BAŞKASININ HATASI

 

CAPİTULO 6


      Fueron en coche por la autovía hasta Küçükkuyu y después empezaron a subir hacia Kalafat. El viaje no había sido muy largo, pero si silencioso. En más de una ocasión al mirarla la vio ausente, perdida en alguna parte de sí misma...o no. En una ocasión le pregunto:

      -¿Que sientes?.

      Ella le miró. Una mirada vacía, hueca.

      -Nada.

      Decía la verdad, no sentía nada, era un vacío total. En días anteriores había sentido incertidumbre por su futuro y el de su hijo, rabia por todo lo que le estaba pasando, vergüenza al pensar que sus vecinos, que la conocían de toda la vida, iban a saber tarde o temprano que se había entregado un hombre y había deshonrado a sus padres, miedo por la perdida de su trabajo, dolor por la perdida de ¿un amor? No, le dolía más el despertar de su inocencia... Había sentido demasiado y ahora estaba. Sólo eso. Estaba. Miraba sin ver, escuchaba sin oír. Esperaba sin ilusión.

      Apenas llegaron a la casa del médico y se apearon del coche apareció el alcalde acompañado de una señora de mediana edad para darle la bienvenida.

      - Me acompaña Samira hanım. - Le presentó a la mujer que cubría su cabeza y parte de su pecho con un bonito hiyab de varios colores.- Hemos pensado que necesitará alguien en la casa para que se ocupe de todo.

      -En realidad, Berat bey, yo he venido con una persona que se encargará de eso.- Hizo notar la presencia de su acompañante que, no había pasado desapercibida para un ojo tan observador como el del alcalde. -Elif hanım hace tiempo que trabaja para mí en Estambul y ha accedido a venir aquí.

      El alcalde inclinó la cabeza para saludarla y al mismo tiempo aprovecho para echarle un vistazo a la" hanım" del doctor. Tenía buen gusto el médico, decidió, el en su caso también se la hubiera traído ya que era una mujer muy bonita.

      - Espero que le guste nuestro pueblo y disfrute de él.

      - Muchas gracias, alcalde, lo que he visto hasta ahora me ha parecido muy bonito.

      Samira hanım comentó que puesto que no era necesaria allí, se iría. Se despidió con indiferencia de los tres y se alejó calle abajo.

      - Dígame, Elif hanım...

      - Por favor, solo Elif, no hace falta un tratamiento tan protocolario. 

      - Agradecido por la confianza,- hizo un gesto de reconocimiento,- Dige, Elif, ¿se quedará usted en esta casa? Quiero decir que, este es un pueblo pequeño...

      - Elif trabajará de día aquí y buscaremos un lugar donde pueda ir cuando acabe. - Intervino el doctor.

      - Ah, entonces, mejor que el hotel, que resultaría caro y que es más para los turistas que nos visitan, que algunos hay, incluso más de los que muchos quisieran; decía que quizá le convenga más la pensión que está tres calles más arriba. Es un lugar muy limpio, regentado por una viuda sin hijos, de intachable conducta...

      Les pareció una propuesta interesante a tener en cuenta, pero después, ahora lo importante era comenzar cada uno con su trabajo, el en la consulta y ella en la casa. Elif se dedicó a ordenar en los armarios las últimas cosas que había llevado Miran consigo. Después salió y paseó por el pueblo buscando el mercado, saludando y respondiendo a la curiosidad de la gente compró lo necesario para aquel día,,, ya habría un momento mejor para organizarse.

      Miran estuvo en la consulta y atendió a sus primeros pacientes de Kalafat. No tuvo duda de que su trabajo tendría variedad allí, desde un herpes facial a una torcedura de tobillo pasando por el típico resfriado propio del principio de la primavera y los cambios de tiempo.

      -¿Has salido por el pueblo?¿Qué te parece? 

      La veía trajinando por la cocina, terminando de hacer la comida y poniendo el servicio de mesa de él.

      - Es bonito.- Comentó con desgana.- La gente es amable, pero curiosa, es normal. Hay mucha tranquilidad y silencio.

      Si, eso era lo que más le gustaba a él, despertar temprano con el canto de los pájaros.

      -¿No vas a comer conmigo?

      - Si no te importa, prefiero no hacerlo,los sirvientes no comen con los señores, ¿o en tu casa lo hacéis? 

      No, no lo hacían, pero aquello era muy diferente, estaban los dos solos. Aún así no insistió; lo único que importaba por el momento era que ambos se sintieran cómodos.

      Después de un día ajetreado para ambos se decidieron a buscar la pensión de la cual les habló Berat bey. La encontraron con facilidad, al final de una calle sin salida. Era una casa muy grande de estilo turco, con su jardín delantero. A la puerta había una mujerona vestida con una falda azul y un jersey en tonos azul y negro. Su cabeza y su pelo cubiertos por el hiyab. Les miró a ellos y a la maleta que llevaba él como si estuviera esperándoles. Seguramente alguien le habría dicho de sus intenciones de alojar allí a Elif.

