YENIDEN ASK
CAPITULO 3
Murat Kaya quitó la hoja de la máquina de escribir y tras leerla sonrió satisfecho. Era curioso que hubiera pasado un año sin darle a una tecla y, de pronto, no hubiera podido resistirse a la idea de comenzar algo. Aquella mujer le había inspirado. No sabía lo que le había llamado la atención sobre ella; quizá la sensualidad de las formas de su cuerpo, quizá el verde intenso de sus ojos gatunos o la brillante oscuridad de su cabello, pero lo cierto era que había despertado algo en él. Leyó en voz alta su escrito, confiriéndole un tono apasionado, ronco.
"Era muy hermosa, mucho. Y él la tenía, ella le miraba intensamente con sus ojos del color de la hierba cuajados de suplicantes lágrimas. Su cuerpo de insinuantes formas se agitaba ansioso bajo su peso y sus pechos redondos, erguídos como montes gemelos, ascendían y descendían violentamente ansiosos.
-¡Por favor...por favor...-Sus finas manos se apoyaban en el duro pecho masculino.- No puedo aguantar más...
La notó tensa debajo de él. Se inclinó hasta estar tan cerca de su rostro que sus alientos se mezclaron como agua y sal. Los labios de ella se entreabrieron y su rosada lengua asomó incitante. Jadeó y de nuevo sus pechos se perfilaron en toda su belleza bajo el escote cuadrado de la bata veraniega. El se sintió dichoso como jamás lo había sido. Un poco más.¡Solo un poco más!...Por fin los párpados femeninos cayeron pesadamente y su cuerpo se relajó, sumiso, silenciosos sus labios .El la admiraba sudoroso.¡Qué hermosa estaba! Apartó su rodilla del estómago de ella y dió un último tirón del cable de la segadora que estaba enrollado en su cuello marfileño. Se incorporó trabajosamente y volvió a mirarla.Nunca estaría más guapa que como estaba ahora, con la faz amoratada y la lengua fuera.
-¡Toma segadora!- Exclamó satisfecho. Acto seguido se alejó apoyándose en su bastón. Se fué a su casa, feliz, seguro de que aquella tipeja no volvería a perturbar su sueño."
Probablemente aquel relato no era algo muy significativo de su estilo, pero¡le encantaba! Se sintió tan a gusto después de escribirlo y leerlo que encendió un cigarrillo y lo fumó calmoso, tan satisfecho como si acabara de hacer el amor con una mujer. Después se fué hacia la nevera y adosó el folio a la puerta mediante un imán, como si de una obra de arte se tratara. ¡Era una obra de arte! Jamás alguien escribió algo tan repleto de profundos sentimientos.
El ruido de la segadora cesó y la paz volvió a reinar en aquel paraje, aunque en verdad fue un reinado muy corto. Al día siguiente el aire se llenó con las estridentes notas de la música de Aydilge. No tenía nada en contra de ella, a pesar de no contarla entre sus intérpretes favoritos. ¡Aquello era el colmo! Lo consideró como una seria provocación por parte de la vecina. Quizá el volumen no era muy elevado, pero aún así, él lo oía.
Salió al balcón como el día anterior dispuesto a elevar sus más airadas quejas, pero no dijo nada. Al contrario, frunció el ceño y se preguntó qué porras estaba haciendo la dichosa vecina luchando con una especie de lona azul que pretendía extender en el césped. Su curiosidad periodística le indujo a seguir mirando y esperar futuros acontecimientos con el fin de enterarse de lo que hacía.¡Inshallah fuera un globo aerostático y se la llevara volando hasta Capadocia!
La veía luchar con la lona y con unas barras metálicas que intentaba hacer encajar unas con otras. Estaba más liada que un gato con una madeja. Si él fuera un caballero podía ir y ofrecerle su ayuda; afortunadamente no lo era y podía seguir allí mirando los apuros que la otra estaba pasando para montar una simple piscina plegable. Porque eso era la lona, una piscina en la que ni ella ni nadie podía nadar. Cuadrada, tendría un par de metros de lado por uno de fondo.¡Una ridiculéz de piscina!
