YENIDEN ASK


CAPITULO 14



    

      Al día siguiente del examen, Esma fue a visitar a su hermana a primera hora de la tarde. La encontró comiendo aún puesto que acababa de llegar del trabajo.

      -Casi me da algo cuando Umut dijo ayer que te habías encontrado con el escritor. El pobre piensa que como habéis sido vecinos os estabais saludando cordialmente. Dime, ¿qué pasó?...¡Inci!- Se alarmó al verla salir corriendo de la cocina cubriéndose la boca con la mano. La siguió y no ocultó su preocupación al verla vomitar.

      - Estoy así desde ayer.- Dijo Inci con los ojos vidriosos y la voz temblorosa. Tengo los nervios metidos en el estómago desde que le vi. ¡Creí que iba a morirme!

      - Pero¿qué pasó?¿Te dió alguna explicación de por qué se fué o...?

      - No pasó nada.- Dijo echando al plato de Yeniçeri el contenido casi intacto de su plato, cosa que el perro agradeció corriendo a vaciarlo.- Nos saludamos civilizadamente- No quiso mencionar las críticas que sin tón ni són le hizo Murat a Umut. Su hermana se enfurecería y con mucha razón.- Me preguntó por la familia y por el perro.

      -¡Mira qué educado se ha vuelto de repente!

      Siguió a Inci hasta el salón. Allí invitó a su abla a tomar asiento antes de volver a la cocina para preparar café. Cuando se quedó sola, Esma suspiró lamentando la debilidad que últimamente padecía su hermana. Cada vez estaba más pálida y ojerosa... y más delgada. Todo por culpa de aquel sinvergüenza.

      - Trabajas demasiado.- Dijo alzando la voz para que la otra la oyera desde la cocina.- Yo creí que cuando acabaras de estudiar para el examen te darías un descansito, pero en vez de eso te has puesto a hacer limpieza aquí...-Dijo viendo que había varias bolsas llenas sobre un sillón.

      -¿Limpieza? No...

      - Yo lo que digo es que no te pases, que lo que hagas va a ir en contra de tu salúd.- Dijo Esma hojeando una revista que había a su lado, en el sofá, donde se explicaban labores de punto en prendas para bebés. 

      - A mi salúd no le pasa nada que el tiempo no cure.

      Esma se encogió de hombros. Dejó la revista y con curiosidad se dedicó a mirar lo que había dentro de las bolsas. Su hermana era muy ordenada, asi que si no estaba de limpieza no entendía qué hacían aquellas bolsas allí. Sonrió al ver la ropita de las niñas cuando eran bebés. Las chaquetitas con encajes, los faldones, los patucos de lana y los baberos bordados...¡Cuantos recuerdos había en aquellas prendas minúsculas! Hacía tanto tiempo que nos las veía...¿Para qué las habría sacado Inci?

      -¡Ah!- Gritó aterrada cuando una idea cruzó como un flash su mente. -¡No puede ser!

      -¿Qué pasa?- Su hermana corrió al salón alertada por el grito de la otra.

      Esma se quedó con la boca abierta, sin saber qué decir de pronto.

      -¡Nada!¡Nada!-Respondió con voz extremadamente aguda cuando le salió al fin.-¡No pasa nada!

      -¿Por qué has gritado?

      -Pues... no sé, no pasa nada importante.-Miró a Inci con ojos ansiosos. De pronto se daba cuenta de muchas cosas; la palidéz, los vómitos, la delgadez... Esma estaba muy confusa y para nada preparada para algo así. Sintió la necesidad de marcharse, de darse un tiempo para tranquilizarse antes de hacer o decir algo que fuera inconveniente.- He... quedado con Umut y se me había olvidado.¡Tengo que irme!- Chilló sin poder contenerse y sin motivo aparente.-¡Me voy!¡Tengo que ver a mi marido y hablarle...!

      Dicho y hecho. Salió de la casa de su hermana como si la persiguiera un demonio, dejando a Inci sumida en el desconcierto a causa de aquella actitúd; pero en aquel momento Esma no estaba para dar explicaciones. Ni siquiera estaba segura de poder dárselas a su marido, aunque fué directamente a la gran nave del polígono industrial donde se hallaba la empresa de carpintería de aluminio.

      Umut se alarmó al ver a su esposa con el rostro congestionado, pero eso no fué nada para lo que vino después, ya que en cuanto se quedaron solos en la oficina, Esma rompió a llorar desconsolada. El pasó del estado de alarma al de pre-histeria. ¿Cómo no se iba a asustar viéndola en aquel estado?

      -¡Qué desgracia...!- Gimió ella.-¡Qué desgracia Umut querido!

      -¿Qué pasa?¿De qué hablas?- Se desesperó el sin poder entender nada.

      - ¡De mi hermana!- Lloraba acongojada.

      -¿Qué le pasa? Si ayer estaba bién...

