BAŞKASININ HATASİ

 CAPİTULO 5


      Fue muy claro con su hermano. O iba a ver a Elif y , aunque no se casará con ella, reconocía como hijo suyo a la criatura que estaba gestando o él hacía pública aquella relación empezando por Zerha y siguiendo por sus padres.

      Le dio una semana de plazo, el mismo tiempo que él iba a pasar en Kalafat arreglando la casa que el municipio le cedía al médico. El pueblo se hallaba en la ladera sur de los montes Kaz, con calles frescas y casas de piedra de dos pisos. 

      - Le diré doctor, que cuando yo llegue a la alcaldía el pueblo se estaba muriendo, como muchos de por aquí. ¿Por qué?, me dije, es un pueblo hermoso, rodeado de Olivares y situado en un paraje natural de ensueño...Pero faltaba modernizarlo. Y ahí entré yo. Berat Hamza.

      El alcalde era un hombre de baja estatura pero constitución robusta. Tenía un bigote negro como el carbón y  en una cara redonda con una nariz recta y unos ojos negros de mirada aguda.

      - Venga por aquí doctor, le enseñaré la que será su casa. Pues como le iba diciendo nos pusimos a la tarea, comenzamos a vivir de los olivos y los derivados del aceite. Arreglamos las casas y las calles, cedimos una casa para que hubiera una escuela y facilitamos ayudas a la gente que quería instalarse aquí. Y funcionó. Y en las últimas elecciones dije que habría un médico. Y aquí está usted... - se detuvo ante una hermosa construcción de piedra de dos plantas. - Mire, mire qué bonita. Y no le falta de nada...tiene abajo la consulta y arriba una vivienda muy hermosa. ¿Tiene usted mujer?

      -No.- en todo el tiempo que llevaba con Berat Hamza, esa fue una de las pocas palabras que pudo decir. El resto lo decía todo el alcalde.

      - Bueno, aquí hay mujeres muy hermosas, créame, mi propia hija, sin ir más lejos, aunque ya está comprometida con el hijo de Kavruk bey, que está ahora cumpliendo con el ejército...me refiero a Ahmet, no a su padre... Pero es usted joven y guapo, no le faltarán candidatas...

     Miran le dejaba hablar mientras recorría la casa. Tenía un patio y un bonito jardín. Arriba había tres habitaciones, un salón, un baño completo y una cocina moderna. Abajo la consulta, una sala de espera y dos habitaciones cuya utilidad ya encontraría después. 

      Durante la semana que pasó allí antes de su incorporación, Miran se dedicó a recorrer el pueblo y sus alrededores, a conocer a la gente y alternar con ellos en la popular tetería donde se jugaba al ajedrez, al backgammon, al okey, al mangala, de entre otros, descubriendo que había buenos contrincantes en todos ellos.

      Por las noches hablaba con su madre, principalmente; su padre estaba algo tenso con él a causa de"su falta de ambición", pero a eso ya estaba acostumbrado. No hablo con Kerem, no quería ni oír su voz, en cambio Zerha le llamó una tarde y paso un buen rato de charla.

      -¿Y como dices qué se llama ese pueblo? No esperes que yo vaya a verte ahí, no soporto  el olor a cabra, seguro que hay cabras... No sé por qué te empeñas en irte a...¿cómo has dicho que se llama?

      -Kalafat, en Çanakkale, está muy cerca de Küçukküyü. No te pongas tan exquisita, tú has estado cerca, las playas te gustan demasiado.

      -  Pero ese pueblo está en el monte.

      - También está cerca de la Playa, aunque ya sabes que a mí me gusta más el bosque y los pájaros...

      - ¡Buen pájaro estás tú hecho! ¿Cuando vuelves?

      Volvió dos días después. Lo justo para recoger las últimas pertenencias que se iba a llevar y pasar el fin de semana antes de regresar para empezar a trabajar en lunes. 

      -Esta casa no va a ser lo mismo sin ti.

      - Mamá, no te pongas melodramática. Tu sabes que vendré los fines de semana que tenga libre.

      Toda la afinidad que le faltaba con su padre, la suplía con creces el cariño de su madre y es que Hiranur Karakaya era una madre entregada a sus hijos, si bien estaba más unida a su hijo pequeño porque, aunque ninguno de los dos lo aceptara, era el que más se parecía a su esposo, no solo físicamente, también en su carácter, aunque no en sus gustos ni en su forma de ver la vida.