Decidió que el asunto ya le aburría y que podía soportar las canciones de Aydilge, así que volvió a la cama no sin antes desinfectarse el aparato digestivo con un par de vasos de whisky, que, por cierto, estaba tocando a su fin.
Como él.
Al día siguiente estaba hecho polvo. El estómago le ardía y el dolor de cabeza le iba a volver loco.
-Oye, si tú no te cuidas nadie lo hará,¿entiendes? Tú sabrás lo que haces, pero desde que te dieron el alta en el hospital te estás maltratando mucho.
El fisioterapeuta que le daba los masajes en la pierna era una buena persona, pero al entender de su paciente se metía en asuntos que no le importaban.
-No me sermonees, Tarik, hoy no estoy de buen humor.
-¿Cuándo lo estás?Nunca mejorarás si mantienes esta actitúd de dejadéz.He conocido suicidas que se querían más que tú.¡Ayudanos un poco, hombre, pon algo de tu parte!
-He hecho todo lo que me habeis aconsejado. Hasta he alquilado una casa con una enorme piscina...
-¿La usas?
-¿Para qué? Si quiero refrescarme me doy una ducha...y ni me visto.
- Lo de ser limpio está bién, lo del nudismo, para gustos, pero no se trata de eso, se trata de que nades, de que ejercites la pierna con bajo impacto.¿Haces la gimnasia que te enseñé?¿Paseas?-Inquirió el masajista sin abandonar su tarea.-¡No haces nada! Nada bueno, al menos. Comes poco, bebes mucho y te autocompadeces demasiado.
-Voy a cambiar. Lo prometo. Voy a empezar a escribir mi segunda novela. Ya tengo tema.
-Me parece bien que escribas; tu novela me gustó mucho. Me la regaló mi mujer en mi cumpleaños.¿De qué tratará esta?
-No esperarás que te lo diga. Aunque creo que será un thriller con tintes de humor negro.
-Parece interesante.
Lo era. Se le había ocurrido el día anterior cuando fué a la cocina y releyó el folio que había dejado en la puerta de la nevera. No pudo evitar una sonrisa al visualizar la escena que describía, así que pensó: ¿Por qué no?Sus sentimientos hacia la vecina eran poco cordiales, podría desahogarse mediante la escritura, planeando el crimen perfecto siempre desde una óptica humorística.
A medida que pasaba el tiempo se entusiasmaba más con la idea. Como había dicho Tarik, su primera novela tenía mucho éxito, buena prueba de ello eran los dividendos que le estaba dando. Esta sería de un estilo muy diferente, pero no menos original.
Se puso con la tarea en cuanto regresó a casa. Sacó su portátil, le gustaba más su eterna Olivetti, pero entendía que el ordenador era mucho más práctico y no quería perderse escribiendo "a la antigua usanza". Logró concentrarse enseguida, aunque todo se perdió cuando Belma entró y lanzó una exclamación asustada cuando le vio allí.
-Me ha asustado. Creía que había entrado alguien.
- Y así ha sido.Yo soy alguien.
-Usted me entiende. No le esperaba tan pronto.- Comentó la mujer con el rostro enrojecido por el trabajo y el calor.-No es raro que me asuste, esto está muy solitario y a estas horas no hay nadie ni en la casa vecina.
-No hay nada que temer, Belma,¿acaso no hay un perro feroz en esa casa?- Preguntó distraídamente.
La cotorra que le limpiaba la casa dos veces por semana se alegró de poder pegar la hebra con algún chisme, porque sonriendo, preguntó:
-¿A qué le llama usted un perro feroz?Según me ha dicho el ama solo se mueve si es para comer o hacer sus necesidades. Aparte de eso, nada. Ella es más peligrosa que su perro.
-La creo.-Murat alzó su mirada y sonrió irónico.
-Es una mujer encantadora. A veces charlamos cuando vuelve del trabajo, es limpiadora en un Colegio Mayor o algo así.-Es muy simpática.
Eso era ya más difícil de creer, al menos en lo que a él se refería, porque no le había encontrado la simpatía por ningún lado. Belma seguía hablando sin darse cuenta de que le incomodaba ya que quería ponerse a escribir de inmediato.Por suerte el sonido del teléfono vino a dar por terminada la conversación.
