BUSCANDO SU CAMINO.

 CAPÍTULO 3°



      Sühayla cerró la puerta de su cuarto tras de sí y caminó hacia la cama. Emitió un profundo suspiro y como si se desinflara se dejó caer sentada en el borde.

      ¡Qué desastre! ¡Todo había sido un desastre desde el primer momento ! Para empezar no debió aceptar la propuesta del doctor Kerim. Ella era médico, no asistente. Llevaba toda su vida estudiando y aún seguía haciéndolo, a diario, para mejorar. Pero Kerim dijo que no veía otra solución para que ella pudiera acceder al equipo de Bahrain. En cierto modo tenía razón, ya que estaría presente en todo momento, podría tomar notas y aprender como los otros tres, pero no podría intervenir y en vez de eso su deber real consistiría en cubrir las necesidades que se le presentaran al famoso internista.

     -¿Qué entra en el apartado de cubrir sus necesidades?- Había preguntado ella con una mirada soslayada de desconfianza.

      - Lo normal, llevar su agenda, tomar notas cuando el doctor lo considere preciso...Cosas asi... -Çanzü se encogió de hombros.- ¿Qué cree?

      - Visto lo visto ya me lo creo todo, por eso quiero especficar, no vaya a ser que haya malos entendidos.

      - ¿Como cuales?- Intervino el serio doctor Bahrain, que aquellas alturas de la reunión ya habia dejado claro su carácter árido.

      - ¡Como que usted encienda la barbacoa y yo tenga que poner la carne!- Más claro no se lo podía decir. 

       - Por supuesto que no, ¿cómo se le ocurre?- Se estiró muy molesto con las palabras de ella. 

       Sühayla se sintió satisfecha con dejar las cosas claritas como agua de manantial, pero le disgustó la expresión de horror de él ante aquella posibilidad... ¡Ni que ella fuera un adefesio a la que no tocaría ni con un palo...! 

       En fin, que aceptó porque pese a todo veía más ventajas que molestias. El salía ganando, claro, pedía higos y le daban pan con higos..., era como para estar contento, sin embargo tenía la cara de alguien que lleva unos zapatos con dos números menos que de pié.

       Su primera tarea fué llevarle a la casa que el hospital ponía a su disposición durante aquellos meses. Çanzü le entregó a Sühayla unas llaves y una nota con la dírección del inmueble. Estaba en un  barrio residencial del lado europeo de Estambul, como no. Una zona tranquila, ajardinada, a la que solamente se podía acceder con coche. La parada de autobús más cercana estaba a quince minutos a pié. Por suerte ella tenía su Toyota, pequeño y viejo si, pero la llevaba a todas partes..., aunque al verlo, don tiquismiquis se mostró desconfiado.

     - ¿Vamos a ir en este?

     - Si.

     - ¿Funciona? 

     - Casi siempre. 

     El aceptó con escaso convecimiento. Ella subió al auto y descorrió el fuerte cerrojo interior que aseguraba la puerta del copiloto. Había que verle la cara a él cuando se percató de ello.

     - ¡Tiene un cerrojo! -Exclamó lleno de estupor.

     - Si, -contestó ella con naturalidad,- es que han intentado robármelo y rompieron la cerradura de esa puerta, en el taller me pedían una pequeña fortuna por arreglarla así que le instalé el cerrojo. Pero puede estar tranquilo que la puerta no se abre...

      - No lo puedo creer...- murmuró como para si.-¿De verdad

      -Créaselo, está a prueba de bom...

      -...alguien quería robar este coche?

       A ella le sentó fatal aquel comentario; de buena gana le hubiera soltado una fresca, pero tuvo en cuenta quien era él y su respeto pudo más que sus deseos. Se inclinó hacia el lado del copiloto para echar el cierre de la puerta y su brazo le rozó sin querer. Fue un contacto muy leve y sin embargo una corriente eléctrica la sacudió de arriba a abajo como si acabara de meter los dedos en un enchufe. Le miró desconcertada. El se adosó al respaldo del asiento y carraspeó incómodo.

      -¿Sabe por dónde debemos ir?

