YENIDEN ASK


CAPITULO 8


      La noche era calurosa. No corría ni el menor soplo de brisa que moviera los visillos que cubrían el balcón abierto. Acostado en la cama, completamente desnudo como tenía por costumbre, Murat era incapaz de dormir. Oía el sonido del agua que llegaba desde el jardín vecino. Dobló un brazo sobre la almohada y apoyó la nuca en la mano. Cerró los ojos e imaginó el cuerpo sensual de la vecina cubierto con su traje de baño oscuro. 

      "Acaba de entrar en la lona,- le parecía estar viéndola,- y avanza hacia el centro. Lentamente. Disfrutando la fresca temperatura del agua hasta las caderas. Suelta los pies y se deja caer sentada en el fondo. Lleva el pelo recogido en lo alto de la cabeza. Mueve los brazos hacia adelante y hacia atrás como si abrazara el agua...como si la peinara con sus dedos, como si tuviera alas y el agua fuera viento."

      Kahretsin!!(¡Maldita sea!)Ahora que la conocía no podía seguir espiándola detrás de las cortinas mientras ella se bañaba por las noches. Le parecía desleal, así que se obligaba a seguir acostado sin poder evitar poner en su cerebro las imágenes que acompañaban al sonido del agua. 

      Habían compartido ratos de charla y café durante tres tardes seguidas. Se estaba acostumbrando a su sentido del humor, al precioso sonido de su risa, al color verde de sus ojos matizado por los cambios de luz, al aroma a lavanda que desprendía, a la forma en que movía  las manos cuando hablaba, a su vieja bata de color desvaído por tantos lavados y a verla arrebatadoramente sexy con ella. Estaba seguro de que había más mujeres como Inci Dogun, pero él no se había cruzado con ninguna a lo largo de su dilatada experiencia con el sexo femenino. 

      - Te invito a cenar esta noche.

      Ella le miró largamente antes de preguntar:

      - ¿Por qué?

      - Para corresponder de alguna forma a tus cafés.

      - No te preocupes, no tienes que corresponder a nada. Yo me hago café todos los días, me da igual hacer uno que dos.

      - Aún así me gustaría que aceptaras, ¿qué hay de malo en ello?

      -No sé; en las películas cuando un tío invita a cenar a la chica siempre quiere algo de ella, salvo que sea el chico, que se conforma con un beso.

      El rompió a reír.

      - ¡Acabáramos...!¿De eso se trata?- La miró burlón y después se inclinó hacia adelante. Le hizo un gesto con el dedo índice para que ella también se acercara y dijo en sottovoce:- Puedes estar tranquila. Conmigo tú virtud está a salvo.

      Se incorporaron los dos a la vez volviendo a la postura inicial. Ella le miraba mientras maceraba en su cerebro el significado de aquellas palabras. El asintió reafirmandose en lo dicho. La luz del entendimiento brillo por fin en los ojos de Inci.

      - Comprendo.- Dijo usando aquel aire maternal que él detestaba porque si quisiera una madre, tenía ya a la suya.

      - Ay, ¿por qué tiemblo?

      Inci tuvo que admitir para sí misma que jamás hubiera imaginado que Murat fuera homosexual. Nunca había visto a un hombre con más aspecto varonil e incluso en ocasiones, cuando la miraba, le hacía sentirse incómoda,  como si la estuviera desnudando con los ojos.

      - Hoy por hoy es algo normal. Fijate tú qué tragedia,- ironizó,- mira, cada uno tiene que ser feliz con lo que quiera mientras no haga daño a nadie. De todas formas me parece un gesto muy valiente  por tu parte. Muchos se esconden y....

      - ¡Dur, dur!-la interrumpió.- Para,que te estás embalando. No soy gay.

      - ¿No? Mira que si lo eres yo no te voy a juzgar...

      - Gracias, eres toda amabilidad y comprensión pero no se trata de eso. Me gustan mucho las mujeres,¡me encantan las mujeres! Pero estoy imposibilitado. Problemas de,¿cómo decirlo? Verás, la explosión...

