YENIDEN ASK

 CAPITULO 5


      Murat se hallaba sentado frente al director del periódico con el que había colaborado en los últimos años. Tarsun Aydin le observaba con el ceño fruncido mientras él hablaba. Cuando el reportero terminó, el otro negó con la cabeza.

      -¿Por qué?-  Murat se desesperó ante aquella negativa.

      - No estás en condiciones,- dijo,- hace un año fuiste una de las víctimas de un atentado. Durante semanas temimos por tu vida, los médicos no aseguraban que sobrevivieras y desde luego no daban un céntimo por tu pierna. Sobreviviste y por mediación de Allah aún tienes la pierna pegada al cuerpo. ¡No tientes tu suerte!  Hazte a la idea de que para ti ese tipo de vida se ha acabado y acepta el puesto que te ofrezco. ¡Muchos se darían con un canto en los dientes por obtenerlo! Y puedes empezar ahora mismo si lo deseas...

      Jefe de redacción,¿ a eso querían relegarle? El no era un ratón de oficina. El necesitaba acción.

      - Sabes que no necesito un trabajo ni un sueldo para vivir. Quiero hacer lo que siempre he hecho. 

      - Entiéndeme tu a mi, abi; eres mayorcito para darte cuenta de que no puedes hacerlo. Fíjate en tu pierna, apenas puedes doblarla.

      - He mejorado mucho en estos días. El médico ha dicho que evoluciona de forma favorable, hago ejercicio, nado, camino varios kilómetros al día y hasta el fisioterapeuta se ha sorprendido con mi mejoría. Estoy cuidándome mucho ¿ y tu intentas decirme que me esfuerzo para nada?

      - Eres un hombre inteligente. Intenta adaptarte a tu nueva situación. Ser jefe de redacción es un muy buen puesto.

      "-¿Dónde vas? 

      "-Peras traigo" 

      Era un diálogo de besugos en el que cada uno defendía su ponencia sin oír al otro. Por fin Murat desistió y salió malhumorado del despacho de quién más que un jefe era un amigo.

      Iba en dirección a los ascensores cuando oyó una voz femenina a su espalda. La reconoció enseguida.

      - ¿Pensabas irte sin decirme nada?

      El se disculpó luciendo la más arrebatadora de sus sonrisas. En quien menos pensaba era en Lale Saglik y en aquel momento, viéndola, se preguntaba cómo había podido ocurrir. Acudió a su memoria el recuerdo de su último encuentro; fue el día anterior a su viaje a Palestina.¡Y qué buen sabor de boca se llevó!

      - Desde que supe que te habían dado de alta en el hospital te he estado llamando por teléfono y hasta he ido a tu apartamento de Nisantasi para verte. Tarsun me ha dicho que te has mudado y no le has dado a nadie tu dirección,- le sonrió coqueta colgándose del brazo de él,- supongo que a mí sí me la dirás...

      A ella menos que a nadie. No podía decirle que él ya no era el mismo que retozó alegremente con ella sobre la mesa de su despacho,excitados y alentados más aún por el morbo de que en cualquier momento podía entrar alguien y descubrirles en aquella situación. Se zafó para comentar algo cambiando de tema. Lale era una buena periodista de Sociedad y como mujer resultaba espectacular, elegante y hermosa como pocas, tenía mucha clase y además carecía de prejuicios tontos por lo que nunca se negaba nada de lo que deseaba. 

     - Si vienes a mi despacho,- insistía terca en su propósito de catarle,- verás que la mesa sigue allí y ya sabes que es muy cómoda.

      Lo sabía él y todo varón que a ella le gustara. Claro que él no era celoso. ¿ Qué más quisiera que ir al despacho y volver a probar la confortable mesa de ella...y todo lo demás?

      - Lo siento mucho, voy muy pillado de tiempo,- se disculpó,- he prometido a mis padres que iría a visitarles y ya llego tarde.

     -¿En otro momento quizá?- Se colgó mimosa de su cuello.

     -¡Claro! Te llamaré.

      - No dejes de hacerlo. Ya lo sabes. Sen benim favorimsin. ( Tu eres mi preferido)- Aleteó las pestañas y le dió un apasionado beso.- Es un pequeño  anticipo. 

      El resopló cuando estuvo a salvo en el ascensor. Ninguna mujer sabía usar sus armas como Lale. No era de extrañar que tuviera tanto éxito. Lástima que su favorito no se encontrara en su mejor momento.

      No mintió al decir que iba donde sus padres, cumpliendo su promesa de acudir a tranquilizar a su madre. No estuvo mucho tiempo allí, Neriman era una mujer maravillosa pero una madre muy insistente. En cuanto se aseguró de que su hijo mayor estaba bien, volvió a la carga hablándole de sus hermanos felizmente casados y con hijos. Que el también debía formar una familia... En cuanto su esposa empezaba con aquel tema, Aslan Kaya sabía que la visita de su hijo no se alargaría mucho más. Como así fue. Murat adoraba a Neriman, pero el "madre no hay más que una", la una tratándose de ella, se convertía en un ejército.

