BAŞKASININ HATASI
Miran no recordaba haber pisado nunca tan a fondo un acelerador. Tuvo mucha suerte porque la autovía estaba en muy buenas condiciones de firme y de tráfico, además no se encontró con ningún agente, así que llegó al hospital de Küçükküyu en mucho menos tiempo del que esperaba.
Cuando recibió la llamada de la Otomana avisándole de que Elif tenía contracciones y la iban a llevar al hospital no pensó en nada más que en llegar junto a ella lo antes posible.
-¿Qué novedades hay?
Burak estaba en la puerta de Urgencias y respiró aliviado cuando le vio.
- Todavía ninguna.- Contestó mientras le acompañaba con prisa al box donde ella estaba acompañada por la viuda.- Ekrin ha salido varias veces preguntando por usted.
-¿Cómo está?
- Hecha una furia, dice que cómo se le ocurre irse a Estambul cuando su mujer puede dar a luz en cualquier momento, yo de usted tendría cuidado con ella, porque...
- ¡Elif, Elif!¡ Me refiero a Elif!
- ¡Ah!... Da menos ruido que la Otomana; se la ve nerviosa, asustada, ha dicho que no va a tener a la niña hasta que llegue usted y por ahora ha cumplido. Está ahí.- Señaló la cortina de un box cercano.
- Muchas gracias, Burak, puede irse a su casa.
- Digo yo que, si no le importa, me quedo un rato más para ver a Meryem cuando llegue.
- Como quiera.- Asintió.
Buscó al médico que la estaba atendiendo para que le informase del estado de la madre y la hija.
- La hija está muy bien,- le dijo,- todos los parámetros dentro de la normalidad, ¡pero la madre nos está volviendo locos! No nos deja respirar, en cuanto la hija hace el menor mohín ya está pulsando la perilla...¡Yo le juro que si vuelvo a oír ese timbre le cortó los dos pulgares...y a ver cómo se las arregla...!
- Doctor...me refiero a mi esposa y a la bebé.- ¿Qué les pasaba a todos con Ekrin? Los tenía traumatizados.
- Ya le he dicho, todo bien. Está dilatando, usted ya sabe cómo es esto, en cuanto esté a punto la llevaremos al paritorio.
- Entonces voy con ella. Muchas gracias.
- Intente calmar a su suegra, de verdad que ella es la más preocupante.
Miran asintió y volvió junto al box. Respiró hondo varias veces para calmarse y apartó la cortina entrando en la pequeña estancia. Elif estaba reclinada en la cama, al verle dejó escapar un suspiro de alivio y sonrió tranquila. El también sonrió, pero de pronto se interpusieron entre ellos los ojos pardos de la Otomana, clavados en él como cuchillos de frío acero.
- ¡Ya era hora! Su mujer sufriendo y usted tan tranquilo en Estambul...
- Podía estarlo a sabiendas de que la he dejado en las mejores manos después de las mías.
La desarmó, claro. La viuda se quedó con la boca abierta y sin saber qué añadir. Su furia se había disipado como por encanto. Lanzó una ojeada a Elif y comentó que iba a buscar una infusión de tila, dejándolos solos.
- La has dejado sin palabras.- Musitó ella.
- Solo he sido sincero.- Se aproximó a la cama.- ¿Estás nerviosa? Tu médico dice que todo va bien.
- Me duele...¿Cuándo me van a poner la epidural?
- Cuando llegue el momento oportuno lo harán. No te preocupes. Todo va a ir bien y dentro de poco tendremos a Meryem con nosotros.
Se mantuvo a su lado, secándole el sudor, tranquilizándola, animándola...
- ¡Yo no puedo verla sufrir así y esta gente que la tiene aquí olvidada...y usted que no me deja el timbre!
- Ekrin, deja de preocuparte, tengo un médico a mi lado todo el tiempo...
- ¿Quieres que haga más?¿Es que te parece que no ha hecho ya bastante?- Gruñó la viuda.