      Ella acogió aquella afirmación con un chillido lastimero y nuevos gemidos intermitentes.

      -¡Está embarazada!...- Se cubrió los ojos con el pañuelo en el que enjugaba sus lágrimas.

      Para Umut fué como si le hubieran dado un mazazo en la cabeza. Miró a su mujer repasando mentalmente cada palabras que ella había dicho y al fin balbuceó:

      -Pero...¿Cómo puede ser eso?¿Cómo ha podido suceder?  

      Esma alzó los ojos hacia él, enfadada.

      -¡¿Tú qué crees?!- Preguntó irónica antes de volver a entregarse al llanto.-¡Pobrecita mía, pobrecita mía...!

      -Pero...¿De quién...?¿Cómo...?¿Cuándo?- Se desesperaba por momentos su marido.

      Esma entendía la sorpresa de Umut. El no sabía nada del desgraciado de Murat Kaya, que después de seducir a Inci se había largado con viento fresco...¡Y tan fresco, que ni siquiera le dijo adiós! Le explicó someramente el romance de de su hermana y cuando terminó volvió a lamentarse.

      -¡Qué mala suerte tiene...!¡Para una vez que...!La naturaleza es injusta, yo llevo toda la vida deseando tener un hijo y no lo he tenido y ella... le dan un soplo en un ojo y ¡hala!...

      - No exageres,- él se iba tranquilizando,- es evidente que ahí ha habido más que un simple soplo en un ojo.

      -...¡Y espérate, que es capaz de traer más de uno!¡Que ella acostumbra a traerlos a pares, como si fueran calcetines!- Se lamentó.- Yo voy a llamar a las niñas, tienen que venir, su madre las necesita en estos momentos. ¡Ay, Allah, protege a mi hermana !

      -¡Inshallah!

      -¿Qué va a ser de ella? La gente hablara...

      -¡Deja ya los dramas! Tu hermana es una mujer adulta y sensata, no creo que le importe mucho lo que la gente hable. Si, hablarán, pero ya se pasará.- Le dió unas palmaditas en el hombro para tranquilizarla.-¿Le has dicho que no se preocupe?¿Que no está sola? Nosotros estamos con ella para lo que necesite y también están sus hijas. No es un gran problema.

      Esma no era de la misma opinión que su marido.

      -Ahora no es un gran problema, pero ya verás como irá engordando a medida que pasen los meses...¡Voy a llamar a las niñas, tienen que venir!

      -Deberías dejar que sea su madre quien se lo diga.

      -No, se lo diré yo, no quiero que mi hermana pase ese mal rato de decirles a sus hijas  algo así.

      -¿Qué crees que hará el escritor cuando lo sepa?¿O crees que lo sabe ya?

      Esma se encogió de hombros. Ignoraba la respuesta a tales preguntas.

      - Si fuera un hombre como tienen que ser los hombres, se casaría con ella. ¿Eso es lo que debería hacer!¡Canalla!

      En aquel mismo momento, el "canalla" estaba parado ante la puerta principal de la casa de Inci. Se había vestido con elegante sencillez, pantalón gris, camisa de rayas de buena marca y un cárdigan con coderas de piel. Su rostro tenía la expresión serena y en sus ojos brillaba la determinación. Tenía que hablar con ella y no iba a esperar más. Estaba enamorado de ella, la quería y al menos se lo tenía que decir. Por otra parte le inquietaba el tío que fué a buscarla a la universidad el día anterior. ¿Y si estaba enamorada de él? ¿Y si estaba tan dolida y furiosa por su fuga que no quería verle más? El sabía que ella le quería, de ninguna manera se hubiera acostado con él de no ser así, pero eso fué cuando se fué, hacía algo más de dos meses, ¿y si ya no le quería? ¡Se lo merecería, por imbécil y cobarde!...Pero no...no, no podía perder a la única mujer a la que amaba y amaría.

      Ella abrió la puerta y su corazón debió pararse al verle. Se miraron largo rato, hasta que él dijo con voz ronca:

      - Merhaba.

      - Merhaba.

      -¿Puedo pasar?

      Ella parpadeó y le franqueó nerviosa la entrada. Yeniçeri acudió al galope a darle la bienvenida meneando contento su peludo rabo. El lo acarició con ganas, hablándole cariñoso y la siguió a la sala.

      - Te sorprenderá verme aquí después de...

      - Es una visita inesperada, desde luego.- Le interrumpió a propósito.- Supongo que tendrá un motivo.

      -Si, claro.- La miró largamente, empapándose de cada uno de aquellos rasgos que tanto había echado de menos. Tenía mala cara. Estaba enferma, seguro.-¿No te encuentras bién?

      -Bueno, digamos que no estoy en mi mejor momento. Siéntate, si quieres ...- Le invitó.

