BUSCANDO SU CAMINO


CAPITULO 2O


        La idea se le ocurrió de repente. Estaba en la cafetería acompañado por un numeroso grupo de colegas cuando alguno de ellos pidió carne y comentó que estaba buena pero no había nada mejor que la carne asada en una barbacoa. Fué entonces cuando dijo que debían celebrar una en su casa, que en el jardín tenía espacio más que suficiente para ellos y sus familias. Se lo debía a todos por la buena acogida que le habían hecho. Además sus sobrinos se alegrarían mucho. Últimamente no había sido la mejor compañía para ellos. Por suerte los mayores tenían amigos con los que salir por las tardes y Melek estaba al cuidado de Begum. El se encerraba en su despacho a trabajar...o a hacer como que trabajaba porque avanzar, no avanzaba mucho.

         Hacía casi una semana de de ruptura con Helga. Había sido sincero. No podía querer a dos mujeres y tenía muy claro de cual de las dos estaba enamorado. Quiso ser justo con Helga. No quería engañarla, pero ahora se preguntaba si realmente la había querido. Nunca. Nunca sintió por ella lo que sentía por Sühayla. La desesperación que le embargaba cuando pensaba en que era de otro.

        -¡Eh!¡eh...!Doctor, el doctor famoso...

        Alguien dió una carrera tras él y le alcanzó por el pasillo cuando volvía desde la cafetería.

        - Doctor,¿se acuerda de mí ?

        El asintió al verle. Ahora no iba vestido de policía, pero era fácilmente reconocible por su marcada musculatura. Era el novio de Sühayla¿o quizá ya se habían prometido? 

        -Por supuesto.- Respondió amable.

        - Usted es el jefe de Sühsüh...

        -¿Sühsüh?

        - Es un nombre cariñoso que yo le digo. - Aclaró antes de preguntar por ella.- ¿Cómo está?

        Demir se sorprendió de aquella pregunta. La primera vez que se vieron el tipo pasó de él y ahora se interesaba por su salud.

        - Bien, bien¿y usted?

        - De primera.

        Mehmet no había vuelto a ver a la doctora desde la boda de Elif. La había llamado por teléfono para salir con ella, pero debía estar muy ocupada para contestar o devolverle la llamada. En ningún momento llegó  a pensar que ella no quisiera responder o no deseara salir con él, eso no le entraba en la cabeza porque todas querían.

        - ¿Ha venido a visitar a su prima? Acabo de estar con ella en la cafetería.

        - Si, cuando acabe iré. En realidad estoy aquí para hacerme unas pruebas, análisis y cosas de esas, lo necesito porque voy a viajar al extranjero, ¿sabe?

        Lo sabía. De hecho hacía días que aquel pensamiento le martirizaba.

        - Entonces no le entretengo más. Espero que todo le saluda bien.

        - Sin problemas. Estoy hecho un toro.-Se dió un golpe en el pecho como si eso demostrará algo.- Hasta otra, doctor.

        Le vio alejándose por el pasillo, caminando con cierta chulería, sabiendo que llamaba la atención de muchas de las mujeres que se cruzaban con él y volviendo de vez en cuando el rostro para mirar algún que otro trasero femenino. Era difícil imaginar a Sühayla casada con aquel payaso que la llamaba Sühsüh. Pero ella lo había elegido.

        Como esperaba, a sus sobrinos les encantó la idea de la merienda cena

        -¿Cuándo será?

        -Mañana viernes. Tengo que encargar la carne y todo lo necesario.

        -Igual podemos estrenar la piscina, si vienen otros chicos...

        -Si, vendrán con sus padres. Me consta que hay algunos de vuestra edad más o menos, así que si, podréis bañaros en la piscina si quereis.Si hace buen tiempo, claro, no sabemos nada de meteorología desde que no está...- Se interrumpió abruptamente.

        osos sabían a quién se refería.

        -Tío, le dirás a Sühayla que venga, ¿verdad? Ella no puede faltar en algo así.

        Demir ya lo había pensado y debía admitir que la sola idea de volver a verla le soliviantó la sangre. No quería, pero a la vez deseaba tenerla cerca como deseaba seguir respirando. Era un sentimiento agónico, además sería muy difícil simular indiferencia. La última vez que la vio fué cuando bailaron la semana anterior, cuando miró sus ojos y supo que, para él, ella algo más de lo que había creído hasta entonces. Que le inspiraba mucho más que deseo; que quería pasar la vida a su lado, despertarse cada mañana y ver su preciosa cara, besarla y desearle buenos días, hablar con ella y provocar su risa por el mero gusto de oírla reir, comentar la jornada durante la cena y compartir comentarios, consejos y hasta burlas. Quería pelearse con ella,¿había algo más divertido y a la vez frustrante que discutir con aquella mujer? Pues discutiría, para después hacer las paces y abrazarla en su cama cada noche y amarse o dormir abrazados o ambas cosas.

        -Tío...-Sila insistía.

        -Está bien, llámala y díselo...

        -No, tú sabes que las cosas no se hacen así. Si a los demás les has invitado mirándoles de frente, a ella también...porque no es una debilidad...-le miró de forma más que elocuente,- además, aunque ella no es rencorosa, piensa que la despedísteis como si no hiciera bien su trabajo.

        -No sé ni donde encontrarla...