      Comió en su restaurante de kebabs favorito y después tomó un taxi para volver a la casa de alquiler. Respiró tranquilidad en cuanto cerró la puerta tras de sí. Aislado sin Tarsuns, Lales ni Nerimanes. Se tomó un par de copas es honor a ellos y se desnudó para dejarse caer rendido en la cama.

      Despertó de oscurecida a causa del sonido acuoso que entraba por el balcón abierto. Como siempre echó mano de su mejor apoyo y se acercó a mirar afuera. No se arrepintió de hacerlo ni se quejó esta vez de la vecina,¿cómo se llamaba? Intentó recordarlo y no lo consiguió en aquel momento, que le sacó de su sueño para meterle en otro. Era como ser testigo del baño de una ninfa. La vio caminar por la pequeña piscina de lona, cuya agua le llegaba a las caderas. El traje de baño de escote palabra de honor se ceñía a sus curvas como si fuera parte de su propio cuerpo. Su cascada de pelo zaino recogida en lo alto de la cabeza dejando ver su cuello elegante. Recordó la barbilla erguida con orgullo mientras discutían. El intenso fulgor de sus ojos verdes, sus preciosos ojos verdes cuya expresión vaticinaba lo que ella haría a continuación, la nariz recta y los labios carnosos. Le parecía estar viendo aquel rostro que pertenecía al cuerpo de diosa que paseaba medio cubierto por el agua. La visión era tan hipnótica que sin darse cuenta su mano se aflojó y dejó caer el bastón con tan mala suerte que le dió en el pié herido. El dolor fue tan intenso que paso los siguientes minutos tapándose la boca para que sus gritos no le delataran y saltando a la pata coja por la habitación a oscuras, hasta que se hizo soportable y pudo volver a su visión.

      -¿Tú qué? - Bajó su mirada hacia un punto muy concreto de su anatomía.-¿No te animas? Nada de nada, ¿eh? Pues si esto no te estimula no sé qué lo hará. Yo estoy sudando...

 Era la musa Terpsicore, era Dafne la amada de Apolo, era Helena de Troya... bañadas todas por luz de luna y perladas...¡Inci! Recordó su nombre. Perla. Era, Afrodita luciendo como una perla en su ostra saliendo de entre las aguas. La vio hundirse hasta el cuello, sentada en el suelo de la...piscina(¡Allah sabía cuánto le costaba llamar piscina a aquella lona) la vio mover los brazos con sensual lentitud jugando a enredar sus dedos en el agua para luego refrescar sus mejillas con ellos.

      -Estoy como lava volcánica,- susurró hablándole a " su amigo"- y tú parece que estuvieras leyendo un periódico sepia. Tío, mira para donde yo miro...que así no llegamos a nada... Esto es como un sueño...Afrodita emergiendo del agua.-La admiró mientras caminaba elegante hasta el borde sin poder apartar sus ojos de ella; hasta que el sueño acabó-¡ Siktir et ne bir ostion!(¡Joder, qué ostión!) - Se sobresaltó al ver que al salir de la piscina a Afrodita se le enredó el pié entre la barra y la lona y  cayó de bruces cuan larga era sobre el césped. 

      El chucho se apresuró a ir junto a ella y ladrar como si la animara a ponerse en pié. Ella lo hizo, acarició al perro y entró en su casa seguida por él. Por supuesto la función se dió por finalizada y Murat volvió a la cama. Una vez allí, recordó la caída y, aún sin querer, rompió a reír con estentóreas carcajadas. Ríó tanto que pensó que la vecina acabaría por oírle. Rió hasta que le dolió el costado y los abdominales. Y no le importó, porque lo necesitaba. Hacía más de un año que no se reía así. 

      Quien no se rió tanto fué Inci. Al día siguiente estaba baldada del golpe, tanto así que hasta sus compañeras lo notaron.

      -¿Te duele algo?- Le preguntó Fatma, la más veterana del grupo de limpieza del Colegio Mayor Ataturk, al verle hacer un gesto de dolor.

      -Me duele todo el cuerpo, Fatmaane (mama Fatma). Anoche tenía calor y baje al jardín a meterme en la piscina de las niñas, que la he puesto este año aunque ellas no están, el caso es que estuve muy bién, pero al salir me enganché el pié y clavé los dientes en el suelo. Vamos, que comí mas  hierba que un burro.

      Las otras rieron a su pesar, porque lamentaban realmente el estado de su amiga, pero esta relataba los sucesos con tanto sentido del humor que no podían evitarlo.

      -¿Por qué no has ido al médico en vez de venir aquí hoy?-Insistió Fatma.

      -Es solo el golpe, no me hice nada; estaré un par de días dolorida, si más.

      -¿Y te parece poco?

