YENIDEN ASK

 CAPITULO 11


       Los días iban pasando lentos y relajados. No existía la prisa ni siquiera el tiempo como tal. Había momentos en los que no sabía ni qué día era.

      - Eso está bien. De eso tratan las vacaciones, de no preocuparse por días ni horarios. - Decía Murat con gran razón.

     Esma había llamado dos veces desde Grecia diciendo que lo pasaban muy bien, que todo lo que veían era precioso y que le habían mandado un montón de postales, de las cuales ella aún no había recibido ninguna. Inci decía que estaba muy tranquila y que no había nada nuevo que contar, ni siquiera le dijo que había aprendido a nadar por temor a tener que hablar de Murat y de aquella relación de amistad que cuando menos le resultaba "extraña".

      Que físicamente le gustaba. Por supuesto, ¿a que mujer que tuviera ojos en la cara no le gustaría un hombre como él, alto, fuerte, atlético y con facciones más que agradables? A cualquiera, pero ¿se fijarían en el brillo risueño de sus ojos, en su sonrisa traviesa, como la de un  niño a punto de hacer una trastada, en su descarada forma de ver la vida  y todo lo relacionado con ella, no solo el amor, la justicia, la miseria, el consumismo...? A ella le encantaba eso porque ella nunca "pasaba" de nada, y siempre tenía una opinión, errada o no, de todo. Y con él podía hablar de cualquier cosa.

      Además los días que"se bloqueaba" y no escribía, la ayudaba con los estudios.

     - Olvídate de todo lo demás, en historia concentrate en la Gran Guerra, en Attaturk, y en los conflictos con Grecia.

      -¿Y sobre el genocidio armenio? Fue en la Primera Guerra Mundial...

      - De eso no se habla. Lo que es vergonzoso no se comenta, se pretende olvidar. Y... - le dio un tironcillo de la oreja, - La Gran Guerra  es como se llamaba a la Primera Guerra Mundial, antes de que hubiera que numerarlas. 

      - Ya lo sé.- Afirmó cerrando el libro de historia. - ¡Qué calor!... ¿Te apetece una limonada?

      - Mejor un helado.

      - No tengo, - se lamentó.

      - Yo si, no siempre vas a ser tú la que aporta. Ahora vuelvo...

      En ningún momento se ofreció a ir ella para evitarle el esfuerzo de tener que saltar el muro. Él podía hacerlo, aunque tardará más. El resultado solo serían unos helados más blandos.

      No fue así, ya que los llevó en una caja nevera con el logotipo de"Girandola" una de las mejores heladerías de Estambul.

      -Vaya, te gusta lo bueno, ¿eh? - le dijo con la boca hecha agua cuando abrió la pequeña nevera y vio que contenía la especialidad de la casa. - Esto tiene que estar delicioso. He pasado muchas veces por allí, pero nunca he entrado, siempre está llena de turistas y los precios son prohibitivos. 

      - Afiyet olsun.

      - Tesekkür ederim.- Tomó una cucharada del contenido de la elegante copa.- Ummm... Me siento como una millonaria.

      -¿Por un simple helado?

      - No es un simple helado, me estoy comiendo una copa Girandola en el jardín de mi casa. Eso es un lujo. Quizá para ti no lo sea porque estás acostumbrado... Pero yo soy una limpiadora de colegio...

      -No te olvides de añadir eso de "viuda, mediomenopáusica y con tres hijas adultas.."

      -Si me hubieras dejado terminar lo habría dicho, pero te has  adelantado-Se echó a reír, burlándose de sí misma.

      Murat la observaba embobado. Le encantaba su sentido del humor y el resto de ella...era como la fuente de sus deseos. Porque la deseaba con desesperación. En más de una ocasión a solas en su casa se descubría conteniendo la respiración, soñándola despierto.

      Tras esos pensamientos sentía la imperiosa necesidad de tirarse a las piscina y hacerse unos largos para refrescarse y gastar energía. En ello estaba cuando la vio en el borde, con su traje de baño y el pelo recogido en lo alto de la cabeza, dispuesta a tirarse al agua, pinzando con dos dedos su nariz y los ojos fuertemente cerrados.

      -¡ Allá voy!- avisó antes de dar un salto y caer en el agua salpicandole.

      Se hundió hasta el fondo y subió con prisa, ansiosa aún por emerger a la superficie donde empezó a nadar al estilo Inci, osea, sin estilo. Ni perrito, ni rana ni croll sino una mezcla de todos ellos según le convenía. Se aproximó al él asegurándose antes de llegar a su lado de que todo dentro del traje de baño estaba en su sitio. Dentro del agua ella perdía la elegancia natural de sus movimientos en tierra mientras que él se encontraba en su elemento, allí no había cojera ni dolor por presión. De este modo mientras que ella Chapoteaba para hacerse un largo, él se hacía dos e incluso tres sin darse prisa. Al final ella solía descansar en una esquina apoyándose con los brazos abiertos y entornando los ojos para evitar el molesto reflejo del sol en el agua. Murat llegó a su lado con su habitual sonrisa socarrona, sacudió la cabeza y de su pelo salieron disparadas gotas de agua que la salpicaron en la cara.

