YENIDEN ASK
CAPITULO 13
Le esperó. Durante la mañana pensó que había ido al hospital, a la rehabilitación y aunque la forma de irse no la dejaba estar tranquila, decidió que todo se podía hablar y que sabría qué le pasaba.
Esperó durante la tarde. Seguramente, se decía mientras intentaba estudiar en vano, habría ido a ver a su familia, les echaría de menos...
Esma y Umut regresaron de sus vacaciones dos días después de la extraña desaparición de Murat Kaya. Mientras oía hablar a su hermana, sentía que todo volvía a ser igual que antes, igual que siempre. Inci miraba a la casa vecina y se preguntaba si todo lo sucedido no había sido mas que un sueño.La casa estaba vacia, cerrada a cal y canto, el jardín solitario y el agua de la piscina quieta. El se debió ir la misma mañana que despertó junto a ella porque desde entonces solo vio a Belma cerrandolo todo.
Le echaba de menos.
Esma hablaba y observaba hasta tal punto a su hermana que en mas de una ocasión perdió el hilo de la conversacion, aunque no importaba demasiado puesto que Inci apenas la oía. Su hermana estaba muy distinta a como la dejó. Estaba segura de que algo había pasado desde que ella se fué de vacaciones.
-... Ahora cuéntame tú algo. ¿Qué tal el vecino?¿Ha vuelto a darte complicaciones en este tiempo?
Su pregunta estaba movida por la insistencia con que Inci miraba hacia la otra casa.Su hermana respondió lacónica.
- Ya no vive ahí. Se fué hace dos días.
-¡Mejor! Al final has podido tú más que él.
- O él más que yo.- Se encogió de hombros melancóloca,- el caso es que ya no está ahí.
Esma se puso seria. Se inclinó hacia adelante cogiendo la mano de su hermana y buscando sus ojos.
- Inci, ¿qué...?
La hermana menor se mordió el labio inferior. Los remordimientos iban a acabar con ella. Se sentía culpable y a la vez...libre como jamás antes se sintió. Se preguntó cómo reaccionaría su hermana al saber que había mantenido relaciones íntimas con un hombre y el solo hecho de pensar que tenía que decírselo, que necesitaba decírselo o de lo contrario no podría volver a mirarla a la cara, le hacía avergonzarse. Si todo aquello hubiera sucedido en su pueblo del Mar negro, hubiera tenido que irse, acosada por las habladurías y el aislamiento al que se vería sometida por los demás. En Estambul, solo temía a la reacción de Esma, porque era la única que le importaba en aquel momento.
Fué difícil confesarlo, sabía que no había cometido ningún crimen y sin embargo se sentía como una criminal que, lo peor, no se arrepentía de su acto. Y si era un delito, ya estaba pagando su condena con haberle perdido.
Esma se mantuvo silenciosa mientras Inci le contaba todo sin atreverse a mirarla a la cara. Cuando la más joven terminó, la mayor puso la mano bajo su barbilla y la obligó a mirarle a la cara. Tenía una expresión severa. Estaba muy enfadada cuando le dijo:
-¡No bajes los ojos ante nadie!¡Ni siquiera ante mi! No tienes que darme explicaciones sobre tus actos, en tu vida te has ganado el derecho a hacer lo que quieras hacer contigo y por tí.
-Me siento culpable. Es como si le hubiera faltado a Alí.
-Alí está muerto hace muchos años. Cualquier otra se hubiera casado para tener una vida más fácil, yo siempre te admiré porque dijiste que no le darías un padrastro a tus hijas que quizá pudiera maltratarlas o darles mala vida. Lo has luchado tú sola, mi querida hermana y no le has faltado a nadie y menos a un muerto.
-No es eso. ¡No es eso!¡Ojalá lo fuera!...El cuerpo...el físico me importa poco. Le di mucho más de mí, hermana, le di todo lo que mi amor podía darle, se lo estaba dando a él... A Murat, le entregué mi alma, algo que nunca le dí a mi marido.
Esma lo entendió al fin. Se humedeció los labios y sonrió tímidamente.
-Ya sabes, cariño mio, que el único que pierde en el juego del amor es el que no juega. los demás siempre sacamos algo, felicidad, amargura, dolor, cualquier sentimiento que nos demuestra que estamos vivos.- Carraspeó y miró severa a la otra casa.-¿Sabes lo que de verdad lamento? Que ese tío no esté ahí. ¡Le rompería la otra pierna, lo juro! Así en vez de un bastón iba a tener que usar una silla de ruedas durante mucho tiempo.
Dentro de su tristeza, Inci quiso darle a su hermana una risa que la tranquilizara sobre su estado.
