YENIDEN ASK
CAPÍTULO 4
La viuda estaba atónita. Nunca había visto a nadie comer con tanto apetito hasta aquel momento. Cierto que al principio se concentró en su plato, sin hacer demasiado caso del inesperado invitado, pero poco después su propia comida quedó relegada a un segundo plano de su atención para centrar ésta en la voracidad del hombre. No era que a ella le molestara que comiera, no, ya que comía que se hartara, aunque comenzaba a pensar que no tenía hartura.
- Hacía mucho tiempo que no comía tan bien.-Comentó él.
Hacía mucho tiempo que no comía y punto. Pensó ella.
Le miró de reojo, era normal que tuviera apetito, todos aquellos músculos necesitaban de buena alimentación y eso era caro. Ella, que había criado a tres hijas, lo sabía muy bién.
Había guisado el pollo pensando que tendría comida para tres días, pero estaba visto que si aquel hombre no paraba de comer en algún momento tendría que sacar hasta las reservas de la despensa.¿Y pensaba saciarse con un filete?¿De qué?¿De dinosaurio?
Por fin él dió por concluida la comida.
-¿Quiere algo más?-Preguntó con sinceridad.
-No, gracias, siempre hay que quedarse con un poco de hambre...
-Si, claro, para la cena. -Sonrió maliciosa y cogió el cezve y comenzó a hacer café.-No sé si querrá saciar ese poco de hambre que le queda con baklava. Hice el otro día y aún me queda.
Murat aceptó encantado, si bién no dió grandes muestras de entusiasmo.
-Creo que debo presentarme,-dijo,-yo soy...
-Murat Kaya.-Terminó Inci.-Le reconocí el primer día. Le he visto en las noticias y en algunos documentales de la CNN, además mi hermana me regaló su libro en mi cumpleaños y su foto aparece en la contraportada.
¡Caramba! Al parecer su libro estaba siendo el mejor regalo para cumpleaños
-Usted es...
-Inci Dogun.- Se presentó, aunque ninguno de los dos hizo el menor movimiento para estrechar la mano del otro.
Le sirvió el café y se sirvió a sí misma antes de sacar el baklaba. El miraba a su alrededor fijándose en cada detalle de la cocina, hasta que llegó a ella. Le calculó unos treinta y cinco años, era muy guapa, con un tono de piel marfileño, el pelo muy negro recogido en la nuca, los ojos grandes y rasgados, de color verde como hojas de limonero, la nariz recta, la boca de labios carnosos y la barbilla elegante. De su cuerpo no había nada que decir salvo que estaba cañón.
-¿Está aquí sola?- Preguntó de pronto, sorprendiendola.
Inci se puso a la defensiva.
-¿Por qué lo pregunta?
-No he visto a nadie más, aparte de la fiera, y tengo entendido que vive con su madre y con dos hermanas.- Eso le había dicho la chismosa de Belma, que la casa era de una viuda que tenía tres hijas en edad de votar. Estaba claro que ella ya había votado en varias ocasiones.
Inci alzó una ceja sorprendida por aquella afirmación. ¿De dónde habría sacado aquella idea? Se tomó el café de un trago y comenzó a retirar los platos sucios mientras decidía que no contestaría a aquella pregunta. No le conocía en absoluto y no se fiaba de él por muy periodista y muy cojo que fuera; siempre estaría más segura si aquel hombre pensaba que en cualquier momento podían aparecer una madre y dos hermanas. Volvió a preguntarse de dónde las había sacado...
Se dió media vuelta para limpiar la mesa y se encontró con la mirada de él. Nerviosa, bajó los ojos y continuó con su tarea. No le gustaba que la miraran así. Le hacía sentirse incómoda, porque ella era viuda y no estaba par esas tonterías.
-¿Es usted la mayor de sus hermanas?
¡Y dale con las hermanas! Ella solo tenía una.
-No, la menor.
El no dijo nada al respecto. Consideró que si las hermanas eran de más edad que ella, solo merecería la pena verlas si eran tan atractivas como la que tenía delante...¡Lástima que su bonita cara se afeara con aquella expresión gruñona! Aunque era de comprender que una mujer con su edad que aún vivía bajo las faldas de su madre, no podía ser una mujer satisfecha. Con toda seguridad estaba llena de prejuicios desfasados inculcados por su madre y sus hermanas mayores, todas ellas igual de amargadas, con un sentido equivocado de la moral y falsos pudores.
-Así que su hermana le ha regalado mi libro.¿Le ha gustado?
- No. -Así de simple.
Murat se sorprendió con aquella respuesta, era evidente que ni la esperaba ni estaba acostumbrado a recibirla.
-¿No le parece bueno?
- Yo no he dicho eso.- Respondió cuando le vio fruncir el ceño hasta que sus negras cejas casi se juntaron.-He dicho que no me ha gustado. Es demasiado cruel y descarnado, sin sentimientos, me resultó frío.