      Ella asintió en silencio y arrancó el motor. Quizá su sonido no era el de la Sinfónica de Viena, pero se puso en marcha al instante lo que provocó que su dueña se hinchara de satisfacción al mirar de reojo al pasajero.

      -Mi padre es el chófer de una familia importante de aquí  y me ha enseñado todas las rutas para eludir los atascos.- Comentó atenta al volante. -El tráfico de Estambul es caótico. 

      El no hablaba, por lo que ella decidió guardar silencio y no molestarle. Pasados aquellos primeros roces verbales, volvió a  recordar quien estaba en su coche, le parecía increíble, ¡el doctor Demir Bahrain! Allí. ¡A su lado!. Sus libros se utilizaban como texto de estudio en las facultades de medicina de todas las universidades. Era un genio... Y en cuanto al físico... Nunca hubiera imaginado que podría ser así. Se le aceleraba el corazón solo con mirarle de reojo. Era, alto, fuerte y muy atractivo. Le miraba y sentía que... llevaba toda la vida esperándole sin saberlo. Ya desde la mañana cuando le vió en la barra de la cafetería, mirándola, sintió no sabía qué, pero le gustó que la mirara. Luego la fastidió con lo de la mesa, claro.

      Llegaron a la urbanización en la que se hallaba ubicada la casa donde viviría el famoso doctor durante los siguientes cuatro meses. Aminoró la velocidad del vehículo con la intención de encontrar la vivienda exacta. Parecia un lugar tranquilo y discreto, como él. Un sitio bonito, elegante, donde pasar dasapercibido. Las construcciones eran de dos alturas, con ventanas enrejadas y balcones sobresalientes en la fachada. 

     -Hemos llegado.- Dijo Sühayla al detener el coche ante una verja de hierro forjado con el número quince atornillado a la derecha del murete que cerraba la propiedad.

      Demir descorrió el cerrojo de la portezuela del coche y se apeó mirando con ojo crítico a su alrededor. Ella también salió del coche despues de asegurar la puerta del copiloto con el cerrojo y coger su bolso.

      -Es muy bonita y tiene buen jardin.-Dijo poniendose a su lado.

      Él asintió con su crónica seriedad, distraído en mirar la vivienda.

      - Iyi günler baylar (Buenas tardes, señores)

      Ambos giraron el rostro al oir aquella voz y contestaron al saludo de los dos policías que habían llegado junto a ellos.

        -¿Vienen de visita?- Preguntó el guardia de más edad, echando los hombros hacia atrás y estirándose para sacar pecho, aunque sacó más barriga.

        -No, no, señores agentes.- Se apresuró a explicar ella con la mejor de sus sonrisas.-En realidad el doctor Demir Bahrain, que es el mejor médico internista de Turquía y uno de los mejores del mundo -señaló a su acompañante brevemente,- será el inquilino de esta vivienda durante cuatro meses,invitado por el American Hastane de Nisantasi, donde yo trabajo. Soy la doctora  Sühayla Hülüsi.

        Los agentes se miraron entre si algo impresionados por la presentación que ella había hecho de Bahrain

        - Hosgeldin doktor Demir.(Bienvenido)- el agente de más edad habló en nombre de los dos.-Le gustará esta zona, es muy tranquila.-Se cortó antes de decir" gracias a nosotros".        

        Demir correspondió a los policias con un leve movimiento de cabeza, agradeciendo sus palabras.

        - Esta es la casa de Fátima hanim,-le informó el más joven,- la viuda de un alto funcionario del Gobierno. Es mayor y está enferma, así que supongo que se habrá ido con sus hijos y éstos han aprovechado para alquilar la casa. Eso está bien porque hoy en día no es bueno dejar las casas vacias.

        -Pues no podrian desear mejor inquilino.- Intervino ella al notar la impaciencia de su acompañante.- En fin, no queremos apartarles más tiempo de sus funciones...

        -Hacemos varias rondas a pié por esta zona y zonas adyacentes,-dijo con suficiencia el de más edad.- Espero que no nos necesiten, pero si así es, no duden en llamarnos.