      - ¡Ah...! Entiendo...

      - Otra vez entiendes. No he dicho nada, pero entiendes.

      - Claro, la explosión te dejó, digamos, incapacitado para mantener relaciones.

     -No es nada físico, si es lo que piensas. Estoy entero.

      - Ya lo sé.

      -¿Cómo lo sabes?

      - El balcón...el día de la segadora, te vi y sé que estás entero.

      ¡Por fin lo había entendido!

      - Por eso digo que tú virtud está a salvo conmigo. Sabiendo esto, ¿me dejas que te invite a cenar? Podemos ir a la urbanización o  si quieres también podemos pedir algo, no sé, unas pizzas, unas albóndigas ... qué sé yo. Lo que te apetezca y te sea más cómodo.

      Dudo un instante.

      - Lo mas cómodo sería que trajeran algo aquí. Así no tendrías que salir a comprarte camisas con botones.

      - Mis camisas si tienen boto...- Bajo la mirada hacia su camisa y se interrumpió. Ahora el que entendía era él. Rompió a reír mientras se abotonaba la prenda. -Perdona, no he pensado que podía incomodarte.

      - Da igual, ya me voy acostumbrando a verte así.

      - Hace calor y me sobra toda la ropa, además cuando estoy en casa estoy solo y no me fijo mucho en mi atuendo.

      - Lo sé.

      -¿Lo sabes?

      Inci asintió.

      - El balcón, el día de la segadora,  te vi y estabas con el traje de Adán.- Repitió casi por completo una respuesta anterior.

     Murat se inclinó de nuevo hacia adelante y volvió a baja su tono de voz.

      - Dime una cosa:¿ Sueles recordar a menudo el balcón, el día de la segadora y que me viste?- Sonreía divertido y sus ojos centelleaban burlones.- Vamos, sé sincera.

      - Más de lo que me gustaría.- Replicó con absoluta sinceridad.- Si hubiéramos estado en mi pueblo te hubiera corrido a pedradas, pero aquí no, como eres cojo y todo eso...

      -Tampoco es necesaria tanta sinceridad...- Volvió a adosar su espalda a la silla y tomo un trago de agua.

      - De todas formas no lo hice a propósito, fue un despiste, a cualquiera le pasa.- Se defendió.

      - A cualquiera no, a mí no me pasaría.

      -¿Entonces debo desechar la esperanza de que tengas un despiste?

      - En ese aspecto, si. - Replicó algo tensa.- De todas formas no te pierdes mucho, no creas...

      - En esos casos me gusta emitir mi propia opinión.

      Ella se desesperó. Él iba demasiado lejos y demasiado deprisa;para ella era del todo imposible seguirle y sentía que le salía la provinciana que seguía siendo. El se dio cuenta de la incomodidad de ella y bajó el ritmo concediéndole un respiro. Inci no era una mujer que  tomará a la ligera aquel tipo de conversación y menos aún, si su oponente era un hombre. El entendió que para ella  seguía habiendo tabús.

     -¿Acaso he herido tu sensibilidad?

     - Tanto como eso, no.- Volvió a sonreír y él respiró aliviado. Por un momento pensó que ella se había ofendido.

      El la miró de reojo y volvió a sonreír burlón.

      - De todas formas has dicho dos veces que me viste, pero no has mencionado que te pusiste las gafas...para ver mejor.

      Ahora llegó el turno de ella para defenderse.

      -Sólo quería ver si era cierto que estaba viendo lo que me parecía que estaba viendo. Me las quité enseguida.

      - Escandalizada.

      Ella resopló.

      - Oye, tengo tres hijas, no las pedí por correo contra reembolso. Sé cómo es un hombre, tuve uno. No me escandalicé, no en ese sentido. Me dio miedo, no te conocía, me estabas gritando, estaba sola y... ¿Por qué estamos hablando de todo esto?

      - Porque he dicho que te invito a cenar y tú has pensado que quiero hacer crujir tus enaguas almidonadas.¿Pido unas pizzas y algo de postre?