      - Mira qué gracioso nos ha salido el muchacho...- Se quejó ella.

      -¿Ya te has cansado? 

      - Algo si, pero ten en cuenta que hace poco más de una semana no sabía ni nadar.

      - Me pregunto cuantas más cosas hay que no sabes hacer...

      - Tantas como estrellas en el cielo.

      Y a él que le encantaría enseñarle a hacerlo todo y si tampoco sabía, aprenderlo con ella. Inci aprovechó aquel ligero despiste  de Murat y le hizo una aguadilla antes de huir en su más veloz estilo. No había dado dos brazadas cuando se sintió asida por el tobillo. Gritó y se hundió, pero en cuanto estuvo libre subió a la superficie riendo a carcajadas. Ya no se asustaba. Sin embargo estaba en mitad de la piscina y sin agarraderas, no le era fácil mantenerse en un lugar sin nadar. Él estaba frente a ella así que apoyó ambas manos en sus hombros. Los sintió duros bajo sus palmas, calientes a pesar del agua fría y por un momento  deseó ... ¡off!...¿pero en qué pensaba?

      - Ahora tienes que compensarme por la aguadilla.- Dijo él.

      Ella enarcó una ceja. 

      - No creo que sea para tanto...

      - ¿Qué crees que te voy a pedir?

      -¿Conociéndote? ¡Qué sé yo! Que me acueste contigo...- Bromeó.

      -¿Lo harías?

      - ¿Tú qué crees?

      No contestó porque demasiado bien sabía la respuesta.

      - No se trata de eso. ¿Qué te parece si esta noche vamos a cenar a alguna parte tú y yo?

      - ¿A cenar? ¿Eso es...como una cita?

      - No, eso es como una comida, pero de noche...

      Ella echo la cabeza hacia atrás y sus reticencias se perdieron en su risa.

      - De acuerdo. - Aceptó.

      Escogió un bonito vestido en tonos azul cobalto con estampados en verde hierba. Era airoso, fino y elegante. Recordó que cuando su hermana se lo dió ella dijo que era muy feo con aquellos colores y que no lo quería. Esma la obligó a probárselo; fue verlo puesto y se enamoró de él, de cómo le sentaba a su cuerpo la fina hechura del corte, de lo bien que le sentaban a su tono de piel y a sus ojos aquellos dos colores que, en principio parecían enemigos entre sí. Por desgracia su hermana calzaba un número menos y además no hacía dietas de pies, por lo que volvió a ponerse los zapatos blancos que usó la noche que fue al cine a dormir. Se recogió el pelo en un moño bajo, que lejos de hacerla mayor, le daba un aire sofisticado, al menos eso le decía su hija Aysel y ella sabía mucho de moda.No le gustaba maquillarse mucho, pero si enfatizó con un lápiz negro la forma de sus ojos, un poco de rímel, los pómulos resaltados con algo de colorete y un tono rosado tenue para los labios.

     - Bueno, pues esto es todo lo que se va a encontrar... Solo espero que me  corresponda y se abotone la camisa- Le dijo a la mujer que la miraba desde el espejo mientras se echaba el perfume con notas herbales y de lavanda que le trajo Aysel de París.

      No tuvo que esperar mucho a que sonara el timbre. Abrió mientras contenía los arrebatos cariñosos de Yeniçeri. Cuando miró al hombre que estaba frente a ella parpadeó confusa.

      - Vaya... Te has abotonado la camisa.

      Fue lo único que se le ocurrió decir a un Murat vestido con un traje negro de verano y una camisa blanca, sin corbata, con los tres botones superiores abiertos. El pelo negro y ondulado bien peinado y la barba perfectamente recortada.

      A pié de calle les esperaba un taxi y el conductor debía ya tener la dirección a la que iba llevarles pues, salvo el saludo inicial, no habló nada más.

      Ella no quiso preguntar. Le daba igual saberlo y es que todavía estaba  muy impresionada con el aspecto de Murat. Parecía un hombre importante, muy distinto al que ella conocía y con el que bromeaba.

      El taxi se detuvo en Sultanahmed, delante de restaurante Hidden Garden. Fueron recibidos y conducidos a una terraza con vistas a la Mezquita Azul donde junto a una balconada de cristales había preparada una mesa con servicio para dos. Se oía una música ambiental muy agradable, íntima.

      - Estás muy callada.

      - Para serte sincera estoy abrumada por todo esto. Es un sitio hermoso, y la panorámica espectacular y tú... ¿Quién eres tú? Vestido así... No tienes nada que ver con el vecino que salta mi muro para tomar café, o helado o ...

      -Soy el mismo. Pero, como tú has dicho, con los botones abrochados. No hay gran diferencia. Esto solo es ropa.

      - De pronto soy consciente de lo poco que sé de ti... y no sé si quiero saberlo.

      Se acercó un camarero a darles la bienvenida y preguntarles qué iban a tomar. El pidió una botella de vino con nombre y año. Otro camarero se acercó con una  muy variada carta para que eligieran lo que iban a cenar. 