-¿Cómo te encuentras?- Era su padre quien le llamaba.- He tenido que llamarte porque tú no das señales de vida y tu madre está angustiada.
- Espero que no le hayas dicho donde estoy.
-Tranquilo, ni siquiera sabe que lo sé. Entiendo que quieras mantener en secreto tu paradero, pero llama de vez en cuando para informarnos de tu estado.
-Estoy bien. Intento comenzar a escribir algo.- Dijo.
- Eso me gusta. Es bueno que te animes.¿Cómo evoluciona la pierna?
-Favorablemente, pero despacio. ¿Qué tal estáis vosotros? ¿Mamá?
-Bien, nosotros bien como siempre. Tu madre ha salido, creo que ha ido donde tu hermano Kerem. Quería ver a los niños, así que seguramente no volverá hasta la hora de comer. Hiciste bién en no decirle donde estás, si no la tendrías ahí día y noche.
Sonrió a sabiendas de que la afirmación de su padre era muy cierta. Su madre era una dama que tenía muy asumido el papel de madre y aún pensaba que sus tres hijos eran niños que necesitaban sus cuidados a pesar de que dos de ellos estaban casados y tenían hijos y el tercero, él, era cuarentón y llevaba muchos años vagando de un lado a otro del mundo, solito.
En cambio su padre era de fiar;por eso era la única persona a quién le había confiado su paradero. Sabía que no se lo diría a nadie,y al, contrario que los demás, sus visitas no le molestarían porque Aslan Kaya era el único que no se dedicaba a compadecerle, algo que él agradecía mucho.
Tras hablar un rato y hacerle prometer que llamaría más a menudo y que les haría pronto una visita, más que nada por tranquilizar a su madre, Aslan cortó la comunicación.
Murat volvió a su puesto ante el ordenador encendido y se enfrentó a la página en blanco.
Lo más difícil era comenzar.Ya había escrito dos palabras: "Capítulo primero" A partir de ahí todo era sencillo.
Se concentró en el trabajo de tal manera que apenas se percató de la despedida de Belma cuando se fué . Las ideas fluían de forma abundante, más tarde habría tiempo de ordenarlas y concretarlas con palabras concisas. Ni siquiera se dió cuenta del paso de las horas hasta que su estómago hizo un sonido bastante grosero reclamando atención.
La puerta de la cocina que comunicaba con el jardín estaba abierta y por allí entraba un delicioso aroma a guisado que le llenó la nariz y le recordó no solo que era hora de comer, si no que también tenía hambre.
Rebuscó en la nevera y en todos los armarios, pero lo único comestible que encontró fué una lata de foiegrass y el pan diario que le había dejado el panadero. Nada más. Tenía que admitir que últimamente había descuidado el asunto de su alimentación, le había bastado con comer cualquier cosa siempre que estuviera regada con alcohol. En aquel momento no estaba borracho y por lo tanto el estómago le reclamaba algo más que pan con foiegrass. Llamó a su restaurante favorito, pero una voz mecánica le contestó que estaba cerrado por descanso del personal.
Colgó de mal humor el auricular,sintiéndose más hambriento que nunca.
-¡Pan con foiegrass!- Exclamó con rabia.-Eso no lo come ni el perro de la vecina...
¿Acaso no había dicho Belma que que el animal era un sibarita a la hora de comer?¡Qué injusticia! El chucho comería guisado y él... ¿El?...¡El también! Pero,¿cómo? Por muy hambriento que estuviera no iba a robarle el plato al chucho...
Era obvio que aquel día tenía la mente tan clara como las ideas. La respuesta al cómo llegó pronto y una maliciosa sonrisa iluminó la cara del escritor.
Inci estaba terminando de preparar su comida cuando oyó gritos que parecían proceder de su jardín. Una de dos: o el vecino loco estaba vociferando otra vez o Yeniçeri, que era el único que estaba fuera, había aprendido a hablar de repente. A pesar de que esta segunda posibilidad le apetecía más que la primera, consideró que era la menos probable, así que salió a ver qué le pasaba al energúmeno que vivía al lado.
-¿Qué pasa ahora? No estoy haciendo ruido de ninguna clase.
-¿Es suyo ese perro?-Gritó a su vez el furioso vecino.
