india de color rosa con escote palabra de honor y cubierto por un sobrevestido
de encaje de Brujas negro. Todo su atuendo y el pelo recogido le daban un aire
de sofisticación que en absoluto se correspondía con su verdadera personalidad.
Sonrió con encanto al encargado cuando éste se inclinó al despedirla y se fue.
César y Natalia
la habían seguido con la mirada hasta que se perdió de vista. El profesor no
había apartado sus ojos, deseando que ella volviera su rostro un instante para verle
y saberse descubierta en su trampa.
-Parece que esa
carta le ha afectado mucho. ¿Te has fijado?
No contestó, su
expresión a ceño plegado reflejaba su disgusto. ¡Claro que se había fijado!
Habría sido imposible no hacerlo. La había visto ruborizarse y, en un momento
dado, se llevó una mano al pecho como si quisiera detener los latidos de su
corazón o sujetarlo para que no se le escapara. Había estado absorta en la
lectura de aquel papel, totalmente emocionada y conmovida; era por eso que él
no podía evitar preguntarse qué demonios ponía en aquella carta.
-¿No sientes
curiosidad?- Preguntó Natalia con un tono mimoso que siempre le molestaba pero
que, en especial aquella noche le resultaba insoportable.
-En absoluto; ya
te he dicho que la vida privada de los demás no me importa; mucho menos la de
la Señorita Peña.- Respondió secamente.- Ella puede hacer lo que mejor le
plazca en su tiempo libre, siempre y cuando no afecte al mío, como ha sido en
esta ocasión y a ese respecto ¡solo a ese respecto! Si voy a exigirle una
explicación.
-Seguro que ya
tendrá pensada una buena mentira.
-No lo creo,
ella me conoce lo suficiente como para saber que no necesita de disimulos
conmigo.
-Pues hoy ha
disimulado. ¿O no te parece una mentira decirte que iba a un sitio cuando ha
venido a otro?
-Seguro que hay
una explicación lógica para ello.
-Si, seguro,-
sonrió maliciosa,- pero apuesto lo que quieras a que en esa explicación no se
incluye el asunto del ”pluriempleo”.
César lanzó una
gélida mirada a Natalia.
-Te repito que
su vida privada no me importa.-Remarcó cada palabra para que le entendiera
bien.-Y ahora ¿podemos seguir disfrutando tranquilamente de esta velada o
quieres ir tras ella para ver adónde va?
Natalia sonrió
contrariada por la actitud seca de él, sin embargo aceptó y siguió cenando,
aunque en el fondo le mordía la curiosidad por saber donde habría ido aquella
pava tan peripuesta.
Habría sido
difícil adivinarlo ya que al principio Magalen pensó en volver a su casa, pero
cambió de opinión y se obstinó en ver al conde a como diera lugar. ¿En qué
hotel dijo Mapi que se alojaba?...¡Ah, el Luxury! No podía ser menos, una suite
en aquel exclusivo hotel debía costar entre dos o tres mil euros por noche y su
amiga había dicho que estaba en la suite Imperial, que con ese nombre no debía
ser la mas barata… Subió a su pequeño utilitario y se dirigió con decisión al Luxury
mientras en casa, sus amigas comenzaban a preocuparse por su tardanza.
-¿Dónde estará?-
Se impacientaba Paula.- Hace mucho que fui a entregar la carta, ya tendría que
haber venido.
-Se habrá
encontrado con el profesor y la otra y estarán charlando…
-Pues no creas
Mapi, a mi eso de que se encuentren y charlen me pone un poco nerviosa, en
cualquier momento Guzmán el bueno se va de la lengua…
-¡Que no, Julia,
tu tranquila! Es un científico y los científicos solo piensan y analizan…
-Es un
científico, pero también te digo que no entra en el patrón habitual de tío descuidado
de su aspecto y de su entorno que no sabe mas que hablar de ciencia.
-Eso es un
tópico demasia…-Mapi se calló y puso su índice ante los labios ordenando
silencio a las otras cuando oyó que se abría y se cerraba la puerta del piso. Tomó
aire y cuando lo soltó ya tenia en su rostro una expresión de triste serenidad.
Magalen fue a la
sala con la firme decisión de no hablar a Mapi de la carta, o al menos no por
el momento; cuando don Salvatore estuviera bien lejos…se la daría.
Se sorprendió al
ver que sus tres amigas ya estaban allí y se apresuraron a rodearla acosándola
a preguntas. Miró desconcertada a Mapi.
-Verás…se lo he
contado todo a ellas también.- Explicó con un suspiro resignado.- Les he dicho
lo que tú has hecho por mi.
-Es justo que lo
supiéramos, ¿no? Vivimos aquí juntas, somos amigas y nos podemos ayudar. Nos
debemos ayudar.- Acabó Julia como una proclama.