      - Hijo, intentaré convencer a tu padre para ir a visitarte, aunque no sé cuándo será...

      Miran sabía que su padre pretendía castigarle con su indiferencia hacia su trabajo y al lugar tan poco notorio al que iba.

      - Si al menos fuera a Küçukküyü, tiene un buen hospital, pero ahí...en... Kalafat...solo va a tener que recetar aspirinas y laxantes.

      El, como siempre, le oía sin replicar, sin explicarse ni intentar hacerse entender.¿Para que?Era una labor inútil.

      Había llegado tarde de su viaje, así que no pudo ir a ver a Elif, como hubiera sido su deseo, además tampoco pudo hablar con su hermano porque aunque le esperó hasta altas horas de la madrugada, este no volvió.

      No esperaba encontrar a Elif otra vez enrocada cuando fue a verla. Otra vez se empeñaba en no hablar con él. Había ido temprano y había comprado delicias turcas y baklava para agasajarla, pero ella no abrió la puerta a pesar de que él sabía que estaba en casa. Como la vez anterior, consiguió entrar al portal gracias a un vecino que salía y tras llamar varias veces a la puerta y notar el suave, apenas perceptible, sonido de la mirilla, acabó por sentarse en la escalera dispuesto a esperar lo que hiciera falta.

      Y le hizo esperar. De vez en cuando volvía a oír el susurro de la mirilla, entonces sonreía y decía:

      - Sigo aquí. 

      Llegó la hora de comer. Pasó la hora de comer. Menos mal que tenía los dulces, pese a que no eran lo más adecuado, y a que se suponía que era un regalo. Los vecinos subían y bajaban. El se apartaba para dejarles pasar.

      - llevas mucho tiempo aquí, hermano-le dijo el que le dejó entrar por la mañana.- ¿A quien esperas?

      - A Elif hanım. - Respondió sin azoro él esperando que ella estuviera oyendo tras la puerta.- No está y he de hablar con ella.

       - Por Allah, hermano, ven a mi casa y espérala allí, no sigas aquí de esta manera.

      - Gracias, hermano, esperaré unos minutos más,-dijo alzando la voz,- y si no vuelve te prometo que iré a tu casa a esperar.

      Aquella conversación surtió el efecto que esperaba y apenas se marchó el vecino, la puerta se abrió. Se apresuró a acercarse, pero ella no estaba detrás, así que empujó la hoja y entró.

      - Elif...- la llamó avanzando por el pasillo,- Elif...- la encontró apoyada en la encimera de la cocina, llorando amargamente.

      - ¿Por qué no me dejáis ya?¿Por qué no me dejáis de una vez?- Sollozó suplicante.- Ya no pudo más, estoy al límite y seguís sacudiéndome como si no fuera bastante...

       Miran no entendía qué pasaba. Pero mataría a su hermano si era el culpable de aquella desolación.

       - Le...dije a Kerem que viniera... ¿Qué ha pasado? ¡Por favor, cuéntame, yo no quiero hacerte daño.!Quiero ayudarte...

      No se atrevía a acercarse. Estaba seguro que la incomodarla aún más y le rechazaría abruptamente. Ella respiró hondo intentando calmarse. Cogió un pañuelo y se limpió las lágrimas y la nariz antes de buscar asiento en una banqueta junto a la mesa. El se sentó también aunque guardando la distancia.

      - El día siguiente a tu visita fui al médico que me dijiste. - Se tranquilizó un poco. - Me dijo que estoy bien y que por ahora todo es normal y me mandó algunas cosas, vitaminas y no sé qué...por ahí está...

      - Si, lo sé, hablé con él. -Dijo con voz suave para no alterarla.

      -Dentro de todo, estaba contenta con lo que me dijo. Pero al día siguiente, por la tarde...- volvió a llorar.- Las cosas que tuve que oír...en mi propia casa... Cuándo se vio una hija alegrándose de que sus padres estén muertos porque así no pueden oír tanta ofensa, ni ver tanta humillación como sufrí... - la voz se le apagó entre llantos.

      Miran la dejaba llorar y cada lágrima le enfurecía más. Apretaba los dientes hasta el punto de hacerlos chirriar. Ella volvió a limpiarse y continuó.