        - Tesekküler memurlari( Gracias, oficiales). Kolay is (trabajo fácil) 

         Los agentes continuaron su camino tras saludar llevandose la mano a la visera de la gorra y ellos empujaron la verja para y cruzaron el jardin siguiendo el camino empedrado que llevaba a la entrada de la casa. Una vez ante la puerta, ella abrió su enorme y pesado bolso negro rebuscando en su interior. El lo miró pensando que el macuto de los soldados era más pequeño y posiblemente pesaría menos.

        - Veamos donde están las llaves... Deben estar por aquí...-Bajó la cabeza mirando en el interior y al hacerlo un grueso mechón de cabello azabache cayó por delante de su hombro atrayendo la mirada de su acompañante.- ¿Quiere...?¿Quiere sujetar esto un momento, por favor?

        El asintió con su aire severo y sostuvo el neceser que ella le entregó.

        -...Y esto...-Le dió también una especie de estuche con dibujos chinos y otro de color rojo que podía ser un pequeño botiquín.- Esto también...-Dos manojos de llaves con sus respectivos llaveros, una bolsita de red con unas gafas graduadas, otra con unas gafas de sol, dos bolígrafos...El doctor estaba abrumado, tenía las manos llenas de cachivaches y ella seguía sacando cosas del aquel saco sin fondo.- ¡Ay, está aquí! -Exclamó de pronto, entusiasmada.

        -¿Ha encontrado las llaves?

         -Todavía no, pero he encontrado mi teléfono; creía que lo había dejado en mi casa y no...- Sonrió con encanto guardándolo en un bolsillo de su larga falda y siguió buscando.

        -Oiga, si sigue sacando cosas de ahí tendrá que desenterrarme.-Gruñó malhumorado

         -Ya... ya falta poco...- Acertó a decir entregándole un monedero billetero

        -¿Para qué? ¿Para llegar al centro de la Tierra? Si no está la llave no importa, me alojaré en su bolso y así no duermo al raso.

         Ella no hizo caso. Sacó una agenda y miró buscando donde ponerla.

        -Démela  mi,- Ironizó el doctor,-si me la pone en la boca la pinzaré con los dientes.

         -¡Aquí están las llaves!-Exclamó felíz con el llavero entre los dedos, haciendo tintinear las llaves delante de él.

        Con un movimiento rápido y de precisión insertó una de las llaves en la cerradura e intentó abrir, pero no pudo. Cambió de llave y tampoco.

        -Vaya...parece que no abre...-Comentó haciendo fuerza para que la cerradura cediera.- Debe...estar atascada.

        -Si me quita todo esto de encima puedo intentarlo yo...

        -¡Oh, perdóneme doctor!...Lo siento mucho...-Le miró angustiada dándose prisa en abrir la boca del bolso.-Déjelo caer...de verdad que lo siento...

        Demir volcó todo lo que tenía dentro del bolso. Ella apretó e intentó cerrar la cremallera... volvió a apretar y por fin lo consiguió.

        -Tenga cuidado cuando lo abra, puede hacer erupción como los volcanes.

        Ella no comentó nada. El se colocó ante la puerta e intentó a su vez que la cerradura cediera. No lo consiguió. Una sombra de sospecha pasó por su mente.

        -¿Está segura de que ésta es la llave correcta?

        -Es la que me ha dado el doctor Çansü. Si, es esa, estoy segura.- Respondió con aire inocente.-Debe ser que la cerradura se ha atascado por falta de uso...Si hubiera alguna manera de entrar y abrir desde el interior...

        Diciendo esto retrocedió unos pasos y observó la fachada de la casa.Las ventanas de la planta baja estaban protegidas por fuertes rejas; no ocurría lo mismo con los balcones, que, aunque altos, eran fácilmente franqueables.

        -Si usted pudiera subir por la fachada hasta el balcón...

        ¿Subir hasta el balcón? ¿El? ¡Ni mucho menos!

        -Yo creo que será mejor llamar a un cerrajero.

        -Pero...

        -Sin peros. Soy médico, no escalador. Ni siquiera puedo considerarme un buén deportista.-Rechazó ante el intento de insistir de ella.