Elif tuvo una nueva contracción y la pobre Ekrin la sufrió con ella.
-¡Ay,- dijo la viuda acongojada por el sufrimiento,- espero que esto termine pronto o en el próximo apretón me cagaré encima...!
Miran y Elif rompieron en sonoras carcajadas. La Otomana los miró muy seria pero acabó por reir con ellos.
Entro una matrona y tras examinar a la parturienta, salió y volvió con el médico y la deseada epidural. Poco después llegaron para trasladarla al paritorio. Ella no soltó la mano de su esposo.
- Ven conmigo, por favor...¿Quieres?
Miran asintió y fue a prepararse. A la puerta de la sala de partos quedaron Ekrin y Burak. La Otomana cerró los ojos y extendió sus manos con las palmas hacia arriba murmurando una oración.
Dentro todo estaba preparado para la llegada de Meriem.
- Estamos a punto.- Dijo la matrona tras un nuevo examen.
- No, falta Miran... No ha venido todavía..
- Querida no podemos esperar a...
-¡ Aquí no empezamos hasta que llegue él!
- ¡Estoy aquí!- Se oyó la voz del esposo entrando por la puerta.- Tranquila, ya estoy aquí. No te preocupes, no temas nada, solo haz lo que te digan, porque al no tener dolor, no sientes cuando tienes contracciones, ellas te lo dirán...
Asintió nerviosa y se aferró a su mano. Aquella mano que se tendió hacia ella en el momento más desesperado y amargo de su vida, cambiándola por completo, dándole esperanza.
Poco después Meryem asomó su cabeza al mundo y empezó a llorar. Un llanto recio, indignado.
- Baba, ¿quieres cortar el cordón umbilical de tu hija?
Fue un instante. La miro y ella apartó sus ojos cuajados de lágrimas. Supo lo que Elif pensaba como si pudiera leer su mente.Y le dolió. Aún así, solo ellos sabían que no era el padre y le hubiera gustado que la actitud de ella no se lo hubiera recordado. Quizá no era su padre, pero era el que estaba allí, le gustará a Elif o no. Dió un paso adelante y cogiendo las tijeras que le ofrecía la enfermera, cortó el cordón y tomó en brazos a la niña para entregársela a su madre.
¡Era preciosa!¡Era la criatura más bonita que había visto jamás! Lloro de emoción y felicidad al tenerla en sus brazos. Todo, todo había valido la pena solo por aquel momento. Por sentirla contra su pecho y oírla llorar.
En los días posteriores al nacimiento de la niña oyeron lo mismo de todos los que la vieron.
- ¡Es preciosa!... Y con qué fuerza llora...- Decía encantada Ekrin sosteniendo en sus brazos el cuerpecito arrugado y nervioso de Meryem.
- ¡Qué bonita es...! Y como llora...- La orgullosa abuela, Hiranur, la acunaba observándola embobada.
- Se nota que tiene unos pulmones muy fuertes.- Decía el abuelo pleno de satisfacción.
La niña se parecía mucho a su madre, tenía el pelo negro y los ojos claros, aunque Miran decía que muchos bebés nacían con los ojos claros y más tarde se les oscurecían. Tenía la barbilla redondita y la nariz chatunga.
Desde el primer instante fue la reina de la casa y prácticamente pasó todo el pueblo por allí a conocer a la niña del médico.
- Es tan bonita como su madre.-El alcalde fue de los primeros en ir a visitarlos.
- ¿Algo también se parece al padre, no crees? - Intervino la Otomana pensando que Miran se podía ofender porque a la niña no le sacaran parecido a él.
- No, es idéntica a la madre.- Insistía Berat Hamza.- Y llora con ganas, ¿eh?
-Si, si,- volvía a declarar Ekrin llena de gusto.- Con que fuerza llora...
Un mes después la viuda acunaba entre sus brazos a Meryem.
- ¡Y con qué fuerza llora la cabrona!¡Es que no calla nunca!...¿Esta criatura cuando duerme?