        -Yo si. Tengo su dirección. Demir y yo fuimos el lunes pasado a su casa. Estuvimos con ella. No te dijimos nada porque tú estabas como ausente y no queríamos molestarte.  

        Ir a su casa. No lo había pensado, pero ahora que se presentaba la ocasión se daba cuenta de lo mucho que deseaba volver a verla, fuera donde fuera y cualquiera que fuera el precio que tuviera que pagar después..

        La dirección que le dió Sila estaba en Balat, un barrio obrero de la capital turca, de casas bajas en su mayoría o de dos alturas como mucho. Una vez en el barrio tuvo que detenerse a preguntar a varios hombres que tomaban chai sentados a la puerta de una ferretería, pero al fin dió con la vivienda en cuestión. Una casa de dos pisos, con un pequeño patio y macetas en las ventanas y los balcones. Al pulsar el timbre sonó el característico canto de pájaros. 

        Abrió la puerta una mujer de mediana edad, de pelo oscuro surcado ya por algunas canas, recogido en un moño,estatura media y facciones que señalaban tiempos anteriores de gran belleza. Estaba vestida con una simple bata cubierta por un delantal en el que se secaba las manos. Le midió con su negra mirada y preguntó con voz firme :

        -¿Qué quiere?

        - Iyi aksamlar bayan(Buenas tardes, señora) Mi nombre es Demir Bahrain y estoy buscando a la doctora Sühayla Hülüsi. Me han dado esta dirección.

        La mujer asintió volviéndolo mirar de arriba a abajo.

        -Ella no está. Se ha ido.

        El corazón le dió un vuelco dentro del pecho.¿Había llegado tarde? Pero... 

        -¿A...Grecia?

        -No, a la panadería.- Respondió.- Si quiere usted pasar y esperarla... No creo que tarde mucho.

        Le franqueo la entrada y él lo agradeció.

        -Supongo que usted es la madre de la doctora Hülüsi.

        -Supone bien. Yo soy su madre.-Dijo henchida de orgullo materno.

        Le acompañó hasta la sala, donde le invitó a sentarse y le ofreció un chai.

        -No quisiera molestarla.

        -No es molestia, ahora se lo traigo.

        Demir se quedó a solas. El interior de la casa era sencillo, pero de buen gusto. Vio algunos detalles que indicaban el origen anatólico de la familia.

        Se oyó el leve sonido de una puerta al cerrarse, algunos murmullos y poco después entraba Sühayla llevando dos tés en una pequeña bandeja. Al verla él se puso de pié.

        -Por favor siéntese,- pidió ella con una leve sonrisa, un tanto forzada, dejado la bandeja sobre la mesa central y dirigiéndose a un mueble auxiliar del que sacó un sobre que le ofreció. Demir la miró interrogante.- El dinero de su móvil. 

        -No pensará que voy a aceptarlo. Esos aparatos están asegurados, sé lo que le dije, pero...ya sabe que tengo un pronto algo explosivo.

        -Y al parecer yo soy la única que enciende la mecha.-Se sentó en un sillón frente al sofá y le indicó con un gesto que volviera a tomar asiento.

        El doctor sonrió levemente. Ella encendía en él mucho más que una simple mecha, ¡ojalá pudiera dárselo a entender sin volver a ofenderla!

        - Sila y Demir estuvieron aquí y me dijeron que la señorita Berstein y usted han roto su compromiso.-Comentó ella dándose un empujón de valor.-Lo siento mucho. Hacían buena pareja, lucían mucho uno al lado del otro.

        El hizo caso omiso de aquel comentario. La miraba. Se regodeaba en ello. Sonreía levemente, encantado de estar junto a ella y ni siquiera le molestaba el tono burlón que usaba.

        -Usted se preguntará qué hago aquí.- Decidió atajar contando el motivo de su visita.

        - No estoy por la labor de adivinar, espero a que me lo diga.

        Tomó un trago de té, dándose tiempo a pensar cómo decírselo.

        - Mañana por la tarde voy a celebrar una reunión con médicos y amigos del hospital, entre los que está su amiga Elif; es una forma de agradecer la buena acogida que me dispensaron desde el principio. Será algo informal, una barbacoa, ya sabe, carne asada... verduras, puré de patatas...esas cosas...

        Ella asintió. Ya lo sabía, se lo había dicho Elif por teléfono en cuanto volvió  a su consulta.

        - A los chicos les gustaría que viniera usted también.

         ¿A los chicos?¡Qué considerado!¡Qué tío tan encantador! Lo que era capaz de hacer por sus sobrinos...

        - No sé si podré...- tragó saliva.¡Ojalá no la mirara así! Se sentía horriblemente fea.-Tengo que hacer cosas...

        - Debe distraerse un poco.- los ojos de Demir la devoraban sin él quererlo - tiene mala cara. 

        - Nunca se ha distinguido usted por su amabilidad.- Comentó acremente. -De todas formas dé las gracias a... sus sobrinos por la invitación. Intentaré ir, si puedo.

        El asintió. Haciendo un esfuerzo supremo logró apartar sus ojos de ella y se centró en tomar el té. Después se puso en pié dispuesto a irse. 

        - En fin, de verdad espero que venga.- Le tendió la mano y ella la estrechó. Una corriente eléctrica les sacudió a ambos cuando se miraron frente a frente.