Le vio moverse incómodo en la silla. Si no quería que le respondieran con sinceridad,¿por qué preguntaba?
-La guerra es cruel, descarnada y fría.
-No lo dudo, usted lo sabrá mejor que yo, que ha visto muchas, pero las guerras están hechas por personas y sus víctimas son personas y los seres humanos sentimos con un simple detalle de nuestra vida, imagínese ante una tragedia de tal magnitud. Usted no describe sentimientos, solo violencia y sexo.
-Las críticas han sido muy favorables. Murat no se daba cuenta de que estaba defendiéndose.-Todas han coincidido en que es un gran libro.
-Seguramente los críticos tienen razón. Yo no entiendo de estilos literarios ni de calidades, entiendo de lo que me gusta y lo que no me gusta. Su libro no me gusta. Usted me ha pedido mi opinión y yo se la he dado, pero parece que le molesta que no haya contestado lo que usted quería oír.
-En absoluto, sé encajar una crítica adversa siempre que provenga de una fuente entendida y no de una mujer que vive en el bosque de Blancanieves y considera que lo más horrible que puede suceder es que le rayen el coche.-Afirmó enfadado demostrando que, efectivamente, no sabía encajar una crítica adversa.
Ella se estiró muy digna. Hacía rato que aquel tío tenía que haberse ido. ¿Por qué seguía en su casa?
-Me parece el suyo un gesto de pedantería al pretender saber lo que yo considero desagradable y horrible. Y además, es muy poco cortés de su parte insultarme en mi casa después de haberle dado de comer.
-Me ha dado de comer porque su perro se ha comido mi comida.
-Aún así creo que merezco un poco de consideración.
El se puso en pié trabajosamente, apoyándose en su bastón.
- No estoy dispuesto a oir nada más.¡Me voy!
-¡Es la mejor idea que ha tenido en su vida, incluida la del libro!- Contestó Inci de igual manera.
El se fué pasillo adelante, con toda la prisa que su notable cojera y el dolor le permitían.Al llegar al hall abrió una puerta, airado.
-¡Ese es el cuarto de baño!- Le advirtió ella.
El cerró de golpe la puerta y abrió otra.
-¡Ese es el armario de la plan...- apretó los ojos y se encogió cuando la tabla de planchar cayó encima del otro-...cha.
Los dos errores y el golpe solo sirvieron para enfurecerlo más.
-¡¿Por dónde se sale de esta maldita casa?!
Ella se apresuró a adelantarle y abrirle de par en par la puerta principal.
-¡Por aquí!
Murat salió y le arrebató la puerta de las manos para cerrar de un fuerte golpe. Inci volvió a abrirla.
-¡En mi casa, los portazos los doy yo!- Y cerró con más fuerza que él.-¡Idiota!
-¡Bruja!- Murat iba a su casa mascullando airado.-¿Con que solo violencia y sexo?¿Con que no describo sentimientos?
¿Qué sabrás tú de sentimientos?¿Y de sexo?¡Reprimida solterona!
Llegó a la puerta de su casa y lanzó una maldición.¡No tenía la llave! Recordó que había pasado por encima del muro del jardín y que si quería entrar en su casa tendría que volver a llamar a la puerta del infierno. Con todo su esfuerzo regresó sobre sus pasos y pulsó el timbre. Inci le abrió y no pudo disimular su cara de asombro y su indignación cuando le vio de nuevo frente a ella.
-¡No he traído la llave de mi casa y tienes que ayudarme a pasar por el muro del jardín!- ¡Además eso...!
Ella se cruzó de brazos y le miró conr malvada intensidad a los ojos.
-¿Y si no te dejo pasar ahora?-ee Preguntó, respondiendo a su tuteo tuteándole a su vez.
-Pasaré aunque sea por encima de tu cadáver, así que no me des motivos para hacerlo.
-¡Inténtalo y le doy una patada al bastón!
-Si...Seguro que serías capaz de abusar de un inválido...
-¿Inválido? Yo solo veo un cojo con muy mala leche y una lengua muy larga.¡Inshallah tuvieras inválida la lengua!
Anda, pasa, pero que sepas que es la última vez...
-¡Desde luego que si!
-¡Inshallah el muro tuviera la altura del Everest!
-¡Inshallah rodaras tú por él!
Tras aquella cálida despedida, los vecinos se separaron dispuestos a no verse nunca más; se habían declarado la guerra fría y ambos estaban dispuestos a llevarla a cabo hasta sus últimas consecuencias. Demostraron ser maestros en evitar encuentros no deseados, era algo sumamente sencillo en teoría, pero no en la práctica. A veces coincidían al salir al jardín de cada uno, en dichas ocasiones bastaba con no mirar al jardín vecino.
Cinco días después de su último...intercambio de opiniones, se cruzaron en el supermercado de la urbanización. Hubiera sido muy fácil, facilísimo, ignorarse, pero para Murat fué una tentación irresistible incordiar a la vecina. Se detuvo junto a ella, metió la mano en el carrito y sacó una botella de agua de litro y medio.