- En realidad no sería tan incómodo si no me sintiera como una idiota. En cuanto él me rozó caí en sus brazos, porque lo deseaba... Me lo negaba, me engañaba, creo, ni lo sé...
A solas, en la oscuridad de su cuarto y de su alma, la verdad era más cruel, como si quisiera hacerse sangre a si misma. Murat era inteligente, mundano, atractivo y alegre. Cualquier mujer se hubiera rendido ante él, mas aún si como ella carecía de defensas, le gustó y cuando estaban juntos la hacía sentirse como a una reina, a ella, ¿cómo era? La fregona de un colegio, viuda mediomenopáusica y con tres hijas mayores.La escuchaba con toda su atención cuando hablaba, sus ojos la miraban con adoración y deseo, como si estuviera viendo a una muchachita de dieciocho años capaz de despertar la lívido de un hombre como él... Y ante esto... ella cayó en sus brazos sin darse cuenta de que solo la estaba utilizando y cuando la consiguió se fué...Se fué...¡Ojalá sus lágrimas fueran de rabia, de odio o de vergüenza, pero no; eran de añoranza porque él no estaba!
Tenía que seguir adelante...Otra vez. Mirar al frente, esta vez no por las niñas, ni por el futuro, esta vez por ella misma.
No se arrepentía. Se había quitado una máscara de vergüenza que siempre la ocultó y le impidió mostrarse tal como era; sentía que había saltado barreras que antes creía infranqueables. La seguridad en si misma, esa que siempre inculcó a sus hijas para que no se dejaran avasallar por nadie, estaba allí ahora, para ella.
Terminaron las vacaciones y volvió al trabajo. Retomó la vida habitual y monótona de siempre. Trabajaba, volvía a su casa, Yeniçeri acudía a recibirla a la puerta mostrando gran entusiasmo de verla de nuevo.
- Me preocupa mucho mi hermana, Umut. - Le decía Esma a su esposo una tarde a finales de septiembre.
-¿Por qué? Yo la veo más activa que nunca y con muchos proyectos...
Umut era un buen hombre que amaba más que a nada a su esposa, no habían tenido hijos y con el tiempo se habían acostumbrado a ello, aunque siempre tuvieron el cariño de sus sobrinas, a quienes amaban como si fueran sus hijas. En cuanto a Inci, nunca fue su cuñada, era tan hermana suya como de su mujer y siempre estuvo ahí para ella.
- Está muy desmejorada, pálida, ha adelgazado y tiene una ojeras muy pronunciadas.
- Dile que vaya al médico.
- Ya se lo he dicho, pero dice que no hace falta, que solo está cansada por el trabajo y los estudios.¡Qué ganas tengo de que pasen los famosos exámenes!
¡Ojalá se tratara de los exámenes! Pero hasta que llegarán tendría esa excusa. Lo cierto era que estaba bien preparada o eso creía. El hecho de que Murat no estuviera para incordiarla fue una tontería, porque le incordiaba su recuerdo y su ausencia.
Casi se echó a reír el día de los exámenes cuando leyó el de historia. Recordaba las palabras de él diciendo que se centrará en la gran guerra, en Attaturk y en la creación del Nuevo Estado Turco y que se olvidará de lo demás. Y así fue.
Al salir buscó a Umut. Dijo que la iría a buscar con el coche. Y allí estaba, junto a las escaleras, pero sin el coche.
- He tenido que ir a aparcar cerca de Izmir.- Le dijo a su cuñada.
Ella rió con las exageraciones de Umut.
- No te rías, vamos a tardar en llegar al coche más que en llegar a casa.
Iba a ir a comer a la casa de su hermana. Esma se había empeñado y cuando se ponía pesada no había quien le llevara la contraria y últimamente estaba muy pesada con ella... Y ella que no tenía ánimo ni ganas de discutir, le dejaba hacer.
Fué una sorpresa. Quizá de tanto desearlo se cumplió, pero allí estaba. Murat.
Le vio caminando por la misma acera que ellos, en sentido contrario. Parecía despistado. Ella no sabía qué hacer, si saludarle llamando su atención o finjir que no le había visto. No supo porqué optó por esto último y giró su rostro hacia Umut deseando que el otro pasara de largo sin darse cuenta.
No hubo suerte. La vio.
- Hola Inci, ¿cómo estás?- Se detuvo ante ellos. Notó que la miraba con atención; seguro que había notado sus profundas ojeras, la palidéz de su rostro y que había adelgazado. Se sentía insegura, debió maquillarse un poco para no parecerse tanto a la Dama de las Camelias a punto de morir.