        Fué a la cena, ¿cómo iba a perder la última oportunidad de verle? Se iría unos días después. Había pasado toda su vida sin conocerle, cuando se fuera volvería a pasar su vida sin él.

        -¡Sühayla!

        Los niños acudieron encantados a recibirla. Estaban en traje de baño, mojados.

        - Lo estamos pasando bomba.-Dijo Demir sobrino antes de correr a lanzarse a la piscina junto con otros cinco chicos y chicas que ya estaban dentro.

        - Se ha enamorado.- Rió Sila.

        - ¡No me digas! ¿De quien?

        -¿Ves la del traje de baño azul celeste?

        - Sühayla buscó con la mirada a la niña que llenaba  el traje de baño azul celeste. Sila la observaba con interés, buscando captar cualquier reacción en el rostro de la doctora. Ésta arqueó las cejas al ver su desarrollada anatomía.

        - ¡Caramba!- Exclamó haciendo reír a carcajadas a Sila.- Está muy... crecida para su edad.

        - Está más crecida que yo. Así tiene enamorados a todos los chicos del grupo. Viéndola se entiende el secreto de su éxito.

        -¡Hombres! Siempre fijándose en el aspecto romántico de las mujeres. 

        -¿Romántico? Yo te aseguro que ni mi hermano ni los otros se han fijado en el color de sus ojos.

        Era normal que los chicos de la edad de Demir sobrino y los demás se sintieran atraídos por unos atributos pectorales como los de aquella jovencita. Estaban en la edad del despertar. Las otras pobres estaban como tablas, así que el éxito de la del traje de baño azul celeste estaba garantizado.

         La doctora dejó a Sila con los demás en la piscina y fue hacia los invitados que charlaban en el jardín.Se le agrandó el corazón de pronto cuando vio a Melek corriendo hacia ella con los brazos extendidos. Su tío la seguía de cerca.

        - Mi pequeña Melek, mi cielo.- La cogió en brazos y le llenó la cara de besos.- Hace tanto que no te veo y todavía te acuerdas de mí... Cariño...

        Melek sonrió enseñando sus cuatro dientecillos y estiró su regordete dedo índice señalando a su tío.

        - Ha podido venir.-Dijo él.

        Estaba guapísimo, ella no sabía cómo le gustaba más, si vestido con sus trajes formales o como en aquella ocasión con unos vaqueros y un camisero blanco que se ajustaba a su cuerpo marcando sus potentes pectorales, el abdomen plano y los bíceps de sus fuertes brazos.

        - Si- contestó escueta antes de descubrir a Begum y apresurarse a saludarla.

        La viuda se alegró de verla, aunque vivían en el mismo barrio no habían coincidido desde que Sühayla se fue de allí y ambas se habían echado de menos. Se adentró más en el jardín. Conocía a todos los invitados, desde el doctor Çansu y su esposa, pasando, por supuesto por Akin y Elif, y acabando por uno de los enfermeros de la planta que resultó ser el padre de la seductora chiquilla del traje de baño color celeste.

        Poco después llegó Sila ya vestida y con el pelo aún húmedo.

        - ¿Cuando te vas?- Preguntó con tristeza. 

        - Sigo sin saber la fecha definitiva, pero será un día de la semana que viene.

        Sila la abrazó.

         - Te voy a echar mucho de menos, -dijo,- ¿Me escribirás si te escribo? 

         - Y te llamaré por teléfono. Y cuando vaya a Ankara os visitaré.- Sonrió.

         - Me encantará.

        Melek llegó corriendo torpemente y les mostró algo que llevaba en sus manos.

         - ¡Melek dame eso!- Sühayla trató de coger las canicas que tenía la niña, pero ella no la dejó.- Sila ve tras ella y quitale esas canicas, no sea que se trague alguna.

         Melek, ante el peligro de que le quitaran el tesoro que había robado a su hermano, salió corriendo con tanta rapidez como le permitían sus cortas y rechonchas piernas. Sila corrió tras ella esquivando a los invitados, la doctora las miraba con cierta alarma hasta que desaparecieron de su vista, entonces se entretuvo hablando con Elif mientras aceptaba la copa de vino blanco que le llevó Begum.

        El doctor se acercó a ella.

        -Ah, veo que está tomando algo. Yo venía a...- Le mostró una copa de vino que llevaba para dársela.

        - Si, gracias. Begún acaba de traerla.

        Se dedicaron una sonrisa tensa, nerviosa. Elif le guiñó un ojo picarón y se alejó discretamente. El se quedó a su lado, aunque parecía que ninguno de los dos tenía nada que decirse, si bien era cierto que ambos se afanaban en buscar un tema de conversación y se estrujaban las meninges intentando hallarlo.

        - Está todo muy bien.- Logró decir ella al fin.- Luego hay quien dice que los hombres no saben organizar una reunión de este tipo.

        - Si, parece que todo va bien. 

        - Y seguirá bien, porque no va a llover.

        Los chicos y chicas ya habían dejado la piscina y se dedicaban a corretear entre sus padres y los demás invitados. Sühayla no vio entre ellos a Demir sobrino. Se concentró en mirar a Begum que colocaba los últimos platos en una larga mesa mientras el hombre que el doctor había contratado para que se encargará de asar en la barbacoa daba vuelta a un hermoso costillar de cordero.

      - Me gustan las banderolas.-Dijo ella mirando hacia arriba a los coloridos papeles que se movían con la leve brisa que corría.