      - Vale, pero que conste que acepto porque no me apetece cocinar. Y con una pizza es suficiente.

      - Para ti si, yo necesito algo más y este te miraría mal,- señaló a Yeniçeri,- y no te lo perdonaría nunca.

      Había anochecido y seguían sentados en el zaguán de ella, comiendo pizza al estilo italiano, bebiendo agua fresca con limón y procurando eludir la mirada de pena de Yeniçeri que babeaba al lado de ellos pese a haber devorado ya dos trozos.

      - Pasado mañana empiezan agosto y mis vacaciones.- Comentó Inci de pronto, rompiendo el silencio que les había envuelto.- Entre unas cosas y otras he dejado aparte los libros y me estoy retrasando en mi plan de trabajo.

      - Me suena a reproche, como si "entre unas cosas y otras" soy yo. -Y añadió sin transición.-¿Haces planes?

      - Siempre, soy la persona más organizada del mundo.- Cogió un trozo de pizza.- El último y ya no quiero más... Hago planes hasta para hacer planes, claro que luego salen o no salen...

      La pregunta que llegaba a continuación era de primero de Periodismo.

     -¿Que has planeado?

      - Mis hijas no vienen, mi abla se irá de crucero con su esposo, a tres kilómetros de aquí miles de turistas abarrotan los monumentos, el Gran bazar y todos los establecimientos públicos de Estambul. A un kilómetro está la urbanización, los servicios mínimos. Y ahora escucha....

     En el silencio solo se oía el cantar de los grillos. Por más que se esforzaba en agudizar el oído Murat no oyó nada más. Asintió conforme. 

      - Para alcanzar el Paraíso solo te falta el aire acondicionado.

     - Juro que mi casa será el Paraíso para el año que viene. Ya he empezado a ahorrar. Y mientras tanto tengo la piscina, así que me bañaré, me tumbaré un rato al sol y otro a la sombra, estudiaré mucho e iré bien preparada para el examen de octubre. 

      -Entre esos planes no está" unas cosas y otras"...

      - Si, a la hora del café y ... quizá mi perro y yo te acompañemos en tus paseos nocturnos.- Terminó la pizza y se incorporó para ir a la cocina.- ¿Quieres helado? 

       - Ni se pregunta. 

       Se quedó solo con el perro. Pensaba que en aquellos planes de Inci había poco tiempo para él. Ahora que había descubierto que disfrutaba mucho hablando con ella, egoístamente, esperaba arañarle más momentos. Siempre existía la posibilidad de contraplanificar e improvisar. ¿Que hubiera sido del mundo sin la improvisación?

      - Estoy pensando que todos esos planes están muy bien, menos lo de bañarte en la piscina. - Comentó siguiendo el hilo de la conversación cuando ella volvió con los helados. - Eso ni es una piscina ni es nada. Ahí no tienes espacio ni para moverte. Así que cambia tu piscina por la mía.

      - Con esta tengo de sobra.

      - No puedes nadar ahí.

      -Ni en la tuya tampoco, no puedo nadar ni aunque me pusieran todo el mar Negro a mi disposición, porque no sé nadar.

       - ¿No sabes nadar?- Preguntó cómo si no pudiera creerlo.

      Ella negó apenada. Era su asignatura pendiente. Siempre había querido aprender, incluso se apuntó a un cursillo con las niñas cuando ellas eran pequeñas. Las niñas aprendieron, pero a ella...

      -¿Te echaron del cursillo?- Preguntó asombrado.

      - ¿Quieres dejar de una vez ese tono de" estoy delante de una marciana"? Si, me echó el instructor, el cuarto día.  Al principio fue bien. Chapoteaba y si me cansaba me ponía de pie, pero después de tres días el tío quería que me metiera al agua donde no tocaba fondo...y con una mísera tablilla de corchopán a la que agarrarme. Y le dije que no, el me dijo que sí y yo que no. Veinte minutos después seguíamos igual, así que intentó tirarme al agua de un empujón. Le adiviné las intenciones, me aparté y se cayó él entre las risas de todos, padres y niños... Y salió invitándome no muy educadamente, la verdad, a que no volviera. Ni siquiera pedí que me reembolsarán el dinero.