        -¿Quién lo diría viéndole?-Le miró de arriba a abajo con notable agrado.-Tiene un aspecto muy atlético.-Sonrió.-¡Vamos, doctor, que no se diga...! Subiría yo de no tener la falda larga y estos zapatos. Si es una alturita de nada.-Le animó con entusiasmo.-No es nada complicado trepar por la reja y alcanzar el balcón.

        Demir Bahrain, no supo cómo, se encontró quitándose la americana y dándosela a ella antes de iniciar el ascenso aferrado a la reja. Ella le observaba espectante; preocupada. ¡Sería una pena que él se cayera y se partiera la hermosa cabeza que cimaba su hermoso cuerpo! El corazón le daba un vuelco dentro del pecho cada vez que lo miraba. ¡Lástima haber tenido tan mal comienzo con él!

        En lo que menos pensaba el médico era en el comienzo de lo que, con toda seguridad, nunca llegaría a ser una buena amistad. Se esforzaba por llegar a su meta ¡y bién que le estaba costando! Su camisa blanca se había manchado al rozarse con uno de los salientes del balcón, pero al menos había lcanzado ya los barrotes de la barandilla y solo necesitaba un último impulso para encaramarse a él.

        -¿Oigan, qué está pasando ahí?!

        Demir no estaba en aquel momento en condiciones de pararse y responder, pero reconoció la voz de uno de los policias que momentos antes habían estado hablando con ellos.Al instante oyó las aceleradas explicaciones de la doctora Hülüsi.

        -...Así que como la cerradura está atascada y es imposible abrir la puerta, el doctor se ha ofrecido de inmediato a trepar hasta el balcón y abrir desde l interior.

        Demir se dió el último impulso que necesitaba con la renovada energía que le dió su mal humor. ¿El se había ofrecido?¿En qué momento?¡Porque no se había enterado!...

        Abajo, los dos policias y la chica seguían con interés los movimientos de él.

         -Está cerrado.-Advirtió tras empujar la puerta acristalada de doble hoja y comprobar que no se abría.

        -¡Naturalmente que está cerrado!¿Cómo quiere que esté?- Le dijo ella.

        -Rompa el cristal, meta la mano y desbloquee el cierre.-Le indicó mirando hacia arriba el agente más joven.

        -Hágalo con el pié. No sea que se vaya a cortar.-Apuntilló el otro.

        -Muchas gracias, no se me había ocurrido.-Murmuró entre dientes para sí.- Ya solo me faltaba hacerme un corte después de haberme librado de romperme el cuello.

        Se apoyó de espaldas en la barandilla y dió una fuerte patada contra el cristal, rompiéndolo. Poco después alzaba la voz para gritarles que ya estaba dentro.

        -No se desenvuelve mal para ser un intelectual. -Dijo el agente más veterano.-¿De verdad es un médico tan importante?

        -¡De verdad!¡Es un genio!-Afirmó ella demostrando su gran admiración por él- Uno de los mejores en su campo, por no decir el mejor. ¿Quién lo iba a decir viéndole tan joven y tan...- Apunto estuvo de decir "tan guapo", por suerte se detuvo a tiempo.- Hemos tenido mucha suerte en el American hastane de que haya accedido a trabajar con nosotros este tiempo. 

        -Si es joven, si, para ser lo importante que dice usted.

        -Se habrá pasado la vida entre libros.- Dijo el otro.

        -No se fíe usted de un médico que no estudie. Todo avanza y...-De pronto se calló y frunció el ceño al mirar el número que había sobre el pulsador del timbre. -Ese número está mal,-dijo,- pone el trece, pero éste es el número quince.

        -No,-intervino el agente joven,-este es el número trece, Lo que ocurre es que los números de fuera no coinciden con los de dentro porque no hace ni una semana que el Ayuntamiento ha actualizado  el catastro y aún no ha habido tiempo de corregir...

         El oficial no pudo terminar. Dentro de la casa se oyó un tremendo escándalo y una mujer gritaba a voz en cuello:

        -¡¡Socorro!!¡¡¡Policia!!!... ¡¡¡Ayuda!!!...¡Policia...socorro!¡¡¡Auxiliooooo!