      - Las han puesto Sila y Demir.

      Era un tenso momento, pero por fin llamaron a la cena.

      - Doctor, cuando quiera pueden sentarse a la mesa.

      - Gracias Begum.- Sonrió y dando unos pasos adelante alzó la voz para comunicar a los invitados que podían sentarse. 

      Hubo un coro de satisfacción y poco a poco todos se fueron acercando a ocupar las sillas. Sühayla también iba a sentarse cuando Sila la cogió por el brazo y tiró de ella apartándola.

       - ¿Te acuerdas de las canicas que tenía Melek?

       -¡No me digas que se ha tragado alguna!- El corazón le dio un vuelco al ver el rostro descompuesto de la otra.

        - No, eso no. Las ha echado en la cazuela del puré.

        -¿Qué?- Preguntó entre incrédula y aterrorizada. Sila asintió confirmándole que había oído bien.

        - Ha ido a la cocina y para que yo no le quitará las canicas las ha tirado en la cazuela del puré que Begum había dejado en el mostrador bajo. Cuando la he encontrado sacaba la mano de la olla - Miró hacia ambos lados asegurándose de que nadie podía oírla y añadió mostrándole su mano abierta en la que había cuatro canicas de cristal rebozadas en restos de puré de patatas.- Demir y yo hemos conseguido recuperar estás, pero nos faltan dos.

        -¿Que?¿Que habéis metido las manos en el puré buscando canicas?- No quería imaginar la escena.

        - Podíamos haber seguido hasta encontrar las otras dos, pero entonces ha llegado Begum y se ha traído la cazuela para ponerla en la mesa.

        -¡Sila!

        -¿Qué hacemos? Seguro que alguien se las encuentra. ¡Mi tío nos mata de ésta!

        -Sila,- susurró indignada,- no es que tu tío os mate, ni siquiera es que alguien se rompa un empaste comiendo canicas, ¡es que los tres habéis metido las manos dentro del puré y estos se lo van a comer con toda la sustancia!

        - Ojitos que no ven, corazón que no siente! Si no decimos nada, ¿ellos qué saben?

        -¡Eso es una guarrería! 

        -¿Y qué hacemos?¿Nos acercamos a la mesa y les decimos tranquilamente que el puré está amasado a mano?

         - No, escúchame...

         -¡Os estamos esperando para empezar!- las llamaron de la mesa, donde ya estaban todos instalados.- Esto tiene una pinta buenísima y estamos deseando meterle mano.       

         -¡Pues adelante!¡Por mi no se corten!- respondió Sila,- unas cuantas más...

         -¿Qué?- Preguntó el anfitrión desde la presidencia de la larga mesa.

         - ¡Que empiecen sin nosotras! -Sonrió amable Sühayla.

         -¡Vamos!- las apremiaron.

         Ellas cruzaron una mirada y fueron a sentarse en sus respectivos lugares. Los ojos de Sühayla se clavaron en la cazuela de puré pensando qué podía hacer para evitar que los demás lo comieran.

         Habían asado todo un cordero troceado, según la costumbre, después de ofrecerlo en sacrificio a Allah, también había verduras, quesos, y, por supuesto...

         -¿Qué quiere usted? - Le preguntó Demir tío a la doctora.

         - Puré. 

        El le pasó la olla. Ese era su momento, pensó Sühayla, intentaría tirarla al suelo y finjiría que se le caía. El doctor estuvo atento.

        - Espere, pesa mucho, si la coge así se le puede caer. Yo se la sujeto, usted sírvase.

        Le había reventado el plan. Pasaría al plan B.

         Se sirvió una generosa cucharada, otra generosa cucharada... Alzó los ojos de refilón y vio a Demir sobrino.Volvió a mirarle con los ojos como platos; ¡aquella costra que tenía en los codos era puré de patata! Ella seguía sirviéndose de forma automática, otra cucharada y otra...De pronto algo le llamó la atención. Algo extraño. Había mucho silencio allí. Todo el alboroto de las charlas y las risas se habían convertido en quietúd. Alzó su mirada y la paseó por los rostros de los concurrentes. Todos estaban fijos en ella, callados, mirándola mientras se servía puré en un plato que ya rebosaba.

        -Me...encanta el puré...-Dijo sonriendo forzada.

        Elif se aclaró la voz y también le dedicó una sonrisa nerviosa.

        -¿No tienes suficiente ya?- Bajó los ojos al plato de su amiga, donde se había formado una alta montaña de emplasto.- Los demás también queremos.

        -No.

        -¿Qué?

        - Vosotros tenéis de todo para comer.Yo solo quiero esto.

        -Cuando te comas lo que tienes en el plato, te sirves más.- Intervino Kerim Çansu tan sorprendido como todos los demás por la actitúd de ella.

        No había otra salida. Tenia que compartirlo o confesar. Lo compartiría.

        -Toma puré, Demir.-Le dirigió una mirada fueguina como respuesta al intento de negativa del chico.

        - Anda, Demir, métele mano al puré.-Dijo alguien.

        -No gracias, bastante se la he metido ya, que estoy de puré hasta los codos...

        -¡Ni que lo estuvieras comiendo todos los días para estar tan harto!- Exclamó Begum molesta por el comentario.

        -No, si yo lo que me refiero es que...

