BUSCANDO SU CAMINO


 CAPITULO 7° 


        

        Había muchas diferencias entre el barrio donde creció Sühayla y la urbanización donde vivía el doctor Demir. El barrio despertaba muy temprano lleno de ruido, de voces que hablaban alto y rápido, de risas, de color y de aromas a aceite caliente y especias, a frutas. Los hombres se sentaban a la puerta de los establecimientos y tomaban té charlando o jugando al bacarrá, las mujeres sacaban las alfombras a la calle y las limpiaban o iban al mercado a regatear el precio de sus compras con los vendedores.

        -¿Quieres que vayamos al cine esta noche?

        Sühayla se sorprendió cuando el gigantón de Ömer Tekin la abordó por la espalda cuando ella se dirigía a buscar su coche.

        -No. -Fué muy seca y es que con él no servían otras tácticas.

        Önur era un buén chico, alto, bién formado y hasta atractivo si no fuera por el estravismo que padecía desde la niñez. Desde entonces, desde que era niño, estaba empecinado con ella y no encontraba la manera de hacerle desistir.

        -¿Por qué no?

        -Porque si voy a cine contigo te lo tomarás por algo que no es y no me apetece pasar dos meses negando ante todos que no nos hemos prometido y que no vamos a casarnos.

        Apresuró el paso con la absurda esperanza de dejarlo atrás. Naturalmente él la siguió.

        -Es por ese doctor importante para el que trabajas ahora,¿no? -La mirada gris del hombre se oscureció casi tanto como su expresión.

        -¿Quién te ha dicho eso?

        -Lo he oido por ahí...

        Ella disimuló un suspiro; dichosa idiosincrasia del pueblo turco, que acostumbraba a preguntarlo todo, a responderlo todo y dar explicaciones del mínimo detalle. Ella no estaba libre de pecado, recordó la tarde que llevó al doctor Bahrain a la urbanización y dió cuenta de quienes eran, de donde venian y qué hacían allí a Tarik y Mohamed, los policías que rondaba el barrio. ¿Que cómo sabía que se llamaban así?...¿Alguien necesitaba una respuesta?

        -Es eso, ¿no?- Insistió Önur mientras un ojos la miraba y el otro...hacía lo que podía fijándose en ninguna parte.-Te está tirando los tejos...

        -Si, claro, yo creo que el noventa por ciento de su cerebro lo ocupa la cuestión de cómo ligarme y el resto es para pensar en cómo hacer manti.(Raviolis turcos)

        -Y no le has dicho que tienes novio.

        -Pues no, porque no tengo novio.-¡Por fin llegó al coche y pudo librarse de su acosador de una vez!- Vuelve a tu trabajo, tu padre se vá a quejar de que dejas la tienda desatendida.

        -Entonces, ¿qué quedamos en lo del cine?

        -Que no.-Cerró la portezuela del pequeño Toyota y con buén pulso metió la llave en el contacto, arrancando el motor y alejándose de allí sin mirar atrás y sin gastar ni un microsegundo en pensar en Önur Tekin.

        Se detuvo brevemente para comprar los periódicos para el doctor y cuando volvía al coche vió un puesto donde estaban haciendo lokma(pequeñas bolas de masa de pan frita en aceite y cubierta de miel o almíbar, canela y semillas de sésamo)y pensó que como a ella le gustaba a los niños también les gustaría, así que se acercó a comprar para el desayuno. 

        No se equivocó, los niños se mostraron entusiasmados con el dulce; no así el tío, que molesto de antemano porque como siempre ella le había dado el parte meteorológico, dijo que el lokma era un dulce muy empalagoso y grasiento, por lo que resultaba poco saludable. Todos, incluída Begum, le escucharon con seria atención y tras ello Demir sobrino sentenció:

        -Su parte para mi.

        -Ni hablar, se reparte entre todos.- Intervino Sühayla,-y lo comeis despues del desayuno, que a fin de cuentas es una golosina...