- Muy bién, ¿y tú?- "Pedazo de cabrón "?- Muy bién también por lo que veo; ya andas sin bastón.- Se fijó que él estaba mejor que nunca, si es que alguna vez había estado mal.
Umut, siempre discreto, se apartó de su cuñada y del otro, a quien reconoció como el vecino escritor de Inci, para que se saludaran tranquilamente
- Si, voy mejorando poco a poco. Y tú también vas avanzando...-Miró al hombre que esperaba a unos metros de distancia.- Se ve que has salido de tu estancamiento.
No tenía la menor idea de a qué se refería, pero siguió sonriendo.
- Claro, claro... la vida sigue. Tengo que irme, me alegro de haberte visto...-Mintió descaradamente. ¿Qué podía decirle?¿Te echo de menos pero voy consiguiendo sobrevivir porque ya hace dos noches que puedo dormir sin llorar por tí antes?
-Espera, cuanta prisa, déjame preguntarte como está tu familia... Y Yeniçeri.
¡Era irónico o trágico o... no sabía qué! Estaba frente a ella, parado, preguntándole hasta por el perro cuando ella deseaba arañarle y quitarle de la cara aquella sonrisa de indiferencia. Se imaginó a si misma dándole una torta mano abierta que le hiciera volver la cara. El simple pensamiento la alivió hasta el punto de arrancarle un suspiro.
-Todos bién, gracias... Lo siento, me están esperando..
-Si, si ya veo. -Volvió a mirar a Umut.- Un poco mayor,¿no? No te puedo felicitar, no es gran cosa...
Parpadeó confundida,¿se estaba refiriendo a su cuñado?¿Que su cuñado no era gran cosa? ¡Como si a él le tuviera que importar! Y de poca cosa nada, que le preguntara a su hermana, treinta años casada con él y no había mujer más enamorada de su marido, con su piel morena, su pelo negro y sus ojos marrón oscuro y su barba arreglada y... Pero aún más surrealista fué el comentario que siguió:
-Y tiene el pelo como el oro.
-¿Rubio?
- Escaso.
¡Esa fué la gota que colmó el vaso de la paciencia de Inci! Aceptaba que él había coqueteado con ella y ella se había enamorado, aceptaba que la hubiera plantado, solo le podía reprochar la mala educación de no despedirse, porque el no prometió nada y las ilusiones de ella fueron solo eso, ilusiones. Pero ¿que insultara a su familia, al mejor apoyo que tenía, alguien que la había dejado hecha una fruslería?¡Por ahí no pasaba!
- No deberías criticar tanto a los demás y fijarte algo más en tí mismo.- Le miró desdeñosa de arriba a abajo.- Tienes la bragueta abierta, a ver si se te resfría ese pajarito tan delicado al que tanta importancia das.
El bajó la mirada hacia el punto indicado por ella. Era mentira. Pero cuando volvió a alzar los ojos se había largado cogida del brazo del pelón.
Murat apretó los dientes indignado. ¡Ninguna mujer podía hacerle sentirse como un idiota, solo ella!
Respiró profundamente para calmarse y volvió al coche junto a su padre, que le esperaba al volante del mismo.
-¡Vámonos ya!
- ¿Ya has terminado?-Preguntó Aslan Kaya a su malhumorado hijo.-¿Me puedes explicar por qué llevamos dos horas y cuarto parados delante de la escuela universitaria para hacerte el encontradizo con una mujer y hablar con ella dos minutos o menos?
-Papá, por favor, arranca el motor y vámonos. No...es momento de hablar nada.
-Contigo nunca es momento para hablar- Aslan puso el coche en marcha.- Pero si esa mujer tiene algo que ver con tu comportamiento desde que volviste a tu casa, dínoslo, a tu madre y a mi nos gustaría darle las gracias.
Hablar de ella. Como si fuera fácil.
Llegaron a la lujosa mansión de los Kaya y se apearon del vehículo. Murat siguió a su padre hasta uno de los salones, quizá el más pequeño y acogedor la impresionante casa, el preferido por los anfitriones por su sencillez.
-Bueno, ¿me darás alguna explicación o no? Habla.- Le animó.
-No sé ni qué decir...¿por dónde empiezo?
-Hijo, eres un buen periodista y un buen escritor, seguro que sabes hacerlo. Empieza y luego sigue...
Las cinco peguntas que debía hacer un periodista eran ¿Quién?¿Cómo?¿Cuándo?¿Dónde? Y ¿Por qué? Tomó aire y empezó:
- Inci. Se llama Inci Dogun. Vive en la casa vecina a la que yo alquilé cuando salí del hospital.- No pudo evitar que su rostro dibujara una sonrisa al pensar en aquellos días.
