BAŞKASININ HATASI

 

CAPÍTULO 7


      Su madre se quejaba de que había pasado más de un mes sin verle, así que aquel fin de semana Miran se fue a Estambul. Tuvo suerte de no tener que cruzarse con la "feliz pareja" que estaba ocupada con los preparativos para la boda. Suponía que ellos pondrían también de su parte para no verle, y eso que no sabían que Elif estaba en kalafat con él. Cada vez que pensaba lo que le habían hecho a Elif se le revolvían las bilis y ahora que la conocía bien  todavía le indignaba más la actitud de aquellos dos miserables.

      -En tres semanas será la boda de Kerem y Zerha.- Le anunció su madre durante la comida del sábado.- Si te soy sincera estoy deseando que pase de una vez, ya me siento cansada de tanto preparativo.

      Hiranur Karakaya siguió comentando a su esposo y al segundo de sus hijos que  la novia era muy exigente y crítica con todo y que el novio la dejaba hacer a su antojo. 

      - Menos mal que la madre de Zerha la aguanta más que yo y en cuanto veo un hueco, me escaqueo.- Sonrió con cierta malicia en sus ojos oscuros.- Ahora cuéntanos tú cómo es ese pueblo al que te has ido.

      Miran sonrió cariñoso a se madre.

      - Ya hemos hablado de eso por teléfono...

      -¡Ay, hijo, pues cuéntalo ahora en persona! 

      - Es un pueblo pequeño, con las calles estrechas y bien asfaltadas. Las casas son de piedra, casi todas de dos plantas y tienen patio y jardín. Hay una plaza donde está el mercado, el Ayuntamiento, la farmacia, varias entidades financieras, una tetería, un restaurante... en fin, digamos que es el centro neurálgico del pueblo. Apenas sales de allí, si vas por el lado de poniente se llega a los olivares, por el otro lado está el bosque. El silencio solo se rompe con el canto de los pájaros. Es un lugar hermoso y tranquilo sin las prisas de Estambul. Me queda mucho que recorrer todavía. 

      - Que bonito suena todo. Tenemos que ir cuando pase la boda, Yusuf, y ver bien toda esa zona. Apenas conocemos la provincia de Çanakkale. He oído que es preciosa,  pero, como siempre, los turcos preferimos irnos al extranjero y que los turistas disfruten de lo bueno que hay aquí.

      Yusuf no dijo nada al respecto, atento a su comida. Al parecer seguía molesto con la decisión de su hijo menor de irse a recetar "Aspirinas y laxantes" en vez de  ser un médico famoso a la sombra de su padre y su hermano. 

      -¿Has recibido la rescisión de tu contrato con nosotros? - Preguntó con aquel tono severo que solía utilizar con él y que auguraba una nueva discusión.

      -Si.- Solo eso, intentando evitar lo que sabía, era inevitable.

      - Es una cantidad importante. ¿Vas a hacer algo con eso?

      - No lo he pensado.

      - Claro que no, no has pensado en invertir para el futuro, en hacer algo con ello que te asegure el mañana...

      - Yusuf, deja de hablar de dinero durante la comida. - Intervino Hiranur conciliadora. - Luego eres el primero en quejarte de que Miran no viene, ¿cómo va a venir?... Es su dinero y es su vida, déjale hacer lo que quiera. 

      Tenían dos hijos, les habían criado, les habían dirigido y ayudado hasta convertirse en adultos. Tenían, a su entender, recursos suficientes para conducirse en la vida como ellos creyeran mejor. El hecho de que a ellos como padres les gustaran más o menos sus decisiones, era poco relevante. Sólo tenían ya que amarles y apoyarles, sin embargo su esposo se empeñaba en seguir dirigiéndoles por donde él creía que era mejor para ellos y Miran tenía una perspectiva diferente a la de su padre y su hermano. Siempre había sido así. 

      Miran pasó la tarde y la noche del sábado con sus amigos, con lo que pasó un buen fin de semana. El domingo se levantó tarde y volvió al pueblo después de la comida, llevando en el asiento del copiloto una caja de delicias turcas y otra de baklava, para Elif, ya que sabía que le gustaban mucho.

      No la vio hasta el lunes por la mañana cuando acudió a trabajar a la casa. Llevaba puesto una especie de blusón ancho que le había hecho la viuda con más buena fé que acierto. Pero ella parecía satisfecha con él, como también pareció satisfecha con los dulces, que se llevó a la pensión para compartirlos con Edrin, la Otomana.

      Estando las cosas así, paso el mes de abril y llegó mayo. La nueva ecografía que le hizo el doctor del hospital de la ciudad reveló que el sexo del bebé era femenino. Esto y el hecho de verla en la pantalla del ecógrafo sacó a la madre una tímida sonrisa que enseguida se borró, quizás al recordar los penosos acontecimientos que la habían llevado hasta allí. Así que de nuevo volvieron la tristeza y la apatía.