Al no obtener respuesta se volvió hacia la madre y la vio sentada a la mesa de la cocina, con la cabeza apoyada en la pared, un cuchillo relajado en una mano y un pimiento verde en la otra.
-¡Niña, que estás dormida!
Elif se despertó sobresaltada y desorientada. ¡Qué más quisiera ella que estar dormida! En aquella casa cuando entró la niña por la puerta el descanso se fue por las ventanas. Ya no sabía qué hacer. Cuando estaba cocinando o planchando la ponía en el coche de paseo y lo movía hacia delante y hacia atrás y conseguía que se callara un rato, pero en cuanto paraba...
- ¿Qué le pasa?¿Qué tiene?- se desesperaba.- ¿Está enferma?
Miran sonreía paciente con sus dos chicas.
- No le pasa nada, solo que es llorona.
-¿Así, sin más?
- Así, sin más.- La sacó del cochecito y la arropó con sus brazos sentándose relajado con ella.- Quiere tranquilidad...
- Y yo también...
- Cuando llora te pones nerviosa y ella lo nota. Mira...- Como por arte de magia Meryem había dejado de llorar y se estaba durmiendo. - Si se duerme no la despiertes para alimentarla, ella te lo pedirá cuando quiera.
- Qué ganas tengo de que llegue ese momento en que me diga que le ponga unas albóndigas...Acuéstala, a ver si podemos cenar tranquilos.
- Si mañana hace bueno,- la acostó con cuidado en el coche,- podríamos dar un paseo hasta el molino.
Se había acabado el verano y aunque era octubre todavía había días bonitos con temperaturas más o menos agradables a pesar de que anochecía antes.
- Puedo preparar algo de merienda.
- Eso estaría bien.- Aceptó gustoso.
La tarde siguiente cuando él volvió de hacer las visitas, ellas le estaban esperando preparadas. Dejó el maletín y cogió la bolsa con la merienda.
- Es gracioso que en cuanto nota que está en la calle se duerme.- Comentó ella divertida empujando el coche donde Meryem dormía tranquilamente.
Les costó salir de pueblo. Los vecinos les paraban a cada paso para ver a la niña y mostrarles su afecto.
- Mira qué bonita es... Y qué dormida está...
- Se nota que es muy buena...¡Qué ángel!
- ¡Que hermosa está! ¿Cuánto tiempo tiene?... ¿Sólo dos meses?¡Pues está muy grande...!
Por fin encontraron la quietud del campo. Caminaron lentamente hacia la explanada del molino.
-...Cuando ya me asiente con la niña.
- Está bien, pero tampoco cojas más de lo que puedes. Que vuelvas con tus alumnos te vendrá bien para dejar que tu mente se libere un poco de la maternidad.
- Ekrin estará encantada con la niña... pero, ya digo,el mes que viene...Qué bonito está el campo en otoño...- dijo mirando a su alrededor.- Me pregunto cómo será aquí el invierno.
- Pronto lo sabremos. No queda mucho. Creo que es frío y nevado, por lo que dicen.
- Me gusta la nieve, si no tengo que salir y la veo desde la ventana...- guardó silencio al oír unas risas a unos metros de distancia,- por ahí hay alguien...
Él asintió y comentó que había una pareja.
- Parece la hija de Kiraz, la pequeña.
- No sé...
- Ay, si...la hija de Çan Belediyesi, que trabaja en la elde( ciudad)
Miran se apartó contemplándola divertido.
- ¡Miedo me das! ¡Otomana,abandona el cuerpo de Elif...!
- Y a él no le he visto bien, pero parece ese chico del garaje de motos...
- Serdar.
- Ese.¿Qué estarán haciendo aquí?
- ¿Tú qué crees?- Ironizó.
- Oye, nosotros estamos aquí y venimos a merendar...
- Entonces estarán merendando.
Elif le miró sin decidir si debía reírse o enfadarse. Le parecía que se estaba burlando de ella. Lo dejó estar, a fin de cuentas no le importaba la pareja, ni quiénes eran ni qué merendaban.