-¡Ah...vas a volver a llenar tu piscina!
Ella le quitó la botella y señaló una bolsa de matarratas que llevaba él.
-¿Para la cena?
- Si, para cuando te invite a tí.
- Sigue soñando.
Se dedicaron una falsa sonrisa y continuaron su camino. El apretó los dientes con fuerza. Ella siempre tenía la última palabra, le hacía sentirse como un tonto solo con una frase.
Aquella misma tarde, Inci recibió la visita de su abla. Esma se iba de vacaciones en tres días y esperaba convencer a su hermana pequeña para que la acompañara.
-¿Por qué no? Iremos diez días a la casa de campo y luego haremos un crucero de dos semanas por las islas griegas. No me digas que no te apetece.
No era cuestión de apetencias. Simplemente no podía permitirse ciertos lujos y el crucero era uno de ellos. Además, la casa de Esma y Umut estaba al sur y para pasar más calor que en Estambul o quedarse todo el día encerrada al amor del aire acondicionado prefería estar en su casa. A Artvin, su pueblo en Karadeniz(Mar Negro) no había vuelto desde que salió de él, ni volvería. Sus vacaciones, siempre en su casa.Otras veces había tenido a sus hijas con ella; este año sería el primero que las pasaría sola, pero aprovecharía para estudiar, que le iríaéis muy bién a la hora de hacer el examen.
-Os agradezco que penséis en mi, pero yo me quedo aquí. En tu casa de campo se está bién, pero en cuanto se sale a la calle te quemas. Y el crucero no está al alcance de mi bolsillo.
-Sabes que eso no es problema...
-Para tí que tienes un marido empresario y tenéis dinero, pero yo solo soy la friegasuelos de un Colegio Mayor, no lo olvides. Tengo mis propios planes, me dedicaré a estudiar tumbada al sol, me daré algún chapuzón que otro en la piscina y descansaré de mi agitada rutina mientras leo las postales que me mandéis desde el Peloponeso.
La decisión estaba tomada y nada la haría cambiar de opinión. Ni siquiera Umut, su cuñado pudo convencerla. Más que el marido de Esma, Umut Yilmaz era para Inci otro hermano mayor, la mano masculina que necesitó en la educación de sus hijas. Le quería por muchas razones, porque era bueno con sus hijas y con ella, porque adoraba a su esposa y la hacía feliz, porque jamás reprochó a Esma las tenciones que dispensaba a su hermana, más bien al contrario, las propiciaba con la suyas propias y sobretodo porque sin la ayuda de ellos dos ella jamás hubiera conseguido abrirse camino lejos del pueblo.
-No debes quedarte tan sola. Hasta tus amigas se van.- Dijo él.- Ya le he icho a tu hermana que no me gusta que te quedes sola aquí, más aún con ese vecino del que me ha hablado...¡aunque sea un escritor famoso!
-No hay problema con él, es totalmente inocuo.-Sonrió ella divertida.- Además, Yeniçeri está conmigo.
Era innecesario cualquier comentario en contra del can. Desde su incursión al jardín vecino, Yeniçeri contaba con el respeto de sus más acérrimos detractores.¡Hasta Esma se acercaba a acariciarle el lomo!
-No os preocupéis por mí y dedicados a pasarlo bién. Tenéis todo el derecho a ello. Yo voy a estar de maravilla, Estambul en agosto es un paraíso, algo caluroso, eso sí, pero un paraíso al fin y al cabo.
La expresión "un poco caluroso" para definir Estambul en agosto estaba muy alejada de la realidad. El estío estambulí era asfixiante y cualquier lugar que no contará con una dotación de aire acondicionado se convertía en un tostadero de café, ellos lo sabían, pero aún así desistieron en su empeño de llevársela consigo.
En los días siguientes Inci paso poco tiempo en su casa. Se dedicó a ayudar a su abla a preparar lo necesario para las vacaciones y acompañarla en sus compras. Tenía la sensación de que Está se sentía culpable por dejarla sola y por más. Que ella insistía en que estaría bién su hermana no se iba tranquila.
- No os vais definitivamente, pensáis volver,¿no?- comentó divertida en la estación de ferrocarril cuando Esme se abrazó a ella como si no fuera a verla nunca más.- Date prisa, el tren va a salir. Se apartó de su hermana y fue a besar a su cuñado. - Buen viaje. Divertidos mucho y aquí os esperaré cuando volváis.
- Te llamaremos al llegar.- Advirtió Esma desde el tren.
- No se te olvide hacerlo...
El tren inició su marcha lentamente hasta que poco después se alejó. Inci exhaló un hondo suspiro y salió de la estación. Iba a echarles de menos a los dos, sobretodo a Esta, pero serían solo unas semanas de separación y pasarían pronto.
👏👏👏👏👏👏 Me enganché ....
ResponderEliminarEs genial
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