No podía dejar de pensar en ella. No podía olvidar que la había conocido; era inevitable compararla con cualquier otra mujer que pudiera frecuentar. Y siempre salía ganando. Era diferente a todas.
-¡Es irónico!- Continuaba hablándole a su padre.-Yo, que he estado metido de lleno en conflictos bélicos, que he recorrido el mundo entero en varias ocasiones, que he visto las hazañas y las miserias del hombre, que he sentido silbar las balas a mi lado... solo he huido de una mujer.
Aquella mañana de agosto, cuando la miró y notó dentro de sí una sensación tan extraña como nueva para él...se aterrorizó.¡Si! Regresó a la casa corriendo cuanto le permitió su pierna lisiada y al verse en un espejo descubrió su rostro congestionado por el pánico, sus pupílas dilatadas, sus manos temblorosas; sabía lo que era el miedo, lo había visto demasiadas veces en otros rostros, nunca en el de él, pero podía reconocerlo. No quiso ni pensar en lo que sentía. No quiso ponerle nombre y se negó a sí mismo la posibilidad de aceptarlo. El era un hombre libre. Vivía solo, dependía solo de si mismo y nadie dependía de él. Por eso se fué. Porque tenía que poner distancia, porque tenía que cortar con aquello.
Volvió a su apartamento y se sintió liberado, pero aquel sentimiento de alivio le duró...¿cuánto?¿dos horas? Llamó a una amiga y la invitó a cenar, se dió cuenta de que lo que decía no le interesaba lo más mínimo y cuando al llevarla a casa ella le invitó a subir, se excusó diciendo que la pierna le dolía muchísimo y se fué sin más.
- Sé que le hice daño a Inci y no se lo merece. Sé que la única solución es ir a verla y decirle que la quiero, explicarle por qué me fui y pedirle que me perdone. Y sé que lo entendería. Pero...¡Yo no soy la persona que ella necesita! Cuanto más lo pienso... me pregunto ¿y si no sale bién y le hago daño? No quiero que sufra...es...
-¿Y para que no sufra después la haces sufrir ahora?
La voz de su madre irrumpió en la salita junto con su recio cuerpo. Neriman Kaya había estado en silencio oyendo a su hijo mayor desde la puerta abierta, hasta que había decidido que era momento de intervenir. Se acercó a Murat.
- Hijo mío, qué complicado es todo.-Suspiró hondamente- ¡Inshallah y tuvieras ocho años para poder darte los chancletazos que te mereces.
- Murat lo que tu madre quiere decir es que...
- Que en esta vida nadie tiene garantía de nada. Nadie te puede asegurar que vas a ser felíz, esto no es un cuento de hadas, es la realidad y de esa tu has visto mucha,¿verdad? Has visto mucho sufrimiento y te has distanciado dedicándote solo a ser testigo, a no complicarte. Es lo más fácil. Así no hay posibilidades de que salga mal algo...claro que tampoco las hay de que salga bien. Muratçim, tu no le tienes miedo al amor o al compromiso, le tienes miedo a dejar de ser testigo para ser partícipe, porque eso implica todo lo bueno y todo lo malo, eso implica arremangarse y tirarse al fango para trabajar en salir adelante, y tú lo sabes, a veces todo va bién y otras veces sufrimos reveses que nos hacen caer de espaldas. La cuestión es si somos capaces de levantarnos y seguir peleando. Y si encuentras una persona que está dispuesta a pelear contigo codo con codo,-sonrió al mirar amante a su león cuando éste se llevó la mano a los labios y se la besó con intensidad,- no puedes saber si te hará sufrir o la harás sufrir a ella, porque evitarlo es parte de ese trabajo que compartireis, como compartireis todo lo demás. Ahora, tú decides si merece la pena cogerla de la mano y tirarte al barro o alejarte y seguir viendo como te pasa la vida por delante y se lo cuentas a los demás. Pero ten en cuenta una cosa. Ya sabes que la quieres, pero¿sabes si ella te quiere?
Uf, será capaz de ir a buscarla? Será capaz de perdonarlo? No tardes
ResponderEliminarSigo diciendo que es un cobarde, enamorado pero cobarde. ¿Por una vez hara caso a su madre? O los celos le comeran?? Con ganas de seguir
ResponderEliminarNo no tardes, que angustia!! 🤗🤗🤗
ResponderEliminarQue bueno Loli...no me lo esperaba... Que malo es temer que te hagan daño. Y acusarlo tu por ese miedo...me encanta. Muy muy bien contado..😍
ResponderEliminarUfffff hombre cobarde. Prefiere dejar al.amor de su vida.
ResponderEliminar