El día del fin del mundo



CAPITULO 16

     
      Día a día Andrés iba ganando espacio en mi propio terreno, en mi vida. No era raro vernos pasear por el pueblo cogida yo de su brazo como cualquier matrimonio o entrar al cine a ver alguna película o sentarnos en la cafetería del parque a tomar un chocolate caliente. Noche a noche también avanzaba, aunque más despacio. Nuestros cuerpos se juntaban, pero no se mezclaban; yo le dejaba hacer y, como decía Lola, “cumplía” con mi obligación, solo que no era una obligación, que las manos, los besos, el cuerpo de mi esposo conseguían elevarme hacia las más altas cumbres de mis deseos y después envolverme en sus brazos para atenuar el descenso. El demostraba una paciencia infinita conmigo y yo me daba cuenta de ello, pero me resultaba muy difícil expandirme después de tantos años comprimida. Claro que tenía la suerte de no pensar demasiado en ello y Andrés tenía la habilidad de facilitarme el olvido.
      Pasamos muy tranquilos las fiestas navideñas y disfrutamos a lo grande el día que nos reunimos con sus compañeros del destajo. Fue una reunión preciosa en la que no faltaron la buena comida, la buena bebida y la música. Resultó tan bonito que prometimos repetirlo al año siguiente.
      Me sentía satisfecha con mi matrimonio arreglado, hasta el momento no iba nada mal y no pedía más. No me atrevía a pedir más. Cuando eres una niña a quien las personas que más deberían haberte querido no lo hicieron, creces con la idea de que es culpa tuya y tus ambiciones con respecto al amor se empobrecen, cuando te repiten hasta la saciedad que quienes te quieren son asalariados y reciben un sueldo por ello o son ambiciosos que solo pretenden tus bienes porque no tienes nada mejor que pueda interesarles, aprendes a aceptarlo convencida de que no mereces mucho más. Es entonces cuando te conformas, pero surge dentro de ti una dicotomía de agradecimiento y desconfianza provocada por la propia inseguridad que te llena de miedo. Esa era Rosario Marqués. Esa era yo.
      ¿A qué nos lleva todo esto? Nos lleva al día siete de enero, cuando estaba yo sola en la cocina del restaurante picando chorizo y tocino veteado para pre-cocinar los “Duelos y quebrantos”, que tan famosos hiciera Miguel de Cervantes en don Quijote, de tal forma que cuando algún cliente los pidiera, bastara con darle el último toque y servirlos. En ese momento Pepe asomó la cabeza por la puerta que comunicaba la cocina con el bar.
      -Charo, aquí te llaman.
      Dejé el cuchillo y me lavé las manos antes de salir al bar pensando que se trataría de algún comercial que quisiera venderme algo. Miré el amplio local pero, aparte de los pocos clientes habituales a aquella hora solo estaba Elena Romanes, la hija de Cándido.
      -Charo, vengo a darte la enhorabuena.- Me dijo muy sonriente, dando a entender que era ella la que me había hecho llamar.
      -¿Por qué?¿Me ha tocado la lotería sin jugar?
      -Porque Andrés ya tiene trabajo.
      Primer pensamiento mío:” ¡Esta tía es tonta!”. Segundo pensamiento: ”Pamplinas es más tonto aún por hacerle caso”
      -Ah, bien; yo creo que me hubiera enterado tarde o temprano, no tenías que haberte molestado en venir a decírmelo.
      -No es ninguna molestia, ya sabes que estoy aquí al lado. Es que quería ser la primera en contártelo. Va a trabajar en nuestro taller otra vez. Empieza mañana.
      -¿Eso es todo?-Me encogí de hombros.- Hubiera sido mas apropiado que me lo dijera él, pero bueno, ya que has venido tómate un café. Y gracias por la información.- Volví a la cocina haciéndole un gesto a Pepe para que le sirviera el café.
       Retomé mi tarea pensando si aquella noticia me gustaba o no. Lo que hubiera en el pasado entre Andrés y Elena lo sabían ellos y para ellos quedaba; ahora él estaba casado conmigo y si el anuncio de ella buscaba inquietarme, no lo consiguió. Poco después llegó él a contármelo. Estaba contento por tener trabajo y por volver a trabajar con Cándido.
      -Me alegro, enhorabuena.-Sonreí cálidamente.
      El buscó una silla y se sentó cerca de donde yo estaba.
     -¿Sabes? Si para ti el referente de una madre es mi madre, para mi el referente de padre es Cándido.