        -A que mi madre lo pone muy a menudo y no nos gusta.- Intervino Sila.

        Elif estaba a punto de reventar; no sabía lo que estaba pasando allí ni por qué Sühayla se comportaba de un modo tan absurdo. Por su parte, el doctor Bahrain no es que estuviera a punto de estallar.¡Es que estalló! De un tirón logró hacerse con la cuchara de servir.

        -Comprendo que le guste, pero hay más comida y se supone que todos tenemos derecho a todo.

        - Pues yo creo que cuando se invita a alguien...

        Sus ojos descendieron hasta Melek que se había sentado a su lado en la hierba para jugar tranquila con las dos canicas que llevaba en la mano y que no debió "esconder". Si las cuentas no le fallaban,aquellas dos bolas mas las cuatro que Sila y Demir recuperaron, hacían un total de seis. Eso quería decir que en el puré ya no quedaba ninguna. ¡Ninguna! No lo meditó mucho; si tanto insistían en que querían puré de patata... Pues adelante. Vació el contenido de su plato de nuevo en la olla.             

        -¡Está bién! Si no puedo comer todo lo que me apetezca, no quiero ninguno.

        -No sea así,- intervino Demir tío,- si le gusta sírvase una cantidad razonable...

        -No quiero, gracias, no insista, pero que sepa que no es usted un buén anfitrión.- Se estiró muy digna.- Comeré unas chuletillas ... y algo de verdura.- Sonrió satisfecha.

        Elif la miraba ceñuda, seguía sin conocer a aquella Sühayla.

        -¿Te basta con tres o cuatro o vamos a por otro cordero?

        Hubo un momento algo tenso después del incidente del puré, pero después todo volvió a la normalidad. Los invitados comenzaron a pasarle las viandas, las salsas, las carnes y la cazuela de puré. Ella les miraba servirse sin sentir el menor remordimiento. Lo había intentado. Había hecho todo lo que había podido para evitar que se comieran aquello. Su conciencia estaba tranquila.

        Demir sobrino también miraba el traspaso de la olla.

        -¡No veas...!- Exclamó, aunque se interrumpió al recibir dos patadas, una de enfrente y otra a su lado- Una a una, por favor.-Se quejó sin saber a quien mirar si a Sila o a Sühayla.

        -¿Qué te pasa?- Le preguntó su tío.

        -Nada, nada...

        De pronto alguien exclamó:

        -¡Joder!¡Un reloj de pulsera!

        Hubo un momento de suspense mientras el doctor Mehdi, el jefe del servicio de cardiología sacaba de su plato y alzaba al aire el Cassio con correa negra de velcro de Jorge. El chico se dió cuenta en aquel momento de que había perdido el reloj. Sila y Sühayla cruzaron una mirada de horror.

        -¡Ehm...Ehm...! ¿Lo veis?- Exclamó la doctora improvisando un gran enfado.-¡¡Ya sabía yo que otro se iba a llevar el premio sorpresa!!- Sonrió desmesuradamente al afortunado ganador.- ¡Felicidades, ya que te ha tocado a tí, es tuyo!

        -Qué...idea tan original, meter un reloj de premio en el puré de patata. Claro,- entendió entonces,- por eso no querías tú soltar la olla, lo querías para tí.

        -Pero eso es hacer trampa, -dijo una de las enfermeras de planta. 

        -Me habéis descubierto.

        -¿Cómo se os ha ocurrido semejante extravagancia?- Elif tenía el ceño fruncido mirando con ciertos reparos el reloj. -Por lo menos teníais que haberlo puesto en una bolsita, ahora está sucio y a lo mejor no funciona.

        -Si funcionará porque es sumergible...- Dijo morrudo Demir sobrino mirando su estupendo reloj en manos ajenas.

        El doctor miraba perplejo aquella"sorpresa", reconociendo en ella el reloj de su sobrino. No supo ni qué decir. Estaba encendido de color cuando cruzó su dura mirada con Begum, que se encogió de hombros contrariada.

        El caso es que los invitados acogieron bien la idea, hasta tal punto les gustó que Sühayla no descartaba que lo hicieran en sus propias fiestas. Era un divertido aliciente, comentaban. Ella sonreía tensa. No quería mirar a su izquierda, notaba en sí los ojos como dardos verdes clavados en ella. Pensaba que si no miraba al doctor, este la dejaría en paz. Pero no. Notó el leve martilleo de u dedo en su hombro izquierdo.

        - Doctora, ¿podemos hablar un momento usted y yo? 

        - Si no es imprescindible, prefiero que no.

        - Yo diría que si lo es, creame.

        Ella sonrió a la concurrencia y se levantó yendo tras él a su despacho, donde Demir cerró la puerta. Se volvió para quedar frente a ella. Su mirada destilaba fuego, pero no el de pasión que a ella le gustaba, del otro...

        -¿Qué está pasando?

        -¿Por qué me lo pregunta a mi? 

        -Porque siempre que pasa algo, golpes, caídas, roturas, terremotos... está usted en medio. No me reproche el hecho de que ya lo tenga por costumbre. Dígame, ¡¿cómo ha llegado el reloj de mi sobrino al puré de patata?!- Acabó gritando.

        -¿De verdad quiere saberlo? Acépteme un consejo, no quiera sabido lo que es para ignorado.

        -No le acepto el consejo. Quiero saberlo.