      - Mientras vosotros discutíais,¿donde estaban el resto de los alumnos? Tus hijas y...

      - Dentro del agua, agarrados a la tabla de corchopán, nadando con el otro instructor.- Le vio a punto de echarse a reír.- Oye, que eran niños todos y la tablilla les quedaba más grande que a mí en comparación con su tamaño. - Se defendió molesta.

      El acabó echando la cabeza hacia atrás y riendo a carcajadas.

      - Mañana, antes del café, te quiero preparada junto a mi piscina para recibir la primera clase de natación. 

      - Antes del café veo la novela.

      -Mañana te la saltas. Y vete pensando en que parte de tu plan vas a hacer un hueco para practicar.

      Le vio irse apoyado en su bastón hacia el muro y salvarlo para volver a su jardín. Desde luego ya lo hacía muy bien. Si el salto de muro para cojos fuera deporte de competición él estaría en el podio.

      Por un momento pensó en negarse a lo de nadar, pero, ¿no sería gracioso que a los treinta y ocho consiguiera lo que no pudo diez años antes? De hecho estaba estudiando para lograr el acceso a la universidad. Si no era tarde para lo uno, tampoco lo era para lo otro. Así que al día siguiente a la hora de la novela estaba de pie en el borde de la piscina de Murat. Él estaba ya dentro del agua, viéndola embutida en su traje de baño azul horrible, por primera vez, de día. Lo cierto era que la imagen femenina carecía ahora del halo de ensoñación que le daba la luz de la luna. Pero ya. Porque lo que le dejaba ver nítidamente el sol, era muy real e infinitamente más hermoso que cualquier atisbo de imaginación. 

      - Voy por la escalerilla...- Señaló.

      Él asintió sin poder apartar los ojos de aquellas piernas largas de muslos redondeados y firmes que ascendían hasta llegar a las nalgas prietas que formaban su estupendo trasero.

      -Allah, dame calma ya que no me permites desahogo.- musitó para sí nadando hacia la escalerilla a recibirla.

      Inci bajo uno a uno los peldaños notando como el agua iba ascendiendo por su cuerpo.

      - Bien...- la voz de él sonó demasiado cavernosa, por lo que carraspeó retomando su tono habitual. - la primera parte ya la has conseguido. Estás en el agua. Ahora suelta las agarraderas...

      - ¿Piso fondo?- preguntó asustada.

      - No. 

      - ¿Y ni siquiera me das una tablilla de corchopán? ¡Tú eres peor que el otro!

      La cogió por la cintura cuando intentó volver a subir la escalerilla para salir. Tuvo que tirar con fuerza de ella porque parecía que le habían soldado las manos a las agarraderas. Inci comenzó a hablar atropelladamente pidiendo que la soltara, que había cambiado de opinión y que no necesitaba en absoluto saber nadar porque ella vivía en tierra firme y si había un charco lo saltaba... 

      - Óyeme, yo soy tu tabla de corchopán, confía en mí, no voy a dejar que te pase nada...

      -¿Y eso cómo lo sé?- exclamó más histérica que enfadada,-¿Acaso no estás escribiendo una novela en la que me asesinas? ¿Cómo se yo que no quieres hacerlo antes para escribir con más realismo los detalles?

      - ¿No confías en mí? - El se mantenía sereno para transmitirle tranquilidad.

      - Pues no, porque ahora que lo pienso no te conozco de nada, no sé nada de ti...y me doy cuenta de que es un poco tarde para darme cuenta....¡Bok!¡Bok!...  (¡Mierda!¡Mierda!)- exclamó aferrándose al cuello de él cuando por fin logró vencer su resistencia y arrancarla de las barandillas.-¡Bir dadika!...¡Bir dadika!(¡un momento, un momento..!)