Al llegar al molino viejo tendieron una manta en el suelo cerca de la fuente y el abrevadero. Era un sitio hermoso y lleno de calma, solo se oía el sonido del agua cercana. Durante un rato estuvieron en silencio, dejándose envolver por aquella paz; pero viendo que tanta tranquilidad les estaba sacando la falta de sueño acumulada, optaron por dar buena cuenta, ellos si, de la merienda. Elif le hablaba del molino, de cómo funcionaba antiguamente con la muela, una enorme y pesada piedra de forma cónica, que giraba por la acción de un burro uncído al eje. El la escuchaba con atención mientras comía algo tumbado como un romano en un triclinio.
-Come más, que solo hablas y te estás quedando en nada.
Ella suspiró.
- Creo que nunca más volveré a quedarme en nada...- Oyó que la niña comenzaba a quejarse en el coche de paseo. - Ya se ha despertado. Tiene un reloj en el estómago.
Miran se puso de pie y fue a ver a la pequeña. Sonrió mientras la envolvía en su mantita de lana, regalo de algún vecino, y la sacaba.
-Tranquila, tu madre también ha traído merienda para tí.
Era un acto de lo más natural que ella alimentara a Meryem en presencia de él. Muchas veces Miran se sentaba junto a ellas y observaba maravillado la belleza de aquella imagen.
- ¡Hala, fíjate como se agarra y que ansia tiene...! Parece que no come desde hace días.- Elif, sentada en la manta, amamantaba a su hija. -¿Será que mi leche no es buena? Igual es que se queda con hambre.
El negaba.
- Meryem está sana y gana peso con normalidad, pero si te quedas más tranquila podemos poner una ayuda, algún biberón. No busques más excusas, te repito que la niña es llorona, ¿es un fastidio?Si. ¿Es preocupante?No. Es nuestra y no la vamos a tirar...
Miran notó que una vez más, cuando él habló de la niña en lenguaje inclusivo, ella le hurtaba la mirada. Elif siempre mencionaba Meryem como "su hija", pese su insistencia en el "nuestra". Ella seguía sin incluirle en su vida.
Pobre Miran! Que a el le da lo mismo, el las quiere a las 2.. que Elif espabile y empiece a despertar del letargo, estan a un paso de la felicidad.. eres magnifica encogiendonos el corazon con tus relatos. Gracias
ResponderEliminarQue pena me da miran
ResponderEliminarLa saco de la oscuridad. Le regalo una nueva vida, paro ella no come ni deja comer pq tb tiene sus celos
Coño que disfrute de estos dos regalos. Al final miran es tío de mereyen. No as cualquiera
La actitud de Elif es extraña, pienso que si decidió casarse y como él le ha demostrado apoyo total, debería incluirlo en esa relación padre/hija🇻🇪🇨🇴💞
ResponderEliminarYo creo q a ella le falta adaptarse a la situación, y ver que el verdadero padre no es el que hace los hijo sino quién los cría.
ResponderEliminarMe encanta este camino que a tomado, y que Miran vea a Meryem como su hija.... Me encanta 😘😘😘
Elif no cree que Miran la pueda ver con otros ojos... no cree que considere a su hija como suya. Eso puede abrir una brecha entre ellos si no hablan claramente. Gracias Loli.
ResponderEliminarQue pena me da Miran cuando intenta hacer cosas de padre y no ta el frío de Elif, ya es padre por derecho. Él si está ahí. Y no.el que la.engendro... y por supuesto. La Otomana. Ahí. Como toda una Madre, Abuela y suegra. También por derecho propio...me encanta Loli!!!
ResponderEliminarLos dos sienten algo el uno por el otro... sólo que es difícil para ellos expresarlo por cómo inicio todo. Sabiendo Miran o pensando que Elif aún ama a su hermano. En fin.... hermosa historia. Gracias Loli 🥰
ResponderEliminarLupita Campuzano
Perfecto… vamos a ver cómo Elif incluye a Miran…🥰
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