      - Me dijo que me lo tengo que quitar. Esas fueron sus palabras, ni siquiera se atrevió a llamarlo aborto. Me dijo que haría que me despidieran, que mi vida sería miserable y que...tendría que abandonarlo en un hospicio para que no se muriera de hambre, así que era mejor que me lo quitara... que no permitiría que... que... un bastardo...- Se interrumpió de nuevo.- Y anteayer...me han despedido del trabajo... Porque les han dicho que estoy embarazada y soy una mala influencia para los niños y... La directora, que me conoce, me despidió llorando, diciendo que no podía hacer nada por mi, porque la orden venía de más arriba y que tenía que hacerlo o la echarían a ella también...

      No pudo seguir escuchando aquello. Se levantó furioso y salió de estampida sin que Elif, que intentó detenerle consiguiera su objetivo. Mientras volvía a la mansión en el coche se obligó a respirar hondamente. ¡Tenía que pensar! Tenía que dejar que su cerebro le enfriara o haría una locura. ¿Cómo podía ser tan canalla?¿Cómo podía ser hijo de su misma madre y su mismo padre? No había tenido bastante con hacerle tanto daño a la muchacha, además tenía que hundirla, que quitarle su dignidad y hasta el sustento para ella y su hijo y así obligarla a abortar...

      ¡Lo iba a pagar muy caro!

      Le vio paseando tranquilamente por la avenida de la mansión, cogido de la mano de Zerha. Empezaba a anochecer. Por un momento deseó atropellarle, fue un instante, una simple imagen fugaz que le produjo una gran satisfacción.

      Frenó el vehículo junto a ellos y se apeó con rapidez.

      - Tenemos que hablar.- Le dijo mal conteniendo su ira.

      - Primero se saluda. - Bromeó Zerha con su habitual simpatía.- ¿Acabas de volver del pueblo y ya te has olvidado de ser educado?

      - Zerha, por favor, no estoy para bromas.- volvió a dirigirse a Kerem.- Ven conmigo, tenemos que hablar.- Repitió con la frialdad y la dureza de un glaciar.

      - ¿Qué  pasa Miran? 

      Esta vez ni siquiera la miró, hizo caso omiso de su pregunta. Sus ojos seguían clavados como puñales en su hermano.

      - De  acuerdo... 

      Kerem le acompañó hasta el garaje. Apenas hubo entrado, Miran le cogió dos puñados de la pechera y lo empotró con furia contra la pared.

      -¿Que has hecho, canalla? ¿Eso es lo que fuiste a arreglar con Elif? ¿A humillarla?¿a hundirla y destrozarla?

     - No sé qué te ha podido decir, pero te juro que miente...- Respondió Kerem si no asustado, si alarmado por la reacción de su hermano.

      - Miente, si, como miente cuando dice que llevabas un año con ella, como miente cuando dice que su hijo es tuyo y que no quiere nada de nosotros. No me extraña.- Le miró con desprecio.- Tu...

      - Escúchame, hermano, yo te...

      - ¡No me llames hermano! No me insultes a mí también.

      - ¡Lo juro, no he ido a verla! No sé qué te ha dicho, pero es mentira. 

      Por un momento dudó. Kerem parecía sincero, claro que el siempre parecía sincero aunque mintiera. Pero ¿podía ser que Elif estuviera falseando la realidad?¿Por qué?¿Para qué?¿Qué podía conseguir con eso? Se estaba volviendo loco, ya no sabía qué creer.

      - Has hecho que la despidan de su trabajo, le has dicho que tendrá que abandonar a su hijo en un hospicio para que no se muera de hambre y que es mejor que se lo quité...

      - ¡Está loca! Yo no he ido a su casa...

      - ¡Y se lo tiene que quitar!

      Fue la voz de Zerha la que llegó hasta ellos, clara y contundente.

      Los dos se volvieron a mirarla. Ella avanzó tranquila sobre sus altos tacones, ataviada con su elegante vestido y su esmerado maquillaje.

      - No voy a permitir que un bastardo de mi esposo nos arruine la vida. Ella se cree muy lista, pero la jugada le ha salido mal. 

      Miran escuchaba todo aquello como si fuera un eco dentro de las paredes del cráneo rebotando en el cerebro. Era la voz de Zerha la que se dejaba oír con aquellas palabras.