      - Aquí son especialistas en comida tradicional.- Le dijo él.

      - Entonces quiero un Kebab. - pidió ella sin prestar atención a la carta. 

      - Lo mismo para mi.- Le dijo Murat al camarero.

      Seguramente él la había llevado allí para comer algo más que un Kebab, pero eso era lo que le apetecía. Llegó el vino y Murat lo sirvió después de despedir al camarero con un leve gesto de su mano. 

      - Espero que te guste.

      - Espero que no te moleste que sea sincera y te diga que no entiendo de vino y que me daría lo mismo si lo acabarán de sacar de una garrafa,

       - Si me molestara tu franqueza hace tiempo que no te trataría.- Sonrió.

      Fue una velada mucho más agradable de lo que en principio vaticinó ante tanta elegancia. El kebab estuvo delicioso, más aún con la conversación y también los silencios para pensar y por la música.

      Murat le habló de sí mismo, de su familia, sus padres, sus dos hermanos casados sus cuñadas y sobrinos.

      - La última vez que me junté con todos ellos a comer, antes de la explosión, vinimos aquí. Yo me iba poco después a Palestina y , claro, no imaginábamos lo que iba a pasar...

      Era la primera vez que Inci le veía así, fuera de aquel mundo que les envolvía en las dos casas apartadas en las que el azar o lo que fuera les hizo vecinos y después amigos.,, Amigos...

      - Tu baklava de pistacho no tiene nada que envidiarle a esta.

      - Ésta es deliciosa.

      - La tuya también. Espero que hagas pronto. 

      Ella le aseguró que la haría.

      Volvieron en taxi aunque ella pidió que los dejarán en la urbanización.

      -Si no te importa. Podemos ir dando un paseo y así bajar la cena.

      El aceptó y así lo hicieron, charlando  y confrontando opiniones y riendo. De esa forma llegaron ante la casa de ella. Inci empezó a despedirse pero al ir a la puerta el la siguió. Le miró confundida con la actitúd de él, que apoyo una mano en la fachada y la otra, en el bastón, le cerraba cualquier vía de escape.

     - ¿Recuerdas,- dijo susurrando con voz ronca cerca de su oído, - que la primera vez que te invité a cenar tu dijiste que no porque...?

      - Porque en las películas cuando un tío invitaba a cenar a la chica quería algo, menos el chico que se conformaba con un beso.- Recordó tensa.

     - Bien, pues ha llegado mi momento, ¿no?- Musitó.- Quiero mi beso.

      Ella se hubiera echado a reír de puro alivio. Por supuesto no le iba a dar nada, pero su opinión sobre él se le hubiera hundido de tratarse de valgo distinto.

      -¡ Venga ya, Murat, ¿qué beso ni qué nada?! Sabes que...

      - O me lo das o te lo robo. 

      - No digas tonterías, tú no pue...

      El se lo había avisado. De forma imprevista para ella, pese a la advertencia, él le pasó la mano por detrás del cuello para atraerla hacia sí y sellarle los labios con un cálido beso. Inci sintió un escalofrío recorriéndola por todo el cuerpo y cuando él movió más los labios para conseguir abrir su boca y profundizar la caricia pensó que se caería al suelo a causa de la flojera de piernas que le provocó. Entre ellos no había más contacto que el de sus bocas y aquella mano que la sujetaba pegada a él y cuyos dedos se movían en la nuca femenina como si estuvieran ocupados en el más íntimo roce, provocando una reacción de total abandono en ella. 

      De pronto, la intensidad descendió y el se apartó.

      - Buenas noches. - Sus ojos brillaban sonrientes al recorrer el rostro aún desconcertado de ella, que parpadeó sin reaccionar aún.- Di" buenas noches".

       - Si...- Replicó y  volviendo al momento real. - ¡Eres un fresco! No pienso aceptar más invitaciones que vengan de ti. 

      - Di "buenas noches"

      - ¿Buenas noches? Tienes suerte de que no te eche al perro. Anda a tu casa de una vez.- Y aguantando una sonrisa, esforzándose en ocultarla:- Buenas noches...

      Abrió la puerta y se perdió tras ella al cerrarla con suavidad.



        

      

       

      








      


      









Comentarios

  1. 👏👏👏👏👏 Loli. Como era aquello que dijiste un día, que no te acordabas... Ole tú, y ole Mirar, que cabrito como poco a poco va derribando las defensas de Inci.. que me encanta esta historia, ya sé que me repito. Jajaa pero me tienes que perdonar porque estoy muy entusiasmada con la historia.. gracias bonita por escribir tan bien!!!😘😘😘

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  2. Es un perfecto caballero que ya ha sabido colarse en su corazon.. pasito a pasito como se descuiden acaban con gemelos..

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  3. Es un perfecto caballero que ya ha sabido colarse en su corazon.. pasito a pasito como se descuiden acaban con gemelos..

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  4. Ay me.encanta....estoy ya deseando el sig...
    Angeles

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  5. Me encanta esta historia, y que bien contada.... Ole! TÚ.. 🤗🤗

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