        No era extraño que, con pequeños detalles como aquel, los niños se fueran acercando poco a poco a ella, buscaban su conversación y pasar un rato a su lado. 

        -Solo necesitan un poco de calor humano; su tio es un glaciar, correcto con ellos,pero es distante.- Comentaba Sühayla con Elif mientras tomaban té en la cafetería del hospital.

        Elif Koçoglu quería ser comprensiva con el famoso médico, porque desde el primer día pensó que parecía hecho a la medida de su amiga y aunque Sühayla seguía admirándole a nivel profesional, no le agradaba a nivel personal y para ella el factor humano era muy importante.

        -Piensa que no les conoce apenas...

        -¡Absurdo! Yo no sabía ni que exitían y sin embargo me esfuerzo en suplir unas carencias que tienen. De verdad que el doctor es un témpano.

        -Pero para eso estás tu.

        -¿Yo? Como si tuviera pocos problemas...

        -Y hablando de otra cosa, supongo que no faltarás a mi noche de Henna.

        -Claro que no.-Sonrió encantada.- No me la perdería por nada del mundo.

        Elif sonrió abiertamente.

        -Mira quienes vienen por ahí...-Sühayla fué a volverse para mirar a su espalda.-¡No te gires que te vá a ver!

        - Decídete, miro o no miro.

        -No te muevas, van a pasar por aquí Bahrain, Çansü y tus tres traidores. -La informó la pediatra.-¡Allah me confunda! ¿Has visto qué manos tiene el doctor Demir? Parecen suaves como las de una mujer y son tan fuertes...¿te imaginas lo que debe ser que te acaricien?Que te roce la cara con las yemas de los dedos mientras te mira al fondo de los ojos y se mete en tu...

        -¡Elif! -La cortó con severidad.    

        -...En tu alma, hija...que pronto te escandalizas...

        -Y tú qué pronto te vienes arriba. ¡Que te casas en diez días!

        -¡Uy bonita, estaba pensando en tí! Como acabas de decir me caso en diez días, yo ya tengo quien me acaricie y se meta hasta en mi infinito y más allá.

        Sühayla rió azorada.

        -¡Sinvergüenza!

        -¡Paleta! 

        -No soy paleta, es que jamás se me ocurriría pensar de esa forma en un hombre que está prometido.

        -¡Bobadas!,eso se cura...

        -¡Sus manos...! Tú si que estás... sus manos...

        Sin embargo un rato después, mientras estaban en la sala de médicos hablando sobre la sintomatología de una paciente, Sühayla se descubrió siguiendo con la mirada las manos del doctor Bahrain mientras se movían señalando tal o cual cosa a tener en cuenta o enfatizando sus palabras. No pudo evitar imaginar aquellas manos envolviendo a su novia alemana, rozando con las yemas de sus dedos la piel paliducha y acariciando su pelo rubio casi albino y lacio... La imagen le disgustó tanto que ni siquiera se dió cuenta de la expresión de desagrado que dibujó en su rostro.

        -Por lo que veo la doctora está en desacuerdo conmigo...-Comentó Demir haciendo caer la atención de todos en la médica.

        ....Y la médica en Alemania siendo testigo involuntario de las caricias del doctor y su novia.

        -¡Doctora Hülüsi...!

        Parpadeó sorprendida al volver desde la puerta de Brandemburgo a Nisantasi. Todos la estaban mirando.¿Qué podía decir?

        -Lo siento es que tengo acidéz estomacal. Ahora vuelvo... -Y se fué al baño para refrescarse un poco.

        "¡Dichosa Elif! Ella era la que le había metido aquella imagen en su cerebro." Se apoyó en el borde del lavabo y se contempló en el espejo. Estaba encendida como una cerilla y tenía calor. Esos no eran síntomas de acidéz estomacal.

        Se desabrochó varios botones de la blusa y tras abrir el grifo de agua fría humedeció sus manos y palpó su rostro con suaves golpecitos sintiendo aquella frescura contra el ardor de su piel. Volvió a mirarse en el espejo. Su aspecto no había mejorado mucho. Volvió a lavarse la cara.