      -İyi akşamlar, bayan.- Saludo cortés es doctor.

      - Tünayden.- Respondió con tono áspero mirándoles a ambos. 

      Miran se presentó diciendo que era el nuevo médico de Kalafat, que había llegado con su sirvienta y que el alcalde les había dicho que aquél era un buen sitio para que Elif se alojará cuando no estuviera trabajando. 

      La señora asentía de vez en cuando, silenciosa, hasta que el doctor terminó de hablar. Entonces volvió a sonar su voz, potente, con marcado acento anatolita.

      - Mire usted, doctor, yo le voy a hablar muy claro, porque me gusta dejar las cosas sin flecos. Yo aquí no quiero cosas raras, ¿me entienden? A mí no me importa que ella se quede, se puede alojar en la habitación de huéspedes que quiera, están todas vacías, pero esta es una casa decente y aquí no admito parejitas,  ni siquiera visita de parejitas,¿me entiende?

      - Desde luego.- Afirmó el doctor.- Ya le he dicho que ella es...

      - A mí eso no me importa. Sean ustedes lo que quieran ser, pero fuera de aqui.- Dijo sin el menor titubeo.- Si están de acuerdo no tengo más que decir que,  que si le tiene que decir algo a la muchacha, hágalo, si no ya puede irse.

      ¿Qué le iba a decir que ella ya no supiera? Se despidió y se fue pensando que la mujer carecía de remilgos y no usaba paños calientes a la hora de ser directa. Lo comentó divertido con el alcalde cuando le vio en la tetería. 

      -...Ecrin bayan es de armas tomar, la llamamos la "Otomana", no por ella, por su abuelo, que se resistió mucho a ser turco, él insistía en que era otomano porque estuvo al servicio del último sultán y luchó en la gran guerra. Un buen hombre. Llevan muchas generaciones aquí. Desde que enviudó, hace ocho años, preparó su casa como pensión, no tiene huéspedes, pero tampoco le hacen falta...- hizo un gesto con los dedos, indicando que la señora tenía dinero.

      A Elif le gustaba la Otomana, era algo brusca, pero buena persona. Enseguida la alojó en una hermosa habitación con balcón orientado al sur. Las vistas desde allí abarcaban al pueblo, al bosque cercano y allá abajo, el mar.

      Durante días no se habló en Kalafat de otro tema que no fueran los nuevos vecinos del pueblo. De él que parecía ser un médico que sabía mucho , que era muy amable y resultaba muy atractivo para las mujeres, sobretodo para las solteras, que no veían con tan buenos ojos a la criada, que era una mujer triste. Para los hombres, en cambio, la chica estaba cañón, era guapa y buena  moza, aunque coincidían en que era algo apagada de ánimo.

      Los protagonistas de las conversaciones, en cambio, intentaban adaptarse a aquella nueva vida que habían empezado, él se entregaba a su trabajo, alternaba con los vecinos en la tetería, jugando al okey, al ajedrez, al backgammon o a lo que se terciara, y daba paseos por los alrededores del pueblo parándose amistoso a charlar con quién se encontrara en el camino. Ella en cambio trabajaba desde las ocho a las cuatro de la tarde, se iba después de comer y limpiar la cocina, aunque si se iba más tarde tampoco le importaba. Se mostraba amable, pero parca en palabras y solía ir de la casa del médico a la pensión y viceversa. Sin embargo se llevaba muy bien con la Otomana, quien disfrutaba de su compañía de y pronto le tomó aprecio y hasta cariño; todo lo contrario que a Miran, pese a que él no volvió a acercarse a las inmediaciones de los alrededores de las cercanías de la pensión, por si acaso. Pero si la viuda le veía en cualquier parte, le traspasaba con sus ojos color avellana y su boca se torcía en un rictus de desdén mientras se alejaba de donde él estuviera.

      -...Si fuera un perro me mordería, aunque no estoy seguro de que todavía no lo haga...

      Elif sonreía débilmente mientras le servía la comida. Miran recordaba que ella dijo que Kerem la hacía reír. Y también le quitó la risa, haciendo de ella una mujer melancólica y apocada, que pretendía ser invisible, pero que no lo conseguía porque era imposible no fijarse en aquella cara morena en la que destacaban sus enormes ojos azules.

      - Te recuerdo que mañana después de pasar consulta vamos al hospital de  Küçükkuyu a la revisión. Si te parece podemos comer allí y pasar la tarde, es una belde(ciudad) costera muy bonita.

      Ella se encogió de hombros. Todo le daba igual. Era como si creyera que nada merecía la pena o que era ella la que no merecía nada.

       -¿Qué te pasa, Elif? - Le preguntó preocupado.

      - Dentro de poco se darán cuenta. Ya se nota...- no mencionó nada de forma específica pero ambos sabían a que se refería.