- A fin de
cuentas, mientras dura el curso y estamos aquí, somos la única familia que tenemos
cerca.-Intervino Paula.- No está bien que haya secretos entre nosotras.
Magalen sonrió
aliviada; no podía decirse que carecían de espíritu solidario. Además, el hecho
de que Mapi se hubiera sincerado con las otras dos le hacía sentirse aliviada,
ya que no tendría que mentir ni ocultar nada a sus amigas.
Estas tiraron
de ella llevándola hacia el sofá y acosándola a preguntas.
-¡Nada!-
Respondió ella.- No ha pasado nada, porque no se ha presentado. ¡No ha ido!
Las otras fingieron
sorprenderse de ello. Julia y Paula soltaron algunas exclamaciones ofensiva
hacia el desgraciado conde y volvieron a preguntar:
-Pero, ¿es eso
cierto o nos estás engañando para que no nos preocupemos?
-¡Os juro que no
le he quitado el ojo a la entrada y no ha ido!
-¿Has mirado bien entre la gente que había
en el restaurante para ver si estaba?
-¿Por qué iba a
hacer eso, Julia? He llegado, he dicho que era la secretaria del conde Salvatore
Martini y me han llevado a la mesa que él tenía reservada. ¿Para qué mirar a mi
alrededor si él tenía que venir adonde yo estaba? He controlado la puerta en
todo momento, eso si, y os aseguro que no ha entrado.
Sus tres amigas
parecieron desanimadas.
-¿Entonces no
has visto a nadie conocido?
-¿ A quién
querías que viera Paula?
- A… a algún
famoso, siendo el Ritz…igual había alguien reseñable.
- No me he
fijado.- Respondió indiferente.- El caso es que, como no ha ido y yo estaba mas
que dispuesta a decirle cuatro verdades, al salir he subido al coche y me he
plantado en el Luxury.
Julia y Paula saltaron
poniéndose de pie como si el sofá se hubiera convertido en una cama de faquir
llena de clavos.
- ¡¿Qué?!- Exclamó
Paula con la cara tan blanca como el papel.
- ¡¿Cómo?!- Chilló
Julia descompuesta.
- Que he ido al Luxury-
repitió con desánimo,- pero tampoco estaba allí. Aunque pienso volver mañana.
-¡¡¡No!!!...- Gritaron
las otras dos a la vez, sobresaltándola.
-¿Por qué no?-
Las miró ceñuda ante la incomprensible reacción de la otras.
-Es que… es que…¡está
feo que una mujer joven vaya a un hotel preguntando por…por…por un por un conde
italiano!
-Eso es una
tontería.- Comentó Mapi, que al contrario que sus amigas estaba muy tranquila.
- Pues no te
creas, Mapi; si hubieras visto el sutil cambio en la cara del recepcionista
cuando le he dicho que yo era la secretaria del conde… se nota que ha pensado
que soy otra cosa. ¡Pero no me importa! Que piense lo que quiera, yo no voy a
parar hasta que le vea y le diga todo lo que le tengo que decir.- Cogió las
manos de su amiga entre las suyas y sonrió con calidez.-Tu no te preocupes por
nada, que yo me encargo…Olvídate de él y sigue con tu vida.
- Gracias, Mami…gracias;
estoy mucho más tranquila.
Magalen sonrió
cariñosa y protectora.
-A vosotras os digo lo mismo: Olvidaos del
conde… ¡Imaginad que no existe!
Las otras dos
tragaron saliva sin ánimo ni para asentir. Magalen suspiró y se puso en pie.
-Ahora voy a
quitarme esta ropa y a ponerme cómoda para cenar. Mapi no quiero abusar, pero
me tendrás que prestar otra para mañana.
-¡Toda la que
quieras! Mi vestuario está a tu disposición; es que si no vas perfecta,
Salvatore ni te hablará cuando te vea.
-Pues te aseguro
que quiera o no, me va a ver.
Cuando se
quedaron a solas se miraron las tres. Paula y Julia lanzaron un sordo grito de
histeria. Mapi sonrió divertida.
-Tranquilas, no
pasa nada.- Susurró muy calmada.
-¡¿Qué no?!-
Cuchicheó Paula con desesperación.- ¡Mapi, ya no se trata de que el profesor la
haya visto o no!¡Ha ido al Luxury a buscar al conde!