      El no hizo caso. La llevaba al centro de la piscina donde no había nada para asirse. La tranquilizaba con su voz y ella poco a poco iba oponiendo menos resistencia. 

      -¿Ves que yo floto? Pues tú también flotas... Mueve los pies... Ve soltandome, tranquila, yo no te voy a soltar a ti...

      De ese modo empezó la clase. La cogía de las manos y tiraba suavemente de ella desplazándose por el agua. Le indicaba como poner el cuerpo, cómo mover las piernas, qué parte del cuerpo debía estar sumergida y qué parte se mantenía en la superficie.Una vez aprendido eso, pasó a sujetarla con un brazo por el abdomen y le enseñó a mover los brazos y a respirar de forma pautada con el giro de cabeza.

      - Muy bien, cielo, muy bien,- la animaba en todo momento,- aprende a relajarte, no te vas a hundir...Intenta no beberte la piscina... Coge aire cuando saques la cabeza y suéltalo dentro del agua... No...no...al revés, deja de tragar agua...o acabaremos nadando en seco...

      Ella tosía, chapotea a con los pies y con las manos, tragaba agua y le daban arcadas, pero seguía chapoteando con el cuello muy  estirado y los ojos cerrados porque se salpicaba agua. No se daba cuenta de que hacía un rato que él la había soltado, que aunque seguía a su lado estaba haciéndolo sola.

      -¡¿Voy bien?!

      - Muy bien. Sigue.

      La voz de Murat le sonó menos próxima que antes, abrió los ojos y le vio nadando a su lado. Un brazo, dos brazos...¿Como la estaba cogiendo?... Al darse cuenta de que no había sujeción se hundió como una piedra, pero antes de que llegara a agobiarse la mano de el la sacó a la superficie.

      -¡Idiota, me has soltado! Podía haberme ahogado...

      -No, porque has estado nadando.- La sostenía firmemente apretada a su cuerpo.- Has nadado, Inci, con menos estilo que un camello, aunque con la misma capacidad para almacenar agua...

      - Eso, ríete.

      - No me río, repito: has estado nadando tú sola.

      Poco a poco fue dibujando una sonrisa en su rostro al ser consciente de lo que Murat le decía. Había nadado. Estaba cansada, respiraba agitadamente a causa del esfuerzo y carecía de estilo, pero había nadado. El la tenía ceñida por el talle, sus ojos la recorrían ardientes, miraba su boca, sus mejillas, su pelo que debía estar enredado y horrible, su cuello, su pecho...

     - Tu no estarás aprovechando para sobarme,¿no?.- Le miró achicando los ojos con aire de sospecha.

      Él hizo un gesto, encogiéndose de hombros y alzando la cejas.

      - Cielo, es el único placer que puedo obsequiarme. 

      -¡Eres un fresco!... 

      - Pues créeme si te digo que estoy hirviendo  desde que se te ha bajado parte del escote y se te ve un pezón...

      Ella dio un grito y volvió a hundirse, esta vez voluntariamente, para subirse el  escote del traje de baño. Cuando él volvió a tirar de ella para sacarla, vio que estaba ruborizada hasta las orejas. Le miró enfadada, se apartó y chapoteando como había aprendido, consiguió llegar al borde de la piscina de donde salió para irse sin decir una sola palabra mas.

      El rompió a reír a carcajadas. 


      


      












      







Comentarios

  1. Ya estoy esperando el siguiente jjjj me encanta.
    Angeles

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  2. Van a necesitar una piscina de agua helada para bajar la temperatura. Esto se pone interesante. 🥰

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  3. Loli!!! No sabía que los estabas poniendo también por aquí!!! Que me da una alegría cada vez que el Wattpad me avisa de capítulo nuevo!!! Gracias por esta nueva novela!!! Me encanta, es amena, graciosa, interesante, sensual, y esta escrita de una manera maravillosa. Te sigo ahora de nuevo por ambos lugares, aquí y el Wattpad.

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  4. Me encanta, me encanta ruborizarme y que me hagan reir.... Preciosa clase de natación 😉🤗🤗

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