      Era fácil entenderlo, el padre de Andrés murió muy joven y él había crecido solo con su madre. Cándido era una buena persona que le enseñó, no solo mecánica, también lo educó como hombre, en lo que no pudo o no supo enseñarle su madre.
      -Pero te despidió de la noche a la mañana…
      -Si, es cierto.-Miró pensativo hacia otro lado.- Me lo merecía e hizo bien. Ahora todo eso ya está pasado y olvidado.
       “Pasado y olvidado” Aquellas palabras me hicieron esbozar una sonrisa de tranquilidad al pensar que quizá Elena tenía más expectativas de las que había en realidad. Aunque no era ella la única que pensaba así. Fue el mismo Andrés quien se encargó de comentar la noticia de su trabajo entre las personas que frecuentábamos, quienes la recibieron, cuando menos, con bastante escepticismo.
      -¿Cómo puedes dejar que trabaje ahí?
      - Es como echar papel al fuego pensando que no se va a quemar.
      Desde que lo supieron, mi prima y Alicia se movían como si tuvieran alfileres en la ropa y no se contentaron hasta que me encontraron a solas.
      -Es una idea muy mala, prima…Tú tienes que oponerte; no puedes dejar que tu marido esté cerca de esa y viceversa. Todo el pueblo sabe lo que hubo y van a correr ríos de chismes.
      A quien menos le gustaban los chismes era a mi, pero insistía en que era una historia pasada.
      -Eso es, Charo, ahí hubo una historia muy fea, sobretodo para él. Es que ni siquiera entiendo como ha podido aceptar trabajar en este taller, con todos los que hay, a no ser que sea para volver a estar junto a esa y buscar una segunda oportunidad.
      -Hasta que vuelva a destrozarlo y se repita todo.
      Las escuchaba sin perder la calma y sin dejar que me convencieran.
      -Todo eso se ha quedado en el pasado,- dije cuando al fin llegó mi turno.- Andrés está contento de volver a trabajar con Cándido, conoce como funciona el taller, como se trabaja y está a gusto.
      -…¡Y tan a gusto que estará!- Masculló Ali antes de añadir molesta:- ¡No seas inocente, Charo! Si esa sierpe ha perdido el culo por venir a decírtelo en persona para ver qué cara ponías…
      -¿Qué cara voy a poner?- Comenté indiferente.- Además, decís que me oponga, ¿le voy a prohibir que trabaje ahí?
      -¡Pues claro!
      Era absurda aquella cerrazón por parte de ellas. No conseguía hacerles entender que no iba a pasar nada entre Andrés y Elena.
      -A ver, es cierto que hubo algo entre ellos, pero fue en el pasado; Ahora, Andrés y yo estamos casados y él respetará su compromiso para conmigo. Puede ser que él siga sintiendo algo por ella…
      -Puede ser, dice…-Apuntilló mi prima.- Y que ella está más que dispuesta…
      - Ella puede estar como quiera puesto que es soltera; el peso de todo esto cae sobre él, que es quien tiene compromiso y dudo que lo rompa. Le conozco desde siempre y es un hombre de palabra.
      -Puede ser, pero hasta las piedras se rompen a fuerza de darles golpes.-Insistió Ana-No seas ignorante, prima, “quien quita la ocasión quita el peligro”.- Citó el refrán.
      - “El hombre es fuego, la mujer estopa y si viene el diablo y sopla…”- Dijo Ali.
      -“ Cría cuervos y tendrás muchos”, ¡hala, yo también sé refranes…!- Me burlé con cierta malicia.
      Eran ellas las que no entendían la situación. Yo a Andrés no le podía pedir amor, le podía pedir respeto, fidelidad, compañía… pero no amor, igual que él tampoco me lo podía pedir a mi. Nuestra boda era un acuerdo por parte de los dos.
      -¿Y si se rompe ese acuerdo, quién paga?...
      -¡Lola, por favor, ¿tú también?!- Era difícil inhibirse del tema cuando lo encontraba por todos lados.
      - Confías demasiado. No te olvides que ya se ha ido una vez… rompiendo ese acuerdo.
      - Según tú y Ana, la que lo rompió fui yo y por eso fui a buscarle.
      Lola se acercó mirándome con tristeza. Alzó su mano para acariciarme cariñosa el pelo.
      -Yo no quiero que tú sufras Charo. Llevas mucho sufrimiento dentro de ti, porque eres buena y sensible y todo te afecta aunque digas que no… y desde que la Rosenda me ha dicho…tengo el presentimiento de que todo esto te hará llorar.