        Sühayla tomó aire y dijo con aparente indiferencia:

        -Está bien. Supongo que el reloj se le habrá caido cuando realizaba una batida manual dentro del puré ayudando a Sila a recuperar las canicas que Melek escondió dentro.-Le miró boquiabierto.- Usted ha querido saberlo.

        - Siempre hace lo que le da la gana,¿por qué me ha hecho caso?

        -Le he dicho que no le iba a gustar.

        Demir se apartó unos pasos.

        -Veamos,- recapituló,-¿me está diciendo que mis invitados están comiendo un puré manoseado por mis dos sobrinos?

        -No, no, por los tres, no se olvide de Melek. Pero si, esa es ...la idea básica.

        Tuvo que contar hasta diez para no enfadarse. En esta ocasión ella no tenía más culpa que la de querer ayudar a los niños. Se acercó a la ventana y vio a sus invitados divirtiéndose, ignorantes de todo.

        -He intentado evitarlo, pero, si lo piensa bien, una comida algo manoseada por unos niños no les va a hacer enfermar y hasta les ha gustado la idea del reloj.

        El acabó por asentir. A su mente llegaron imágenes de cómo había sucedido todo y no pudo evitar romper a reir.

        -Son cosas de niños. Por favor no se enfade con ellos.

        La puerta se abrió y entró Elif con el teléfono de Sila en sus manos.

        -Acaban de llamarte de la delegación de Cruz Roja,-dijo dándoselo,- creo que os vais el lunes. De todas formas será mejor que llames tú y que te lo confirmen...

        -¡Tan pronto...!- Exclamó Demir de forma impulsiva; algo de lo que se dió  cuenta y rectificó al momento. - Quiero decir... que es posible que para entonces no estén los resultados de las pruebas de.. ya sabe, su novio o prometido o lo que sea...

        Las dos mujeres se miraron. Fué Elif la que habló.

        -¿Desde cuándo tienes novio o prometido o lo que sea?

        -Se refiere a Onür Tekin, se cree que es mi novio de verdad.

        -¿A qué te refieres?-Preguntó de nuevo Elif, esta vez a Demir.

        El tampoco sabía qué pensar.

        -Me refiero al otro. A tu primo, no sé como se llama, el policía. He oído decir que se hicieron novios en tu boda y que pronto se iban a comprometer.

        -¿Quién dijo eso?-Sühayla frunció el ceño disgustada con el simple pensamiento de algo así.

        - No sé...lo oí en alguna parte.-No quiso acusar a los compañeros del hospital

        -¿Con mi primo Mehmet? -A Elif casi le daba un ataque de risa.- ¿Sühayla y Mehmet? ¿El Mehmet que de niño se puso la gorra al revés y cuando se tocó la visera creyó que había estado toda la mañana andando de espaldas?¿Con ese? Chica, entre Onür el camaleón y Mehmet te estás luciendo con tus pretendientes.

        -Pero si se van juntos a Grecia... 

        -Yo con Mehmet no me voy ni a la esquina.

        -¡Pues bien que se fué a los matojos a que le pusiera la chaqueta!

        -Y a usted que le importará mucho...

        -¿A mi? ¡Nada!

        No era la primera vez que oía hablar de los matojos y la chaqueta. Siempre tuvo curiosidad por ese tema y al fin se enteraba de qué iba, aunque era algo exagerado lo de los matojos, Mehmet fué a por su chaqueta y se la puso por los hombros, sin más.

        -¿Lo de los matojos es cosa suya o también lo oyó en alguna parte?- Preguntó. -Quizá debió preguntarme a mi.

        -A mi no me interesa su vida para nada, ¿por qué le voy a preguntar?

        -Para no hablar sin saber, para no decir que me voy a Grecia con quien no me voy.

        -Pero usted dijo que no se iba sola a Lesbos. 

        -Me voy con un grupo de cooperantes como yo. ¿Se cree que soy la única en el mundo que hace esas cosas?

        En ese momento volvió a intervenir Elif.

        - Yo creo que deberíais aclarar las cosas. Parece que Demir tiene una idea equivocada de algunas cosas que se refieren a tí.

        - No tengo nada que aclarar a nadie.- Se estiró muy digna.-De hecho, creo que ya he estado demasiado tiempo aquí, así que me voy. 

         - No se puede ir...Los niños...se disgustarán cuando se enteren...

        ¿Los niños? Ah, no, de los niños se encargaba ella. No le iba a ser tan fácil convencerla usando a los niños.

        -¡Pues consuélelos, que para algo es su tío.!

        Se fué de allí echando chispas. Que no le interesaba nada su vida, decía, pero si prestaba oídos a quien hablaba de ella. Y parecía dispuesto a creer que a ella le daba igual cualquiera. 

        Estaba de mal humor y peor se puso cuando oyó un claxon tras el coche de ella; por el espejo retrovisor vio el coche de Demir que hacía señales con las luces seguramente para que parara.

        Tuvo que hacerlo, pero no por él si no por los dos policías de la urbanización, que le echaron el alto.

        - Doctora hanim, ¿donde es el fuego? 

El más mayor se había acercado a la ventanilla abierta. A ella no le dió tiempo a responder porque el interés de los agentes se centró en el coche que se detenía detrás con un brusco frenazo. Demir saltó de su interior y apartó al agente de la ventanilla.