      Ella no mencionaría nada de forma específica, pero la Otomana...era otro cantar. A la mañana siguiente de se plantó en la consulta colándose a otros pacientes, y sin esperar invitación se sentó frente a él.

      - Usted a mí me ha tomado por tonta, ¿verdad?- Ese fue  el comienzo de la charla.- ¿Se cree no iba a darme cuenta de que la niña( ella llamaba así a Elif) está preñada hasta la boca?

     Miran no podía dejar de asombrarse del desparpajo de aquella señora, sin embargo hizo caso omiso.

      -¿Se lo ha dicho Elif?

      - ¡Qué me va a decir...!- Exclamó ella.

      - ¿Qué va a hacer? ¿La va a echar de la pensión?

      La Otomana volvió a hincarle su mirada.

      -¿Por quién me toma?¿Qué se cree que soy?- Dijo desdeñosa.- ¿Piensa que me he dado cuenta ahora? Como que no la he estado viendo un día sí y otro también correr al baño y salir la pobrecilla sudorosa, blanca como la pared, tan malita... Y me dije la primera vez: "Otomana cierra el pico y no digas nada, aunque esto, saberse, se va a saber y verse se verá". ¡Pues el día ha llegado! Ya se está comentando por el mercado, que lo he oído yo...y ella también lo ha oído. Ahora viene mi pregunta, ¿Qué va a hacer usted?

      - Lo que yo vaya a hacer no es de su incumbencia ni de la de nadie. - Se puso en pie.

      - Usted es responsable de lo que ella espera, eso lo saben hasta los chinos, si ya se sabía cuando llegó de Estambul con su...asistenta propia...que somos de pueblo pero no somos tontos...

      - Hasta aquí ha llegado nuestra conversación.- Atajó.- Le ruego, eso sí, que no mortifique a Elif hablándole como a mi.- Fue de dos zancadas hasta la puerta y la abrió.- Görüşürüz.

      Más tarde, cuando iban a la ciudad bajando con el coche por la curvilínea carretera, Elif se lo dijo:

      - Está mañana cuando volvía del mercado se me ha acercado la hija del farmacéutico y me ha dicho que estoy más gordita desde que llegué y que si estoy embarazada.

      - ¿Y tú qué le has dicho?

      - ¿Qué le voy a decir? Que si. 

      Hubo un breve silencio en el interior del vehículo hasta que él lo rompió.

      - Ya hemos hablado de esto otras veces, sabíamos que tarde o temprano iba a ser del dominio público... No debe preocuparte...

      - No me importa.- Le interrumpió- No por mí. Ya te lo dije. Pero me preocupa por tí, no quiero perjudicarte.

      - Por mi puedes estar tranquila. A mi sí que me traen sin cuidado las habladurías y los chismes. Así que no te agobies por nada. Vamos a estar a lo importante.

      Lo importante estaba bien, según dijo el doctor que la atendió en el hospital.

      - Tan solo me preocupa la tristeza de la madre.- Le dijo a Miran a solas mientras ella se vestía.- Se la ve algo deprimida, es algo normal hasta cierto punto, las hormonas, el cambio físico... qué le voy a decir que usted no sepa como médico que es, pero como marido debe animarla, hacerle saber lo guapa que la ve, apoyarla pese a los cambios de humor, pasear con ella...implicarse con ella, a fin de cuentas, usted es el padre; corresponsable del bebé que están esperando.

       Ella entró en la consulta, ya vestida con la falda negra, que le quedaba estrecha de cintura y cadera, y con la blusa blanca, con el botón que parecía querer soltarse a la altura del pecho.

      El médico sonrió amable.

      - Le decía a su marido que todo está muy bien, pero que es importante que salga a pasear...

      - El no es...

      - No soy un gran andarín, pero me acostumbraré.- La interrumpió. 

      Poco después, mientras caminaban por el paseo de la playa, ella le preguntó porqué no había dejado que le aclarara la situación al médico.

      -¿Qué más da?- Respondió,- por uno que no lo sepa...- y cambió de tema,- ¿No te parece que deberíamos aprovechar que estamos aquí para que te compres ropa adecuada?


      



      


      





















Comentarios

  1. Queremos boda! Falsa, pero boda 🥰🥰

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  2. Que bien lo cuentas todo Loli!!! Me encanta,. A ver que ayuda o solución encuentran.. aunque creo que Elif es una mujer de armas tomar. Y Miran parece un buen tipo...me está encantando. Y soy fiel a tus relatos...

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  3. Que bonito, al fin y al cabo, hay alguien que hace el bien... Me encanta esta historia.

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  4. Tendremos boda de conveniencia.. Jaja.

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  5. Tan lindo miran me tiene enamorada

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  6. Huy, huy, huy… boda por conveniencia??…lo que me extraña es que no fueran ya casados, un pueblo pequeño…hombre y mujer…ella embarazada… uff Miran uff… más vale tarde que nunca🤣🤣

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