      -¡Mi querida Lola, ven aquí!- Abrí mis brazos para acogerla entre ellos con intención de darle mimos.- No te preocupes por mi, soy muy afortunada porque te tengo y me quieres y me haces fuerte.
      ¿Quién fue la que dijo que correrían ríos de chismes, mi prima o Ali? Daba igual; no se equivocó. Dudo que hubiera alguien que no hablara del tema. Todo el mundo tenía una opinión y el derecho a hacérsela saber a los demás. Para nosotros, los afectados, era cuestión de paciencia. Unos insistirían más, le sacarían punta y pincharían para intentar hacer sangre y otros, los más, pasarían por encima y volverían a concentrarse en lo que realmente les importaba, que era su propia vida.
      En lo referente a Andrés, él ya había dado cumplida cuenta a lo largo de su vida de que era impermeable a los comentarios que no le interesaban, hacía caso omiso de todo. Yo también, pero me costaba un poco más.
      -Estás muy silenciosa.- Su voz ronca se dejó oír en la oscuridad de nuestra alcoba.- Podría decir que siempre estás muy silenciosa, pero ahora no estás dormida.
      No lo estaba. Me había dado la vuelta y me hallaba de espaldas a él. Le noté moverse y poco después sus dedos comenzaron a recorrer mi espalda desnuda. Sonreí. Me encantaba que me acariciara la espalda, me relajaba, sobretodo después de “cumplir” con la obligaciones maritales como acabábamos de hacer.
      -No me canso de tocarte. Tu piel está hecha de terciopelo y seda.
      - Eso se lo dirás a todas.- Bromeé. Mi voz sonó a mis oídos más cálida de lo habitual.
      -No.- Tajante, seguro.
      -Me pregunto…- Me interrumpí de pronto consciente de que no tenía derecho a plantear aquel tema.
      -¿Qué te preguntas?- Me animó a seguir mientras sus dedos iban ampliando su campo de acción.
      - Me pregunto con cuántas mujeres has estado así, como ahora estás conmigo.
      - Con más de las que recuerdo.- Su respuesta fue rápida, sin pensarla.
      -¿ Y las que recuerdas?
      Tiró suavemente de mi hacia él, haciendo que mi espalda reposara sobre el colchón. Sus dedos seguían paseándose libremente por mi cuerpo. Poco a poco le iba conociendo y sabía como acabaría el “paseo” pero ya no lo eludía como los primeros días, quizá no mostrara mi entusiasmo, pero él sabía que estaba ahí.
      -Acabo de olvidarlas.
      Sus dedos siguieron jugando con mi piel, su boca buscó mi boca besó mis labios encontrándolos más dispuestos de lo que yo hubiera deseado. Los mordisqueó como si no tuviera bastante con su contacto y necesitara su sabor. Mis oídos sentían como música el profundo sonido de su agitada respiración mientras yo controlaba la mía para que no me delatara, aunque traidora lograba dejar escapar algún gemido suave, casi sordo. Mi mente se desvanecía en las sensaciones que provocaban sus manos, su boca, su lengua, su calor... para mis sentidos dejaba de existir todo lo que no le perteneciera a él, su olor, su voz , el peso de su cuerpo en total contacto con el mío, que se quedaba pequeño y entregado al ser envuelto, aprisionado, poseído por una fuerza tan tiránica como generosa. Y después la calma y una lluvia de besos en la cara.
      -Algún día te rendirás- Dijo de pronto.
      -¿A ti?
      -No. A ti.



















Comentarios

  1. Que tormenta se avecina para Charo. Interesante capítulo. Gracias 🇻🇪🇨🇴💞

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  2. Mi corazón late emocionada por tan bello capítulo... Charo al fin se rendirá a su deseo??? Que así sea amiga. Me encanta esta pareja. Que no los separe esa Elena... por fis 🙏
    Lupita Campuzano

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    Respuestas
    1. No quiero ser mala, Lupe, pero te olvidas de Eduardo. Un abrazo, guapa y gracias por tu constancia en leerme.

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    2. NO... Eduardo no ha figurado hasta ahora. El que tiene toda mi atención es Andres. 🙏🙏🙏

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    3. Es más.... quién es Eduardo??? 😅🤣😂

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    4. Lupe, ¿Como que quien es Eduardo?Eduardo Salinas, ¿No estas leyendo la novela?

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    5. Si.... pero no me gustan los hombres tibios. 😁

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