      No, no le parecía, pero podía soportarlo. Continuó trabajando hasta que llegó la hora de salir. Para entonces ya se había enterado el resto de sus compañeras que al verla en el vestuario se dedicaron a darle consejos.

      - En cuanto llegues a cada te tomas un Paracetamol y te acuestas. Es lo mejor para estos casos.- Le aconsejó Fatma convencida de lo que decía.

      -¡Ni hablar! Tú hazme caso a mi Inci,- Terció Conça en tono, autoritario aunque con la misma buena intención que las demás,- te metes en un baño de agua caliente con sal, te recuperas enseguida.

      -¡Estoy para baños!¿No crees que con el de anoche tuve ya bastante? Y además de agua caliente,¡solo me faltaba eso con el calor que hace!

      -¡Ay, inshallah lo mío se curara también con un baño! Estoy deseando que llegue octubre y a la vez temiéndolo, porque no sé qué le espera a este pobrecito cuando salga...

      Todas miraron con simpatía a la joven Leyla que acariciaba con ternura la evidente prueba de su embarazo. Era una muchacha buena y un tanto inocente.

      -¿Es que tu marido sigue sin encontrar trabajo?- Le preguntó Fatma.

      -Nada, no encuentra nada. Ahora nos mantenemos con lo que yo gano, pero cuando el bebé nazca,¿qué? No sé qué va a ser de nosotros después.- Suspiró asustada solo de pensarlo.

      - No te apures, de aquí a octubre pueden arreglarse las cosas, desamparada no te vas a quedar, ya te echaremos una mano.- Aseguró Inci tranquilizándola.- Además, aquí el sueldo no es malo. Yo he criado tres hijas con mi sueldo. Vosotros también podréis, ya veras.- Sonrió-¿Solo traes uno?

      -¿Cuántos quieres que traiga?- Intervino Conça,- lo normal es tenerlos de uno en uno, no todos los hombres van a ser como tu difunto Alí, que los engendraba a pares.- Y añadió a modo de explicación para Leyla,- es que Inci tuvo dos partos dobles, aunque en el último una de las niñas nació...-Se interrumpió temiendo molestar a la aludida.

      -Dilo, no importa.-Como la otra se mantuvo callada, fué ella misma la que se lo contó a Leyla.- En el segundo embarazo yo estaba muy mal, una de las niñas nació muerta y la otra casi se me va, o casi me la llevo, porque yo también estuve a punto de irme.

      - Bueno, pero no te fuiste y Harika(Milagro) sobrevivió.- Resumió Fatmaanne- Y tú también podrás, ya lo veras.

      - ¡Inshallah!- Dijo Leyla antes de despedirse e irse.

      -Me da mucha pena de ellos. Los pobres se han venido del pueblo recién casados y en cuanto ella se ha quedado embarazada él ha perdido el trabajo.- Suspiró Fatma.- Inci,¿tu cuñado no tiene una empresa grande de carpintería de aluminio o algo así?¿No podrías hablarle del marido de Leyla? Igual puede darle un trabajo.

      -Yo se lo diré cuando venga de las vacaciones. Ahora, no puedo asegurar que lo contrate.

      -Díselo, mujer, a ver si entre unas y otras podemos ayudarles de alguna manera. Es que se les ve poco espabilados.

      - Si vamos a eso, yo a su edad también estaba recién llegada del pueblo, sola y con tres bebés.

      - Es que tú eres muy tuya, guapa, si yo hubiera estado en tu situación...no sé...-Conça resopló de un modo muy elocuente, lo que provocó la sonrisa de Inci,- Aunque sé que no te ha sido fácil.

      Inci se sentía orgullosa de sí misma y de sus hijas. Lo más duro había pasado. De nada serviría negar que hubo momentos de gran ansiedad y lágrimas, sin embargo...¡qué curioso! Ella daría cuanto tenía por volver a vivirlo, por sentir que sus hijas la necesitaban, que eran solo unas niñas apegadas a su madre. Pero no era así. Al volver a casa tan solo la esperaba Yeniçeri, que acudía junto a su ama meneando alegremente la cola y exigiendo una buena ración de caricias. Esa era su forma de darle la bienvenida.

      Se preparó unas verduras frescas y una omelette, hacía calor y no le apetecía guisar ni comer algo de más elaboración. Tras recoger la cocina se fue a la sala y se integró plenamente en la telenovela, odiando a muerte a los pérfidos malvados que se empeñaban en separar a la pareja protagonista que luchaba por salvar su amor pese a todos los obstáculos que encontraban. La novela terminó con un hondo suspiro de ella y se dispuso a estudiar un rato en el jardín. Se sentó evitando mirar hacia el jardín de la casa vecina, en cuya piscina estaba el inquilino nadando furiosamente de un extremo a otro. Ella no pensaba volver a usar la suya mientras le durara el recuerdo, muy doloroso, de su último baño.








     -¡Inshallah lo mio se quitara con tanta facilidad!- Se lamentó Leyla, la más joven del equipo 












      

















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