      El primer fin de semana del mes él volvió a Estambul. Era un evento ineludible ya que pese a odiar tener que hacerlo, debía asistir a la boda de Kerem y Zerha. No le dijo nada a ella, no quiso, y disfrazó su viaje como una nueva visita a sus padres. Fue una boda por todo lo alto, él cumplió correcto como lo que se esperaba y nadie notó nada raro entre los recién casados y el hermano de él. Al lunes siguiente, mientras él comía y ella adelantaba trabajo frotando los quemadores de la cocina, la oyó decir:

      - ¿Fue bonita la boda?

      Miran hubiera querido que se lo tragara la tierra antes de tener que contestar.

      -¿Cómo lo has sabido?

      - Estabas muy inquieto y hoy no te atreves a mirarme a la cara, como si creyeras que has cometido una traición.

     Hubo un largo silencio entre los dos y después él contestó.

      - Si, fue bonita.

      Ella asintió con la cabeza y no habló nada más. El la observaba atento. En ocasiones la veía atareada limpiando algo y de pronto se paraba con la mirada perdida y un rictus de amargura en su bonita cara. Entonces él sabía que se estaba acordando de Kerem, quizá echándole de menos, seguramente sufriendo al saberlo con Zerha y no con ella que tanto le quería.

      En el pueblo se hablaba y mucho de aquel embarazo, que ya era notable. Elif había cambiado sus faldas y blusas por la ropa premamá que compró en la ciudad y por el bambo horrible que le había hecho amiga.

     - Ese blusón...- Comenzó él a decir un sábado después de la comida.- Es...

      - Es muy cómodo. Me lo hizo Edrin y me ha dicho que me va a hacer otro para que tenga de quita y pon.

      ¡Otro!¡Le iba a hacer otro!

      - Vaya...qué...bien.- Se puso de pie dispuesto a irse.- Voy a la tetería un rato.

      - No te olvides de que hay que llevarle su medicina a Zeynep bayan, como todos los sábados,...o si quieres se la llevo yo.

      - Podemos ir los dos y luego, si quieres dar un paseo hasta el acueducto bizantino.

     Ella se coloreó vivamente y rechazó la propuesta con un silencioso movimiento de cabeza. El se encogió de hombros y se fue un tanto desanimado. No sabía por qué ella no quería ir con él a ninguna parte. Quizá le recordaba a Kerem y prefería mantener lejos esos recuerdos. 

      En la tetería se encontró con Kabruk bey, el farmacéutico, en compañía de su futuro consuegro Berat Homza.

      - Vamos, doctor, le estamos esperando para empezar una partida de okey.- Le dijo el alcalde apremiándole. El se acercó a la mesa mientras pedía a Boran su habitual té, que el camarero le llevó poco después mientras repartían las fichas para comenzar el juego. El enemigo a batir era Berat bey, porque el farmacéutico era un paquete y el cuarto jugador, Sinan el del molino de aceite, tampoco era una maravilla. Pero así se pasaba una tranquila sobremesa de sábado en Kalafat. Aunque pronto, esa tranquilidad fue perturbada.

      La puerta del establecimiento se abrió y entraron tres hombres pasados de tragos, por su aspecto se veía que habían estado bebiendo y ni siquiera habían ido a su casa a comer. Nadie, salvo Boran, les hizo caso. Pidieron rakı, como si no tuvieran bastante en el cuerpo.

      -¡... Y qué es una mujer guapa donde las haya!...- se oyó la voz estridente de uno de aquellos tres.- Así que me dije que lo iba a intentar. Me acerco a ella y le digo que si quiere dar una vuelta en mi coche y ella me mira... Yo qué sé cómo me miró y me dice muy seca, que no. ¡Que no!...

      - ¡Como se te ocurre! si eres albañil... Para entrarle a esa tendrás que ser de médico para arriba.

      - Por eso lo que yo le dije " mira, no te pongas ahora tan orgullosa, porque si te estiras, te sale más la barriga..."- Los otros dos corearon las risas del primero.

     No hubo más conversación. Se oyó el golpe de una silla al volcarse en el suelo y un segundo después Ömer Faruk estaba atrapado entre la pared y un Miran furioso que echaba chispas incendiarias por sus ojos oscuros y se disponía a marcar la cara del otro a puñetazos. No pudo dar más que uno. De momento sus compañeros de juego le retuvieron.

      - ¡Déjelo, doctor!¿No ve que los sinvergüenzas están borrachos?

      - ¡Hombre, no merece la pena ni pegarle...!

      Intentaban convencerle mientras le sacaban a tirones de la tetería. El logró zafarse y volvió ante el otro señalándole amenazante.

      - ¡Si te veo cerca de ella no te libra nadie!¡No la mires siquiera, ni se te ocurra saludarla, porque te destrozo...!¿Te enteras?