Inci no necesitó mirar al animal para saber que se refería a Yeniçeri, que, como siempre a aquella hora, estaba tumbado a la sombra de un seto esperando a que ella se sentara a comer y así mendigarle con ojos tristones parte de su comida.
-Si, es mio. ¿Qué pasa?
-Mire lo que ha hecho.-Contestó señalando hacia un punto determinado de su propio jardín.
Inci dirigió la vista hacia donde el otro indicaba. El velador estaba volcado en el suelo y también una silla. Sobre el césped había un pequeño mantel arrugado y cerca de él un plato, un vaso y varios cubiertos. Ella se encogió de hombros. ¿Qué relación tenía aquel desastre con su perro?
-¿Y qué?
-¿Cómo que "y qué"?-El vecino loco se enfureció más.-¡Señora, su perro acaba de zamparse mi comida!
Ella le miró como si no entendiera su idioma y después rompió en estentóreas carcajadas.
-¿Intenta hacerme creer que Yeniçeri ha saltado ese muro para comerse la comida de usted?-Preguntó entre risas. Se esforzaba en reprimirse y al fin lo consiguió, aunque fué difícil porque aquello era tan gracioso que no podía ni enfadarse con aquel pobre demente.-Oiga, mi perro está muy bién alimentado, no necesita saltar muros para comer nada de nadie.
- No era cualquier cosa de cualquiera, era un buen filete, ¡mí filete! Además le he pillado "in fraganti". Estaba en mi jardín dando buena cuenta de la carne y en cuanto me ha visto el muy cobarde ha huido con el pan...
-¡Además pan!- Aquello era más ridículo todavía. Su perro no comía pan, no le gustaba. Siguió riendo y se disponía a mandarle a freir espárragos cuando su mirada resbaló hasta Geniçeri y le vio tumbado en la sombra, como siempre, muy atareado comiéndose ¡un trozo de pan!-¡¡Yeniçeri!!...
Su asombro no tenía límite. Su mirada se dirigía errante del perro al muro, del muro al velador caído, de éste a la víctima del robo y de nuevo retrocedía por el mismo camino hasta volver al perro.¡Era increíble que Yeniçeri hubiera saltado aquel muro solo par robar un filete y un trozo de pan!... Sin embargo lo estaba viendo con sus propios ojos ¡Allí estaban las pruebas!
-¡Es inaudito!- Exclamó acongojada.-Le aseguro que jamás ha hecho nada parecido. Es un perro muy tranquilo.
-¿Quiere hacerme creer que esa fiera sanguinaria capaz de devorar a un hombre, no podría saltar este murito?- Se burló repitiéndole las mismas palabras que ella le dijera días antes.-¡Oiga, si el perro es suyo, usted es la responsable, no me venga ahora con monsergas ni se finja sorprendida; eso no me da de comer hoy. Ese animal se ha zampado mis última provisiones.
Inci volvió a mirar a Yeniçeri. Debía ser muy tonta porque ni viéndole como le estaba viendo comerse el pan, acababa de creérselo. En fin. No podía hacer más que una cosa. Deshacerse en disculpas e invitarle a comer.
-Por supuesto que esta tarde, en cuanto abran el supermercado de la urbanización, iré a comprarle filetes...y le pagaré los daños que haya ocasionado...
Murat dudó un momento. Después aceptó altivo.
-Que conste que si acepto es porque no me queda más remedio. Si me ayuda pasaré por aquí mismo.
Ella le ayudó a pasar el muro sumida en un mar de confusiones. De pronto dirigió al perro una mirada cuajada de sorpresa y admiración. Sonrió con orgullo. ¡Cuando se lo contara a Esma abla no se lo iba a creer!
El pensamiento de Murat estaba lejos del perro y cerca de la comida. A fin de cuentas le había hecho un favor al chucho volcando el velador y lanzándole delante del morro el pan untado con el foiegrass para que se lo comiera. Bastaba ver la admiración en los ojos de ella. Tanto el perro como él salían ganando.
Ocultando la satisfacción que le producía el buén resultado de su plan, entró en la casa de la vecina tras ella.
Me gusta!!!!!!
ResponderEliminarExcelente.... ya me enganché.
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