-¿Qué
esperabais? Parece que no la conocéis. Yo sabía que iba a hacerlo y por eso he
reservado una habitación y he ido a hacer el checking. – Sonrió al ver que las otras estaban boquiabiertas.-Si
pudierais hablar seguro que me preguntaríais cómo lo he hecho. Muy sencillo:
Con dinero y buscando la empatía y la compasión del recepcionista. He ido a la
recepción y me he presentado como la nueva secretaria del Conde Salvatore Martini
y he dicho que tenía una reserva; él Iría más tarde y me había mandado a mi por
delante. He entregado mi documentación, ya que estaré con él, y casualmente, al
pretender entregar la documentación de mi jefe, he descubierto que no la
llevaba en el bolso… Se me ha caído el mundo encima, me iba a despedir, porque
el señor conde es muy estricto, he llorado un poco, he llorado más… y con una
buena propina, el recepcionista en el bolsillo, la entrada del conde registrada
y yo con la llave de la suite Imperial adonde mañana pienso llevar a mi pintor…
Las otras
seguían atónitas, hasta que volvieron a la realidad que las implicaba.
-¡Aún así, ella
se ha empeñado en ver al conde y va a volver mañana al hotel!
-¿Y qué? Ya la
habéis oído: No estaba.
-¡Pero cómo va a
estar si no existe! ¡En que lío nos hemos metido, madre mía!- Gimió Julia.
- Sería mejor si
no fuera. ¡Tenemos que evitar que vuelva y lo busque! ¡Pensad algo!
Mapi reía bajito
viendo la angustia de las otras dos.
-¡Ya está!-
Exclamó Julia con entusiasmo.-¡Le rompemos las piernas y así no podrá ir!
-¿No se te
ocurre algo menos drástico?
-No sé…¿y a ti?
¡Tú mucho criticar, pero aportas pocas ideas…-Se quejó.- ¡Mapi…!
Las dos miraron suplicantes
a la tercera, que estaba de lo más tranquila.
-No sé porqué os
preocupáis. No hay problema, tenemos la suite alquilada a nombre del conde
Salvatore Martini. En el hotel le van a decir que, efectivamente, el conde se
aloja allí.
-¡Pero nadie lo
verá!
-¿Y qué? Es un
hotel enorme. Tiene muchos clientes y no solo eso, visitantes, salones para reuniones
y congresos. Nadie se fija en quien sale o quien entra, quien está o quien no
está, además los empleados trabajan a turno, el de mañana solamente mirará el
ordenador y llamará a la habitación, nadie le va a contestar ¿resultado? “El
señor conde no está.” No os preocupéis, lo único que va a ocurrir es que ella va
a perder el tiempo.
-¿Y si sospecha
que no existe?
-¿Por qué va a
sospechar? Tiene pruebas de su existencia. La carta es una de ellas y la
entrada en el hotel otra. Lo único que tenemos que hacer es esperar un par de días
y luego decirle que el conde se ha vuelto a Italia triste y deprimido porque no
se ha llevado a su Venus y se acabó. Fin.
Paula y Julia se
miraron meditando sobre aquello. De pronto Paula se acercó mas a Julia y le preguntó
con decisión:
-Bueno, ¿y cómo
te parece que le rompamos las piernas?
Mapi rio.
-¡Chicas…!
-¡Oye, vete a la
porra! Me parece mejor idea la de ésta. Tarde o temprano va a descubrir que no
existe el conde y nos va a mandar a Italia de una patada. ¡Si le rompemos las
piernas no podrá moverse para averiguarlo y si se entera, la patada será más
suave porque le dolerá…!
-Os estáis
olvidando del motivo por el cual lo hemos hecho…
-¡Ni siquiera
les ha visto! ¡Igual ni estaban allí! ¿Qué clase de éxito hemos tenido, eh?
-Se supone que
la actitud de él hacia ella debe cambiar…-Frunció el ceño.- De todas formas, el
lunes por la mañana me puedo fumar la clase de expresión corporal y pasar por
el laboratorio para ver el ambiente.
A las otras ya
no les preocupaba tanto aquello desde que empezaron a temer por su integridad
física.
-Magalen es muy
lista. ¿Y si sospechara algo? Solo una pequeña duda de esta historia y ¡Puf!
-Bueno, si
sospecha algo,- dijo Mapi muy segura,- yo os ayudo a partirle las piernas ¿vale?
¿Os quedáis mas tranquilas?- Las otras asintieron.- Pero estoy segura de que no
va a pasar nada. ¡Nada!
Gracias, deseando el próximo capítulo. 😘😘
ResponderEliminarGracias a ti, María.
ResponderEliminarVaya lio, vaya lio, jajajaa deseando leer el próximo.....
ResponderEliminarMari,¿Tú crees que se puede liar un poco más? A ver si puedo terminar el siguiente para mañana por la tarde o la noche.
EliminarUn beso, guapa.
Me espero cualquier cosa jjj, se que lo harás bien.... 🤗
Eliminarla estás liando bien¡¡ Me encanta. Esperando la siguiente entrega.
ResponderEliminarMuchas gracias.😘😘😘
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