      El otro asintió achicado, la espalda contra la pared. Miran se volvió hacia los otros advirtiéndoles de lo mismo solo con el gesto, no necesitaba más para hacerse entender. Entonces si, controlando se, se dejó acompañar a la calle. El alcalde se acercó a los otros tres.

      -¿No os da vergüenza a estas horas y ya borrachos, faltándole a la gente?  Pues que sepáis que la próxima vez no os libra nadie...¡Anda, ir a vuestras casas a dormirla!

      Salió a reunirse con el boticario y con Miran. Kabruk había conseguido convencerle de dar un paseo.

      - ¡No puede ir a su casa de esta manera! Cálmese antes.

      Berat bey les alcanzó.

      - La bebida y la ociosidad son malas compañeras.- Sentenció.- Mi madre, que Allah tenga en el paraíso, decía que lo primero que perdía un borracho era la vergüenza. Y que verdad es... - Miró al médico de reojo viéndolo controlar su ira en silencio,con los dientes apretados con tal rabia que se veían aún más abruptas sus marcadas facciones.- Pero mire,- continuó el alcalde,- ya que viene al pelo y no se ofenda conmigo porque solo soy un observador, parte de la culpa es suya, de usted.- Ratificó para que le entendiera bien.

      Miran se detuvo en seco y pese a que su corpulencia era notablemente superior a la del otro, Homza no le bajó la mirada.

      - Si, de usted,- siguió,- muy moderno, de Estambul, que todos son muy modernos. Se trae a la chica aquí, ¿qué esperaba? Esto es un pueblo y la gente habla. En su mano está callarlos a todos. Cásese con Elif, que su hijo nazca de un matrimonio.

      - ¡No tiene por qué casarse Berat bey! Las cosas que cambian, las costumbres se relajan. Si el doctor se  viene a vivir aquí y se trae a Elif, está en su derecho... Es un hombre joven y tiene necesidades. Acuérdese de aquel militar viudo que pasó aquí tres años con la que, decía, era su sobrina. Y los dos niños que tenía la sobrina tan idénticos a él...

      Miran seguía apretando los dientes. Anda que aquellos dos también... No sabía quién lo hacía peor, si el que le acusaba o el que pretendía defenderlo.

      Cuando estuvo mas calmado volvió a casa para hablar con Elif. La encontró colgando ropa en el patio.

     - ¿Ya estás aquí?- Le miró sorprendida al verle. - Que pronto has vuelto, no me ha dado tiempo ni a terminar de recoger. ¿Ya habéis arreglado el mundo?

      El se puso junto a ella y se agachó para coger una de las prendas húmedas que se apretaban en el barreño.

      -¿Qué ha pasado hoy?- Le preguntó buscando la mirada azul.

      - ¿Qué ha pasado?- Preguntó ella a su vez sin saber que quería decir.

      - No sé, alguien te ha dicho algo que es ofensivo...

      Ella le miró un instante en silencio y tras encogerse de hombros continuó con su tarea quitándole y colgando en la cuerda la prenda que él le dió. 

      -¡Lo que diga esa me trae sin cuidado! Dice la Otomana que está rabiosa porque le gustas y quiere tener algo contigo...

      -¿Esa? ¿Quién?- Frunció el ceño.

      - La hija del barbero, Amasra...

      -¿Qué te ha dicho?

      - Pero, ¿no dices que lo sabes?¿De qué hablas tú?

      - De Ömer, el albañil.

      - ¡Ah... El borrachuzo!- Se volvió a encoger de hombros.- ¿Qué importa? Que digan lo que quieran...

      - Luego el alcalde, diciéndome que los calle a todos casándome contigo. Y el farmacéutico defendiéndome porque las costumbres se relajan y tengo derecho a tener una querida... Nadie sabe nada y todos opinan.

     Ella era la única que no decía nada.

      ¡Aquello le repateaba el estómago! La actitúd de ella, tragándose todo como si lo mereciera, como si fuera su castigo, la penitencia a cumplir con resignación, como si no tuviera derecho a enfrentarse a cualquiera y exigir respeto a su dignidad. Si, era una mujer que había querido a un hombre, eso no era pecado. No lo era. Sin embargo había alguien que no se lo perdonaba, que la culpaba y la despreciaba. Ese alguien se llamaba Elif Yılmaz.

      

      

      

      












   


Comentarios

  1. Que cortito se me hacen los capítulos. Muy lindo. Miran va a terminar enamorandose de Elif..🇻🇪🇨🇴💞

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  2. Es genial Loli.. me está encantando.. sigo super enganchada!!¡ 😍😘😘😘😘😘

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  3. Ojalá terminen enamorándose, dando por saco a las malas lenguas..... No sé con que nos sorprenderas, pero lo estoy deseando leer.

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  4. Ay amiga, me emocioné tanto a ver que había nuevo capítulo de esta hermosa historia. Ya quiero el siguiente... 😃

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  5. 🥰🥰🥰😍😍😍 sin comentarios 😍😍😍🥰🥰🥰

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