        Sonaron unos golpes suaves en la puerta del baño y la ronca voz del doctor Bahrain llegó con nitidez hasta ella.

        -¿Se encuentra bién?¿Necesita algo?

        ¡Un extintor!

        -Estoy bien, gracias...

        La puerta se abrió muy despacio dejando una pequeña brecha por donde asomó timidamente la cabeza del doctor.

        -¿De verdad está bién? Porque no me lo ha parecido...- La miró con interés y algo extraño debió ver porque a continuación entró en el cuarto de baño.

        -Este...es el lavabo de señoras...-Balbució ella ante la extraña actitúd de él.

        Demir puso su mano bajo la barbilla de ella y le alzó la cara para observarla de cerca.Ella tragó un nudo de saliva y aguantó el tipo intentando no sumergirse en el profundo color verde de los ojos del doctor. Estaba tan cerca... Sentía que le faltaba el aire.

        -Parece que tiene fiebre.-Dijo él,- Sus ojos tienen un brillo inusual...

        Ella abrió la boca como para decir algo, pero no se le ocurrió qué; sin embargo con aquel movimiento atrajo la mirada de él hacia sus labios entreabiertos. Sin apartar la mano de su barbilla, el doctor dibujó la forma de su boca con el dedo pulgar, muy despacio, mientras con su otra mano delineaba la forma ovalada de su rostro y descendía por su cuello hacia la abertura que habían dejado en su blusa los botones desabrochados. Sus verdes pupílas seguían el recorrido de sus manos y volvían a los ojos de ella, como si esperase, más bien, como si temiese que ella le detuviera de un momento a otro. Pero ella era incapáz de hacer algo así, solo sentía el calor volcánico que subía desde su pecho, asfixiándola. Estaba paralizada, incapáz de oponer la menor resistencia...¡Como si quisiera oponer la menor resistencia...! De pronto tuvo un pensamiento absurdo. La máxima de "si no puedes vencer a tu enemigo únete a el" y con timidéz, lentamente subió las manos y las apoyó en el pecho de él. Podía parecer que quería apartarle, pero nada más lejos de su pensamiento. Quería sentir en sus palmas el calor que emanaba de aquel pecho recio, duro. Después buscó sus brazos, prietos, tensos y permitió que la aferraran apresándola contra su cuerpo. Era una enación maravillosa y a la vez aterradora ante la falta de control. ¿Qué le pasaba?¿Qué le estaba pasando...?No podía huir. ¿Estaba mal? ¿Estaba mal?

        -¡¿Estás mal?! ...¡Sühayla, ¿estás mal?!

        Ahogó un grito de auténtico pavor al descubrir junto a ella a una de las enfermeras de planta, que la observaba preocupada viéndola apoyada en el borde del lavabo y con la mirada perdida en el espejo.

        -¡Allah te confunda, Amina ...qué susto me has dado...!-Exclamó hundiendo la yema de su dedo gordo en el cielo de la boca y echando la cabeza hacia atrás.

        -Perdoname,-comentó la otra avergonzada,- pero es que estabas tan absorta que he creído que estabas mal.

        La doctora miró angustiada a la enfermera.

        -...Es que estoy mal, joder; ¡Es que estoy muy mal! Por favor, avisa a los doctores que me voy a casa...

         Se iba a meter en la cama y no saldría hasta el día del Juicio Final.         

Comentarios

  1. Uhhhh esto empieza a calentarse.. cada vez se pone mejor.. Loli, bravo!!!!! Esperando la continuación 😍

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  2. Me gusta el cariz que va tomando esto 👏👏🥰🥰😘😘

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  3. Una con tanto fuego.. y otro tan tempanobde hielo... esto huele a proxima piscina..jajaja.. te seguimos

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  4. Con ganas de más capítulos... ánimo Loli! Esperando... 🥰

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  5. Ufffff ya empiezan los calores!!!!!! Muy bien 👏👏👏

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