        - Yo creo que deberíamos hablar.

        -Pues hable con estos señores.- Miró al policía.- Prometo no aumentar la velocidad hasta salir de la urbanización. ¿Puedo irme, Mohamed?

        - Si es así...- Aceptó el agente.

        - No. No te vas, espera, ábreme el cerrojo para que suba...

        La respuesta de ella fue meter primera y acelerar. El corrió a su coche para seguir tras ella sin perderla.

        - El doctor va a declararse.

        - Ya te digo, mucho a tardado teniendo en cuenta que la alemana se fue la semana pasada.- Asintió Mustafá.

        - Si es que esto se veía venir de largo.

        El compañero asintió y continuaron su ruta a pié por la urbanización.

        Cuando llego a su casa Demir ya no la seguía. Se sintió algo decepcionada. Quizá se había equivocado al pensar que el insistiría en hablar con ella. 

        Sus padres estaban en la salita, viendo un programa de televisión. Se extrañaron de verla de vuelta tan pronto.

        - ¿Ya se ha terminado la fiesta? - Su madre se asomó a la puerta para verla.

        -Para mi si. Voy a llamar a los del voluntariado, creo que nos vamos el lunes.Voy a mi cuarto, Anne.

        Azra volvió junto a Hazar y le miró encogiéndose de hombros.

        - Parece que está enfadada.

        - ¿Por qué?

        - Supongo que el motivo es el mismo por el que se pone melancólica, por el que otras veces la oímos llorar o se pone colorada de repente mientras está inmersa en sus pensamientos...

        Sonó el timbre de canto de pájaros. Hazar fue a abrir. Sonrió. O mucho se equivocaba o tenía delante de si "el motivo"

        - Buenas noches, soy Demir Bahrain y estoy buscando a Sühayla Hülüsi. Me gustaría hablar con ella si me lo permiten.

        Hazar  miró al buen mozo y asintió dejándole el paso franco. No tenía el menor inconveniente en que hablaran, sobretodo si con ello acababa la tristeza de su hija.

        - Mira Azra, tenemos visita.

        - Doctor Bahrain, qué sorpresa verle por aquí de nuevo. - Se incorporó.- Voy a buscar a Sühayla. Ponle un te, Hazar.

        - Disculpe mi atrevimiento, Hülüsi bey, pero si tiene algo más fuerte que el té se lo agradecería.

        Hazar Hülüsi entendió la situación y como era hombre de pocas palabras fue a buscar una botella de raki y dos vasos.

         - Usted es su padre.- Dijo el médico tras dar un pequeño trago a su vaso, lo justo para mojarse los labios. - Me gustaría si fuera posible que diera su aprobación para ver a su hija de forma asidua.

        - No soy yo quién debe decidir eso, doctor bey. Ella es dueña de sí misma desde hace tiempo. En todo caso lo que mi esposa y yo haremos será acceder a lo que ella decida.

        Hubo un corto silencio que aprovecharon para echar un trago al coleto. Luego Demir lo rompió.

        - Yo la quiero... Y a veces no sé por qué, porque me vuelve loco... Consigue sacar lo peor de mi, pero también lo mejor.

        - Doctor, no me lo diga a mi, dígaselo a ella.- Hazar se esforzaba por mantenerse serio.

        - ¡Es que me resulta más fácil hablar con usted  que con ella! Es...

        Se interrumpió poniéndose en pié cuando volvió Azra. Sola.

        - Lo siento, dice que no quiere bajar, que no quiere hablar con usted, que se vaya. 

        - Miren he dejado a mis invitados abandonados en mi casa, a mis sobrinos al cuidado de la doctora Çocoglu y aquí estoy . No me voy a ir hasta que consiga hablar. Dígaselo. - se tomó el último trago de su vaso y salió de la casa, apostándose en la pared de enfrente.

        Poco después bajó Sühayla.

        - ¿Se ha ido?- preguntó temiendo a la respuesta.

        - Si.

        - No ha aguantado mucho.- Musitó apenada.- Pero no me importa.- Se encogió de hombros, aunque el tono de su voz desmentía sus palabras.

        Está afuera, esperando. No sé supongo a que esperará a que salgas por la mañana para poder hablarte, aunque si quieres puedes salir a visitar a la vecina o...

        Ella intentó ocultar su sonrisa apretando los labios, aún así se le notó. 

         - No. Esperaré a salir por la mañana. Me parece justo que alguien acostumbrado a tenerlo todo al momento, tenga que esperar por mi.

        Y se volvió a su cuarto.

        Los padres se miraron y sonrieron.            -Nos van a quitar a nuestra estrella, Azra. Ese doctor la quiere y se la va a llevar. 

        - ¿Tu crees? ¿Crees que la quiere?

        - Claro que sí. Yo sé reconocer a un hombre enamorado, porque también veo uno cada mañana cuando me miró al espejo.- Sonrió recordando a su mujer lo que dijo tiempo atrás.- Pero es que sus síntomas son tan parecidos a los que yo tenía cuando te pretendía... Y eso de ella de hacerle esperar... Desengáñate, Azra, ese carácter es tuyo y no de mi madre...

        Azra sonrió encantada. Ya lo sabía.

        En la calle Demir no perdía de vista la fachada de la casa, seguro de que tarde o temprano tendría que salir. La vería antes de que se fuera a Grecia ¡La tenía que ver! 