      Le dolía la frialdad de ella. Ardía en deseos de abrazarla y besarla, pero se contenía a sabiendas que merecía de ella cuantos reproches quisiera hacerle. Lo malo era que ella no le reprochaba nada.

      -Ayer no pudimos hablar mucho.

      -¿Es que había algo más que hablar?

      - No te pregunté qué tal te salió el examen. Imagino que estabas allí por eso.

      - Salió bien, creo. ¿Eso es todo lo que tienes que hablar?

      - No, yo... he venido por otro asunto.

      Le miró a la cara. No podía creer como era posible aparentar que estaba tranquila cuando de buena gana se le tiraría encima y se lo comería a besos.-¿Te apetece un café? Lo estoy haciendo.

      -Si, gracias.

      Ella se fué a la cocina y él la siguió con la mirada hasta que la perdió de vista. Entonces se incorporó para apartar algo sobre lo que se había sentado y que se le clavaba, martirizándole. Sonrió enternecido al ver las largas agujas de hacer punto ensartadas en un ovillo de lana fina. Así que en sus ratos libres se estaba tejiendo un jersey, debía estar recién comenzado a juzgar por lo poco que había avanzado... Lo miró con más detalle se le paró el pulso. Extendió la labor, nervioso, las manos le temblaban. Aquello no era un jersey para una persona adulta.¡Estaba haciendo una chaquetita de bebé!

     Fué como si sus ojos se abrieran a la luz en aquel instante. Ella, tan inocente, no le hacía reproches porque su plan era más elaborado. ¿Cómo dijo una vez?¿Que ella planeaba hasta la forma de hacer planes? Si. Y al parecer tenía planes para él. Seguramente pensaba hacer la chaquetita para luego pedirle algo más. ¡Allah! Pero él se había adelantado al llegar antes. ¡Tramposa! ¿Cómo había confiado en ella? Si, haría lo siguiente:Le enviaría una nota agradeciéndole el"paseo". ¡Vamos, señora! Que él no había nacido ayer ni se había caído de una higuera. Un par de polvetes y ya le estaba preparando para el felíz evento.¡ Y él sufriendo por ella! Porque la quería...¡Y eso era más!... ¡A saber si era suyo o del pelón!

      ¡Bir dakika, bir dakika!( Un momento, un momento) Tenía que pensar en todo.

      Inci volvió a la sala con la bandeja, dos cafés y dos vasos de agua. No le vió allí.

      -¿Murat...?- Dejó la bandeja sobre la mesa y fué a buscarle cuando oyó el sonido de la puerta al cerrarse.-¡Murat!...

      Llegó justo a tiempo de verle subir al taxi que debió llevarle hasta allí. El vehículo se alejó bajo la atenta mirada de ella. ¿Qué estaba pasando aquella tarde con la gente? ¿Para qué había ido él? Llegaba, le decía que quería hablar con ella y de pronto huía otra vez.

      -¡Este hombre es el rey del "ahítequedas"!- Exclamó furiosa.- Espero que no lo tome por costumbre...¿Pero por qué se ha ido otra vez, si solo le he ofrecido café?...¡Ojalá no le quisiera tanto, le habría recibido con una escopeta en vez de dejarle pasar!¡La próxima vez lo haré!

      Mientras tanto, en el taxi, Murat no podía creer lo que estaba pasando. Ella estaba embarazada. ¿Es que pensaba que así iba a cazarle? Y la pregunta del millón ¿Se iba a dejar él cazar a sabiendas de la trama? Obviamente no podía dejar abandonado ni al niño ni, por extensión, a la madre. Tendría que casarse, claro, el niño era suyo... Pero,¿Y si no lo era?¿Y si era del otro? Sintió una mano helada que le atenazaba el pecho. ¿Y si era del otro? Conocía a Inci lo suficiente como para saber que si se había acostado con otro era porque le quería, de otra forma no habría accedido. ¿Y si quería al otro? 

      Los celos lo estaban volviendo loco. No podía ser que la hubiera perdido cuando al fin había entendido que no podía vivir sin ella. ¡Estúpido Murat!

      Otra idea se cruzó en su mente.¿Y si el otro no la quería?¿Y si no aceptaba al niño? ¿Qué iba a ser de ellos?

      -¡ Chófer, de la vuelta! Regresamos al mismo sitio.





Comentarios

  1. Ufffff que intriga madre mia!!!!! Muy buena 🤗🤗

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  2. Joer. Me he quedado de piedra.. le leche que le han dado a Muratcim, menuda veleta. Jajaja me muero de intriga, y que sorpresa maravillosa dos capítulos el mismo día!!!!! Gracias!!

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  3. Date prisa en seguir escribiendo o me quedo sin uñas. Este Murat será un hombre muy inteligente pero es tonto de remate. 😄

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  4. Q ganas de más, es adictivo jjjj
    Angeles

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  5. Que acelere el taxista estoy ansiosa.

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