Una inocente conspiración
CAPITULO 4 -César, cariño, de verdad me pareces mucho más apasionante tú que tu trabajo.- Natalia Ríos, bellísima y sonriente, puso delicadamente su mano sobre la de su acompañante. César Guzmán hizo un mohín apenas perceptible al oír aquel apelativo con el que la modelo solía dirigirse a él. No le gustaba que le llamara “cariño”. Aquella palabra sugería una intimidad que en realidad no tenían y, aunque la tuvieran… tampoco le gustaría. -No sé qué encuentras de apasionante en mi.- Replicó sonriendo levemente.- Soy un hombre de vida y gustos sencillos, apacible; soy muy normal. Estaban en el restaurante del hotel Ritz. Allí todo era elegante y selecto, por eso gustaba tanto a las exquisitas exigencias de la modelo. En la amplia estancia sonaba música clásica que daba un agradable ambiente de serenidad, la intensidad de la luz era moderada, la deco...