        Sus ojos se alzaron hacia el balcón. Allí debía estar su dormitorio porque la luz estaba encendida. Miró la ventana de la sala. Volvió a mirar al balcón y a la ventana, calculando la distancia. Y de pronto se acercó y se aferró a las rejas.

        -"Vamos, Demir, si es una alturita de nada..."- Se dijo.- "Solo hay que alcanzar el balcón y ... estirarse para llegar a agarrarse a la barandilla...Espero que no tenga una sartén a mano...

        Allí estaba ya, colgando. Solo necesitaba un último impulso y fue fácil dárselo. Sólo tuvo que pensar que arriba estaba ella y que a por ella iba.

        Sühayla oyó un ruido extraño, pero no hizo caso. Apagó la luz para acercarse a ver si el doctor seguía en la pared de enfrente. Sonreía ilusionada, pero su sonrisa se borró al no verle. ¿,Se había ido?

        Se apresuró a abrir el balcón para asomarse y de pronto, allí estaba. Tenía las manos en los hierros del balcón y se esforzaba por alcanzarlo. ¿No sería gracioso tener una sartén?

        Se quedó allí de brazos cruzados esperando que él alcanzará su objetivo. Las manos ascendieron por los barrotes y un pié se dejó ver enganchado entre ellos. Y de pronto todo él ascendió hasta ella. No la esperaba allí, así que al verla se asustó y a punto estuvo de perder pié y caer. Ella se apresuró a cogerle por el camisero y después, con más seguridad, le rodeó con su brazo. 

        Quedaron muy juntitos.

        - Estás temblando doctor.- Dijo tuteándole por primera vez.- ¿Quieres pasar?

        - No, abajo están tus padres y no quiero que piensen lo que no es. 

        La voz de Hazar se dejó por desde el vano de la puerta.

      - Sus padres ya están aquí. - Dijo.

       Como para no enterarse. Estaban viendo tranquilamente la televisión y de pronto le vieron agarrado a la reja pasando en dirección ascendente. La cara que pusieron fue de las de cobrar entrada para verla.

        - Así que es verdad que no es de los que esperan.- Azra hizo un mohín impaciente.

        - Esto... no es lo que parece...

        - ¿No? Pues parece que has escalado la fachada para poder hablar con Sühayla.

        - Ah, entonces si es lo que parece.

        - Tienes dos minutos antes de bajar... ¡Ah y baja por la escalera esta vez!

        - Muchas gracias.- No quería ni pensar cómo podría bajar por el balcón.

        Le sobraba tiempo. Pasó la barandilla ayudado por ella. La miraba a los ojos, a la boca y otra vez a los ojos. 

        - No te vayas.- Le dijo.- Quédate a mi lado.- Le dijo.- Y si te vas llévame contigo. Adonde sea y cuando sea. Porque te quiero con toda mi alma y no sé cómo sería mi vida sin tí.

        Ella sonrió suavemente. Podría ser un sueño, pero no lo era. Habían sorteado todos los obstáculos y él la quería. 

        - Si. Me quedaré o te llevaré.- Musitó.

        El aspiró aire llenando su pecho de satisfacción ante la respuesta de ella. La tomó por el talle para pegarla a su cuerpo. La miró a los ojos, dos pozos de oscuridad en los que se hundiría sin pensarlo.

        - Quiero empezar contigo una conversación que dure el resto de nuestras vidas. Una conversación en la que tendremos días buenos y días malos, risas y alguna lágrima , pero sobretodo mucho amor, porque te amaré hasta el final.

         Ella se acercó a él y le besó en la boca dulce, suavemente.

          -Dejate de charla, que se pasan los dos minutos...

          Él sonrió. La miraba enamorado. Ahora que lo tenía tan claro como la luz del día se preguntaba cómo era posible no haberlo visto antes. 

         Acarició su pelo y la besó por toda la cara, en la frente, en una mejilla, en la otra hasta alcanzar su boca. Su boca de labios carnosos de color fresa, su boca que ya era de él .

        Pareció un segundo o una eternidad. Lo mismo daba. Bajaron las escaleras cogidos de la mano. 

        Seguros de que así estarían siempre.



        


        

 

        

         


        

        








      

   


       












Comentarios

  1. Ahhh por fin Demir tío tuvo el valor para declararse.. jaja aunque la haya tenido que seguir. Me reí muchísimo con la atrasada de las canicas. Espero ansiosa a mañana para leer el último capítulo, gracias Loli por escribirlo. 😘😘😘😘😘😘😘

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por leerlo. Si como dices te ha gustado, yo, encantada.
      Un beso querida Verita

      Eliminar
  2. Que Bello por finnnnnnn esta juntos, que divertida la parte del puré y ni hablar de pa discusión en la oficina, me encanta como llevas esta historia y espero que la sigas tan linda comí va. Gracias o sabes como espere un capitulo comí este.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro que te hayas divertido. Yo me reía mucho imaginando lo del puré mientras lo escribía, así que me lo he pasado muy bien escribiendo.
      Gracias por tu comentario, saber que os gusta es mi mejor premio. Un beso.

      Eliminar
  3. Se va acabando🥺...🥰🥰🥰🌬💋💋💋

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

EL DESTINO EN LA CARRETERA

BUSCANDO SU CAMINO.

EL DESTINO EN LA CARRETERA