        Los agentes se miraron entre si y reaccionaron con rapidéz aporreando la puerta, se identificaron como policias exigiendo que abrieran a la Autoridad. La puerta se abrió y de la casa salió una mujer vestida de negro desde las zapatillas hasta el hiyab (velo islámico que cubre la cabeza y el pecho) ...¡y armada con una sartén!

        Iba corriendo en franca huida y al ver a los policias se aferró histérica al más joven mientras señalaba al interior de la vivienda chillando que un hombre quería atacarla.

        En aquel momento apareció el atacante, tambaleándose como un beodo, con una mano en la cabeza y farfullando algo ininteligible.

        La señora gritaba que estaba en la cocina preparando halva y viendo la telenovela cuando oyó en el piso de arriba el sonido de cristales rotos y se asomó a la escalera viendo al asaltante, que la perseguía diciéndole que no gritara...

        -¡Mohamed, Mohamed,-le decía al agente,-es un degenerado, ha querido abusar de mi! Sabe que vivo sola desde que mi pobre Nedim me dejó y ha querido violarme...-Y soltándose del policia se fué hacia el intruso y le arreó dos sartenazos más.-¡Toma...y toma, degenerado!

        Sühayla se apresuró a detener a la mujer que soltó dos sartenazos más, aunque por suerte y la intervención de la doctora, los dió al aire. 

        Demir Bahrain no entendía nada. ¿Es que el hospital no se había asegurado de que la vivienda estuviera vacía antes de su llegada? ¡Como le dolia la cabeza! Aquella mujer le había aturdido, primero con sus gritos, luego con su aspecto que era tan aterrador como sus gritos, porque vestida de negro y armada con la satén parecía más un ninja que una viuda. ¡Le había sacudido de lo lindo!... El intentaba explicarle el motivo de su presencia, pero ni por esas...Estaba fuera de sí. ¡Uf...! Le dolía la espalda, el brazo con el que intentó parar los sartenazos, pero sobretodo le dolía la cabeza...¡Joder, cómo le dolía!

        -¡Cálmese, Fatima hanim, por favor, cálmese...!- Los agentes acudieron a ayudar a la doctora a sujetar a la pobre viuda enferma.- No pasa nada, cálmese.

        -Por favor, hanimefendi, tranquilicese; nadie ha intentado atacarla, solo se trata de un error.

        El mundo pareció detenerse de repente. Les envolvió una calma tensa y Demir, que hasta el momento solo había estado atento a sus dolores y a esquivar en lo posible los  arreones de la señora, miró a su ex-asistente sin quitarse la mano de la cabeza, donde, por cierto, empezaba a apreciarse un muy notable chichón.

        -¿Qué?-Preguntó preguntó con voz de piedra.-¿Qué quiere decir con eso? Usted dijo que la llave era la correcta.

        -Y lo es.-La voz de ella sonó fina como un hilo-...Pero la casa no...

        -¡¡¿Qué?!!

        Sühayla se acobardó. Más tarde le explicaría lo del catastro y el Ayuntamiento y que no era culpa de ella, pero parecía tan furioso  que por un momento temió que le quitara la sartén a Fátima hanim y la atacara con ella.

         No lo hizo. 

          "Bueno, doctora Hülüsi,-se dijo desanimada,- este ha sido tu primer y último día con tu admirado por varias razones doctor Demir Bahrain.  

               

        

        

         




      



      



      

      


     

Comentarios

  1. Exelente me encanta felicitaciones nuevamente me tiene atrapada tu historia

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  2. Se está poniendo muy interesante....sigo pendiente a ver cómo evoluciona. 👏👏

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  3. Muy divertido Loli, me encanta! 😉

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  4. Excelente capítulo, Felicitaciones!!!! Me he reído muchísimo: primero, con el cerrojo de la puerta del carro y luego con la viuda y el sartén.Gracias Loli. Buenísimo

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  5. Me has hecho reir 😂😂 que bueno.... Creo q ya me tiene muy atrapada esta historia... Felicitaciones 🤗🤗🤗

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  6. Me reí mucho 🤣🤣🤣 con este capítulo. Te felicito y me tienes enganchada

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