      - La he puesto en su sitio, porque no conocía su lugar. - Sonrió cínica.- Ahora ya lo sabe. Y tú, eres el hermano de Kerem, tienes que apoyarnos y ver el daño que nos hará esa criatura. Si tienes algún ascendente sobre ella, y parece que si, tienes que obligarla a que se lo quite.¿Que pasará si se sabe que hay un bastardo de Kerem por ahí? ¿Como voy a quedar yo?

      - Entiende que no podía aceptar tu chantaje, así que le he contado la verdad a Zerha y lo ha entendido y me ha perdonado.-Dijo Kerem.- Aunque no has debido ir a verla...pobre muchacha...

      -¿Pobre? Se ha aprovechado de ti, está claro lo que quería y se...

      Miran alzó su mano para hacerla callar. Era lo único que podía hacer ya que no  conseguía articular palabra tras oírla. ¡Zerha! El ángel blanco que él soñaba, de quién estaba enamorado desde su adolescencia. No pudo evitarlo. No dijo nada, sin embargo en su rostro había tal expresión de asco que ella alzó una mano y le abofeteó ofendida.

     Él sonrió. 

      - Sois tal para cual.- Escupió en el suelo y se fue dejándolos solos.

      De nuevo volvió con Elif y en esta ocasión ella abrió en cuanto llamó.

      - Menos mal que has venido.- Le dijo con la pena reflejada en sus ojos.- Te has ido tan enfadado que...se me han pasado mil cosas por la cabeza... 

      -¿Por qué no me has dicho que fue ella la que vino?- Preguntó buscando el azul de sus pupilas.

      - Porque supe que estás enamorado de ella desde el día que dijiste que no se merecía que Kerem la engañara. Porque sé lo que duele descubrir que la persona a la que amas no es como tú piensas. Esa mezcla de dolor, desesperanza y derrota es igual que si te tumbaran en el suelo de un puñetazo. Es lo mismo que yo sentí cuando me dijiste que estabais celebrando el compromiso de Kerem con la señorita Zerha Polat, cuando yo iba a repetirle que le quería y que haría lo que él quisiera.- Musitó con tristeza. - Lo siento. Siento que te hayas enterado.

      - Yo no.- Se encogió de hombros.- En realidad sólo me he despertado. He estado demasiado tiempo adorando a un sueño. La realidad es distinta y me alegro de estar consciente.

      Guardaron ambos silencio un rato. Después ella comentó:

      - En la cocina siguen las cajas que has traído antes. Si quieres hago té y...

      - No sé si quedan dos baklavas de leche y cuatro delicias...- Se excusó.- Has abierto a media tarde...algo tenía que comer.

       En medio de todo, Elif rompió a reír con ganas, era extraño, reía y lloraba a la vez. Pero su risa sonaba preciosa. El también acabó riendo.

      - ¿Qué vas a hacer ahora? - Preguntó Miran cuando se hubieron repartido el contenido que quedaba en las cajas y tomado el té.

      - No lo sé.

      -¿Vas a abortar?

      - No, ¿Por qué va a pagar esta criatura la imbecilidad de sus padres? No es culpable de nada. 

      El asentía. De pronto dijo:

      - Necesitaré alguien que limpie y cocine para mí en Kalafat. Ven y trabaja para mí, te pagaré un sueldo y una habitación en un hotel o una pensión... De día te encargarás de las tareas y cuando acabes...

      - No puedes hacer eso. Esperarán que contrates a alguien de allí. Si me llevas a mi dirán que...

      -¿Te importa lo que digan?

      - Después de lo que tuve que oír el otro día, creo que no nada de lo que digan me atravesará la piel. Lo digo por tí, eres el médico.

      - A mí no me importa. Piénsalo. El lunes a las seis de la mañana pasaré por aquí. Ni siquiera llamaré al timbre. 

      El lunes a las seis de la mañana fue a Kuzguncuk. Ella esperaba ante el portal con una maleta.

    























Comentarios

  1. Enganchadisima me tienes guapa😘😘

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  2. La madre del cordero de dos cabezas...pero que bueno.. me encanta Loli. Y enganchadísima... 👏👏👏👏

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  3. Que se casen, que en un pueblo las lenguas son muy largas 🥼🥼😂

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  4. Me gusta mucho esta nueva historia. La otra tb por cierto

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  5. Bueno, nos vamos para el pueblo y para el sexto, a ver cómo lo van a hacer…❤️

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